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Pleasure is a sin, and sometimes sin is a pleasure
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./////.U esta historia la hice hace ya un tiempo, mientras escuchaba Dream a little Dream of me con Doris Day y había lluvia... pero bueno, no viene a caso.
También quise escribirla ya que una amiga me contó que ha visto más esta extraña pareja por algunos fics. Hace tiempo yo me di a la loca idea de emparejar a estos dos personajes y... me emocionó escuchar que ella me dijera que se estaba tomando en cuenta, así que la música, el clima y la emoción me permitieron escribir esto.
Espero que si alguien lo lee sea de su agrado.Dance with me.
La primera ocasión había ido por obligación. Su novia mencionó que sería lindo aprender a bailar y así, sin más, lo arrastró a las clases de baile.
Aunque sólo fueron doce días de clases, tres días por semana, había dejado de moverse como un robot sin aceite para balancearse con una extraña combinación de torpeza y gracia.
Una parte de esto se debía a la práctica constante del movimiento. Otra a la insistencia y palabras de aliento del instructor. No sólo era joven y talentoso para el baile, también poseía una extraña belleza.
Después de conocer a Otomura Gakuya la concepción de belleza cambió por completo para Osamu.
Era ya imposible para él hablar o escuchar sobre la belleza del mar que se mece con calma, aquellas tonalidades violáceas que obtiene el cielo al final de los arreboles crepúsculos, y la exótica fragancia de la marea transportada por la brisa, sin recordar a Otomura.
Era como pensar en Venus, quien surgió de la espuma del océano, vuelta a la vida en el cuerpo de un encantador y apasionado bailarín.
No obstante tanto él como Maki comenzaron a llenarse de trabajo, impidiéndoles verse y asistir a la academia de baile. Debido a esto debieron olvidarse de bailar por un tiempo para atender a sus responsabilidades.
La segunda ocasión que decidió parar ahí fue distinta. Maki ya no permanecía junto a él. Habían construido gratos y memorables recuerdos, pero tomado caminos separados. No la olvidaría, pues era una página importante en su vida. Y no sólo eso. Era, además, la introducción a un nuevo capítulo más llamativo, intenso y aventurero.
En aquella segunda ocasión regresó para ver nuevamente al joven instructor de baile, a quien no podía alejar de su mente. Él, al verle regresar, también mostró sorpresa y alegría, y se ofreció a ser su pareja al haber regresado solo.
Con gusto aceptó y comenzaron las clases una vez más.
Para Osamu el baile se había tornado una parte esencial de aquel libro que componía su historia; Ya no era solamente lógica y razonamiento lo que le motivaba y guiaba. Había aprendido a relacionar el día a día con las emociones que desprende la música, los sentimientos que reflejan las melódicas voces en sus intensos cantares y, como a través del cuerpo, uno puede llevar estas emociones a un nivel más elevado.
Aprendió que la anticipación puede saborearse en la punta de la lengua, tal cual un caramelo de limón. No muy dulce, no muy agrio. Y mientras terminaba su trabajo en la oficina se veía entretenido, marcando el ritmo del bolero que tenía en lo bajo, con la cabeza o los pies, anticipando el tiempo para ir a bailar con su amado.
Aprendió que las palabras no tienen que ser siempre minuciosamente estudiadas antes de ser dichas. Porque todas aquellas veces en las que hablaba, tal cual niño que no teme, y sus labios soltaban los halagos y poemas que su mente tejía al observar la belleza de Otomura, la momentánea vergüenza se tornaba calidez al ver la radiante sonrisa que se formaba en su joven musa.
Aprendió que el silencio no siempre significa falta de conciencia o respuesta. Que es más que un regaño o un insulto desdeñoso. Comprendió que el silencio puede ser el mejor refugio para un corazón roto, para un alma en desasosiego, para un espíritu marchito.
Aprendió que no todo debe seguir un mismo ritmo. Que la vida no siempre será un Adagio, Andante o un Pressto. La vida puede tener cambios radicales, porque todo puede suceder en un instante, sin avisar ni esperar. Porque la vida es un eterno Jazz. Puede aumentar o disminuir el tempo de la vida, pero no hay que perder el ritmo, aprendiendo a improvisar y mejorar.
Aprendió pues que el cuerpo transmite emociones que no podía enteramente comprender. Que la música suelta los grilletes y retira los vendajes, que permite experimentar corrientes eléctricas imperceptibles para el inquieto, el testarudo y el vago. Aprendió que el baile era ya parte de sí y, sobre todo, que sólo había una persona con quien podía bailar a la perfección.
La tercera ocasión tomó unos largos meses. Osamu debió de partir por trabajo. Y aunque le había pedido a Otomura que fuera con él se negó. Prometió que lo esperaría el tiempo que fuera necesario, entonces, él debió prometer que volvería sin importar qué.
Fueron unos tortuosos ocho meses, doscientos cuarenta y cuatro días, donde la música ya no lograba enteramente llenarle de sentimiento. Cinco mil ochocientos cincuenta y seis horas en que su cuerpo no pedía, sino exigía, el movimiento al que se había acostumbrado.
Y aunque en aquellas aburridas y obligatorias reuniones solía bailar, para quedar bien con los clientes, sentía que su cuerpo no lograba coordinar del todo; que aquellas mujeres no encajaban en sus brazos, que sus movimientos eran lentos y torpes, a veces, rápidos y abrumadores.
No importaba lo mucho que halagaran las damas su forma de bailar, ni lo mucho que se habían divertido con él, Osamu simplemente no estaba satisfecho.
Estaba ya tan acostumbrado a la calidez y sentir de un sólo cuerpo, era tan adepto a la pasión que transmitían los sentimientos de ambos en la pista que, tal cual un adicto, jamás se sentía satisfecho si no bailaba con su musa.
Debido a esto la alegría que le embargó al volver a casa, recorrer las calles conocidas de antaño y escuchar el lejano tango de la academia de danza fue algo inenarrable.
Abriendo lentamente la puerta de la sala, casi con timidez, se asomó para ver ahí a Otomura, bailando solo.
Su cuerpo se mecía como un componente más de la música; fluido como el agua, intenso como el fuego. Tan ensimismado estaba en su baile que no notó la presencia de Osamu, sino hasta que hubo concluida la música.
La sorpresa en aquellos ojos violeta fue enorme. Una radiante sonrisa tampoco se hizo esperar. Todo su cuerpo había comenzado a temblar por la emoción y, antes de poder hacer nada, Osamu se acercó a él, tendiéndole su mano con una galante sonrisa.
—¿Bailaría conmigo?
Durante unos segundos su vista fue de la pálida y gran mano que se extendía ante él, a los anaranjados ojos, llenos de pasión, y contagiándose de ésta. Con una nueva sonrisa tomó la mano que le ofrecían y, también, sujetó con ternura el hombro de Osamu.
—Siempre.
Y así ambos cuerpos comenzaron a moverse, con gracia, con soltura. Con un contacto no tan íntimo, no tan superficial pero sí candente, atrevido.
Un paso adelante, uno atrás. Izquierda, derecha, giro, atrás. Sin despegar sus ojos, sin atreverse a romper tal intensa mirada, sus pasos se coordinaban y encontraban. Y ahora los dos se mecían con la fluidez del agua, con la intensidad del fuego, con la pasión del anhelo.
Cuando el tango hubo acabado con Osamu inclinado sobre Otomura, y Otomura formando un elegante arco con su espalda, siendo sostenido por las fuertes manos, sus miradas siguieron fijas en el otro. Intensas, deseosas, suplicantes.
Volviendo a tomar la compostura se alzaron, con sus cuerpos aún entrelazados. Otomura alargó su mano hasta sujetar la mejilla izquierda de Osamu y besarle, con ternura, igual que el primer beso.
Osamu se arrodilló entonces, bajo la estupefacta mirada de su musa, para mostrarle un anillo de amatista dentro de una elegante caja.
—Quiero bailar sólo contigo.
Sintiendo la emoción, los nervios, el amor y una maraña más de sensaciones se abalanzó sobre Osamu, con una gran sonrisa para besarlo. Osamu correspondió aquel gesto, devolviendo con la misma suavidad el beso.
Y así los dos abrieron paso a un nuevo libro, a una historia de amor más extensa y melódica, relatando el vivir de un jazz acompasado y pasional. Plasmando los sentires del cuerpo, la emoción del movimiento, y el sentimiento desprendido de la soltura del baile.
Siempre juntos, siempre bailando.
Edited by Shrinking Violet - 30/5/2016, 06:15
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Bueno, aquí estoy.
Sí, lo acabo de leer por segunda vez y sigue gustándome incluso más que la primera vez. Ya te lo había dicho pero no me cansaré de repetirlo, tu forma de escribir es tan bonita. Se nota la dedicación que pones en ésto y supera muchas expectativas. Escribes realmente muy poéticamente. Creo que está demás decirte que soy tu fan número uno y que todo lo que yo escribo lo hago inspirándome en tus historias.
Sensei:c tienes un gran talento TT----TT.
Me pasaré por tus otras historias además <3.. -
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Hola!.
Que linda pareja no la habia visto pero hacen muy buena pareja, ademas lo escribes con mucho sentimiento haces como si se viera lo que esta realmente enamorado y que los sentimientos afloren, me encanto. Creo que deberias escribir mas de esta pareja, expresa tanta felicidad que a mi me parece muy bello… sigue escribiendo me encanta leer lo que escribes byee~. -
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Minnoru Muchas gracias por tus palabras linda >//< esa primer ocasión que lo leíste me emocionó que te gustara, sin embargo, sabías que tampoco era necesario el comentario, en verdad gracias. Me alegra tenerte de Padawan y también adoro como escribes, has mejorado enormemente y eso me enorgullece muchísimo.
También soy una admiradora tuya e igualmente me pasaré por las historias que no he leído, cuídate mucho preciosa, Chuu~♥
Kurai Kenji Muchas gracias por tomarte tu tiempo para leerlo y comentar, significa mucho para mí. Hace ya un buen par de años tuve la loca idea de escribir sobre estos dos como pareja, la verdad los veía muy solos. A Otomura suelen usarlo como motivo para el TsunaTachi, generalmente como el villano. Mientras Osamu es el ignorado de la Academia Alíen, así que creí sería bueno recibieran algo de amor nwn
Muchas gracias en verdad por tus palabras, saber que logro transmitir los sentimientos me alegra en verdad. Yo te prometo seguiré escribiendo de ellos y de los demás también x3 Una vez más gracias preciosa, espero verte más seguido y también la continuación de tu fic >< quiero saber cómo sigue~
Cuídate mucho y que todo vaya bien, Chuu~♥. -
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Buen día. 
Bueno, comienzo. Comencé a leer tu tema con la intención de buscar contenido acerca de la pareja de Osamu x Otomura, puesto que un viejo tema mío la tiene. No muy acorse a sus personalidades, pero no viene al caso.
Cuando leí, caí de espaldas a la cama, pegando el teléfono a mi corazón, y sintiendo mis propios latidos en mis manos sobre ello. Miré al techo respirando quedo, pues tus palabras a este momento exacto, no tenían presedentes.
Tus palabras, tu ortografía, tu gramática, tus párrafos cortos, tu poetísmo y la pasión que le das a la serie que más he amado hasta ahora. Lo creas o no, tu corto One-Shot, lleno de pasión y ternura, me alegró la tarde. Todos quisiésemos encontrar el amor de una manera tan perfecta.
No soy nadie para decirlo, pero creo que eres una escritora impresionante, que sabe llegar al corazón de los lectores, Yaoistas y No Yaoistas.
Gracias, por permitienos deleitarnos con tu forma tan hermosa de escribir. <3.
Dance with me. [Osamu x Otomura]Bailar ya no sería lo mismo si no era expresamente con él ~. |
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