Posts written by Lady Trifecta

  1. .

    CAPÍTULO 26: Un corazón roto.




    Nota de la Autora:
    Antes que nada, Anne Onodera Takano, ¡muchísimas gracias por el ánimo de siempre, hermosa! Por leerme y comentarme. De corazón, muchas gracias. El capítulo va dedicado a vos. Espero y que te guste. Me salió un poquito más largo, quizás sin tantas escenas, pero quise profundizar sobre una pareja. ¡Gracias de verdad! :)

    Jaymes Young - What Is Love



    Christina Perri - A Thousand Years (MOMENTO YUEXAOSHI)


    You don't know - Katelyn Tarver

    i hate u, i love u ♡ | gnash (ft. olivia o'brien)





    ¿Cómo se repara un corazón roto?


    —¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

    —¿Eso realmente importa?

    —Chiaki...

    —¿Qué importa si estoy seguro o no? Es lo que debo hacer. Nunca he estado más seguro en toda mi vida de que esta es la mejor decisión que he tomado.

    Yuu alzó sus manos hacia arriba en señal de tregua.

    —Bueno, bueno, discúlpame. Es solamente que no quiero verte sufrir más por él. Han sido demasiados años... —El lápiz en la mano de Chiaki se deslizó tan fuerte en la hoja de dibujo que terminó por perforarla— ¿Chiaki? —Su mirada permaneció cabizbaja.

    —Lo sé. ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que tienes un mejor panorama de lo que yo lo tengo?

    —Yo... lo siento...

    —Yuu. Sé que te preocupas por mí. Has hecho durante todo este tiempo mucho más por mí de lo que lo haría cualquier persona, cualquier amigo y, de hecho, cualquier persona en mi vida. No he querido escucharte durante todos estos años, incluso a pesar de todas tus advertencias. ¿Cuántas veces no me repetí lo estúpido que realmente era? Pero yo no te escuché. Realmente no sé qué pasó conmigo. Tal vez creí que luchando y tratando de sostener esto a través de todos estos años... tal vez solo pensé que lo que teníamos era felicidad. No. Realmente yo lo sentía como felicidad.

    Chiaki miró a su amigo directamente a los ojos.

    —¿Cómo pude hacerlo ¿Cómo pude ser tan estúpido? Cómo puede ser que me haya estado engañando a mí mismo por todos estos años... —Fue más una afirmación que una pregunta. Fue más un reproche a sí mismo.

    Chiaki le miró con una media sonrisa dibujada con dolor en sus labios.

    —Dímelo, Yuu. Es que realmente yo no lo entiendo. No lo logro entender.

    Yuu guardó silencio alrededor de un medio minuto, el medio minuto más largo de la historia. Solo echó un suspiro antes de responderle.

    —Realmente no sé si es tarde o temprano pero, al menos, te has dado cuenta. ¿No crees que es eso lo que importa de verdad?

    —Qué iluso fui —Chiaki echó un resoplido cargado de frustración e ironía.

    Yuu rió pero no con burla sino como si recién él mismo se hubiera dado cuenta de cuánto su amigo había madurado. Resultaba hasta con un sabor casi irónico.

    —No. No eres iluso. Estás a tiempo de vivir tu vida.

    —¿Y qué sería eso? —Chiaki calló un largo rato mientras tomaba su café frío— Mañana por fin acabará todo esto. Al menos seguiré por mis hijos.

    —Si eso te ayuda a salir adelante, pues bien. Tienes un motivo para hacerlo.

    —Pues, sí —Esta vez fue él el que sonrío casualmente en esta ocasión.

    —Tienes razón, ja... al final, siempre tienes razón. Un corazón roto no se cura de la noche a la mañana y yo no puedo fingir que algo es amor cuando realmente nunca lo fue.

    —Hey, ¿cuándo yo dije eso? Tonto... —le reprendió con una expresión que intentaba ser seria, pero la verdad era que solo estaba diciéndolo a son de burla— ¿Será que realmente nunca lo fue? —Fue lo que Yuu se preguntó sin que su amigo lo haya escuchado, más bien fue una pregunta que se hizo para sí mismo.

    —¿Dijiste algo?

    —No, nada. No me hagas caso. Sigamos trabajando, que este storyboard debemos entregar el lunes.

    Chiaki le sonrió, despreocupado.

    —Llegaremos, no te preocupes. Y Yuu...

    —¿Hmm?

    —Gracias.

    Yuu le miró, sorprendido.

    —Sigue dibujando.





    —Según el acuerdo, pues la casa y el auto se quedan para el señor Yoshino.

    —No quiero el auto. ¿Esa parte lo podemos corregir?


    El secretario del juez tecleaba en su notebook, modificando los términos del acuerdo. Sentados, uno frente al otro en aquella larga mesa de madera en aquella oficina con un ventanal enorme con vista a la ciudad, muebles de cuero marrón, bibliotecas altas repletas de libros y el aire acondicionado soplando a su máxima temperatura; ambos estaban decidiendo cómo terminar con una vida de más de veinticinco años juntos, dejando constancia de todo en papeles. Cada uno, acompañado de su abogado y el juez sentado en la punta de le mesa, escuchando los términos de cada uno. El acuerdo inicial había sido presentado por Yoshiyuki, pero Chiaki también tenía sus condiciones y, en ese punto, lo único que le importaba era asegurar el seguro médico de sus hijos y sus ahorros para sus estudios.

    —Entendido, señor Hatori, ¿está de acuerdo? —preguntó el juez.

    Él asintió.

    —De acuerdo. Me gustaría ofrecer más del porcentaje acordado para el depósito a mi hijo. La mitad de mi salario. Además quiero ver a Aoshi cada fin de semana.

    —No lo necesitamos —intervino Chiaki. Su abogado le habló aparte por unos pocos minutos. Tuvo que tomar aire y pedir de nuevo la palabra.
    —El veinticinco por ciento está bien. Lo demás lo pondrás en una caja de ahorro en el banco y solo Aoshi podrá disponer de él a su mayoría de edad. Y Aoshi podrá verte las veces que él quiera, pero deberá ser dentro de la ciudad.

    —De acuerdo.

    El secretario continuó tecleando.

    —Entonces, la cuenta bancaria que tenía en común la sociedad conyugal ha sido liquidada y el juzgado ha dispuesto otra cuenta a su nombre, la mitad de todos los ahorros va para usted. Las ganancias de los últimos veinte años ya se dividieron, según el informe del contador. Aquí está —El abogado de Chiaki le dio un ejemplar al abogado de Yoshiyuki y otra al secretario del juez.

    —Ya lo revisamos también. Estamos de acuerdo —dijo el abogado de Yoshiyuki.

    —Entonces, con eso culminamos —Esperaron unos cuantos minutos más para que el secretario pudiera ajustar todos los nuevos términos al acta de divorcio y finalmente imprimirlo— Listo. Ahora lo pueden firmar.

    Les pasó a cada uno un ejemplar para poder leerlo detenidamente.

    Chiaki tomó los papeles y le echó una ojeada rápida, además de las modificaciones, ya sabía de memoria todo lo que decían esas hojas. Había pasado los últimos quince días leyéndolo de pies a cabeza.

    —¿Eso es todo?

    —Sí —Chiaki firmó rápidamente al final de cada hoja y devolvió los papeles.

    —Está bien. Me tengo que ir. Tengo que pasar por la editorial... —En realidad le estaba hablando a su abogado, pero se detuvo a media oración, pensando en que ya no debía ni tenía por qué dar explicaciones a nadie ni explicar nada. Mala costumbre suya.

    —Chiaki... —la voz de su ex esposo llamándolo fue suave, casi como si intentara ser un ruego.

    —Tengo un plazo para entregarlo. Ya sabes cómo es esto, y no puedo permitir que me descuenten. Adiós.

    Tomó su maletín, se dio media vuelta y salió del despacho.





    —No me puedo imaginar por lo que está pasando.

    —Papá, ¿crees que esté bien? —En una banca, cerca de la entrada del juzgado, Yuu esperaba a su amigo para llevarlo a la editorial y también lo acompañaban Yue y Aoshi.

    —Lo estará. No se preocupen. Lo estará. Quizás un matrimonio roto te deje con el corazón destrozado, pero la vida no se detiene por un corazón destrozado.

    Aoshi le miró con incertidumbre y tristeza en los ojos.

    Yue sujetó su mano con fuerza, entrecruzando sus dedos y rodeando su hombro con un brazo, diciéndole con ese simple acto que todo estaría bien. En ocasiones como estas, las palabras solo estorbaban. Yuu solo les sonrió a ambos.

    —Desde luego, espero que ustedes nunca lo entiendan.





    Cuando salió del Juzgado, en los pasillos frente a la entrada, estaban su mejor amigo, Yue y Aoshi esperándolos. Podía verlos esperándolo con cara de preocupación como si acabara de salir de una intervención quirúrgica. Realmente sentía que esto era peor, pero estaba tan cansado que solo quería no pensar en todo lo ocurrido. Entrecerró los ojos, suspiró con pesadez y, un momento antes de seguir caminando, decidió mirar su teléfono.


    —Guau, en verdad son muchas llamadas perdidas y mensajes...

    “Pequeño”, decía en la pantalla de su celular y contestó la llamada de inmediato.


    —¿Papá? Te juro, te juro que lo lamento mucho. Quería acompañarte pero no pude hacerlo. Ya sabes que como estuve faltando muchos días el mes pasado tuve que quedarme hacer horas extras en la editorial. Lo intenté, te prometo que lo intenté pero el jefe no quiso escucharme rogando. Pero saldré dentro de una hora, y te llevaré tu pastel favorito. Solamente quería saber cómo estás cómo te sientes.

    —Estoy bien, Dai, cariño. Gracias por preocuparte, hijo. No comas nada que te he guardado algo para tu almuerzo.


    Daisuke sonó emocionado del otro lado, después de todo, hacía un buen tiempo que no visitaba a su familia y no probaba la comida de su papá.

    —¡Claro que sí! Nos vemos y, papá...

    —¿Sí?

    —Haces lo mejor que puedes hacer. Eres el mejor papá que pudimos haber tenido, no lo dudes nunca.

    La sonrisa de Chiaki se dibujó en sus labios, aunque fue pequeña y efímera. Todo lo vivido hasta ahora había valido la pena, lo que importaban eran los sentimientos de sus hijos, lo que ellos pensaban y vaya que realmente había temido lo que ellos pensaran.

    —Papá. Una cosa más.

    —Dime.

    —Necesito hablar contigo de algo.

    —Claro, sabes que puedes hacerlo. Nos vemos más tarde.



    Yuu se levantó de la banca en cuanto él se acercó a ellos. Chiaki se acercó a Aoshi para abrazarlo, ya que en su mirada se notaba que quería un abrazo pero no se animaba a pedirlo.


    —¿Estás bien? —preguntó Yuu.

    —Lo estaré. Lo estaré.

    —Bueno. Vamos, pasaremos por la editorial antes de llevarte de nuevo a casa.








    —¿Crees que ellos estén bien? Ya han pasado varios días.

    —Realmente no lo sé —dijo Yue pasándole un té de manzanilla a su novio, sentándose a su lado en el sofá del salón de su casa. Sus padres no estaban en casa, fueron a acompañar a su hermano a una ecografía— Intenta no preocuparte tanto, cariño.

    —Sabes que no puedo hacerlo —Aoshi llevaba las rodillas dobladas, sentado, y se acomodó mejor en cuanto Yue se sentó a su lado y apoyó su cabeza en su hombro. Tras un largo suspiro, bebió su té. Yue acarició su cabello, alborotándolo un poco.

    —Tienes razón, lo lamento. Es sólo que me preocupo también por ti.

    Aoshi le dio una sonrisa amable y el sonrojo en sus mejillas fue inevitable así como el tonto y loco palpitar de su corazón, y alzó la vista a él. Yue aprovechó y le dio un pico en los labios.

    —Tonto. Hmmm... lo entiendo. Perdóname tú a mí. Abrázame —exigió. Yue sonrió de oreja a oreja. Con el paso de los meses, Aoshi se abría más y más, mostrándole lados que él ni siquiera sospechaba, como un poco de atrevimiento y cielos santos, realmente era lindo cuando intentaba ser atrevido— ¿Sabes? Estoy preocupado por papá también, no he hablado con él más que unas dos veces, y no lo escuchaba muy bien que digamos. Y por Dai. Cada vez viene más poco a casa, y ya ni siquiera llama cuando antes lo hacía todos los días. Ahora, solo si mamá lo llama se acuerda que existimos. Ya no lo vemos, la última vez fue hace un mes, cuando fue lo del divorcio... Vino a cenar y desde esa vez ya no lo vemos. Hmmm... —hizo un esfuerzo por recordar las pocas veces que habló con su hermano en todo ese mes— a veces hacemos vídeo llamadas, parece mucho más cansado que antes, incluso creo que ha perdido peso.

    —Es cierto, yo tampoco lo veo hace mucho y los chicos tampoco saben mucho de él. No estoy seguro, pero por algunos comentarios de Yuki y Haru, creo que Kai lo ve a veces, pero no han podido quitarle nada.

    —¿En serio? Eso es realmente extraño... —Yue besó su frente. Aoshi infló los cachetes en ese instante y cerró los ojos.

    —Las noticias malas son las primeras en llegar y mientras tío Chiaki pueda hablar con él o incluso Kai sepa en dónde está y cómo está, creo que todo estará bien. Si algo verdaderamente malo pasar, él no se callaría, ¿no? Y, con respecto a tu papá, pienso que solo necesita tiempo para acostumbrarse a todo esto también.

    —¿Lo crees? Quizás tengas razón.

    —No lo pienses mucho. También tú puedes escribirle, al menos para que sepa que cuenta contigo.

    —¡Tienes razón! —Aoshi soltó un largo suspiro— es que el tiempo pasó tan rápido y me he estado concentrando en los últimos exámenes, la graduación y mamá... ¿parezco tan frívolo? Quizás Todo esto le ha afectado más a él que a mí.

    —No digas eso. Ambos están igual de preocupados y afectados. Cómo les afecte siempre va a ser distinto, no importa cómo lo hagan, lo están enfrentando a su manera. Además, piensa que él siente una gran responsabilidad por ti y por tío Chiaki, y no quiere preocuparlos.

    —¿Eso tiene algún sentido? ¡Somos su familia! —Yue tomó su rostro y le explicó con paciencia y dulzura en sus ojos.

    —Es solo que ahora él se siente el mayor responsable de tu familia, aparte, está tratando de asimilarlo todo. No debe ser fácil. Para nadie lo es, pero él piensa todo de forma práctica y está tratando de estar mejor para ustedes y no causarles molestias.

    Aoshi lo pensó un momento y volvió a apoyar su cabeza en el hombro de su novio.

    —Puede ser... ese tonto. Voy a escribirle más tarde. Aaah... ¡crecer es tan difícil! Tampoco he visto mucho a Haru.

    —Bueno tú y yo no es que hayamos salido mucho con nuestros amigos últimamente.

    —¡Eso porque tú me acaparas todo!

    —Ah, mira, el pequeño Aoshi protestando, ¿eh? Y no te escuché protestar la tarde pasada cuando nos quedamos solos en tu casa...

    —No me digas pequeño... ¡Y shhh! ¡Yue! ¡No digas esas cosa en voz alta! —Aoshi se apresuró a cerrarle la boca con una mano, completamente avergonzado, mirando de un lado a otro como un paranoico. Yue pidió, con las manos en alto, una tregua. Aoshi tuvo que soltarlo.

    —Pero eres mi pequeño, y estamos solos, por si acaso —Aoshi rodó los ojos. Jamás le diría que le encantaban todos esos apodos que le ponía su novio.

    —Bueno, bueno, debemos intentar no alejarnos tanto de nuestros amigos. Todo ha sido mucho más difícil desde que tío Ritsu falleció. Quizás deberíamos invitarlos a una salida al cine o al parque o alguna otra cosa, ¡ya sé! Una barbacoa en casa, así sirve que también mamá se distrae.

    —Esa es una excelente idea —Yue aprovechó para dejar otro beso, esta vez encima de su cabeza— La graduación será muy pronto... podríamos hacer la barbacoa al día siguiente.

    —En estos momentos no sé si alguien tenga cabeza para pensar en eso.

    —Bueno, alguien tiene que hacerlo. Después de todo el año va a terminar y luego ya cada uno tomará su camino. Desde luego que nos veremos de vez en cuando, pero ya no será lo mismo. Lo más seguro es que nos veamos con menos frecuencia.

    —¿En serio tiene que ser así? —de pronto la nostalgia le estaba ganando a Aoshi— Yo no quiero que sea de esa forma. Vamos hablar con los chicos —dijo firme y decidido— sobre reunirnos una vez al mes después de que terminemos la preparatoria.

    —Esa es una idea genial, mi amor. Por algo te amo tanto. Eres un chico muy inteligente.

    —No seas bobo, Yue —pudo haberlo regañado, pero realmente le gustaba y mucho que lo elogiara, ¿cómo podía sentirse tan bien y tan tonto al mismo tiempo?

    —Bueno, ahora que no están mis papás en casa, podríamos aprovechar...

    —¿Aprovechar para qué o qué?

    —Nada, nada —Yue se hizo del desentendido, tomó el control remoto y encendió la televisión—Yo nada más decía para ver algunas películas y poder estar acurrucados, ya sabes. Aoshi le miró entre extrañado y con un ligero aire de sospecha. Sentía que había algo que no le estaba diciendo.

    —Yue.

    —¿Sí? —Él fingía estar muy ocupado haciendo zapping.

    Aoshi dejó la taza de té sobre la mesita en frente de ambos. Tomó aire profundamente e intentó tranquilizarse y remojó sus labios sintiéndolos muy secos, repentinamente. Desde hacía un buen tiempo, muchas semanas, quizás meses, había estado pensando en esa idea que lo torturaba. Así que, con o sin valor, para poder dormir con tranquilidad o quizás para que la ansiedad no terminara por consumirlo, sentía que debía hablar ahora.

    —Yo... yo —Aoshi tomó las manos de su novio y lo miró atentamente—me gustaría ir a vivir contigo al terminar la preparatoria.

    Yue se quedó como estúpido, más que estupefacto, mirándole con los ojos perdidos y la cabeza medio descompuesta. Podría jurar por su vida que no había escuchado bien.

    —¿Es-estás hablando en serio...?

    —¡Por supuesto que lo hago! —la cara de Aoshi estaba completamente del color de un tomate bien maduro— Bueno, tal vez ahora mismo sea muy difícil. ¡Ay, dios! pensándolo bien no quiero dejar a mi mamá sólo. Imagínate, no, no, no... —Aoshi se quedó como un minuto pensando— ¿Y si tú te vienes a vivir con nosotros?

    —Aoshi... —Yue aún no podía encontrar las palabras adecuadas.

    —Si no quieres puedes decírmelo ahora. Es una idea tonta, ¿no? —las manos de Aoshi se fueron deslizando poco a poco hasta soltar por completo las manos de su novio— quizás no quieras y pienses que es muy rápido, lo siento, yo no debí...

    Rápidamente sus manos fueron tomadas por las de Yue.

    —No digas eso, tontito —Aoshi alzó la vista y se encontró con una enorme sonrisa en los labios de Yue y la sinceridad reflejada en sus ojos— perdón si te hice creer eso —Yue llevó su mano al rostro de Aoshi, y apenas con dos dedos lo acarició muy despacito— Es solo que estoy tratando de asimilarlo. Intentando creer que esto no se trata de un sueño. Y no. No me parece que sea muy pronto. Cariño, cualquier deseo que te haga feliz a ti me hará inmensamente feliz a mí, en serio.

    —¿En serio? —la expresión llena de tristeza y decepción de Aoshi volvió a cambiar por una cara llena de esperanza y alegría. Si fuera un cachorro, ahora mismo estaría lamiendo a Yue y moviendo la cola de pura emoción.

    —¿Todavía lo preguntas? Es en serio, Aoshi. Te amo mucho. Quizás parece que es muy pronto, pero yo te he querido desde siempre, y no me parece una mala idea. Aunque sí me gustaría que mientras estemos en la universidad, podamos ahorrar para comprarnos un departamento o una casa en el futuro, no tiene que ser lejos de tío Chiaki. De hecho, quiero que sea al lado o arriba de su casa, ¿qué te parece? Yo tampoco quiero dejarle solo. Tenemos muchas cosas que planear, pero todo en su tiempo y forma. Un día a la vez, ¿no? Mis papás van a enloquecer, pero quizás sea lo mejor, así tendrán más espacio en casa para mi sobrino o sobrina, y también está lo del ingreso a la universidad, pero tenemos muchas opciones. Bueno, lo importante es que ya lo decidimos y ahora tenemos que hablar con tío Chiaki.

    —¿Hablas en serio? —ahora nuevas lágrimas se asomaban por los ojos de Aoshi, pero esta vez, eran de pura alegría. En toda su vida se había sentido más eufórico. No podía creer que tenía el mejor novio del mundo— ¿En serio? —Yue rió y asintió y Aoshi saltó, tirándose encima de él, para terminar en su regazo, abrazarlo y llenarle de besos las mejillas, e incluso un inesperado beso en los labios. Yue rió, también muy emocionado.

    —Hey, hey, hey... tranquilo... ja, ja... Si lo hubiera sabido antes, te lo hubiera propuesto yo antes.

    —¡Te amo! —los ojos de Aoshi brillaron más que nunca, incluso su cara dolía de tanto que sonreía, y Yue lo sostenía con sus manos alrededor de su cintura.

    —También te amo. Te amo mucho.








    Estaba ocupado preparando la comida, cortando verduras y preparando el estofado. Hoy era un día especial, pues vendrían a cenar sus hijos. Hace mucho que no cenaban los tres juntos. Además Aoshi le dijo que tenía que decirle algo muy muy muy importante. Sí, se aseguró de decirlo así, muchas veces. Eso le intrigaba, pero lo que realmente lo hacía sentirse animado es que vería a sus pequeños, así que desde temprano lo preparó todo, encargándose de la limpieza de la casa y de las compras con mucha antelación.


    —¡Ouch! ¿Quién demonios será? —se preguntó al escuchar el timbre. No esperaba a nadie más y ahora Yuu le avisaba cuándo iba. Desde la última vez que discutió con su marido, había estado visitándolo cada vez más poco, bueno, no poco, pero no todos los días como tenía la costumbre de hacerlo.

    Luego de limpiar el desastre que se hizo cuando la salsa caliente se salpicó, fue a abrir la puerta.

    —¿Qué haces aquí?

    —Solo vine a buscar las cosas que me faltan. Chiaki, ¿acaso podemos tratarnos de otra manera?

    No, no podía.

    —Estoy ocupado haciendo la comida, solo entra y ve a hacerlo.


    La tensión era demasiada. Incluso todo su cuerpo lo sentía. Ni siquiera quería mirarle a los ojos. Tan solo lo ponía de malas. Nunca había experimentado esa clase de ansiedad y nervios. ¡Era demasiada impotencia y molestia! La última vez no había depositado a tiempo la cuota de la preparatoria de Aoshi y luego, tuvo que enterarse por otros medios, que el dinero que ganaba lo estaba gastando en alcohol y fiestas. No era difícil saber lo que hacía tu ex cuando trabajaban el mismo edificio y exactamente en el mismo departamento.

    —Ya terminé —Chiaki estaba tan concentrado en la salsa de su estofado que ni siquiera se dio la vuelta para responderle.

    —Qué bien. Acuérdate de que cambiaré las cerraduras. Ya debí hacerlo hace tiempo... —lo último se lo dijo más a sí mismo con mucha rabia, empeñándose en cortar las verduras en trozos más pequeños de lo que ya estaban cortados.

    —Chiaki...

    —Y de depositar la mensualidad de Aoshi antes del treinta de cada mes.

    —Chiaki, escúchame, por favor.

    —...porque el veintiséis venció la cuota del colegio y ya van dos meses que estamos atrasados, sino estamos al día no recibirá su título. Y no te olvides tampoco del depósito de ahorro para la universidad —volvió a revisar el estofado. Al revolver, la salsa volvió a salpicarlo— ¡Maldición! —tuvo que apagar el fuego y volver a las verduras. No estaban lo suficientemente bien lavadas. Cortar, necesitaba cortar más verduras. Faltaban más cebollas.

    —Lo sé...

    —¡No, no lo sabes! —Chiaki se cortó con el cuchillo ante el movimiento brusco que hizo y una gran cantidad de verduras cortadas cayeron al piso al mismo tiempo que él se dio la vuelta para encararlo.

    Sus ojos estaban inundados en lágrimas.

    —¡No tienes una puta idea! ¡NO LO SABES! ¡No sabes lo que realmente se siente estar en mi lugar, odiándote por todo y seguir amándote! ¡NO LO SABES! ¡No tienes una PU-TA I-DE-A! —Estaba agitado en verdad, respiraba con mucha dificultad y sentía que el aire se le atoraba en el pecho, dándole punzadas muy fuertes. Tenía el estómago revuelto, náuseas y definitivamente le dolía la garganta, demasiado.

    —Hey... déjame ver esa herida —Yoshiyuki le tendió la mano pero Chiaki no se movió de su lugar. Ninguno de los dos lo hizo. El cuchillo que sostenía fuertemente en su mano, terminó por caer al piso.

    Yoshiyuki se acercó, despacio, dándole el tiempo suficiente a Chiaki por si quería retroceder. Él seguía inmóvil, mirando al suelo sin realmente mirarlo. Lo llevó a la habitación y lo sentó en la cama. Le sacó el delantal manchado y, con una toalla húmeda que consiguió del baño, limpió su rostro y sus manos, minuciosamente. Luego fue por el botiquín que se encontraba en un estante debajo del lavatorio del baño, regresó junto a él y lo comenzó a curar.

    Chiaki parecía tener la mirada perdida, seguía respirando pesadamente, pero al menos los temblores de su cuerpo parecían disminuir cada vez más.

    —¿Qué hemos estado haciendo todos estos años?

    —Es mi culpa. Por favor, deja de martirizarte.

    —El hecho es que no puedo hacerlo, Yoshiyuki —Chiaki alzó la vista hacia él. Hatori nunca había visto tanto dolor en sus ojos— Te juro que lo intento pero no puedo. No logro odiarte... pero tampoco consigo perdonarte, ¿qué es lo que está realmente mal en mí?

    Yoshiyuki estiró su mano y con sus dedos limpió las lágrimas que caían por sus mejillas, a pesar de que estas no podían dejar de caer.

    —Nada. Eres absolutamente perfecto —Chiaki tomó su camisa, encerrando la tela en un puño, y lo mismo hizo con su camiseta, en un intento de sostenerse violentamente de algo, de intentar comprender lo incomprensible.

    —Yo... te he amado tanto, que no puedo aprender a dejar de hacerlo, no puedo... pero cuánto me gustaría dejar de hacerlo, dejar de amarte tanto.

    Yoshiyuki podía entender el sentimiento, él también quería poder dejar de amarle tanto, dejar de lastimarle tanto, si tan solo tuviera la valentía suficiente para desaparecer de su vida y dejarlo ser feliz, lo haría... pero no podía, así de egoísta era.

    —Déjame hacerlo... déjame ser el único que luche. Por favor, Chiaki. Déjame ser el único que se aparte.

    —Hace tanto tiempo que ya lo has hecho.


    Ambos se miraron, y en sus ojos se reflejaban todos los años vividos juntos, el dolor y el cariño abrazados con tanta tristeza. Mirando a través de los recuerdos de todos esos años vividos juntos, el presente parecía ser mentira. Pero esta mentira dolía tanto.

    Yoshiyuki fue el primero que avanzó pero los labios de Chiaki lo encontraron a medio camino, encontrándose con un beso urgente y necesitado, anhelando sentir cada aliento, esa sensación de sus bocas chocando la una con la otra y sus ojos, apenas abiertos, mirándolo con necesidad, con calor.

    —Tori... Ah... Tori... —Las manos de Chiaki se enredaron entre sí por encima de sus hombros, no queriendo perder la vista que tenía de él. Ya no podía ni quería pensar. En su cabeza, este hombre era el mismo hombre que conocía de toda la vida. ¿Cuántos fueron? ¿Veinte, treinta, cuarenta años...? Eran tan jóvenes cuando se casaron, pero ya se amaban toda una vida. ¿Algo así puede desaparecer? ¿Algo así puede ser una mentira?

    Yoshiyuki le ayudó a quitarse la camiseta y los pantalones. Con no menos prisa, Chiaki también se deshizo de la camisa de su ex esposo, hasta que esta cayó al suelo. Luego, tan apresurado y necesitado como un adolescente fue por su cinturón, desabrochándole y abriendo el cierre, para esas alturas el hombre parado en frente suyo lo miraba intensamente y jadeaba con la boca ligeramente abierta.

    —Déjame hacerlo... —Chiaki bajó su bóxer y se encontró con una erección goteante de un pene más que ansioso, lo introdujo en su boca comenzando con un leve vaivén, arriba, abajo, abajo arriba y viceversa, chupando con energía y una convicción tan firme como urgente.


    Antes de que pudiera descargar su orgasmo en su boca, aunque ya estaba al límite, él lo tomó por debajo de las axilas y lo levantó de un solo movimiento, le abrazó por la cintura, luego sus manos bajaron a sus muslos y lo alzó de tal manera que Chiaki lo abrazara con sus piernas rodeando su cintura y Yoshiyuki terminó por recostarlo en la cama sin apartarse él de su cuerpo en ningún instante, perdiéndose en los gemidos y jadeos, en sus ojos. Introdujo dos de sus dedos en su culo, primero solo la superficie para lubricarlo con su saliva, masajeando, al mismo tiempo que devoraba su boca y mordía sus labios, e incluso no perdía vista de cada uno de sus preciosos gestos, mientras Chiaki jadeaba en cada beso y se abría más y más a él.


    Yoshiyuki le tomó de ambas nalgas, sosteniéndole, y alzándole, de tal manera que él se arrodilló en la cama y Chiaki terminó sentado sobre sus muslos, apretando su cuerpo contra el suyo. Simplemente quería morir en el abrasador tacto de su piel.

    —Chiaki... Chiaki... voy a meterlo... —No quería que el momento se acabara nunca y, al mismo tiempo, cada segundo estaba siendo grabado en su memoria, en su cuerpo, en la respiración de cada uno y en el sudor de ambos cuerpos mezclándose.

    —Ah... Hazlo... entra... Tori... Hazme tuyo... por favor...

    Yoshiyuki obedeció. Sostuvo de la cintura a Chiaki y lo ayudó a bajar a su erección, lentamente al principio.

    —Carajos, tan apretado... —Hacía mucho tiempo que no hacían esto, y tampoco habían buscado refugio en otros cuerpos, así que se tomaron un momento para acostumbrarse a la unión.

    —Ah, ah... Tori... hazlo... fuer... ¡Hazlo fuerte! ¡Muévete! —Chiaki parecía embriagado de lujuria. Con sus piernas cruzadas, empujó la espalda de Yoshiyuki contra su cuerpo, haciendo que la penetración fuera más profunda. Sus dedos acariciaron y se perdieron entre las hebras castañas de Yoshiyuki y la lengua de Chiaki buscó tocar cada recoveco dentro de la húmeda boca de su amante, perdiéndose entre el sabor de menta y whisky.

    Las manos de Yoshiyuki apretaron sus nalgas, sosteniéndole con fuerza y firmeza. Una mano fue subiendo lentamente por su húmeda espalda y luego su boca se escapó, yendo hacia su cuello, mientras Chiaki no contuvo sus gemidos y jadeaba con fuerza, pidiendo por más, extasiado en la locura de sentirse suyo, por mucho que quisiera creer que era una mentira, y por mucho que ahora ya no fuera suyo. El sentimiento y el momento eran tan reales como su cuerpo penetrado y su corazón roto se lo hacían saber.

    —¡Aaah... más... más... allí... Toriii...! Hazlo... ¡Termina adentro... n-no te detengas! —Sus embestidas continuaron, estocada tras estocada, no permitiendo pausas, pero tampoco yendo lento, simplemente sintiéndole todo el camino, cada tramo, cada entrada y salida de su cuerpo, cada aspiración y expiración agitada, suplicantes y desesperadas.

    —No lo haré. ¿Te gusta esto...? ¿Eh? ¿Así...? —Yoshiyuki tomó las piernas de Chiaki y las colocó sobre sus hombros. Se irguió por completo, haciendo que sus caderas se levantaran y, en esa posición, lo penetró de una estocada yendo más profundo. Chiaki gimió fuertemente y sus manos se clavaron en la cama, tomando en sus puños las sábanas desordenadas debajo de ambos.

    —¡Sííííí! ¡Sí me gusta! ¡Aaah! ¡No te detengas! ¡No lo hagas! ¡Toriii! ¡Más...! ¡¡Mááás...!!

    Esos labios rosados, esos jadeos que llenaban la habitación y la fuerza con que lo empujaba hacia adentro y lo apretaba, lo estaban llevando lentamente a una muerte de la que no quería huir. Lo necesitaba, lo necesitaba tanto.

    No quería soltarle, y no lo haría en un largo tiempo. No mientras gimiera su nombre y mientras pudiera llenarlo de esa manera. Mirar sus ojos perdidos en él, su cuerpo apretándole, sus brazos abrazándole con fuerza y su aliento pidiendo por él.









    —¿Takeshi? ¿Qué haces aquí?

    Ya era de madrugada y su papá dormía, pero él aprovechaba esas horas para escribir. Afuera llovía y cuando Haru fue a abrir la puerta debido al timbre insistente, se extrañó. Encontró a un Sora empapado de pies a cabeza y con una cara de pocos amigos.

    —Pero, vamos, pasa, pasa —Sora ni siquiera había saludado. Parecía tan ido, así que Haru tuvo que tomar su mano y llevarlo adentro, hasta su habitación, en donde lo primero que hizo fue tirarle una toalla encima y comenzar a secarle el cabello.

    —Aquí estás —suspiró, preocupado— Cielos santos, estás todo mojado. ¿Qué es lo que te ha pasado? —lo miró con verdadera preocupación, incluso asustado. Sora podría ser muy impulsivo pero ahora parecía un alma en pena— ¿Mis tíos saben que estás aquí?

    Él negó moviendo la cabeza de un lado a otro.

    —Ay, bueno, no importa. Voy a llamarles y les aviso que te quedarás aquí. Cuéntame después lo que sea que quieras contarme. Ahora, vas a entrar al baño —le hablaba con mucha paciencia, sin reproches ni reclamos, como si le hablara a un niño pequeño— a bañarte mejor, para que no agarres un resfriado y mientras yo te prepararé un té.


    Takeshi pareció tomarse el tiempo de su vida en tomar esa ducha de agua tibia; en verdad, le pareció muy corto pero resultó que terminó siendo casi alrededor de una hora. Haru se preocupó bastante y decidió esperar fuera del baño, en su habitación, por cualquier cosa. Al salir, le mostró que estaban en la cama algunas prendas para que pudiera vestirse. Al terminar de hacerlo, Haru tuvo que corroborar por sí mismo y buscarlo una vez más, agarrando su mano para llevarlo hasta la cocina.

    —Vamos, ven a la cocina tomar un poco de té. Yo también me lo estaba preparando —Haru incluso le mostró en dónde sentarse, en frente de la isla de la cocina, le puso el té en frente y luego él buscó un poco de azúcar para ponerle el suyo y finalmente se sentó en frente de su amigo.

    —Sora, dime por favor, ¿qué es lo que pasó? —Tuvo que esperar un tiempo que se hizo eterno, antes de que contestara, aunque en realidad solo fueron un par de minutos.

    Sora levantó la vista del té, para verlo a los ojos. Pocas veces Haru vio en él una mirada tan cansada y tan triste.


    —Asahi... Asahi me dejó, Haru.


    Su mirada hablaba de lo imposible que era reparar un corazón roto.


    Edited by Lady Trifecta - 27/9/2020, 04:15
  2. .
    Adelanto del próximo capítulo de Youthful Hatsukoi. 💔
    Me encantó esta música. 🤗🤗🤗 Pocas veces encuentro una música perfecta para los personajes y sus sentimientos, y justo estaba escribiendo esta parte de Yoshiyuki y Chiaki. 💔 Espero que les guste este adelanto.

    Yoshiyuki lo llevó a la habitación, sacó el botiquín del baño, regresó junto a él y lo comenzó a curar.

    Chiaki parecía tener la mirada perdida.

    —¿Qué hemos estado haciendo todos estos años?

    —Es mi culpa. Por favor, deja de martirizarte.

    —El hecho que es que no puedo hacerlo, Yoshiyuki, te juro que lo intento pero no puedo, no logro odiarte... pero tampoco consigo perdonarte, ¿qué es lo que está realmente mal en mí?

    Yoshiyuki estiró su mano y con sus dedos limpió las lágrimas que caían por sus mejillas, a pesar de que estas no podían dejar de caer.

    —Nada. Eres absolutamente perfecto.

    —Yo... te he amado tanto, que no puedo aprender a dejar de hacerlo, no puedo... pero cuánto me gustaría dejar de hacerlo, dejar de amarte tanto...

    Yoshiyuki podía entender el sentimiento, él también quería poder dejar de amarle tanto, dejar de lastimarle tanto, si tan solo tuviera la valentía suficiente para desaparecer de su vida y dejarlo ser feliz, lo haría... pero no podía, así de egoísta era.

    —Déjame hacerlo... déjame ser el único que luche. Por favor, Chiaki. Déjame ser el único que se aparte.

    —Hace tanto tiempo que ya lo has hecho.
  3. .

    CAPÍTULO 25: Un extraño dolor




    OneRepublic - Let's Hurt Tonight


    Go to soon – Daughtry




    QUOTE
    —Eres un imbécil, lo sabes, ¿no? —dijo despectivamente, terminando el comentario con una pequeña risa sarcástica, alzando la copa de champagne en su dirección. Su kimono azul cielo, ligeramente abierto, dejaba entrever un poco la blancura intacta de su piel, pero nada más.

    —Lo sé —Fue la inexpresiva y estúpida respuesta— les he fallado. A mi esposo, a mis hijos. Desde un principio y hasta hoy... soy este hombre lleno de excusas, culpas y remordimiento.

    —Nunca será suficiente para reparar todo el daño causado. El dolor, sabes, el tipo de dolor que más duele no es el que te causan las personas extrañas, sino el que proviene de las personas que amas.

    Sus ojos se detuvieron a mirarle, como si una epifanía le fuera revelada en ese instante. Como si el hablarle de sus más profundos y oscuros secretos a una extraña fuera remotamente a consolar la agonía de su corazón.

    Conversaron toda la noche, pero no pasaron a más, desde luego que no pasaron a más. En su enferma y descuidada mente pensó en más de una ocasión en algún plan retorcido y malévolo en donde programaba citas de este tipo con Yoshiyuki hasta enamorarlo o, bueno, conseguir que se obsesionara por él y luego... ¡boom! ¡Sorpresa! Le mostraba la verdad. Estaba tentado a hacerlo, ¿por qué no? Al decir verdad, entre tanta plática y ya comenzando con su tercera botella de champagne hasta parecía la idea más maravillosa, espléndida y maquiavélica de todas. Muy divertida.

    Se encontraban en una de las suites del lujoso Chinzansu Tokyo, en una habitación vagamente iluminada, Demiyah recostada en la cama king size y Yoshiyuki sentado en el sofá que se encontraba al costado, junto a la puerta corrediza que daba con el balcón, frente a una mesa en donde reposaba la botella recién abierta. Su copa bailando entre sus dedos, su mirada fija y perdida en el contenido de ella.

    Ella, toda elegante, no perdía su pose con el cabello suelto y desperdigado por los hombros. Sutil como gacela, pero al mismo tiempo atenta y vigilante como un leopardo.

    —Lo soy, no tengo dudas de ello.

    —¿Por qué? ¿Por qué entonces no dejarlos en paz? Tienen sus vidas hechas. Él te ha aguantado, soportado tanto.

    —Porque los amo.

    —¿En verdad crees que eso es amor? ¿Abusar de quien dices amar por tantos años, aprovechándote de sus sentimientos para mantenerte aferrado a él? ¿Crees que el amor debe ser una especie de castigo? —Había tanta rabia reprimida en esas palabras, que estaba resultando extremadamente difícil conservar una expresión indiferente frente al hombre que la miraba con tanto cansancio.
    Yoshiyuki se quedó mirándole en silencio, ni siquiera perplejo, ni siquiera inmutable, simplemente viéndole y sabiendo perfectamente que cada una de esas palabras, fueran o no nacidas por el odio, no eran nada más que la verdad.

    El hombre estiró la mano, en un amague de alcanzar la mano de Demiyah, simplemente buscando sostener algo, simplemente buscando sentirse aferrado a la tierra. Pero ni ella estaba cerca, ni tampoco hubiera permitido que la tocase.





    Nunca fue más difícil poder expresar la tristeza que quemaba en su interior.

    —No sabes cuánto lo siento, en verdad. Yo... oh, dios, Asahi, yo ni siquiera tengo derecho de sentirme así, cuando tú... —Asahi estiró su mano y la colocó sobre el dorso de la mano de su amigo, en un intento de darle algo de paz y tranquilidad.

    Era cerca de mediodía, pero recién se permitían comer unos mixtos y unos cafés, puesto que no habían comido nada en todo el día debido a que desde muy temprano estuvieron en el hospital.
    Haru no podía evitar que las lágrimas cayeran por su rostro y él solo intentó apaciguar sus ruidosos sollozos, acompañados de un ligero hipo acompasado.

    —Nunca me imaginé que...
    Asahi incluso llevó una mano a su cabeza, para peinar suavemente sus cabellos. Su mirada era serena, dulce, tranquila... quizás con un ligero sabor de nostalgia en ella, pero vacía de angustia y tormenta.

    —Tranquilo, Haru. Te prometo que estoy bien. Además, soy muy joven y, bueno... Solo este no era el momento y yo, yo de verdad creo en que todo ocurre por una buena y justa razón.

    —No... es que no... lo siento, ¿y si fue por algo que ha pasado estos días? El otro día, cuando Sora y Kai pelearon, estuvo completamente fuera de lugar, y ni siquiera fueron capaces de decirnos la verdad... O, quizás es que hemos estado recargando demasiado en ti, después de la muerte de papá.

    —Hey, no. No te atrevas a decir eso. Basta. Tú también has pasado por mucho y no es justo que cargues más angustias y dolor a tu corazón —Asahi respiró profundamente, entrecerró los ojos y, luego de un breve silencio, continuó— respira profundo. Haru, te puedes hacer daño, sabes que tu corazón es débil.

    Haru se sobresaltó, soltó su mano en un brusco movimiento y, levantándose de su asiento, echando la silla al instante, gritó aquello.

    —¡LO SÉ, MALDITA SEA QUE LO SÉ! —Ya no lo soportaba. Ya no. Se sentía como si apuñalaran su corazón. No era a él a quien le pasaba, pero se sentía tan cercano a eso, quizás era culpa lo que sentía, culpa por amar tanto a Sora, culpa por comenzar a querer tanto a Asahi, culpa por no poder alejar el sentimiento de pertenencia que sentía hacia ambos. Culpa por ser tan egoísta

    Un sorprendido Asahi lo miró perplejo, sin moverse de su sitio, y ninguno de los dos atento a que las pocas personas que se encontraban allí, los estaban observando.

    —Disculpen... ¿sucede algo? Debo pedirles que se calmen, por favor —Fue un guardia el que se acercó hasta la mesa de ellos, viendo aquel sobresalto, creyendo desde luego que se trataba de una pelea. Haru respiraba agitadamente y no lograba calmarse.

    Asahi miró con una sonrisa apacible al hombre que solo estaba haciendo su trabajo.

    —Lo siento, señor. ¿Podría traerle agua a mi amigo? No se encuentra bien y una noticia trágica lo ha puesto así. Solo tiene que tomar su medicina, le prometo que todo estará bien. Lamento el mal momento.

    —Yo... yo... desde luego… ¡Claro, claro! Desde luego, disculpe, mil disculpas. No sabía, ya-ya regreso... —El hombre se fue, entre apenado y un poco apresurado a conseguir ese vaso de agua.

    Asahi devolvió su mirada, preocupado, a su amigo.

    —Si quieres podemos irnos ahora a tu casa o a la mía, para conversar mejor, o mejor dicho, a descansar. Ya no debes preocupar así a tu familia, Haru —Esta vez, la voz de Asahi adquirió un tono realmente serio, que no admitía réplicas.

    Haru, tan roto como se veía, parecía a punto de romperse en mil pedazos allí mismo, aunque quizás interiormente ya lo estaba. Sin moverse de su sitio, aún parado, y mirándole con una falsa rabia, susurró despacito, entre dientes y repetidamente: “No es justo”, “no es justo”, “solo... es que no es justo...”.

    Asahi se levantó, cortó la poca distancia que los separaba, lo abrazó y le dio suaves palmaditas en la espalda, como si de esa manera fuera a doler menos, como si de esa manera se fuera a borrar todo lo que estaba sintiendo en ese instante. Como si no hubiera perdido algo importante. Como si nada pasara.

    —Shhh, lo sé, Haru. Lo sé. Lo lamento, lamento todo esto... —Su amigo cerró sus manos en puños sobre su ropa, sujetándola firmemente, mientras sentía que algo se volvía a romper en él. Quizás fuera un dolor que no le pertenecía, pero el cariño y el amor eran genuinos. Y él lo estaba sintiendo por Asahi, por Asahi y por Sora... y tal vez la razón fuera porque si Asahi se lo permitiera sentir, él no lo soportaría, al menos era la razón que en secreto ambos encontraron.




    —¿Para esto era que querías que viniera? Tsk —Kai resopló molesto al ver a su amigo completamente borracho. Ni siquiera sabía qué hacía allí. No era el club en donde trabajaba, ni siquiera era un bar remotamente cercano a su casa o a su lugar de trabajo. Bueno, en teoría tenía su trabajo en Marukawa, pero desde hacía varios días no había ido, ni siquiera se había reportado con sus padres o con su hermano más allá de un escueto mensaje de texto a Chiaki, “Estoy bien. Solo necesito descanso de unos días. No me busques, por favor”; por supuesto, para un padre eso no sería suficiente.

    Daisuke incluso estaba medio dormitando, sentado frente a la barra, con sus codos sobre ella, los brazos cruzados y su cabeza escondida entre ellos. Con una mano en el vaso con whisky cargado, balbuceando incoherencias, con los ojos apenas abiertos.

    —Al fin... ¡Hey, Kai... todavía no me consideras muerto! Yo shabía que no me dejarías tirado acá...

    —¿No tienes ni un mínimo de consideración, no? —siguió Kai regañándolo. Eran las de la mañana y, ni siquiera le había llamado él, sino el cantinero del lugar al encontrar su número como el primero en la lista de sus contactos. Se suponía que era su contacto de emergencia. Lo curioso era que Kai también lo tenía a él. Uff, vaya qué estúpido era, se había olvidado de cambiarlo, después de todo, si intentaba llamar a Daisuke en un caso de vida o muerte, ya estaría cien metros por debajo de la tierra, en el infierno, para el momento en que su amigo se percatara de que lo había llamado. Bueno, quizás estaba exagerando, solo un poco— Uff, apestas.

    —Disculpe, señor. Es solo que ya estamos cerrando, y pues no tenemos forma de cuidar de él... —le dijo el cantinero, muy amable, en aquel lugar ya vacío y sin música y con todas las luces prendidas, mientras limpiaba, estando ya a punto de cerrar. Kai negó con la cabeza.

    —No, no se preocupe, yo le llevaré... gracias.

    Kai rodeó su cintura con un brazo para levantarle y sostener su peso; tomó su brazo y lo colocó alrededor de su cuello. No pesaba mucho, de hecho, le parecía que ahora pesaba menos y eso no hizo más que preocuparle, por lo fácil que resultaba ahora cargarlo, cuando antes siempre se quejaba sobre eso.

    —Hueles rico... mmmm... —la cabeza de su amigo descansaba contra su hombro y su respiración estaba provocándole una sensación extraña, entre cosquillas y un malestar que hacía hundir su estómago.


    Al llegar al auto, lo acomodó en el asiento del copiloto, reclinó la silla hacia atrás y tuvo que luchar por mantenerle erguido y poder colocarle el cinturón de seguridad.


    —¿Me quieres, Kai? —Kai miró a su amigo, ido por la bebida, como si le hubiera crecido una segunda cabeza sobre su hombro.

    —¿Qué estupideces dices...? Basta, voy a llevarte a tu casa... bueno, quizás mañana. Tío Chiaki está muy preocupado por ti —resopló, entre molesto y resignado— lo mejor será que te lleve a mi departamento y mañana sí vas a los de tus padres, ¿escuchaste?


    Todo el tiempo estuvo quejándose, aunque no se entendía en realidad qué decía, pero Kai no dijo nada más en todo el camino. Al llegar a su departamento media hora despuès, lo llevó directamente a la cama, lo recostó, le quitó los zapatos y, mirándole detenidamente, decidió que debía cambiarle la ropa para que pudiera dormir mejor.

    —Sabes que eres un verdadero fastidio, ¿no?


    Daisuke se encontraba recostado boca para arriba, con los ojos cerrados, murmurando incoherencias, así que no le pudo responder.
    Kai rebuscó en su cómoda unos pantalones de algodón y una camiseta cómoda, regresó junto a él en la cama, se sentó a su lado y comenzó a desabotonarle la camisa, cuando una mano en su muñeca lo detuvo a medio camino aunque ni siquiera había fuerza en ella; así que solo lo apartó y continuó hasta que logró desabotonarla por completo y quitársela, con cuidado. Era algo tan normal y rutinario que prácticamente podría hacerlo con los ojos cerrados, era algo mecánico. Era una costumbre muy particular. Pero nunca se había dado cuenta de lo mal que estaba hacerlo. ¿Por qué estaba tan acostumbrado a verlo destruido y todo lo que hacía por él era arroparlo y, a veces, darle el desayuno?

    Le quitó el pantalón de licra que traía y fue imposible no notar la erección que traía. Kai se relamió los labios y tragó saliva con mucha dificultad. Se levantó y fue al baño por una toalla de mano que tuvo que mojar un poco, y otra toalla seca. Regresó junto a su amigo, le quitó la braga que tenía, se encargó de limpiarlo y secarlo minuciosamente pero con cuidado. Luego fue por un bóxer de su cajón. No faltaba decir que allí había mucha ropa suya, aunque a veces la compartían. Volvió, se lo puso y luego le puso los pantalones. Lo arropó nuevamente. Después, se inclinó brevemente: su rostro encima del suyo, inspeccionando cada detalle; sus ojos fijos sobre sus párpados cerrados. Se inclinó aún más y olió su cuello. Dejó un beso pequeño sobre su hombro, y otro en su cuello. Retiró su rostro una vez más, solo un poquito. Tan cerca de sus párpados, de su nariz, de sus labios, que se movían un poco, como si quisieran hablar, decir algo importante.

    Su corazón latía con fuerza. Se aseguró que estuviese bien arropado, sin alejar todavía su rostro. Le miró.

    —¿Cómo puedes ser tan lindo y tan testarudo al mismo tiempo? —Volvió a suspirar, sintiendo el ritmo suave de la respiración de Daisuke sobre su cuello. Se llevó una mano a su propio cabello.

    —Me estoy volviendo loco, muy loco.




    Afuera, la lluvia caía a borbotones, y aunque al parecer los relámpagos y truenos se habían clamado un poco, el viento aún soplaba bastante fuerte y la temperatura había descendido bastante.

    Mientras tomaba una taza de café negro, costumbre rara en él, observaba el clima desde la ventana de su noveno piso, en el departamento en el cual vivía desde hacía ya tres años. Sus manos estaban frías, pese a que la calefacción estaba prendida, llevaba una manta sobre sus hombros y la taza se hallaba entre sus manos. Sentado en el alféizar de su ventana, con solo una luz prendida en el pasillo, iluminado por las pocas luces de la calle que ya comenzaban a prenderse debido a que comenzaba a anochecer; comenzaba a recordar cada instante de su vida, sintiéndose nostálgico. ¿Qué le habrían dicho sus padres? ¿Lo insultarían una vez más? ¿Acaso incluso hoy no se arrepentían de haberlo echado? ¿Lo habían buscado? ¿No lo extrañaban?

    Él sabía las respuestas a todas esas interrogantes, y por mucho tiempo se negó a aceptarlas como parte de su realidad, pero seguía sintiéndose solo, sobre todo en estos momentos.
    ¿Será que amaba a Sora y lo mantenía a su lado simplemente por el hecho de que solo a su lado no se sentía así, tan vacío?
    Tan... esa no es una buena excusa. Sonrió débilmente mientras una lágrima caía por su mejilla.


    —Lamentamos mucho su pérdida. En las primeras semanas, suele ser muy común —Asahi solo miraba al médico, impávido, quizás incrédulo, aunque más ausente que todo eso junto. No tenían sentido las palabras que salían de su boca. Haru buscó sostener su mano, más conmocionado que él mismo.


    Así que su retraso (1), sus cambios de humor, sus desmayos y sobre todo... los sangrados se debían a eso.


    —Se trataba de un embarazo ectópico (2). Al menos pudo ser detectado a tiempo y la cirugía fue menor, debe cuidarse y no hacer grandes esfuerzos, pero tampoco es estrictamente necesario que se quede en cama...



    Las explicaciones siguieron y siguieron. Se encontraba en la cama, y acababa de despertar. Todo pasó absolutamente rápido. Había ido ese día a hacerse una revisión porque no se sentía bien y terminó desmayado en el consultorio de su ginecólogo, debido a un dolor pélvico y a una hemorragia uterina. Afortunadamente, estaban en el hospital y, antes de que se hiciera mucho peor, fue sometido a cirugía, en donde descubrieron lo que realmente pasaba. Era un embarazo ectópico. Él ni siquiera sabía que estaba embarazado así que no podía doler, ¿no?

    Era un dolor extraño, después de todo.
    Y todo pasó en menos de un día. Haru había insistido para quedarse, pero Asahi solo quería estar solo.

    Ninguno de los dos, en todo el trajín de lo sucedido, mencionó la posibilidad ínfima de involucrar a Sora en ello.

    ¿No hubo tiempo? ¿Había demasiado en su cabeza? ¿Tal vez solo no quería pensar en nada? Y al fin y al cabo, ¿para qué contárselo? Tampoco le dijo a Haru que no le contara. Lo tenía tan sin cuidado... pensar, sentir, sentir, pensar... solo lo pensó como algo que no se pudo evitar, solo pasó y ya. Nada más que eso.

    La noche fue tan eterna que el tiempo pareció haberse detenido, así que ni siquiera se había dado cuenta del momento en que él llegó.

    —¿Asahi? —Una voz preocupada lo llamaba.

    Él siguió mirando afuera, con la taza de café medio vacía, la mirada perdida en algún punto fijo de alguna luz en la calle. La lluvia seguía cayendo fuerte, las luces seguían prendidas, las personas seguían yendo de un lado a otro de la ciudad sin importar el clima. Él seguía tan imperturbable y calmado, como siempre.

    —Ven aquí —No opuso resistencia alguna cuando su novio tomó de su mano, lo instó a levantarse, le sacó la taza de las manos y la dejó sobre la mesa más cercana, le cubrió mejor con la manta que traía, rodeó su cintura con un brazo y lo ayudó a caminar para llegar hasta su habitación. Lo recostó en la cama, se recostó a su lado y los cubrió a ambos con la frazada.

    Todo lo que supo fue porque Haru le había llamado y le había dicho que Asahi no se sentía bien y que lo necesitaba a su lado. No hizo ninguna pregunta, excepto por una.

    —¿Tienes frío? —Asahi negó con un pequeño movimiento de la cabeza y se acurrucó más cerca de su cuerpo. Sora lo arrulló en sus brazos, sosteniéndole contra su pecho, como si de esa forma espantara todos los males y ya no pudieran hacerle daño.













    NOTAS FINALES:

    1- Con retraso, nos estamos refiriendo a La menstruación (NO OLVIDEN DE QUE ESTE FAN FIC ES MPREG, POR SI ACASO), también llamada menorrea, período o regla, es el sangrado que experimentan las mujeres y algunas hembras mamíferas cuando el óvulo, que se expulsa del ovario para ser fecundado, no se fertiliza.
    2- Embarazo ectópico: A veces el óvulo fertilizado se acaba implantando en tejidos fuera del útero, produciéndose un embarazo ectópico. Los embarazos ectópicos suelen desarrollarse en una de las trompas de Falopio (un embarazo tubárico) pero pueden hacerlo en otros lugares. En un embarazo ectópico, el feto a veces sobrevive varias semanas. En resumidas cuentas, el bebé crece fuera del útero y no puede sobrevivir. A veces, y dependiendo del daño causado a las trompas de Falopio, la persona puede quedar infértil o, en caso de que así no sea, de todas maneras tiene más probabilidades a desarrollar otro embarazo ectópico de tener mayores riesgos en el caso de un posible futuro embarazo.


    MENSAJE: Según yo, el capítulo me quedó excesivamente corto, pero ni lo quería hacer tan fastidioso y excesivamente largo, ni tampoco con muchas escenas y que no contengan lo suficiente. Por favor, háganme saber qué les pareció, si debo hacer más largas las escenas o no y en qué debo mejorar. De todos modos, en el próximo capítulo veremos más reacciones a todo lo acontecido en este capítulo, además de saber de nuestros otros personajes. ¡Muchas gracias por leer! Y perdón el haber tardado tanto.

    Edited by Lady Trifecta - 22/9/2020, 04:28
  4. .
    Hola, Silvi, gracias por tomarte el tiempo de leer mi fan fic. Justamente, hace poco estaba tratando de ver cómo seguir esta historia y, en eso estoy, quizás muy pronto traeré la continuación.
    ¡Muchas gracias!
    Un abrazo.
  5. .
    Gracias Anne, por el apoyo de siempre.
  6. .
    Hola Arwen09, en realidad dije por un tiempo indefinido, podría o no ser largo. La verdad es que regresé el año pasado con uno de mis fics, el más largo de todos, y el que más trabajo me ha llevado hasta ahora, el cual tiene muy poca recepción, casi nula, lo que al principio no me incomodó, pero llevo en esta situación ya dos años. Estoy publicando en Amor Yaoi, Fanfic.net, Ainofansub y Wattpad con capítulos totalmente editados de principio a fin. También he estado ocupada realizando cuentos originales, entre otras cosas.
    La verdad es que estoy deprimida por la recepción que tengo como ficker desde el año pasado, y no es algo momentáneo, es algo que he estado arrastrando los últimos meses (valga la redundancia, desde el año pasado). No me gustaría extenderme en explicaciones innecesarias (porque ya he pasado por eso, lo he hecho y bueno, solo dicen que exagero y me dicen cosas que mucha producción no han tenido).

    Escribir más que un hobby, es la pasión de mi vida para mí, y aunque esté muy deprimida por cómo se reciben mis fics, continuaré como escritora por mucho tiempo más.

    Mis disculpas si he ocasionado molestias, también he pensando en borrar estas historias, pero no quiero por los mensajes que alguna vez tuve.

    Por cualquier cosa,

    Mi página: www.facebook.com/LadyTrifecta/
  7. .
    Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son obra de Shungiku Nakamura.
    Contiene: Drama, Romance,escenas explícitas, personajes NO CANON -NO INSISTAN, NO OFENDAN, LOS PERSONAJES ESTARÁN FUERA DE SUS PERSONALIDADES-, quizás haya mpreg.

    NO tengo otras historias terminadas aparte de Un clavo saca otro clavo (fanfic de Trifecta, publicada solo aquí en Mundo Yaoi), algunos one shots, y el ÚNICO ADEMÁS DE ESTE EN PROCESO, Youthful Hatsukoi (fanfic de los hijos de los personajes de Sekaiichi Hatsukoi, publicado en mundo yaoi, amor yaoi y wattpad).



    AMOR NO CONVENCIONAL



    Capítulo 1: El color de tus ojos.



    QUOTE
    —Oh, vamos, ¿tenemos que esperarlo toda la noche? —Aun desde donde estaban la música retumbaba en sus oídos.

    —Solo un poco más. Dijo que acabaría pronto.
    Ryuuchi rodó los ojos mientras sus zapatos hacían ruido, impacientemente, sobre el pavimento de la calle, mientras Yoh miraba su todo el rato su reloj.

    —Mañana tengo que trabajar temprano. No pienso esperarlo toda la noche.

    —No tardará, sabes cómo es. Acaba pronto, y se recupera aún más pronto.

    —Todas las noches nos dices lo mismo. Deja de defenderlo.

    —¡No lo defiendo!

    —Ay sí, ay sí. Yi ni li difiendi —imitó infantil y gruñonamente Ryuuchiro, harto de tener que pasar lo mismo por cada maldita noche, como él lo decía, cada jodida vez que iban a un pub a pasar el rato. No era como si sintiera envidia de la tremenda fortuna que tenía Akihiko en conseguir citas con solo pestañear y muchas veces ni eso. Kaoru simplemente bostezó, un poco cansado mientras Yoh seguía viendo su reloj y les decía que no pensaba esperar más de cinco minutos más.

    —Solo diez minutos más.

    —Eso dijiste hace diez minutos. Sé realista. Todos conocemos a Akihiko. Si encuentra un buen pedazo de culo no lo soltará hasta que se aburra, y si lo hace solo se buscará otro —Miyagi estaba un poco bastante harto de escuchar todas las excusas que Hiroki ponía para encubrir al cínico de su amigo.

    —Chicos, ¿podemos discutirlo mañana? O en otra oportunidad, estoy seguro de que no será la última vez que hablemos de las maravillosas cualidades del señor escritor —dijo Kaoru mientras Yoh le daba la razón señalando la hora de su reloj.

    —Hey, tranquilos. Akihiko no es tan desconsiderado —Ryuuchiro bufó exasperado mientras miraba a lo lejos, al otro lado de la calle, cambiando drásticamente la expresión de su rostro antes de lanzar un silbido—. Oh, oh. Hiro, Hiro, mira disimuladamente. Creo que Akihiko no es el único que ha ligado algo esta noche.

    —¿Qué? Carajos, Ryu, no me digas que no te cuidaste y se te pegó algo. Te dije que ese sujeto se rascaba más de lo normal... —Kaoru los miró a ambos con el ceño levantado en señal de confusión y una ligera molestia que no disimulaba nada en esconder.

    —No está nada mal —comentó Yoh, mirando, de lo más formal y serio, hacia el lugar donde Ryuuchiro había fijado primero la mirada.

    —¿De qué hablan? —Un curioso Hiroki no pudo evitar voltear ligeramente (completamente) para observar el objeto de la curiosidad de sus amigos.

    Desde el otro lado del callejón un sujeto para nada mal parecido, vestido con pantalones de cuero y una camisa ajustada, dejaba ver sus muy bien trabajados pectorales y un paquete considerablemente de admirar entre sus piernas. Y no había apartado la vista de Hiroki desde hacía aproximadamente los diez minutos que estaban allí parados.

    Un poco avergonzado, pero con la temperatura elevada, Hiroki volteó rápidamente de nuevo.

    —Mierda, creo que debo volver a trotar. He ganado peso en las últimas semanas. De repente me siento tan viejo y tan gordo.
    Ryuuchiro rió con ganas, divirtiéndose de lo lindo con la manera de actuar de su muy tímido amigo.

    —Cariño, estás perfectamente cogible. Ni te preocupes por eso. Si tú estás gordo, yo soy una pelota rodante.

    —No estás gordo —le dijo Kaoru, ahora mirándole de manera extraña a él. ¿Estaría loco como de costumbre, o solo borracho? Porque combinar las dos cosas significaría un peligro a tomar en cuenta.

    —Oh, por algo eres mi mejor amigo. Te adoro —Ryuuchiro le abrazó desconsideradamente, colgándose de su cuello y dándole un beso sonoro en la mejilla al mismo tiempo que Kaoru echaba a rodar sus ojos.

    —Hasta que por fin sales —dijo entonces Yoh, observando detrás de ellos, a quien salía por la puerta trasera del pub, con una sonrisa perspicazmente malvada de oreja a oreja—. Jodido bastardo, ¿podrías, por una vez, tener una mínima de pizca de consideración con tus amigos?

    —Hey, hey, hey. Estoy aquí, ¿no? —Akihiko levantó las manos en alto, ofreciendo rendición.

    —Dale, dale, niño travieso. Mejor nos vamos, que no todos tenemos la suerte de ser un escritor millonario y vago como tú —dijo Ryuuchiro—. Y no —enfatizó el no— te atrevas a decir que estoy celoso.

    —No he dicho nada.

    —Te atreviste a pensarlo.

    Hiroki solo le miró con desaprobación y tomó su brazo para ponerlo alrededor de su hombro.

    —Vamos, te ayudo. Te caes de lo volado que estás.

    —Hiroki. Hey, te extrañé. —Akihiko le dio un pico en la boca mientras él trataba de sostenerlo sobre sus dos piernas.
    Ryuuchiro le miró con el ceño fruncido.

    —Hiro. El Sr Musculoso-Sexy te está mirando aún.

    —¿A mí? Alucinas, Ryu. Tenemos que irnos, vamos.

    —Apoyo la moción. Yo conduzco —dijo Yoh encaminándose hacia el auto de Akihiko.

    —Pero no puedes perder esta oportunidad, ¿hace cuánto que no tienes un buen sexo? Amigo, creo que ya tienes telarañas allí abajo.

    —¿Estás demente? ¡Cállate!

    —¿Por qué te avergüenza? Oh, vamos, Hiroki. No eres una dulce doncella virgen esperando por su príncipe azul. Yo que tú me lo tiraría sin pensarlo.

    —Ryuuchiro incluso se relamió los labios. Kaoru tomó del brazo a Ryuuchiro y lo encaminó hacia el auto de su amigo.

    —Es suficiente. Mañana tienes trabajo que hacer.

    —Arrg, ya mamá. Voy, voy.



    Todo aquello era demasiado nuevo, demasiado excitante, demasiado emocionante para su joven, aventurero y salvaje corazón, pero ya había dado el paso más grande. Aunque su corazón latía a mil por segundo, estaba decidido. Esta era su noche. Por fin perdería la virginidad.

    —Hey, guapo, ¿necesitas que te lleve a alguna parte? —Le preguntó un hombre que se detuvo frente a él, montado en su motocicleta, devorándole con los ojos.

    —Eh, no. No, gracias. Solo vengo a dar una vuelta. Ya sabes, lo habitual. —Rogaba interiormente porque nadie se diera cuenta del tamaño de sus ojos en ese momento, mirando todo alrededor, como los de un ciervo frente a los faros prendidos de un automóvil.

    —¿Seguro?

    —S-sí. Estoy seguro.

    —Bueno. Está bien. —El hombre lo miró de arriba abajo pero con un movimiento ligero de hombros, se dio por vencido—. Está bien. Tú te lo pierdes.

    Estaba a punto de irse cuando el muchacho lo detuvo.

    —Eh, ¿puedo hacerte una pregunta?

    —Claro.

    —¿En cuál de los pubs hay más movimiento esta noche? Ya sabes... para ligar con alguien.

    El sujeto lo miró con divertida incredulidad.

    —Pequeño, con ese trasero que tienes ligarías hasta embarrado de mierda. —No comprendía muy bien si eso era un halago o no, así que solo mostró cierta expresión neutra, intentando sonreír pero no mucho—. Puedes probar en el de Broadway. Allí no son agresivos ni están tan volados como para arriesgarte. El de Stonewall tienen lo mejor de lo mejor, las mejores bebidas, los mejores culos, pero sería mejor que no te arriesgaras a ir solo. Llevas luces de neón en tu frente, amigo.

    Al menos ese era un buen consejo. O lo creía.

    —Hey, gracias. Lo tomaré en cuenta. —Hablaron solo unos segundos más y luego se despidieron. Misaki estaba indeciso aún. Había muchos pubs, pero no estaba muy seguro en cuál lo dejarían entrar sin problemas, considerando su edad, y que no tenía ninguna licencia falsa. Tenía la esperanza de encontrar a algún sujeto que luciera confiable y pudiera meterlo adentro.

    —Hey, gatito. ¿Perdido?

    —¡Akihiko! ¡Vamos! Deja de perder el tiempo, maldito holgazán. —Escuchó a alguien gritar en el momento en que volteó a ver quién lo había llamado de aquella manera. El que gritaba estaba en un auto, aparentemente esperando, junto con otros hombres. Entonces prestó atención al sujeto delante de él.

    —Por aquí, gatito.

    Era alto, bien parecido, con una mirada aguda, una sonrisa atrevida y unos ojos espectaculares. Sí, es que eran de color amatista, y la verdad era que se quedó como idiota admirando el color de esos ojos, además de quedarse fascinado con el aroma que desprendía, aun cuando había cierto rastro de cigarro en él, su perfume fue el que llegó a enloquecer sus sentidos.

    Los dedos del hombre llegaron a su mejilla, acariciándole, sin ser muy grosero ni romántico, dejándole estupefacto, sin oportunidad de replicar.

    —¿Tienes nombre, gatito? —Tardó unos segundos en procesar la información en su cabeza, pero finalmente logró decirlo.

    —Misaki. Soy Misaki.

    —Hey, hola, Misaki. Mucho gusto. Soy Usami Akihiko. ¿Qué? ¿Vienes conmigo, o no?



    Edited by Lady Trifecta - 29/3/2018, 00:48
  8. .

    AVISO:



    No, no he estado perezosa. Como sabrán esta es un historia larga y la he estado leyendo, retomando y corrigiendo desde el principio para tomar el hilo de todo, de cada mínimo detalle.

    Me ha costado muchísimo luego del tiempo ausente, pero he decidido con firmeza continuar la historia, y para ello estoy volviendo a editar y publicar CAPÍTULO POR CAPÍTULO. Cuesta mucho, pero lo amo y disfruto cada instante (aun cuando tengo malos momentos, simplemente no puedo dejar de adorar cada pequeño detalle de mis personajes y de los de sensei Nakamura).

    Les pido paciencia, porque cuando me ponga al día, NO LO DUDEN, SEGUIRÉ EL HILO DE LA HISTORIA HASTA TERMINARLA, ESTE AÑO. (Por favor, no desesperen, este mes me ha ido muy bien y he publicado seguido)

    Mil disculpas para todos. Gracias por la paciencia y el cariño. Todo mi amor para ustedes.

    Por si quieren volver a leer la historia, les paso los diferentes links: (Además en Wattpad estoy participando en varios concursos con este Fic)


    Amor Yaoi: www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=193533


    FanFiction.net:
    www.fanfiction.net/s/12801569/1/YOUTHFUL-HATSUKOI


    Wattpad: www.wattpad.com/story/92669221-youthful-hatsukoi


    ¡Nos vemos muy pronto!

  9. .
    Muchas gracias chicas que me comentan, de verdad gracias y mil veces perdón por no poder traer seguido la continuación, estoy pasando por momentos de muchísimo cansancio entre otras tantas cosas, siempre fui de la idea de para qué las excusas, y que no debería, pero siquiera se merecen esta explicación, con todo mi corazón espero poder traer algo pronto, aunque apenas puedo incluso conmigo misma. En unas semanas más tendré mucho tiempo libre y espero con el alma enfocarme en escribir.
    Mil veces perdón, me hace sentir fatal causarles tal decepción... gracias, gracias por todo, y si mi cabeza me lo permite, estaré por aquí pronto.
    Mil millones de disculpas.
  10. .
    ¡Me encanta! ♥♥♥
    Pregunta, ¿hay un límite de fics por autor?

    Ya leí el apartado que dice que no hay límite, jaja, lo siento. Me emocioné ♥

    Otra pregunta, ¿se puede hacer una historia entre dos autores?
  11. .

    Capítulo 24: Despedida





    Sia - Angel by the Wings


    En cuanto lo vio no pudo evitar recordar las palabras de su esposo. ‹‹Cuídalos. Aunque crezcan, siempre serán nuestros pequeños››. Quiso derramar alguna que otra lágrima, pero en su corazón supo que ni siquiera todas las lágrimas del mundo le traerían de vuelta a sus brazos, o serviría para aminorar su dolor, o para amarle menos, o para olvidarle un poco. No lo haría ahora ni nunca.

    —Hey, papá —Takeshi no esperó respuesta para avanzar y abrazarlo. No importaba en ese momento cualquier hecho pasado. Le necesitaba. Había necesitado de este abrazo tanto que le dolía incluso el pensarlo. No podía con toda la carga, por mucho que lo intentara, por mucho que intentara no desmoronarse ante su hermano. ¿Cómo iba a poder hacerlo cuando Haru perdió a su mejor amigo, y su padre, al amor de su vida?


    —Hola, hijo —Masamune lo abrazó con firmeza, besando sus cabellos, permitiendo quizás a las lágrimas acumularse aunque no derramarse. Las palabras sobraban, en ese preciso momento lo hacían, cuando todo lo que necesitaban era sostenerse del amor del otro, para no caer en ese abismo de desesperación y angustia que cernía sobre sus propias sombras.

    —¿Cómo está tu hermano? —Le preguntó de camino a casa en el auto, con la vista fija en el camino que traía delante, al igual que lo hacía Takeshi quien era el que conducía, aunque su padre insistió en hacerlo, su viaje fue bastante largo como para dejarle siquiera tocar el volante.

    —Papá, mira, no quiero que te preocupes. Desde luego que va a ser difícil, pero él no solo me tiene a mí, sino también a los chicos, a mis tíos...

    —Takeshi, elegiste la peor frase para no hacerlo. Dime lo que ha pasado.


    Se dejó escuchar un suspiro pesado por parte del chico y no le quedó de otra que responderle a su padre.


    —Tuvo una crisis. Su presión bajó bastante. Ahora descansa en casa, o al menos intento que lo haga, con suero y esta máquina que controla sus latidos. ¿Fuera de eso? Él te diría que bien, pero ni siquiera quiere hablarme

    —Mierda —maldijo Masamune, golpeando con un puño la guantera, ¿es que importaba ahora reprimir sus sentimientos? Un momento, seguía siendo padre— Debí llamarle, decirle algo, cualquier cosa. Debió enterarse por mí.

    —No lo hagas.

    —¿El qué?

    —No te culpes por lo que no puedes cambiar. Haru no necesita eso, tampoco tú lo necesitas. Tenemos que apoyarnos, es lo que nos queda. Papá, es nuestra familia —Masamune le miró por unos momentos, ¿en qué momento su pequeño niño se había transformado en el hombre que le estaba dando consejos? Quiso sonreír, y quizás lo hizo un poco, aunque el corazón siguió destrozado desde adentro, no estaba solo para ver los pedazos.


    ‹‹Hiciste un buen trabajo, Onodera. Lo hiciste, mi amor››.






    —No creo que sea bueno que vaya —replicó de manera dura el hombre, caminando de un lado a otro de la cocina, frente a su esposo quien lo miraba enervarse por las razones equivocadas.

    —Kou, no puedes negarle eso. Era muy apegado a Richan, incluso lo apoyó cuando no pudo contar con nosotros.

    —¡No contó con nosotros porque no quiso! —Aquel era un reclamo que le seguiría doliendo siempre.

    —No grites. No necesitamos que se altere. Estamos buscando que descanse, que tenga un poco de paz y tranquilidad, no quitársela.

    —Pero Kisa-san...

    —Quiero ir —Taiki dio su veredicto desde el marco de la puerta de la cocina—. Saben, es difícil intentar dormir cuando discuten tan fuerte.

    —No estábamos discutiendo —dijo cansino su padre— ¿y qué haces levantado? Deberías estar en cama, descansando —intentó acercarse, pero Taiki se alejó un poco para que no pudiera alcanzarle, Kou le miró entre sorprendido, y herido. No había esperado esa reacción de su hijo.

    —Estoy bien, papá. Yo estoy bien. Lo que necesito es estar al lado de Takeshi en estos momentos.

    Shouta intentó acercarse de la misma manera, y esta vez no se alejó, aunque él solo le guio hasta que logró que se sentara.

    —Por favor, Taiki, solo guarda un poco de calma. Tu padre y yo solo nos preocupamos por ti y por nuestro nieto.

    —Yo estoy calmado, maldición —Shouta alejó sus manos en señal de rendición, aunque se sentó a su lado y permaneció cerca. No creyó oportuno en ese momento contradecir las palabras de su hijo—. Lo siento —Taiki se dio cuenta de que le había ofendido con su actuar—. Es solo que si algo les llegara a pasar, yo estaría destrozado, y querría que Takeshi esté a mi lado, aunque sea para apoyarme en él aunque no sea capaz de lidiar con el vacío y el dolor. ¿Pueden entender eso? Papá, ¿puedes hacerlo?

    Kou y Shouta se miraron entre sí durante un largo momento en que parecían que sus conflictos se enfrentaban en silencio, sin dar tregua ni por un segundo.

    —Maldición —proliferó Kou, desordenando sus cabellos y mirando hacia el techo, como si pudiera encontrar mágicamente las soluciones allí arriba, al menos podía desearlo. Era su hijo, y si le negaba esto no era como si fuera que le estuviera negando ir al baile con su novio. Había muerto su amigo, el padre de Takeshi y Haru. A él también le dolía, pero no era momento de pensar en sí mismo, sino de hacerlo en Taiki, en lo que él necesitaba para estar bien, para estar tranquilo, y también en su nieto—. Está bien está bien. Me rindo. Realmente es estúpido que no te deje ir, puesto que tu padre y yo iremos, pero, Taiki, me tienes que prometer que permanecerás tranquilo, sentado y que no te vas a alterar. Me lo tienes que prometer —volvió a pedirle con verdadera angustia palpitando en el tono de su voz.

    —Papá... —Lo miró con cierta incredulidad en los ojos—. ¿En serio?

    —Taiki —había allí cierta advertencia. Todavía seguiría siendo su padre, más o menos por siempre.

    —Taiki —repitió Shouta—. Tu padre solo quiere que tú y el pequeño estén bien —Shouta tomó la mano de su esposo—. Ya bastante nos hemos estado ocupando de nuestras culpas, miedos y recriminaciones por no haberte podido acompañar en los momentos más importantes de tu embarazo hasta ahora, ¿podrías por favor hacer esto, por esta vez, por nosotros? O por tu hijo, sabes muy bien que no estamos exagerando cuando estamos diciendo que tenemos miedo, y que lo hacemos también por él.

    Taiki tomó un profundo respiro y estiró sus manos para tomar las de sus padres entre las suyas. Miró a uno, y luego al otro, esperando un momento para sacar las palabras. No existían exactamente las palabras adecuadas para hacer desaparecer los miedos de unos padres, y ahora él también comprendía en gran parte eso, ¿cómo podría siquiera intentar juzgarlos? Solo quería ser honesto, descansar su corazón, poder seguir confiando en ellos.

    —Hey, lo sé, lo sé —Les dedicó una sonrisa—. Créanme que lo sé. Por favor, solo tengan un poco de fe y confianza en mí, aunque sé que cuesta. Y sé que hay miedo, pero no tienen la culpa de nada. Todo lo que han hecho por mí hasta este momento es darme todo su amor y cuidado —dijo aquellas palabras con un tono de pesadez y el nudo en la garganta queriendo sofocarlo. Desvió la mirada, como si se sintiera indigno de dirigírselas— ¿Quién soy yo para reprocharles nada, cuando he sido el que constantemente les he decepcionado? —Una lágrima cayó sin siquiera darse cuenta de ello, hasta que Kou llevó una mano a su mejilla y levantó su rostro hacia ellos.

    —Hey, Taiki, hijo, no tienes nada de qué avergonzarte. Y no vuelvas a decir eso.

    —Pero es cierto... —Ahora las palabras salían rotas, como si unir solo dos ideas en una oración ya no fuera lo suficientemente doloroso. Shouta lo abrazó, así, como cada vez que despertaba de alguna pesadilla, o cada vez que tenía miedo.

    —No, cariño, no amor, por favor, no te hagas esto. Ya pasó, y aunque es difícil no estás solo. Aquí estamos para ti. No fueron equivocaciones, quizás tropiezos, pero nunca errores, son solo los tropiezos de la vida. Nos pasa a todos, Taiki. Y no sirve de nada pensar en ello todo el tiempo, y jamás, escúchame bien: Jamás nos decepcionaste. Hey, no podríamos estar más orgulloso de ti que en estos momentos; estás saliendo adelante por tus propias decisiones, por tus propios pasos, cariño.

    —Te amamos, Taiki. Eres valioso por ti mismo.

    —Te amamos, Taiki —repitió su padre, dándole una sonrisa sincera—. No tienes que convencernos de nada —Kou rió un poco—. Nosotros siempre vamos a estar para ti, con o sin tu consentimiento, en cualquier caso.

    Shouta le reprendió con un ligero golpe en el hombro.

    —Hey, ¿y ahora qué hice?

    —Deja de hacerlo sonar como amenaza —Taiki rió y los abrazó, incluso el bebé estuvo de acuerdo, demostrándolo con el movimiento que hizo al estirar sus piernas y bracitos dentro del vientre.

    —Nunca cambien.






    —Hey, ven aquí, cariño —Sora cubrió con una gasa especial su mano para no mojarla, luego de quitarle el suero. Haru solo se dejó llevar como un muñeco con consciencia dormida pero sin voluntad. Con cariño, respeto, y mucha paciencia, lo desvistió lentamente y le puso una bata. Besó su frente—. Espérame aquí dos minutos, prepararé la bañera.

    Fue al baño, abrió primero el grifo del agua caliente, y luego el de la fría para que pudiera mezclarse, y a continuación echó las sales y el jabón. Mientras esperaba que se cargara fue a buscar a Haru, quien seguía sentado en la cama en la misma posición en la que lo dejó. Lo cargó en sus brazos, y le llevó al baño donde le sentó al borde, le sacó la bata, y le ayudó a meterse adentro. Los brazos alrededor de su cuello se negaron a desprenderse, mientras era dejado en la bañera.

    —Hey, no me voy. Aquí estoy, nene, aquí estoy —Muy despacio se deshizo del fuerte agarre de Haru, y luego peinó sus cabellos con sus dedos. Luego tomó una esponja y comenzó tallándole la espalda, limpiando y masajeando también, en un intento de quitar un poco de todo el estrés que cargaba.


    Minutos después estaba ya llevándole de vuelta a la cama, donde le sentó encima de una toalla, y comenzó a secarle antes de colocarle ropa cómoda: unos pantalones de algodón y una camiseta. Después siguió con el cabello, secándole con cuidado y peinándole minuciosamente.


    —¿Haru? —La puerta de la habitación se había abierto. Era Masamune. Haru ya estaba peinado y vestido. Y le miró sin reaccionar de inmediato, como quien observa detenidamente el cielo nublado esperando a que caigan las primeras gotas, para saber si se mojaría o no, si hacía o no falta sacar el paraguas.

    Masamune se acercó hasta quedar sentado al lado de su hijo. Takeshi se quedó en la puerta observando, como guardia. Sora se apartó.

    —Voy a limpiar un rato el baño. Masamune-chichi, lo siento mucho —Sabía que no existían las palabras suficientes o adecuadas para un momento como aquel, pero Masamune asintió.

    —Gracias, Sora, por todo.

    —No se preocupe —El muchacho se levantó y fue al sanitario.

    —Haru... hey, aquí estoy —No recibió respuesta alguna. Las manos de Masamune tomaron las de su hijo, esperando una reacción cualquiera, por mínima que fuera. Haru levantó el rostro, aunque aún no le dirigió la mirada a su padre. Apenas salieron unos susurros que fueron capaces de hacer su camino hasta sus oídos.

    —¿Por qué? ¿Por qué no me dijiste?

    —Haru, lo siento, lo siento tanto. Te pido perdón, pero es como debió ser. Él no quería que ustedes sufrieran, se preocuparan, que no continuaran con sus vidas como debía de ser. Haru, por favor, entiende... yo... lo siento tanto.

    Se dejó escuchar por lo bajo una risa casi imperceptible, cargada de ira, cargada de amargura. Apartó su mano, y levantó la mirada a su padre así como los puños contra su pecho y descargó en él toda la rabia que llevaba por dentro.

    —¡No tenías derecho! ¡No tenían derecho! ¿Por qué, maldita sea? ¡¿Por qué?! ¡Te detesto! ¡LOS DETESTO! Yo tenía que estar allí, tenía que estar a su lado, teníamos el derecho... tenía el derecho. Había tantas cosas que tenía que decirle, tanto que tenía que preguntarle, tanto que... —Masamune dejó que su hijo descargara toda esa rabia sobre él, sino, ¿de qué otra forma lo haría?— tanto, y ahora ya no podré, ya no más... ya no... cómo... cómo pudiste...

    —Estoy aquí, cariño, aquí estoy aquí... —Haru se resistió y peleó contra aquel abrazo, pero finalmente sus fuerzas cedieron al mismo tiempo que las lágrimas cayeron de los ojos de Masamune—. Perdón, perdón por haberte fallado —Y quizás se lo estaba diciendo más a aquel que se fue que a sus propios hijos.





    El cielo estaba nublado, y las gotas comenzaban a caer, aunque no le afectara a él en lo más mínimo. Él vestía un kimono blanco, y a sus ojos, se veía tan hermoso como el día de su boda, con la única diferencia de que ahora no podía ver su propio reflejo en aquellos bonitos ojos esmeralda que siempre le miraban con desafío, ese amor desafiante que lo quemaba a gusto y ardía dentro de él desde hacía treinta y tres años, cuando le pilló acosándolo en la biblioteca y siguió su camino, no sin antes darse cuenta de que cuando menos lo pensara, él sería quien iría tras de él, y que se enamoraría a la edad de diecisiete años, y que sería la única vez que lo hiciera.


    —Estás muy guapo, eh, Onodera —Se inclinó y le dio un beso en los labios no de despedida, sino de un hasta pronto, mientras peinaba por costumbre sus cabellos con sus dedos, mientras los recuerdos paseaban errantes frente a sus ojos.


    Takeshi, con Taiki siempre a su lado, fue quien dio las palabras, porque él sabía que no podría, no porque no quisiera o porque no le permitieran sus sentimientos, sino porque no existían las palabras para resumir una vida a su lado, o todo el amor que él no podía guardar en su pecho, y que ahora Ritsu se llevaba con él.

    Haru estaba también cerca, con Sora cuidándole todo el tiempo, y Asahi junto a los otros chicos y sus tíos, entendiendo más que nunca, que estar en el centro de ese dolor no era un lugar que le pertenecía. Que el lugar de Sora era al lado de Haru, y que su único deber en ese momento era permanecer cerca, por si de manera inesperada fuera necesario en algún momento que no sería capaz de llegar.


    —La última vez le dije una gran mentira: que ya no necesitaba ocuparse de mí —echó un profundo suspiro, las manos de Taiki sobre su brazo le recordaron el por qué hacía esto—. La verdad es que hoy le necesito más que nunca, siempre le voy a necesitar y siempre le voy a buscar, en las noches antes de dormirme, al levantarme y querer llamarle para saludarle, para contarle de mi hijo, que está creciendo bien, —buscó la fuerza en los ojos de Taiki, y solo así pudo, de alguna manera que desconocía, continuar aquello— cuando lo vea nacer y quiera compartir ese momento con él, cuando no sepa qué hacer con un recién nacido, o necesite solo un consejo de la persona que me llevó en su vientre para luego cuidarme a pesar de los desvelos, preocupaciones y los años de rebeldía —sonrió debido al recuerdo— incluso hasta el último momento —hizo un último esfuerzo para continuar—. Siempre le vamos a extrañar, y lo único que puedo darte ahora... Lo único que puedo darte ahora, papá, papi, es la promesa de que cuidaré de nuestra familia, al menos lo intentaré hacer de la misma manera en que siempre lo hiciste tú, como me enseñaste, como solo el amor de un padre puede hacerlo. Con todo este amor, al menos lo intentaré.

    Cuando la plegaria terminó, cada uno se acercó para una breve despedida y dejar su rosa blanca sobre el ataúd ya cerrado antes de ser llevado al mausoleo familiar.

    —Vamos, Takafumi, recuerda que debes cuidarte también por el bebé, mi amor —dijo Zen, tomándole con cuidado de los hombros, asegurándose también de que estuviera bien abrigado. El hombre no podía alejar la vista del lugar de descanso, donde ahora solo había un ataúd, un montón de flores, y algunas fotos familiares; el lugar del cual ya se habían retirado los demás, y solo quedaban ellos dos, Asahi, Kai, Sora, Masamune, Takeshi, Taiki, y Haru, quien estaba más cerca, sentado frente a la puerta del mausoleo, aun abierto, aunque ya había pasado una hora del horario de cierre. Masamune se encargó de arreglar aquello con los cuidadores del cementerio.

    —Solo un momento más —vieron que Masamune regresaba, y Takafumi se alejó del tacto de su esposo para acercarse a su amigo, un poco alejado del resto. Apenas se habían dirigido unas pocas palabras al empezar toda la ceremonia.

    —Deberías hacerle caso a tu marido —Masamune miró al cielo—. Incluso parece que va a nevar. No deberías estar aquí.

    —Maldito bastardo —Él no lo dudó un segundo más, cortó la distancia que los separaba y lo abrazó con la firmeza que el mismo no sentía que llevaba en su interior, estaba tan destrozado como Masamune no tenía permitido demostrárselo.

    La sonrisa en los labios de Masamune no se hizo esperar, y sostuvo con firmeza a su amigo.

    —Hey, está bien. Todo estará bien —Sin que nadie lo advirtiera, elevó la mirada al cielo, y recordó esas mismas palabras de los labios de Ritsu, y entonces supo que no se estaba mintiendo a sí mismo. Porque todo ese amor no se va con solo una despedida, ¿no es así? ‹‹¿No es así, mi amor?››





    Quería quedarse más tiempo, su hermano le necesitaba. Sus tíos ya se habían ido, aunque su padre permanecía allí. Nadie era capaz de mover a Haru del lugar en donde estaba sentado, aunque ya Sora le había puesto su abrigo encima para calentarlo y sostenía un paraguas sobre él, amortiguando las gotas que golpeaban suave cayendo desde el cielo.

    —¿Estás bien? —La sonrisa cansada le dijo suficiente, aunque Taiki continuó empeñado en permanecer allí.
    —Sí. No te preocupes.
    —Chicos, mejor los llevo a casa. Taiki, tus padres han estado llamando cada veinte minutos, y tú no debes estar parado mucho tiempo, más aún en este clima —Tampoco pasó por desapercibido la manera protectora en que sobaba su vientre todo el tiempo.
    —Pero...
    —Papá tiene razón —Takeshi suspiró, dándose cuenta de que Taiki lo hacía por él, y que ahora su prioridad eran su bebé y su novio—. Papá, podrías prestarme tu auto.
    —No, voy a llevarles —Observó a su hijo y a Sora, quien le devolvió la mirada, asegurándole que no se apartaría de Haru, y que lo llevaría pronto a casa—. No solo ya es hora, y que ustedes deben cuidarse chicos. Creo que todos necesitamos descansar.

    Takeshi se detuvo un momento mirando a su alrededor. Kai y Asahi tampoco se habían movido de su lugar.

    —Si me esperan un minuto —besó la cabeza de Taiki, y rápidamente fue con sus amigos.

    —Chicos, por favor, no se queden por mucho tiempo más —fijó la mirada en Sora y en Haru, dándoles a entender que quería que le aseguraran que le estarían avisando de cualquier mínimo detalle.

    —Claro, ve Takeshi. Taiki luce cansado. No te preocupes por nosotros, veremos por Haru —dijo Kai. Takeshi sonrió apenas y Asahi le aseguró lo mismo, y antes de que volviera a voltear, Kai le estaba tomando para un abrazo.

    —Ve y cuida de ellos, sí. Te prometo que mantendremos a Haru sano y salvo.

    —Gracias —Otro momento más, y Takeshi, aun con el corazón resintiéndose fuertemente, dio un paso atrás y volvió con Taiki y su padre. Solo echó una última mirada hacia atrás, para ver que el escenario aún no había cambiado.






    —Haru, cariño, ya es noche, y estás muy frío. Tenemos que irnos —Fue Kai el que lo sugirió, cuando se acercó media hora más tarde.
    —Ustedes pueden irse ahora, nosotros nos quedaremos otro rato más —replicó Sora, en un claro tono de advertencia, que no daba lugar a réplica o duda alguna. Asahi le miró sorprendido, creía que quería cuidar de Haru por sobre todas las cosas, y desde luego que esta no era la mejor manera de todas.

    —Debes estar bromeando, hace cuatro grados bajo cero. Haru no está en condiciones de quedarse mucho tiempo bajo el frío —El tono de Asahi daba a entender que no admitiría que le contradijera.

    —Haru lo que no está en condiciones es de que lo alejen del lugar de donde quiere estar. Y yo estoy muy consciente de lo que le ha pasado. No vamos a quedarnos toda la noche. Gracias por preocuparse, ahora pueden retirarse. Vamos chicos, y gracias por todo.

    Una pequeña risa irónica se hizo resonar, imposible de reprimirla.

    —¿Gracias por todo? ¿Gracias por todo? —Las palabras fueron escupidas con rabia de la boca de Kai—. ¿Qué crees que somos? ¿Tus empleados o alguna otra cosa parecida?

    —No me importa lo que pienses, solo váyanse.
    —Y yo no te pregunté si te importa o no. Él es mi novio, así que es mi responsabilidad.
    —No me hagas reír —Sora miró con ira a su hermano. Ambos sabían muy bien que no era el momento ni el lugar para discutirlo—. Y sobre todo no me hagas repetirlo.

    Asahi miraba la contienda pasar de uno a otro, sin entender más que una cosa. Ambos estaban bien jodidos.

    —¡Basta con los dos! Basta. Kai, será mejor que nos vayamos.
    —¿Qué? ¡No! Este idiota dejará que a Haru le de hipotermia. Además le dijimos a Takeshi que lo cuidaríamos.
    —Ja, ¿yo voy a ser el que lo lastime? ¿De verdad quieres discutir eso, hermano? —Asahi rodó los ojos, completamente harto de la situación.

    —Esto no es una competencia. Y Sora es perfectamente capaz de cuidarlo, lo ha hecho todo el día. Vamos, Kai. No quieres hacerlo peor —No pudo evitar ver cierto aviso en los ojos de Asahi, ¿acaso él...? No, era imposible que Asahi supiera lo que pasó. Debía practicar dejar un poco la paranoia a un lado. Tenía que admitir una cosa, y era que no quería hacerlo peor para Haru. No demostraba signos de que fuera indispensable en su vida en estos momentos, y además, tenía que aclarar ciertos asuntos pendientes con su amigo.

    —Está bien —dejando la mitad de su corazón allí, decidió por sí solo que no era la compañía que a Haru le hacía falta en esos momentos, y recorrió su camino fuera del cementerio con Asahi tomado del brazo, y ese palpitar doloroso en su pecho que le estaba diciendo que estaba abandonando lo que más le había importado durante todos estos años.







    ¿Dónde demonios estás? No fuiste al velorio, ni al entierro. ¿Qué carajos anda mal contigo? —Luego de dejar Asahi en su departamento, y de haberse quedado un par de largas horas a su lado hablando, sintió el anhelo palpitante de saber el paradero de Daisuke, después de todo no lo había visto en todo el día. Estaba en su auto, frente al club donde trabajaba. Pero no fue tan valiente como para bajarse y enfrentarle, no luego del desorden y caos en que se había envuelto su corazón luego desde ese último beso.

    —Shhh, no grites, ¿qué es lo que quieres? —Por un momento apartó el teléfono y se limpió la boca, terminando de tragar lo que había bebido y miró hacia arriba, intentando susurrar lo más posible, acompañando un guiño de complicidad— Vamos cariño, otro día terminamos lo que empezamos.

    —Bueno, tú te lo pierdes, preciosa —El hombre dijo, se inclinó para besar los salados labios, y a continuación metió su miembro flácido dentro de sus pantalones y subió su cierre, antes de salir del cubículo—. Tienes una boca deliciosa.

    Demiyah le sonrió atrevida en una silenciosa despedida, y volvió a su llamada, mientras acomodaba su falda y salía del sanitario.

    —Bueno, ¿qué me decías, Kai?

    —Ya te dije, te pregunté que dónde estás, no has ido al velorio ni al entierro. ¿Eso que acabo de oír fue tu jodida de la noche?

    —Tenía trabajo que hacer. ¿Y qué te importa si fue o no mi jodida, mamá?

    —Tsk, eso lo haces de noche.

    —¿La jodida? La verdad es que soy bastante flexible con mis horarios.

    —El trabajo, imbécil.

    —Ah, eso también. Pero, duh, —Demiyah rodó los ojos, como si Kai pudiera verle en esos momentos— tengo que practicar mis bailes, tonto.

    —¿En serio? —Kai empezaba a sonar de verdad molesto, nunca se había enfrentado a un Daisuke tan indiferente, tan despreocupado de la vida, tan imbécil, no al menos en una situación como esta—. ¿Jodidamente, de todos los días, hoy tenías que tener un show?

    —De jueves a domingo, cariño. Ya sabes, el departamento no se paga solo.

    —Eres jodidamente increíble, Dai.

    —Gracias, cariño. Entonces, ¿vas a venir, o...?

    —¿En serio? ¿Acaba de fallecer Ritsu-chichi y a ti todo lo que te preocupa es tu puto show?

    —No lo insultes, además, sabes lo mal que me ponen los funerales —Un suspiro hondo cayó de sus labios—. ¿Cómo están? ¿Haru...? Es cierto, qué pregunta estúpida.

    —Bingo, por fin aciertas una.

    Demiyah frunció las cejas ante el tono de su amigo.

    —¿Estás molesto?

    —¿Yo? No, qué bah, estoy saltando en una pata celebrando por tu corazón congelado en el infierno.

    —Ok, ahora estás siendo cruel.

    Una risa se escuchó del otro lado.

    —¿Yo, cruel? Eres jodidamente increíble.

    —Suenas raro, Kai, ¿qué demonios he hecho? Mejor habla directo y claro, que mi show está por empezar.

    —Oh, nada, perdone usted, señorita, por interrumpirla en su tan importante noche. Tengo el corazón más egoísta y desinteresado de todos, rómpete una pierna —Simplemente fue incapaz de soportar un segundo más en línea perdiendo de esa manera su tiempo, y decidió colgar de una vez—. ¡Maldición! —Su puño golpeó repetidamente contra el volante— Carajo, soy un completo imbécil.




    El pitido del otro lado le indicaba que había terminado de golpe la llamada.

    —¿Kai? ¿Sigues allí? ¿Hola? —miró el teléfono de manera extraña—. ¿Me acaba de colgar? —Se encogió de hombros, entre confundida y asombrada por la actitud de su amigo, pero dejó de lado el móvil y comenzó a retocarse el maquillaje, antes de que Hinata lo llamara ansiosa porque tendría que salir al escenario.



    Luego del perfecto espectáculo y los vítores que fueron acompañados de todo tipos de regalos dejados en el escenario, desde flores y peluches, hasta dinero el cual sí fue bien asegurado entre las ligas de sus medias y ropa interior; fue directo al bar por un poco de trago. Generalmente iba a su vestuario, pero esta noche quería disfrutar de la vista alrededor, además de que James, uno de los guardias del club, y quien siempre se mantenía cerca, se aseguraba de que ningún imbécil se acercara a ella, siempre que no fuera ella misma quien iniciara la conversación.

    Hinata se acercó a ella con una sonrisa que le indicaba que acababa de atrapar a un pez gordo, y con una copa en la mano. Demiyah rió con resignación, sabiendo muy bien que si su amiga se acercaba a ella con esa clase de sonrisa solo podría significar más trabajo para ella.

    —Demiyah, ese hombre, en el extremo de la barra pide por ti. Dice que está dispuesto a pagarte lo que sea por una noche entera. Y, te acaba de enviar esta copa de champagne —Elevó las cejas de esa manera peligrosa, no iba a rendirse hasta conseguir lo que quería. Demiyah miró hacia el extremo donde señalaba, pero apenas podía vislumbrar al sujeto entre las luces del club, quien lo saludó levantando la copa que tenía.

    —Hey, Hinata, gracias por la copa —Tomó de la misma y gimió ante el suave sabor— Rico. Pero te tengo una noticia: yo no me acuesto con hombres por dinero.

    —No, claro que no —dijo su amiga en un tono sarcástico—. Solo tienes sexo casual con hombres que te dan regalos.

    Demiyah le restó importancia, al parecer tenía la consciencia más tranquila del mundo.

    —Hey, tú misma lo dijiste. Retribución no es igual a prostitución. No hay nada de malo en eso.

    Hinata rodó los ojos ante esa premisa. Pero no iría a dar por vencida tan fácilmente.

    —Vamos, señorita filósofa. De todas manera el hombre dijo que no quiere sexo, que solo quiere charlar —Demiyah se permitió reír libremente.

    —Y yo soy el hada de los dientes.

    —¿No era un ratón? —Hinata parecía confundida.

    —Hada, ratón, ¿qué diferencia hay? Ay, cariño, el día en que los hombres busquen alguna cosa que no sea sexo en un bar como este, te diré qué pasará —Ella terminó su copa de un trago— dejaré de vestir tangas y vestidos.

    —Pues vete pensando a quien harás las donaciones. Anda, ve, de todas maneras ya pagó por adelantado haciendo una generosa contribución al club.

    Si no hubiera sido porque acababa de tragarlo todo, Demiyah hubiera escupido su trago, y aun así, sintió su garganta atorada. La miró atónita.

    —¿Qué? ¿Me acabas de vender?

    —Fue una re-tri-bu-ción, cariño. No hay nada de malo en eso.

    —Maldita zorra —Si las miradas pudiera iniciar incendios, la mirada de la Drag Queen lo haría en ese instante.

    —Hey, no te preocupes. Tenemos a James, y si no te convence, no tienes que ir a ningún lugar privado con el hombre —Efectivamente, James la seguía de cerca con la mirada, siempre cuidándola, y haciéndole sentir segura.

    —Estoy segura de que me arrepentiré de esto.

    —Oh, vamos cariño. Eres inteligente y seductora. Solo recuerda: no se aceptan devoluciones —Hinata rió, dispuesta a apartarse de la barra.

    —Más te vale que tenga una buena retribución.

    —Ya te dije, tonta, el hombre pagó al club, pero te dará una cantidad generosa solo a ti, por tus servicios. Además, ¿confías un poco en mí? No te enviaría con un psicópata, al menos a mí no me parecía que lo fuera —Hinata aseguró despreocupada.

    —¿Oh, en serio? No sabes, me acabas de hacer sentir la mujer más segura en el mundo entero.

    —Vamos, Demi, cariño, en este club lo eres.

    —Repítete eso, en este club —Le dijo Demiyah, pero ya era tarde, pues Hinata ya se había retirado.


    Demiyah pidió otra copa, esta vez de vodka, tomó unos tragos intentando darse valor y otro tanto de autoconfianza, antes de dejar su lugar y avanzar hacia el hombre que le había señalado su amiga. Se sentó a su lado, e hizo un recorrido general con la vista, comprobando que James aun la estuviera vigilando, y una vez hecho, volteó la vista hacia el hombre.

    —Hey, guapo, ¿quieres bailar? —Una pequeña sonrisa formada, y la valentía que llevaba cargada se hizo añicos cuando el hombre volteó a verla, cayéndose al suelo en el momento en que colocaba una copa frente a ella.

    —Tal vez en otra oportunidad. Hola. Mi nombre es Yoshiyuki.




    Continuará…
  12. .
    Respuestas a los comentarios:

    Pichita:

    Definitivamente Kai piensa más en Dai de lo que debería. Veremos dónde irá a parar esto. Taiki es un chico muy sensible, y no olvidemos que está embarazado, por lo que esa sensibilidad es aún más alta. Gracias por leerme siempre, con un poco más de esfuerzo, creo que este año podremos avanzar mucho más con esta historia, y poder seguir adelante con los otros fics. Eso espero. Nos leemos :D


    Anne:

    La verdad no sé si Tori y Chiaki vuelvan a estar juntos, pero de que aun quedan muchas cosas de qué hablar, pues sí. Veremos qué pasa en el siguiente capítulo. Gracias por no abandonarme :D


    Lini:

    La historia de los domésticos no ha acabado, desde luego. Y va a afectar a los enigmáticos, como decís, es inevitable. Espero poder narrar las cosas con más coherencia y más historia, que esto está llegando a su punto candente. Gracias por leer y comentar :D


    BlackLady713:

    ¡Bienvenida, de nuevo! :D
    Sé que muchas veces cuesta muchísimo seguir una historia larga, y más aun, comentar, y más aun: seguir a una escritora tan intermitente D:, por suerte has llegado a un punto de la historia donde esto debe continuar como sea, y además está a más de la mitad, o eso espero. Espero poder leerte nuevamente, definitivamente me alza el espíritu leer nuevos comentarios. ¡Mil gracias! :D


    ♥♥♥
  13. .
    Awww, nueva lectora. BlackLady713, bienvenida ♥♥♥
    No puedo describir la felicidad que me das. ♥♥♥

    Esto es lo que más amo hacer en esta vida.

    A propósito, chicas: en unas horitas publico capítulo nuevito, y tiene 5100 palabras :D

    ¡Gracias por todo! Tan lindas, todas :) :) :)
  14. .
    Pichita, Lini y Anne: ¡Muchas gracias por no abandonarme y seguir leyendo y comentando esta historia! Si continúo es por ustedes. Mis disculpas por lo corto del capítulo, y por haber tardado tanto.


    Capítulo 23: Dejarlo ir




    Músicas:
    Alter Bridge - In Loving Memory:


    Katelyn Tarver - You Don't Know:





    —Ven mi amor. Anda, tú puedes hacerlo. Vamos mi corazón. Sé que eres valiente —Lo animaba su papá desde el otro lado de la sala, estirando sus brazos en su dirección, donde estaba sujeto con una mano en el sofá y la otra en la mano de un padre temeroso.

    —Quizás sea muy pronto —dijo Masamune también un poco nervioso, sin estar convencido en soltar la pequeña mano de su hijo de diez meses, aunque el pequeño buscaba su aprobación con aquellos esperanzadores ojos esmeraldas que lo miraban interrogantes, igual de manipuladores que los de su adorado esposo.

    —Claro que no. Takeshi lo hizo ya a los nueve meses, y mi Haru ya hace dos meses que sabe ponerse de pie. ¿No es así, mi amor? —Le dirigió una sonrisa a su hijo, para luego mirar con reproche a su marido— ¡Anda, vamos! Apóyalo tú también. No debe sentir tus nervios o no podrá hacerlo. Él confía plenamente en nosotros para que le ayudemos.

    Masamune echó un largo suspiro. Era cierto que Takeshi lo había logrado muy rápido pero su primogénito era mucho más independiente, no es que no confiara en las proezas de su pequeño Haru, sino que solo... era tan mimado y pequeñito. Seguía teniendo miedo, pero su esposo estaba en lo cierto en algo. Su bebé solo tendría más miedo si lo veía a él dudar.

    —Vamos Haru —Le animó con una sonrisa de oreja a oreja— Tú puedes hacerlo mi amor. Ve con mamá. Un piececito y luego otro. Ve con mamá —repitió no muy convencido en su corazón. Si no lo dejara ir nunca, incluso sería muy pronto para él.

    —Mamá —repitió Haru con una pequeña risa brotando de sus labios, alternando la mirada entre sus dos ansiosos papás, quizás un poco indeciso, pero también sintiéndose curioso y aventurero. Entonces decidió dar un pequeño pasito hacia adelante, y dejó libre la mano que se encontraba apoyada en el sofá.

    —Mamá-mamá —gimoteó, formando un puchero en sus labios, con ánimo de llorar porque no lograba alcanzar a Ritsu, pero aguantándose con gran valentía.

    —Oh, mi vida, no llores, ¡puedes hacerlo solito, solito! Ven conmigo. Mira que tu amigo Twinkle te está esperando aquí también —Ritsu le mostró el peluche medio roto, medio cosido que traía remendadas las orejas debido a las largas horas de juego. Haru lo llevaba desde el día en que nació.
    Haru se rió fuertemente al ver a Ritsu jugar con Twinkle. ‹‹Amiguito, cuento contigo, vamos, vamos, puedes venir solito hasta aquí y tu papi y yo te daremos chocolate››, repetía Ritsu con voz graciosa.

    —Vamos campeón —apoyó Masamune, dándole todo su aliento con una sonrisa pegada en los labios. Entonces, poquito a poquito los dedos pequeños aferrados al dedo de papá se soltaron. Masamune abrió sus ojos desmesuradamente debido a la sorpresa, pero dejó sus manos tendidas a ambos costados del pequeño, mientras este se equilibraba peligrosamente sobre su propio peso, y daba otro gran paso hacia adelante. Su corazón casi se le sale del pecho entre el susto, la sorpresa y la conmoción. Incluso Ritsu dejó de reír para inhalar aire dentro de sus pulmones profundamente, aunque no dejó de mostrarle aquella sonrisa alentadora a su hijo.

    —Sí mi cielo, ven, ven —animó con sus brazos extendidos, mientras Twinkle miraba curioso desde su regazo el increíble avance del pequeño envalentonado— ¡Eso! ¡Lo estás haciendo grandioso! Eres un chico genial.

    —¡Tin-ke! ¡Ma-mi! —gritó emocionadísimo entre vítores y porras de sus papás, avanzando otros dos pasos seguidos muy apresurados.

    —Despacio, despacio —dijo Masamune con una moderada tranquilidad, mientras lo seguía de rodillas. Haru paró por un momento su proeza y miró por encima de su hombro. Masamune se detuvo, atrapado en la escena.

    —Papá... te... va... ¡A comer! —dijo con voz gruñona mientras Ritsu aparentaba estar asustado.

    —¡No lo vas a comer! ¡Ven mi amor! ¡Yo te voy a salvar! —Haru rió a carcajadas y gritos, y entre asustado y emocionado se apresuró los cuatro pasos que le faltaban para que Ritsu alcanzara sus bracitos y lo alzara para abrazarlo y llenarlo de besos— ¡Lo hiciste mi amor! Ya puedes caminar, eres un hombrecito valiente —dijo Ritsu entre risas y algunas lágrimas acumuladas debido a la más tierna emoción mientras unos pequeños bracitos rodeaban su cuello y Haru le mordía la barbilla, llenándolo de baba al mismo tiempo.

    —¡Grrr! —gruñó como un ogro Masamune— ¡Entonces me comeré a los dos! —amenazó feroz, y Ritsu y Haru gritaron asustados.

    —¡Oh, no, no, no! ¡No te vas a comer a mi bebé! —Ritsu se levantó y fue a refugiarse detrás del sofá con Haru y Twinkle fieramente protegidos en sus brazos. Entonces, un pequeño de tres años recién cumplidos, apareció en la puerta de la sala aun con su piyama, tallándose los párpados con el dorso de una mano, mientras la otra la tenía ocupada con su manta sostenida con firmeza, aunque fuera arrastrada por el suelo.

    —¿Papá? ¿Papi? No se coman a Haru, ya no como galletas sin permiso. Quiero a mi hermanito —dijo tan serio y preocupado que Ritsu y Masamune tuvieron que dejar la tremenda persecución. Masamune se acercó y lo tomó en brazos.

    —No te preocupes, Takeshi. Ya no lo haré.

    —¿En serio?

    —Hmmm —Masamune puso esa cara de máxima concentración, meditando su respuesta hasta que las unos deditos se colocaron sobre sus mejillas exigiendo su atención.

    —¡Papá! ¿Entendiste? —Ritsu soportó las enormes ganas de reírse de la demanda de su hijo.

    —Está bien. Está bien —hizo una breve pausa— Pueees... ¡Entonces te comeré a ti! —Y lo colocó sobre su hombro para hacerle cosquillas en la panza con muchos besos. Takeshi dio batalla hasta el final, aunque de sus ojos terminaron por salir pequeñas lágrimas debido a las risas que ya no pudo soportar.






    —¿Cómo está? —Takeshi, con la angustia carcomiéndole las entrañas, se acercó a su novio cuando lo vio salir de la habitación junto al médico que habían llamado cuando Haru comenzó a sentirse mal. Taiki miró al galeno, quien comprendió que debía ser el primero en dar información.


    —Tiene la presión baja, debería estabilizarse en poco tiempo con el suero que ahora le suministré. No le di ningún sedante porque considero que sería contraproducente. No es un momento fácil para nadie, y bueno, de todos modos, la ansiedad que trae consigo no desaparecerá de un momento a otro. Deben controlar que tome sus medicamentos a hora —Hizo una breve pausa—. De verdad lo siento, es todo cuanto yo puedo hacer.

    —Lo comprendemos. Gracias —El que habló fue Taiki, con una casi fantasmal sonrisa. Esperó un momento para ver si Takeshi tenía preguntas para el médico, pero no dijo nada, ni siquiera llegaron palabras de agradecimiento o alguna duda, o consulta. Finalmente, tras un suspiro cansino, Taiki condujo al médico hasta la salida de la casa, y luego fue de regreso con Takeshi. En el camino se encontró con Kai y dos tazas que llevaba en sus manos. Una de café y otra de té.

    —Hey. El té es para ti. La otra para Takeshi —Taiki le dio una sonrisa pequeña de agradecimiento.

    —Gracias —Taiki tomó la taza en sus manos, con cuidado, y sopló un poco sobre la humeante bebida.

    —¿Cómo está? —Kai preguntó luego de un minuto. Se percató de inmediato de que estaba preguntando por Haru.

    —Asahi se quedó con él ahora. El médico le dio algo para mantener estable su presión. La tenía muy baja —Se detuvo. ¿Qué tanto podría decir en un momento como aquel? Se sentía tan inútil como todos los que estaban en ese momento en la casa—. Puedes entrar, Kai. Él te necesita en estos momentos.

    —Por favor, no creas que soy un bastardo, aunque yo me considere uno, pero... no lo creo prudente —Taiki lo miró con la ceja ligeramente levantada. No sabía si sentir curiosidad o enojo, o ambos al mismo tiempo, pero definitivamente una interrogante se había formado en él.

    —Eres su novio. Su amigo —Kai dejó correr de sus labios un respiro pesado y miró al techo unos largos segundos— ¿por qué demonios no sería prudente? —Intentó modular su voz para que no escuchara nadie y así no provocar más alteraciones—. ¿Ha pasado algo entre ustedes?


    —Nada lo suficientemente importante para que creas que hay un problema entre ellos. No te preocupes —El que intervino fue Sora, que hasta momentos antes se había acabado su taza de café en la cocina. Había tenido el tiempo suficiente para pensar en lo que había pasado esa tarde. Tal vez estaba siendo bastante hipócrita al juzgar a su hermano, después de todos los errores que él mismo había cometido, pero mientras el humo salía de su taza se puso a pensar... pensar verdaderamente si era como debían ser las cosas. Por más que Asahi le había dado otra oportunidad, por mucho que lo quisiera, por miles que fueran los planes que ya estaba haciendo en su cabeza para poder cumplirlos a su lado, no podía negar lo que sentía, y definitivamente no iba a hacer de ciego mientras Kai, su propio hermano, fuera el encargado de la felicidad de Haru en esos momentos. Ya una vez lo dejó todo de lado: su amistad con Haru, su amor, las ganas de luchar. Se dio por vencido y se prometió que sin importar nada, él iba a verlo feliz, él iba a verlo bien, aunque esa felicidad estuviera a un millón de años luz de ser por su causa.

    —Sora —Taiki miró entre ambos, y Kai no terminó de responderle. Kai miró a ambos, sin una respuesta que pudiera satisfacer a ninguno, o que pudiera hacer alguna maldita cosa por alterar la situación en la que se encontraban.

    —Te dejo aquí el café para Takeshi —colocó la taza sobre la mesa junto a la pared—. Voy a ir a casa. Les diré a mis papás. No es algo que quisiera que se enteraran por teléfono —Quizás fuera una excusa, aunque fuera un verdadero motivo. Ninguno dijo nada, y Sora caminó pasando a un lado suyo, sin siquiera pedir explicaciones o hacer reclamos.

    —¿Puedo ver a Haru? —preguntó a Taiki, quien se estaba considerando seriamente el patear las bolas de su amigo o no.

    —Claro. Asahi está con él en estos momentos —Sora siguió caminando, dejándolos a solas.

    —¿Y bien? —Kai agachó la cabeza, y miró para otro lado, como si de esa manera pudiera rehuir de sus sentimientos.

    —Tengo que irme —Comenzó a caminar hacia la salida, pero la mano de Taiki sobre su brazo lo detuvo. Por un momento breve ninguno dijo nada. Taiki colocó su cabeza sobre su espalda, esperando lentamente que la rabia y la tristeza se fundieran en una sola y se deslizaran juntas en su interior, para no explotar de una buena vez. No sería bueno para su bebé.

    —Kai, si te vas ahora... —La frase no fue concluida, como si no hiciera falta—. ¿Es solo que no te interesa? —La rabia fluía libre en aquella pregunta con sabor a acusación.

    —Demonios. Es lo más importante para mí. Es por eso que ahora no debo estar a su lado —Esperó a que el por qué llegara, pero parecía haberse extraviado en el camino.

    —No te entiendo. Juro que no lo hago. Tantos años amándole, cuidándole, protegiéndole, para que te vayas ahora, en este preciso momento. ¿Por qué, Kai? ¿Por qué?

    —Por todas esas razones —Se soltó de su agarre, y terminó por salir de la casa, dejando a un Taiki perplejo mirando hacia el lugar por donde había salido, con mil preguntas en su cabeza, además de la constante preocupación.





    Taiki siguió su camino hasta llegar a la puerta de la habitación de Haru, topándose con Takeshi quien se encontraba parado allí, recostado contra el marco de la puerta. Ninguno supo qué decir. ¿Servían acaso las palabras de aliento cuando has perdido lo que más amas? ¿Cómo podrían las palabras aliviar el dolor que se desborda del cuerpo?


    —Hey, anda, vamos, te llevaré a casa. Debes descansar —En lugar de seguirle, Taiki se deshizo del agarre de su novio, de una manera sutil.

    —No, Takeshi, tengo que quedarme. No me pidas que me vaya. Me quiero quedar contigo, con Haru —Takeshi suspiró, y luego de un rato colocó sus manos sobre sus mejillas y apoyó su frente en la Taiki. Con las yemas de sus dedos limpió la humedad en el rostro del chico.

    —Taiki, esto será largo, no quiero que te canses. Vamos, nene, tienes que descansar. Debes hacerlo por los dos —Le abrazó, recordándole que no debería solo pensar en sí mismo en esos instantes.

    —Bueno —dijo con un pesar en la voz— Vamos, entonces. Además mis papás tienen que enterarse, también —Takeshi le dio una ligera sonrisa y tomó sus manos para besar sus nudillos.

    —Vamos, pues.




    Unos pasos se dejaron escuchar de vuelta en la habitación, y momentos después ese alguien se estaba sentando a su lado, a un costado de esa espaciosa cama. Dedos gentiles cayeron sobre sus cabellos para peinarle. Aquellos ojos esmeraldas miraban sin mirar algún punto en dirección a la ventana. Asahi estaba sentado en una silla cercana a la cama y miró a Sora con entendimiento en la mirada, se levantó, se despidió de él con un beso en la mejilla y salió de la habitación.


    —Hey. Aquí estoy. Aquí estoy, Haru —No recibió respuesta alguna, sin embargo se recostó a su lado y lo abrazó desde atrás, como en los viejos tiempos, como cuando intentaban alejarse del mundo, y simplemente estar el uno con el otro—. Hey, sabes eso, ¿no? —besó su mejilla, y se aseguró de que estuviese bien arropado.

    —Pensaron que sería demasiado para mí el saberlo. Que no podría manejarlo —Sora guardó silencio, escuchándolo atentamente, sin interrupciones, solo esperando. La risa amarga no tardó en aparecer—. Quizás siempre pensaron eso de mí. Que era su pequeño y frágil bebé que no podría soportar nada, que era débil para todo. Para enfermarse, para enfrentar a los niños en la escuela, demonios, ni siquiera podía pasar mucho tiempo afuera sin agarrar un resfriado o ir de campamento sin terminar en un hospital. Siempre fui una catástrofe.

    —No digas esas estupideces —Sora tomó su rostro y le hizo verlo, frunciendo el ceño ligeramente, dejando notar su molestia al referirse a sí mismo de esa manera tan cruel—. No pienso permitírtelo. Y ellos tampoco. Sabes que no piensan eso de ti, jamás lo hicieron. Te sobreprotegían. Cierto, ¿y qué? Eras y sigues siendo su hijo. Es el jodido de deber de los padres hacer eso, ¿no te parece? —Haru cerró sus ojos, y tomó de las muñecas a Sora para apartarlo de él, deshaciéndose de su agarre y sentarse en la cama, dándole la espalda.

    —Vete —Sora no se movió de su lugar.

    —He dicho que te vayas. ¿No me has oído?

    —Fuerte y claro.

    —Pues vete, maldita sea. No necesito tus malditos sermones ahora.

    —No me iré —La risa amarga se hizo resonar con fuerza. Haru volteó a verlo con esa ira clavada en aquellos ojos que hasta ahora solo habían demostrado dulzura e inocencia. En un arranque de nervios tiró la bandeja con jarra de agua y vaso que estaban a un costado, sobre el buró, esparciéndolo todo sobre el piso.

    —¿Qué carajos soy para ti? ¿Un caso de caridad? ¿De lástima? Con una jodida, vete de aquí, ya. ¡Ya! —Sora se tomó su tiempo para darle esos segundos necesarios para que su ira se aplacara y tomara asiento, aunque sea un respiro.

    —Soy tu amigo. Hasta donde yo sé, hasta donde recuerdo, y hasta donde me da el derecho de sentir. No me importa si piensas lo contrario.

    —Pues tu puta amistad se quedó allá en la preparatoria cuando decidiste traicionarla. Ahora déjame solo, ¡dije que te fueras!

    —Haru, no hagas esto, debes descansar —En cuanto Haru se puso de pie, Sora rodeó la cama y le tomó del brazo con el mayor cuidado pero firmeza posible que podía.

    —¡Suéltame! —Lo empujó pero ni siquiera consiguió moverlo. En cambio, Sora lo atrajo hacia él y lo abrazó—. Que me sueltes, te digo, ¿qué no entiendes? ¿Por qué no te vas? —luchó por zafarse, le golpeó, y se removió, y terminó por golpear su rostro. Pero Sora no le soltó— te odio, te odio... ¡Te odio, maldita seas! ¡Vete!

    —Estoy aquí. Estoy aquí y no me voy —Le aseguró, manteniendo el agarre firme, su frágil y tembloroso cuerpo contra el suyo, mientras le sintió perder las fuerzas y caer, solo que él no dejaría que tocase el suelo, él no le dejaría caer.

    —Solo vete... vete ya... —dijo apenas, con la voz arrastrada, cayendo sobre los sollozos que ya no podía más mantener al borde. Manos suaves se apoyaron en su espalda y lo sostuvieron, a pesar de sus propios deseos—. Vete.
    —No me voy. Respira. No me voy.







    —¡Ese jodido de Masamune! ¿Quién se cree que es para no contestarme el maldito teléfono? —Takafumi caminaba de un lado a otro sobre el cansado piso de su sala con el teléfono en mano mientras su marido se mantenía cerca, vigilándolo para el caso de que colapsara en cualquier momento. Kai y Asahi estaban sentados en el sofá, también preocupados por él, más que temerosos de que su ira fuera a parar encima de ellos.

    —Cariño, seguro está muy ocupado con todos los preparativos.

    —¡Y una jodida! ¡Tiene que responderme! Cuando tu jodido mejor amigo pierde a su esposo, y ese esposo resulta ser tu otro maldito amigo, alguno tiene que tener la puta decencia de agarrar un puto teléfono y avisarte, si no es para decirte que se está muriendo al menos para avisarte que ya se jodió todo, ¡es lo que se hace! —volvió a marcar el número desde su teléfono y de nuevo fue contestado por el buzón de voz, en donde de nuevo dejó mil amenazas acompañadas de improperios y nuevas maldiciones inventadas.

    Zen se acercó y puso su mano sobre el celular, a lo que Takafumi reaccionó con histeria sujetando fuertemente entre sus manos el aparto, como si su vida dependiera de ello.

    —¿Qué coños crees que haces?

    —Dámelo. No va a contestar a la centésima vez si no lo ha hecho las noventa y nueve veces anteriores. Dame el teléfono, Takafumi.

    —Pero tiene que escuchar alguno de mis mensajes. Déjame intentarlo de nuevo —dijo intentando parecer firme aun con la voz temblorosa.

    —No. Takafumi. Dámelo —hizo una breve pausa y colocó una mano sobre su hombro, mirándole directamente a los ojos, esperando que recuperara una milésima parte de su raciocinio perdido— Takafumi, mi amor, por favor. No lo hará regresar.

    Takafumi abrió los ojos desmesuradamente, con el corazón siendo insultado ante aquella cruel afirmación, y sus dedos se aflojaron. Zen dejó el teléfono sobre el sofá y luego, con cuidado, tomó a su esposo en un abrazo firme. Las lágrimas no se hicieron esperar, mientras el rostro reposaba contra el hombro del hombre que amaba, aunque sus brazos parecían no tener la fuerza de mantener un abrazo, así como su cabeza no tenía la capacidad necesaria para poder comprender el hecho de que Ritsu se había ido, de que Ritsu había muerto.

    —Ese maldito... hijo de puta... —continuó maldiciéndole, entre sollozos queditos y los temblores que apenas lograban mantenerlo en pie, y solo porque estaba siendo sostenido—. ¿Por qué, Zen? ¿Por qué?

    —No lo sé mi amor, te prometo que no lo sé —Y nunca una respuesta fue más sincera que aquella, cruel, amorosa y sincera.

    Los chicos mantenían la vista hacia el suelo, mientras Asahi intentaba no hacerse notar ni a las lágrimas acumuladas en sus ojos, mientras sintió unos dedos más grandes que los suyos entrelazarse con los suyos. Entonces comprendió que el dolor era de verdad, así como también que no siempre tendría todas las oportunidades para conseguir ser feliz, ni todo el tiempo del mundo.


    —Bueno, aquí estamos —dijo Takeshi desde el asiento del conductor, luego de aparcar en el estacionamiento de sus suegros, y luego de que su mano se posara sobre la de Taiki, que se hallaba descansando sobre su vientre. Su hijito estaba tan tranquilo en esos momentos, ignorando el caos del mundo exterior, ignorando el hecho de que su abuelo había muerto, y sin saber que todo el dolor del mundo solo lo puede sentir un ser humano, y aun seguir viviendo con ello. Taiki suspiró y soportó las lágrimas, mirando de vuelta a Takeshi, quien le miró con una sonrisa pequeña. Él ya no lo soportó y rompió a llorar.

    —Oh, mi amor, ven aquí —Takeshi desabrochó su cinturón y el de Taiki, y se acercó para tomarle en sus brazos con firmeza y permitirle llorar contra su pecho. Sosteniendo su mundo en sus manos—. Shhh, mi amor. Mi amor —repitió. Era su propio mantra, el sostenerlo, el poder vivir este momento a su lado, el tener la oportunidad de amarle y cuidarle, y que él lo amara y lo cuidara. ¿Cuántas personas más pueden contar con este privilegio y valorarlo?



    La lluvia comenzaba a caer despacito, mientras Kou y Shouta salían de casa y, abrazados, esperaron en el marco de la puerta. Aun no sabían lo que pasaba, pero ambos se miraron con preocupación, pues desde allí podían verlos abrazados y Takeshi los miró con tanto dolor, mientras Taiki se aferraba con sus manos a su abrigo, negándose a moverse de ese lugar, como no queriendo abandonar nunca su lugar seguro en el mundo. Porque fuera de allí, el dolor lo iba a aplastar.







    —¿Y entonces? ¿Quién era? —preguntó Yuki ansioso; con esa leve sonrisa aun en sus labios debido al momento que estaban compartiendo, desde el sofá de su casa donde le había puesto pausa a la película que estaban viendo, para que Shin pudiera contestar la insistente llamada de su móvil. Shin aún no soltaba el móvil, aún no lo miraba, y aún no regresaba a sentarse a su lado. El tacto de la mano de Yuki sobre la suya, lo volvió de sus pensamientos—. Me estás asustando.

    Shin lo miró sin expresión en sus ojos, incluso hasta pareciendo un poco sorprendido, como si fuera que acababa de darse cuenta de la presencia de Yuki allí. Se sentó a su lado, apartando una vez más la mirada, sin encontrar la manera exacta de pronunciar aquellas palabras.

    —¿Shin? —llamó despacito, aunque estuviera allí mismo a su lado, y besó su mejilla, mirándole preocupado— ¿qué pasó?

    —Ritsu chichi... falleció.

    —¿Qué? —No habían escuchado el “Ya estoy en casa, chicos” de Yuu, por lo que apenas y cuando se percataron de que estaba entrando a la sala se dieron también cuenta de que las bolsas del supermercado habían caído de las manos del mayor.




    —Por fin, estaba sintiendo que ya me volvía viejo en esta cama —dijo Aoshi mientras Chiaki le ayudada atando los cordones de sus zapatillas. Su padre le contestó con una sonrisa, y aun con una mirada de advertencia, como solo él lograba hacerlo.

    —Si tú eres viejo, entonces yo soy un dinosaurio. Y recuerda lo que dijo el médico, debes tomarlo con calma. Es más, no volverás a la escuela sino hasta dentro de dos semanas.

    —Pero papá —Se quejó con voz cansina— me estoy retrasando bastante, y quiero terminar los exámenes al mismo tiempo que los demás.

    —Aún queda tiempo para que tomes los extraordinarios todos juntos y la graduación serás hasta el año que viene a mediados de año, así que tienes tiempo suficiente.

    —Y nada de descanso ni vacaciones —respondió rodando los ojos.

    —Hey, ya lo tienes ahora.

    —Claro, porque las mejores vacaciones del mundo son pasártela encerrado, en cama, teniendo que leer lecciones de la escuela —Chiaki volvió a reír y besó su frente.

    —Hey, ya quisiera yo unas vacaciones así —dijo Daisuke entrando con unas flores en la mano, con Yue yendo detrás, pisándole los talones.

    —Hey, miren lo que me encontré en la calle, ¿podemos quedárnoslo?

    —¡Dai! —Aoshi extendió sus brazos para recibir a Daisuke, quien dejó las flores sobre el buró y tomó en un abrazo firme pero cuidadoso a su pequeño hermano—. Ya te habías tardado, tonto.

    Daisuke besó sus mejillas y tomó su rostro entre sus manos luego de apartar algunas lagrimillas que caían sobre la sonrisa apenas dibujadas en los labios de Aoshi.

    —No me habría perdido por nada del mundo el alta de mi hermanito, además alguien tiene que llevarlos a casa, ¿no? —Chiaki también lo abrazó, sin pedir explicaciones.

    —Aoshi ha preguntado por ti cada día, deja de ser tan descuidado y despreocupado, por favor.

    —Apuesto que tú también, mamita querida —dijo entre risas Daisuke y le dio un beso a la frente a Chiaki.

    —Pues claro que sí, qué esperabas.

    —Bueno, bueno, he comprado la comida y el helado, ¿ya nos vamos a casa?

    —Siempre tan amoroso —dijo Chiaki con una sonrisa sincera, mientras Yue ayudaba a Aoshi a sentarse en la silla de ruedas que lo llevaría hasta fuera del hospital.

    —¿Te ayudo?

    —No te preocupes, tu pequeño hermano no pesa nada.

    —Oh, entonces, ¿es cierto eso que dicen que pierdes peso si te internas en el hospital? —Aoshi sintió repentinas ganas de matarlo, dejándolo evidenciar en su extinto rostro pálido.

    —¡Dai! ¡Ya verás!






    Llegaron a casa como una hora después, y Aoshi había caído profundamente dormido incluso a menos de la mitad del viaje, recostando la cabeza en el regazo de Yue, quien no podía dejar de mirarlo entre enamorado y preocupado mientras sus dedos peinaban sus cabellos.

    —Hey —Le llamó Dai la atención desde el espejo retrovisor— no vayas a hacerle un agujero en la cabeza con la mirada.

    Yue solo sonrió en respuesta, incapaz de verter todos sus temores en palabras.

    —Él va a estar bien, ya lo verás —respondió Daisuke a su muda preocupación. Sinceramente, no le quedaba más que esperar, y mantenerse a su lado, solo deseando que ello fuera suficiente para poder protegerlo contra cualquier mal o tristeza.

    Yue bajó en brazos a Aoshi aun dormido, mientras Daisuke ayudaba a Chiaki con la bolsa que llevaba las mantas y su ropa, y algunas compras que hicieron.

    —Déjame ayudarte —insistía Chiaki.

    —Ah, no, mamá, déjame hacer esto. ¿Para que luego andes como vieja quejona diciendo “ay, nadie me ayuda en esta casa”? —dijo imitando una voz chillona y quejumbrosa, a lo que Yue se mordió los labios para no romper en risas.

    —No me hables de esa manera, jovencito —Chiaki abrió la puerta de su casa mientras lo reprendía— además yo no hago esa voz.

    —Noo, claro que no. Qué va. Solo es como...

    —¿Dai? —Chiaki miró hacia donde su hijo había dirigido la mirada, cambiando por completo su expresión relajada.

    —Hola. Pregunté en el hospital, y me dijeron que hoy le daban de alta, ¿cómo está? —Yue ni siquiera pidió permiso para cuando ya le estaba diciendo a Chiaki, yendo hacia la habitación de Aoshi.

    —Voy a llevarlo a su habitación. Necesita descansar.

    —Gracias.

    —Y yo voy a arreglar sus cosas y a preparar todo para el almuerzo —dijo Daisuke, desviando la mirada de su padre, para colocar brevemente una mano sobre el hombro de Chiaki, demostrándole con ese pequeño gesto que estaba cerca y contaba con él, por cualquier eventualidad.

    —Ve, gracias hijo.

    Chiaki esperó unos segundos y luego dejó sus zapatos, y entró a la sala.

    —¿Qué quieres, Yoshiyuki?

    —Solo quería saber cómo está mi hijo.

    —Recuperándose. Los exámenes salieron bien, solo necesita reposo y mejorará —fue cortante y frío en su respuesta. El hombre intentó acercarse, pero Chiaki solo retrocedió por cada paso que daba.

    —Me alegro —Hatori se mantuvo en su lugar, llevando sus manos a los bolsillos.

    —Bueno, pues ya está. Ya sabes lo que querías saber. Tenemos cosas que hacer, y luego me tengo que poner al día con mi trabajo. Puedes irte.

    —¿Has conseguido nuevo editor? No he sabido de tus trabajos en las últimas semanas.

    —Yuu me está ayudando mientras tanto, pero me las arreglo bastante bien, ya que tampoco puedo quitarle mucho de su tiempo.

    —Ya veo —Y de nuevo estaba allí. Ese tono desagradable con el que siempre le respondía, cada vez que lo metía a su amigo en la conversación. Chiaki se limitó a soltar un resoplido de exasperación, entre burla e ironía.

    —Supongo que vienes por tus cosas también, ¿no? Puedes llevar lo que quieras. Mejor voy a ayudar a Dai con la comida —Pasó por su lado, evitando la mirada directa, por si acaso en una de esas pudiera intentar convencerlo solo por ver aquellos ojos en los que tantas veces anteriores se había perdido con tanta facilidad, por creer que le decían la verdad: que estaba protegido. Pero Hatori lo detuvo colocando una mano en su brazo, y aquel encuentro no pudo evitarse. Chiaki levantó su mirada hacia la suya, pero no era una asustada o sorprendida, sino una alimentada de pura rabia cubriendo al dolor.

    —¿No podemos intentar solucionarlo? Yo aún te amo. Chiaki, por favor. Sé que he cometido errores. Sabes, ayer empecé a ir a rehabilitación.

    —Pues me alegro por ti. Es un gran cambio para tu vida. Ahora podrás ir para mejor —Aquellas palabras llegaron a golpear su orgullo y las esperanzas que tenía de recibir de su esposo las disculpas que tanto deseaba. Chiaki se percató de aquello—. ¿Qué esperabas? ¿Que te abrazara, llorara, te disculpara, y te diría vamos a estar bien?

    —Un hombre puede tener algo de esperanzas —Chiaki lo miró incrédulo, y soltó una risa amargada.

    —Pues no. No vamos a estarlo. No se puede recomponer en un minuto algo que ha estado roto por años, Tori. No estamos bien. Hace años que no lo estamos. Ya es la hora de verlo.

    —Chiaki, por favor, no. Conversemos, podemos llevarlo adelante. Sé que podemos hacerlo. Por nuestros...

    —No te atrevas a decir que por nuestros hijos. Han sido la excusa durante todo este tiempo —Las palabras salieron mordidas de su boca.

    —Chiaki...

    —No. Basta. Hasta aquí llegó —Chiaki hizo un esfuerzo y se soltó del agarre de su esposo— Hasta aquí llegó. He soportado durante todos estos años tus celos obsesivos, tu necesidad de control absoluto, las veces que tú —Señaló con rabia hacia su pecho, soportando las lágrimas al borde de sus ojos, para evitar que sean derramadas, las palabras salieron susurrantes, por el simple hecho de que no quería que su hijo escuchara— las jodidas veces que abusaste de mí, jurándome que eso era amor.

    Y las lágrimas cayeron, pero no fueron de sus ojos, sino que cayeron por las mejillas del hombre con mirada arrepentida y sin ninguna carta en sus manos.

    —Yo te amo, Chiaki.

    —Y yo a ti, Hatori Yoshiyuki. Maldita sea que te amo. Pero, ¿sabes qué? Va siendo hora de que aprenda a amarme más a mí mismo. A proteger más el amor de mis hijos, su salud mental y la mía. Hasta aquí llegó. De nada. Ahora tendrás todo el tiempo del mundo para recomponer tu vida.

    —No querrás decir que...

    —Quiero el divorcio.







    Continuará...


    Nota:

    Les comparto un pedacito de mí: In loving memory es mi música favorita de todos los tiempos, por siempre y para siempre :) y está dedicada a una persona muy especial para mí.

    ¡Gracias por leer!


    Edited by Lady Trifecta - 19/9/2018, 16:55
  15. .
    Capítulo 22:
    Todo lo que somos


    Ed Sheeran - Photograph:



    Imagine Dragons - Demons:



    Disturbed- The Sound Of Silence:


    Gracias por amarme.
    Por todos esos momentos entregados. Por cada una de nuestras peleas. Por cada vez que negaste esto que existe entre nosotros dos, porque si no lo hubieras hecho no hubiera luchado, si no hubiera luchado mi vida hoy sería vacía, triste y sin sentido.
    No es triste porque te hayas ido, no mi amor, porque me diste los mejores momentos de mi vida.
    Me diste a nuestros hijos, y cada vez que los veo, veo que nuestro amor sí existió.
    ¿Sabes lo que te amo? ¿Tienes una idea de lo mucho que en verdad te amo?
    No me alcanzaría una vida entera para poder explicártelo. Porque una vida no alcanza para poder amarte
    .








    —Asahi, ¿puedes venir a casa? —preguntó, sonando tan cansado que por un instante preocupó de sobremanera a su amigo.

    —¿Sucede algo malo?

    —No, nada... bueno, yo solo quiero hablar con alguien.

    Asahi suspiró debido al alivio que sintió porque no haya pasado nada grave. Últimamente parecía que les pasaban muchas cosas malas. No quería tener que recibir más noticias malas. Si tan solo pudiera estar en sus manos el poder controlar la cantidad de tiempo que pasaban tranquilos.

    —Está bien. Estaré en tu casa como en quince minutos. ¿Quieres algo de comer?


    —No, no, no, no te preocupes. Bueno, palomitas estarían bien.

    Asahi sonrió del otro lado del teléfono.

    —Ok. Llevaré jugo y chocolates también.

    —Gracias. Te espero —Haru terminó por decir y colgó la llamada para ir a tomar una ducha ligera que intentara aplacar sus nervios.


    Exactamente unos quince minutos y unos cuantos segundos después, Haru abría la puerta de su casa para saludar a Asahi con un abrazo efusivo. Su amigo rió con ganas.

    —Hey, hey, tranquilo. Traje los dulces y las palomitas. No se van a ningún lado.

    —No seas tonto —Ambos rieron.

    Entraron y se acomodaron en la sala mientras buscaban una película para ver. Haru ya había traído los potes para las palomitas y los vasos para los refrescos, mientras las palomitas se preparaban en el microondas.

    —¿Está todo bien con Kai?

    —Sí, sí... bueno, eso creo. Ahora fue a ver a Daisuke, de hecho desde eso ya pasaron varias horas y no se ha reportado. Me preocupa. Él no suele desaparecer porque sí, y además, me dijo que me escribiría.

    —Tranquilo, seguro solo surgió algo —intentó tranquilizarle Asahi— ¿Sucede algo malo con Dai? La verdad que cada vez nos vemos menos. Creía que solo era porque estaba ocupado o algo. Ya sabes, el trabajo en la editorial.

    —Un poco —Haru meditó por unos instantes en si debía decirle o no, pero sabía que Asahi era alguien en quien podía confiar— Es solo que al parecer tuvo una pelea con su papá o algo así.

    —Sí, bueno. Las cosas no han ido muy bien sus papás desde que Aoshi y Yue se hicieron novios. Yoshiyuki-san parece ser que se lo ha tomado de mal en peor.

    —Si. La verdad no puedo entender mucho, pero me preocupo por ellos. Han tenido que vivir su noviazgo a escondidas. Chiaki-chichi y Dai los apoyan mucho, pero sabes que todo tiene un límite, sobre todo cuando no hay respeto en la familia, y deben ocultar cosas...

    —Sí. Creo que eso lo sé muy bien.

    —Asahi, lo siento, yo... —Haru se recriminó mentalmente por su estúpida falta de tacto.

    —Hey, no, no. No lo sientas. Simplemente es lo que me ha tocado. Además ya han pasado unos años de eso. Voy por las palomitas —dijo con una leve sonrisa que intentaba ocultar su dolor al recordar el rechazo de sus padres cuando se enteraron de que era fértil, y además, gay.

    —Soy un imbécil —se reprendió Haru a sí mismo, cuando se quedó a solas. No lo había hecho a propósito, pero sentía que había herido a Asahi, o al menos le había traído a colación esos horribles recuerdos. Él no podía imaginarse qué sería de él sin uno de sus padres, sin su apoyo, sin su cariño. Los amaba demasiado, y los extrañaba muchísimo en ese instante. Mientras esperaba a Asahi iba haciendo zapping buscando una película. La dejó en una de Adam Sandler.

    —Lo mejor que podemos hacer es apoyarlos como amigos. Nuestros padres los apoyan y eso ya significa mucho —dijo Asahi regresando con las palomitas.

    —Desde luego que sí... —Aquello hizo que sus pensamientos regresaran a sus papás.

    —¿Has podido hablar con mis tíos?

    —¿Eh? Si, sí, hemos hablado un poco. Están bien, pero parecían muy preocupados por Takeshi. Al parecer discutieron y mal la última vez que hablaron. Cuando Takeshi se enteró del embarazo de Taiki.

    —Mierda, sí, lo recuerdo. ¿Cómo lo están tomando tus papás?

    —Pues yo les vi muy angustiados, pero intenté tranquilizarles diciéndoles que Takeshi y Taiki ahora son amigos, y han intentado llevarse bien. Después de todo no es mentira.

    —Pues no. Debe de ser muy difícil para ellos. Solo puedo imaginarme. No es nada fácil ser amigo de tu ex —dijo un poco pensativo Asahi mientras se servía el jugo. Haru pensó que parecía hablar de sí mismo, pero no quería indagar en ello, quizás por instinto, quizás porque su respuesta le dolería más a él mismo.

    —Cierto —Siguieron comiendo y viendo la película, hablando de trivialidades como la fiesta de graduación de los chicos que se estaba aproximando, sobre el nuevo noviazgo de Shin y Yuki y en cómo este había cambiado mucho en su actitud. Ya no estaba taciturno y serio todo el tiempo. Se alegraban mucho por su amigo.

    Ya al terminar la película, el teléfono de Asahi sonó y él lo contestó.

    —Hola... estoy en casa de Haru. Sí... Hmmm, no, está bien, puedo quedarme a dormir aquí hoy. Sí, sí, estoy seguro. Por favor diles a mis papás —Desde luego que se refería a los únicos que lo amaban como tales, a Takafumi y a Zen— Sí. Te quiero mucho también. Nos vemos mañana. Anda, cuídate... yo también. Buenas noches.

    Haru no había podido evitar escuchar la conversación mientras fingía hacer zapping y al terminar la llamada, intentó sonar lo más indiferente posible.

    —Era Sora, ¿no? —Asahi rió.

    —Sí.

    —Siempre se ha preocupado demasiado. Es un exagerado —Haru estaba intentando con muchas ganas no hacerle caso a las palpitaciones insistentes de su corazón que contaban una historia diferente a lo que lo hacían sus expresiones por fuera.

    —Sí... así es él. ¿Quieres helado? —Los ojos de Haru se abrieron de par en par y le sonrió. La verdad es que traía unos antojos terribles, así que no se pudo negar.

    —Eso ni se pregunta.

    —Voy por el pote —dijo Asahi antes de dirigirse a la cocina mientras Haru tomaba su móvil e intentaba llamar por treintena vez a Kai, derivándolo de nuevo al buzón de voz.

    —Kai... —suspiró con hastío y preocupación— Llámame por favor, necesito saber cómo está Dai, y también cómo estás tú.

    Asahi regresó con el helado, y se dijo que tal vez, sus amigos solo necesitaban un poco de tiempo a solas para poder hablar. Era solo eso.








    Mientras que pensaba en por qué sus amigos no habían ido a la fiesta de su cumpleaños, su padre sostenía firmemente su mano. Se encontraba recostado en la camilla, esperando en aquella fría sala de ultrasonidos.

    —¿Estás nervioso?

    —Solo un poquito —debía de confesar. En ese momento, Shouta entraba al consultorio del médico, seguido por el profesional.

    —Hey —Shouta se acercó también y se inclinó para besar su frente— Todo va a estar bien.

    —Hey.

    —Hola, Taiki.

    —Hey, doc.

    —¿Cómo te has estado sintiendo?
    —Ya no siento más náuseas.

    —Me alegra escucharlo. Eso es muy bueno. A partir de ahora sería bueno que hagas caminatas diarias. Nada de mucho esfuerzo, pero algo para mantenerte en movimiento. ¿Tus padres cómo lo llevan?

    —Me sobreprotegen demasiado.

    —Es nuestro pequeño —Se defendió Kou, a lo que Taiki rodó los ojos.

    —Siempre lo será. Me parece solo ayer cuando te cambiaba los pañales —dijo Shouta y Taiki sentía que se moría de vergüenza cuando el medico rió mientras colocaba el gel sobre su vientre y luego comenzaba con el examen. Los latidos del bebé comenzaron a resonar en la habitación. Taiki siempre se emocionaba con eso, aunque las lágrimas acumuladas estaban en los ojos de su papá.

    —¿Está todo bien, doc?

    —No estés ansioso... —Le dijo, pero parecía muy tranquilo— Mira eso —le señalo la pantalla y aunque creyó que no podría distinguir nada pudo ver al pequeño acurrucado en un ovillo, sus piececitos... y sus manitas pequeñas sobre su boca, cubriendo lo que parecía ser su rostro. Quizás sintió un poquito de lágrimas asomarse por su rostro mientras intentaba no demostrar que se estaba muriendo de la ternura provocada por un pequeño renacuajo que no lo dejaba dormir por las noches.

    —¿Se puede ver si es niño o niña? —preguntó entusiasmado.

    —Hmmm, déjame ver… pues... Al parecer no quiere que lo sepan aún. ¿Ves cómo se acurruca? Y sus piernas están dobladas hacia su pecho. Tal parece que el pequeño aun no quiere decirles qué es.

    —Hmmm, bueno —sonó un poquito decepcionado. Taiki miró hacia sus padres— Parece que tendremos que comprar ropa unisex. Aunque ya tenía una idea para la habitación.

    —No te preocupes. Lo tenemos todo cubierto —dijo convencido su padre.

    —Todo parece estar en orden. Pesa de acuerdo a las semanas que tienes de gestación —El médico le pasó unos pañuelos desechables— Le pasaré ahora mismo los resultados a tu obstetra. Pero puedes estar tranquilo. Su corazón se desarrolla bien al igual que el resto de su cuerpo. Me dijo también tu médico que ya no tienes más pérdidas, por lo que todo debería de estar bien. También noté que ya no tienes arritmia. Veo que has seguido el tratamiento al pie de la letra. Lo estás haciendo muy bien.

    —Mis padres se merecen todo el crédito. No me dejan ni a sol ni a sombra. Ni para ir al baño.

    Shouta rió ligeramente.

    —Es solo porque te queremos, mi amor —Kou ayudó a su hijo a acomodarse la ropa y luego a bajar de la camilla. Agradecieron al médico y en cuestión de unos pocos minutos estaban saliendo con los resultados para ir a consultar con el obstetra. Les hablaron de las altas posibilidades de que tuviera el bebé por cesárea y antes de tiempo. No pudo evitar preocuparse un poco pero su médico le dijo que aquello era muy normal en la mayoría de los partos hoy en día, además de que era muy joven y que debido a su pequeña constitución física un parto natural sería demasiado riesgoso para él.

    —¿Estás bien? —Estaban saliendo del sanatorio aunque Taiki no traía la mejor expresión de todas.

    —Cariño, no tienes que preocuparte. Todo va a salir bien, muchas veces hay este tipo de uh... advertencias y cuidados, pero eso no significa que pase nada malo. Además Kou y yo estamos para cuidarte y apoyarte en todo. Vas a estar bien. Lo van a estar, ya vas a ver —Kou besó su frente.

    —Tu papá tiene razón. Por favor, no pienses en ello demasiado.

    —Papá, no puedo evitarlo —suspiró cansado Taiki, no podía hacer nada para alejar los pensamientos preocupantes de su cabeza y esto le estaba comenzando a provocar una migraña.

    —A ver, ¿qué quieres comer? Iremos al lugar que tú quieras —intentó animarle Kou.

    —No creo que pueda comer nada ahora. Creo que las náuseas volvieron.

    —¿Quieres ir por unas medicinas a la farmacia? Ya no tenemos esas píldoras que te calmaban en casa —dijo Shouta preocupado, mientras le miraba con aprensión, como si temiera que en cualquier momento su hijo se podría desvanecer.

    —Papá, te prometo que no...

    —Tengo esas medicinas justo aquí. Y un té para aliviar tu estómago, antes de llevarte a almorzar. Claro, si me lo permites.

    —Ta...keshi...

    —Taiki. Sube al auto ahora —le pidió su padre en un tono demadante.

    —Papá...

    —Kou. No hagas esto.

    —No. Tú no hagas esto.

    —¡Es suficiente! ¡Basta, los dos!

    —Lo siento. De verdad. No quería incomodarlos... solo quería ver y hablar con Taiki. Claro, que si él me lo permite.

    Taiki lo observó. Parecía haberse bañado recién con ese cabello mojado y el rostro con un par de curitas, al parecer se había afeitado algo apresurado, y los ojos los traía tan rojos e hinchados que Taiki solo se lo podía imaginar sin haber dormido en varios días con algunas horribles resacas. Y su corazón solo podía sobrecogerse debido a la tristeza y preocupación que sentía por él.


    —Taiki, sube al auto —repitió Kou, dispuesto a no admitir réplica alguna.

    —No. No voy a hacerlo. Papá, es suficiente —Contraatacó con firmeza.

    —Taiki —le advirtió su padre.

    —¡No! ¡Papá! Escúchame tú. Voy a ir con Takeshi para hablar, porque él es el padre de mi bebé. Mi hijo.

    —Tienes dieciséis años. Y seguirás haciendo lo que yo te diga —sintió la mano de su esposo sobre su brazo.

    —Kou, no...

    —Pues me emanciparé —Ni él mismo se creía lo que estaba diciendo, ni mucho menos sabía de dónde había aparecido el coraje, pero estaba allí, y no pensaba echar ni un paso hacia atrás .

    —¿Qué?

    —¿Qué? —dijeron al mismo tiempo Shouta y Kou.

    —Lo que han oído. Es suficiente. Sé que me aman y solo quieren lo mejor para mí, pero creo que yo debo de ser capaz de al menos poder tomar una decisión, pues de ahora en adelante tendré muchas decisiones que tomar por mi hijo. Mi hijo, ¿lo entienden? —Takeshi se acercó hasta él y tomó su mano, ante la cara iracunda de Kou y la expresión de incredulidad de Shouta.

    —Está bien. Podemos hablar aquí para su seguridad. Lo que tengo que decirte también deben saberlo ellos. Lamento muchísimo no haber apoyado a Taiki cuando más lo necesitaba. Lo vivo lamentando cada día desde que me dejó —suspiró y le dio el libro que traía en la mano a Taiki.

    —¿Takeshi? Eh, Es muy bonito... gracias —dijo algo dubitativo, sin saber muy bien qué hacer con aquel regalo en ese momento. No parecía ser un momento propicio para comenzar a leerlo. “Padres primerizos” titulaba el libro. Era un hermoso regalo, pero Taiki no estaba entendiendo el por qué se lo daba ahora.

    Takeshi se puso de frente, agarrando su mano, y mirándole como hace tiempo no lo hacía. Con ese cariño puro sin recriminaciones ni dolores.

    —Te amo. Y lo que le digo a tus padres es verdad. Vivo lamentando mis decisiones y vivo extrañándote desde el día en que nos separamos. Te he dicho cosas horribles que no puedo borrar, pero solo puedo esperar a poder compensarte el resto de mis días. Quizás somos muy jóvenes, pero por ti, y por el bebé que ahora esperamos estoy dispuesto a pedirte perdón el resto de mis días, a volver a enamorarte y a tratar de convencer a tus padres el resto de los días que me queden de vida.

    —Takeshi, cariño, no tienes que... Oh, rayos, ¿qué demonios crees que haces? —No pudo evitar sonar un poquito desesperado cuando observó lo que hacía.

    —¿Qué carajos? —protestó Kou, mientras las palabras intentaban salir sin ningún éxito de la boca de Shouta.

    Sin soltar su mano, Takeshi se había arrodillado sobre el pavimento, observándole como si fuera la primera vez que lo hacía.

    —Si abres en la página 315 vas a encontrar tu respuesta.

    —Maldito Takeshi. Maldito, maldito, maldito... jodido... maldito... —Era la fecha en que se hicieron novios hacía cuatro años.

    Con dedos temblorosos, lo hizo y encontró en esa página un anillo plateado con una piedra en el centro, y por dentro la inscripción “T&T”. Takeshi tomó el anillo y se lo puso en su dedo anular derecho.

    —Taiki, ¿aceptarías a este perdedor como tu esposo, para pagar por sus remordimientos el resto de nuestros días?

    —No lo hará.

    —Kou.
    —Claro que acepto. Te amo —respondió para luego reír. La emoción se acumulaba en forma de lágrimas al borde de sus ojos. Y sus brazos rodearon el cuello de su ahora prometido. Takeshi se levantó, tomándole de la cintura con cuidado y alzándolo del aire para darle pequeñas vueltas alrededor mientras su padre se quejaba con distintas clases de improperios.

    —¡No le des tantas vueltas, salvaje! ¡Está embarazado! —Shouta se reía mientras tanto, y sus ojos brillaban debido a la emoción— ¿Qué nadie me escucha?

    —Kou. Es tu hijo siendo feliz.

    El hombre rechistó y dio vueltas alrededor mientras estiraba sus cabellos debido a los nervios que solo iban en aumento.

    —Carajos, no. No, no, mil veces no.

    Pero en ese instante nadie lo escuchó.








    —¿Qué vas a pedir? —le preguntó su novio.

    —Pizza.

    —Creo que pediré pizza también —apoyó la moción un hambriento Asahi. Sora y Kai se miraron con el ceño levemente fruncido. ¿Acaso esos dos se habían puesto de acuerdo?


    —De mozzarella y pepperoni —dijeron Asahi y Haru al mismo tiempo, a lo que Kai y Sora se miraron como si les tuvieran tomando el pelo. Esos dos más que volverse cercanos se habían hecho uña y mugre en algún momento exacto que ignoraban.

    —Sora, ¿qué tal están mis tíos? —Sora se estaba quedando con sus padres para ayudarlos a organizar la habitación del nuevo bebé, y debido al paranoico de Zen que no quería ir más al trabajo debido a que quería cuidar todo el tiempo de sus amores.

    —A papá le dan unos antojos muy raros, como pizza con chocolate, o pizza con piña.

    —Creo que eso ya existe.

    —¡Qué asco! Igual es horrible. No deberían haber inventado algo así. Es un atentando contra la naturaleza de las pizzas.

    Haru y Asahi rieron al unísono mientras las pizzas llegaron y les fueron servidas, junto con sus refrescos.

    —Esto se ve delicioso.

    —Y a ustedes chicos, ¿cómo les va? —preguntó Sora, haciéndose parecer como que la curiosidad por el asunto no le estaba carcomiendo desde las entrañas, sirviéndose un poco de Coca Cola.

    —Nos va bien —dijo Haru, llevándose a la boca un pedazo de pizza.

    —Es interesante descubrir las posiciones que le gusta a Haru —contestó provocativamente, Kai.

    —¡Kai! —Un sonrojado Haru le pateó debajo de la mesa.

    —¡Hey! ¡Estaba hablando de cuando jugamos Wii en tu casa la vez pasada! ¿Qué pensabas? Mente pervertida.

    —Tonto —Haru le quitó la lengua, absolutamente muy colorado, sin poder evitar demostrarlo en su ex muy pálido rostro. Asahi rió un montón pero Sora solo se concentró en elegir el mejor pedazo de pizza, sin emitir comentario alguno.

    —Haru, ¿me acompañas al baño? —le preguntó Asahi, viéndose un poco pálido repentinamente

    —¿Sucede algo, cariño? —le preguntó un preocupado Sora, que hasta entonces reparó en lo blanco que se había puesto su novio.

    —No es nada. Quizás me bajó un poquito la presión.

    —Si quieres puedo llevarte a tu departamento.

    —Estoy bien, Sora. Solo dame unos momentos —Se giró a Haru— ¿Vamos?

    —Claro, claro. Vamos.

    Los chicos se levantaron y se dirigieron hacia el baño, pero Sora dejó de comer, sin poder evitar sentir la preocupación mientras los observaba ir.

    —¿Asahi está enfermo? —pregunto Kai, también mostrando preocupación hacia su amigo.

    —No que yo sepa —respondió antes de emitir un suave suspiro y tomar otro trago de su gaseosa.

    —¿Están peleados o algo así? —Sora miró fijamente a su hermano y se rió con un poco de ironía alrededor de un minuto después, pues al principio no había entendido muy bien la dirección de su pregunta.

    —¿En serio crees eso? Kai, por favor. Llevo años en una relación con Asahi. Me parece que, uno, si alguno de los dos lo conoce bien para saber si está mal o no, soy yo, y dos, si estamos peleados, o algo así, es cosa de ambos. ¿Por qué tan interesado de repente?

    Kai rió ligeramente.

    —Hey, hey, tranquilo, hombre. Soy tu hermano, no tu enemigo. ¿Acaso estas en tus días? Uy, perdóname, señor sensibilidad.

    Sora rió no sin dejar de escucharse un poquito de amargura en el tono de su risa mientras se pasaba los dedos por su cabello.

    Permanecieron un rato así, en silencio. Pero al parecer, uno de ellos estaba cansado de las provocaciones, aunque otro parecía estar buscando algo o alguien en quien descargar toda la frustración que traía encima, por distintos motivos. Ya sea porque su novio estaba distanciándose sin entender los motivos, o porque en el fondo era incapaz de aceptar que el chico que quería estaba perfectamente bien, siendo cuidado y siendo feliz al lado de su hermano.

    —¿Sabes qué pasa con Dai? Hace días que no le veo —intentó cambiar el rumbo de su conversación.

    —Ha salido de la ciudad, por unas vacaciones. Todo lo que me dijo es que necesitaba un descanso.

    —Ah, bueno, al menos te mantienes al tanto —Kai se dijo a sí mismo que estaba exagerando o alucinando al pensar que su hermano dijo aquello en tono sarcástico.

    —Sí. Él de verdad se siente perdido. No son fáciles las cosas por las que ha tenido que pasar —Sora prestó especial atención a las expresiones de su hermano mientras le contaba todo lo relacionado a Kai— Estaba tan... destruido.

    —Suena a que le han pasado cosas realmente jodidas —Kai le miró.

    —No se lo deseo ni a mi peor enemigo —dijo tranquilamente, pero en ese tono defensivo y protector, como si fuera necesario defenderlo de las palabras de Sora.

    —Hey, tranquilo. Me lo imagino. Tsk. No soy tu enemigo, soy tu hermano —frunció el ceño ante la provocativa afirmación de Sora.

    —Yo estoy tranquilo.

    —Ja, me imagino que sí. No quisiera saber cómo actuarías si te acusara de tener algo con Kai. Eso sería un espectáculo que no quisiera ver.

    —¿Qué carajos te pasa? ¿Cómo te atreves a decir algo así? —Sora se encogió de hombros, como si todo aquello fuera tan casual, incluso las insinuaciones que hacía a que existía algo más que amistad entre su hermano y Daisuke.

    —¿Uh? Vamos, Kai. En el pasado me habías dicho que te gustaba. Tranquilo hombre, solo bromeaba...

    —Tenía catorce estúpidos años cuando dije que me gustaba un poco.

    —Por eso. Ha pasado tiempo. No te sulfures.

    —No me gusta que hagas ese tipo de bromas.

    Sora se rió. —Tranquilo hombre, no voy a repetirlo. ¿Por qué rayos te pones tan sensible con el tema? Sé que serías incapaz de hacerle eso a Haru —Kai lo miró con detenimiento, y no dijo nada. Sora rió, nuevamente con el sarcasmo cargado en su risa, y dejó pasar un par de minutos. Kai dejó su comida, echó la cabeza hacia atrás y suspiró, cansado.

    —¿Por qué te quedaste callado? —observó detenidamente a su hermano, y este no fue capaz de refutarle nada. Sora apartó su plato y rió amargamente— No puede ser.

    —Sora. No es lo que piensas...

    —¿Te lo tiraste? —preguntó sin atisbo de una ser una mera pregunta por el tono de su voz.

    —Sora...

    —¡Carajos! ¡¿Te lo tiraste o no?!




    —¿Estás mejor? —preguntó Haru mientras sobaba despacio su espalda y sostenía su cabello hacia atrás. Asahi había tenido náuseas, pero no vomitó otra cosa que no fuera su jugo, aunque seguía teniendo arcadas.

    —Creo que sí.

    —Asahi, me preocupas, creo que debemos hacer ese examen.

    —¡No! Estoy bien, Haru... no —Un poco harto, Haru resopló.

    —De todos modos debes ir al médico, puede ser cualquier cosa. Por favor, tienes que confiar en mí... —Fue entonces que escucharon los ruidos de un tumulto que parecía provenir del comedor.

    —¿Qué es ese ruido?

    —No sé, ¿borrachos peleándose?

    —Pero se supone es un restaurante familiar —Haru lo ayudó a levantarse y lo llevó hasta el lavabo donde Asahi se lavó la boca.

    —Amigo, hasta en las iglesias hay horribles provocaciones para un tumulto. Regresemos. Los chicos deben estar preocupados.

    —Sí, vamos.

    —Igual, sostente de mí —Nada más salieron distinguieron de inmediato las voces de Kai y Sora— ¿Qué mierdas?

    —¿Esos dos en el suelo peleando como perros salvajes son ellos...? —Sora estaba encima de Kai dándole de puñetazos mientras el otro intentaba sacarlo de encima a patadas pero sin intentar otra cosa con sus brazos que proteger su propio rostro. Todo en medio de las personas curiosas que nada más vitoreaban o sacaban fotos o filmaban, o todo al mismo tiempo.

    —Pues creo que sí. ¡Shit! A ver, quédate aquí.

    —Haru, eres tan pequeño como yo. ¿Qué vas a hacer?

    —¿Yo? Seré pequeño. Ah, pero me van a escuchar.

    Aunque dos guardias ya estaban sobre los muchachos separándolos, eso no impidió a Haru de acercarse a ambos.

    —¡¿Qué carajos sucede aquí?! Nos fuimos por cinco malditos minutos.

    Kai no dijo nada, pero parecía ser el más golpeado, como si no hubiera hecho gran esfuerzo por haberse defendido.

    —Es ese maldito hijo de puta... —Escupió Sora, con la ira reflejada en sus ojos. El pecho de Haru se encogió de angustia. Nunca lo había visto así de enojado, excepto en la secundaria, cuando unos imbéciles habían insultado a su tío Takafumi.

    —¿Qué mierda, Sora? ¡Son hermanos!

    —Voy a tener que pedirles que se retiren —Fue el dueño del lugar el que se acercó para pedirles que se vayan. Haru echó un respingo sonoro y enfadado.

    —Desde luego. Disculpe por todas las molestias ocasionadas. Ya nos vamos —Agarró a cada uno de un brazo, y salió del lugar con Asahi siguiéndoles por detrás hasta llegar al auto. Ninguno dijo nada durante buena parte del trayecto, hasta que en la parada de un semáforo Haru miró a su hermano que estaba sentado a su lado, y a Kai, por el retrovisor, que estaba sentado detrás.


    —¿Y bien? ¿Van a decir qué carajos fue lo que pasó allá? —Ninguno respondió. Ninguno se defendió. Ninguna palabra nada, así como tampoco lo enfrentaron con la mirada.


    Asahi escuchaba todo en silencio, entrecerrando los ojos. No tenía ganas de meterse en ninguna recriminación o discusión. En primer lugar, porque estaba seguro de que perdería lejos, y en segundo porque estaba muy cansado, y de todos modos solo hubiera gastado energía y saliva en estúpidos reclamos. Sora nunca lo escuchaba cuando creía tener la razón en algo, y estaba cien por ciento seguro de que se trataba del algo de Haru, otra razón para no indagar más en ello. Solo no quería que nadie saliera lastimado, y de ser posible, quería alejarse de los problemas tanto como pudiera, aunque estos acabaran por alcanzarle.

    Al llegar a su casa, pese a ser como las once la noche, las luces estaban prendidas y aquello extrañó de sobremanera a Haru.

    —Qué raro. ¿Takeshi estará aquí? —Aquella pregunta sacó de su ensimismamiento a Asahi quien observó con detenimiento hacia la casa. Kai y Sora salieron de su indiferencia.

    Aparcaron en la entrada, bajaron y entraron a casa con cierta precaución. Era como si supieran que algo andaba mal.

    —¿Hermano? —En cuanto Haru observó a Taiki en el sofá de su casa tan acerca de su hermano, una sonrisa se asomó por su rostro al imaginar que las cosas se habían solucionado entre ellos, pero la misma desapareció en tiempo récord cuando vio no solo que Taiki y Takeshi estaban tomados de la mano, sino que Taiki le hablaba muy despacio a Takeshi, quien llevaba la cabeza gacha, y al mismo tiempo lo abrazaba como queriendo hacer hasta lo imposible porque Takeshi no se desmoronara. La desazón golpeó con una fuerza increíble su corazón. Aquello solo no podría significar nada bueno. Nada.

    Takeshi levantó su mirada hacia su hermanito y no pudo hacer nada por evitar mostrar el dolor que lo estaba partiendo en tantos pedazos que le resultaba imposible sostenerlos. Su rostro empapado terminó por romper el corazón de Haru. Taiki también tenía lágrimas al borde sus ojos que le hablaban de un dolor tan profundo que sabía, no sería capaz de soportar. Como esa sensación que tienes antes de caer al abismo y mantienes la mirada fija hacia abajo.

    —Taiki, ¿están...? El bebé —dijo de inmediato, aterrorizado por cada una de las probabilidades.

    —El bebé está bien —dijo Taiki con una voz que sonaba rota. Haru suspiró de alivio, mientras colocaba una mano en su estómago. Sentía que este se había volteado debido a los nervios por el horrible pánico que le produjo el verlos en aquel estado. Y tan pronto como vino ese alivio, las siguientes palabras se encargaron de hacerle saber que puedes acabar destruido en un segundo.

    —¿Takeshi?

    —Haru, papá murió.




    Continuará...


    Respuestas a los comentarios:


    SPOILER (click to view)
    Lini:

    No, Kanade no sabe sobre las dudas de Hatori acerca de su paternidad. Sí que está idiota en esta historia, pero también en la culpa de Chiaki por ser “el esposo comprensivo y padre abnegado”. Esos dos tienen muchos asuntos pendientes, y la verdad, creo que no acabarán nada bien. Mi bebé Dai solo está confundido el pobre, además de que ha debido cargar inconscientemente con el cuidado de su madre (Chiaki) y de su hermanito menor durante toda su vida, y eso ya lo está sofocando.

    Yuki le hizo prometer a Yuu que hablaría con su padre. Yuu lo hace por su hijo, aunque muchas veces los padres no toman las mejores decisiones por sus hijos, la cuestión está difícil y Yuki necesita apoyo y comprensión y no más peleas... Hmmm, me parece que a eso es lo que no se quiere arriesgar Yuu.

    Uy, uy, uy, Kai por otro lado, está más confundido que todos en la historia juntos. Si decide tener una relación seria, no debería ir besando a otros, o si besa a uno, no debería de recriminar nada a nadie, ¿no te parece?

    Anne:

    ¡Muchas gracias por no dejar de comentarme! La historia entre Kai y Dai apenas empieza, y no dudes de que habrá daños colaterales.

    Pichita:

    Yue es un amor de chico. Ellos dos son tan tiernos que me causa vomitar arcoíris y unicornios cada que les escribo. Awww, los adoro.
    Tori está en graves problemas, qué te puedo decir. Sufro con ellos, pero deberán aprender a lidiar con las consecuencias de sus acciones.
    Dai es DI.VI.NA pero eso no le quita haber besado al novio de otro. Qué feo. Eso no se hace. Ya veremos qué pasa con sus sentimientos liados y a ver cómo enfrenta sus dudas.

    ¡Gracias por leerme y no abandonarme! No lo merezco, pero adoro cada pequeña letra que me dan a cambio. Es el mejor regalo que me pueden dar.
    Nos vemos pronto.



    Nota:
    ¡Todo este tiempo lo he escrito mal! Se escribe SHOUTA (pero se lee Shôta en japonés). Bien, ahora que estudio el idioma espero que ayude en algo con lo que escribo.




    ¡¡Y aquí un pequeño regalito para los que me han comenzado a leer esta historia hace algunos añitos!!:


    SPOILER (click to view)
    Personajes y Resumen:



    Takano Masamanue & Onodera Ritsu:
    1. Takano Takeshi -22 años-
    2. Takano Haru -20 años-


    Kirishima Zen & Yokozawa Takafumi:
    1. Kirishima Kai -21 años-
    2. Kirishima Sora -20 años-


    Hatori Yoshiyuki & Yoshino Chiaki:
    1. Hatori Daisuke - 22 años-
    2. Hatori Aoshi -17 años-


    Mino Kanade & Yanase Yuu:
    1. Mino Yue - 18 años-
    2. Mino Yuki - 17 años -


    Yukina Kou & Kisa Shouta
    1. Yukina Shin -18 años-
    2. Yukina Taiki -17 años-










    Resumen:


    Capítulo 1
    Takano Haru estudió la secundaria y universidad en Londres. Cuando regresa a Tokio, es Kirishima Kai quien se va a recibirlo. Se había ido por cuatro años. Sus amigos le prepararon una fiesta de bienvenida.
    Haru cree Kai no sabe del “incidente” de hace cuatro años atrás. Kai le dice que todos lo saben, y le aconseja que hable con Sora.
    Kai le cuenta a Haru que Ritsu se encuentra en el hospital. Haru, preocupado, va a verlo.
    Kai siente por Haru un amor no correspondido desde niños que eran niños. Haru lo considera su mejor amigo.

    Capítulo 2
    Ritsu le dice a Haru que tiene anemia. Haru presintió le ocultaba algo más, pero lo dejó estar.
    Sus padres no saben la verdad acerca del “incidente” de hace cuatro años atrás.
    Haru piensa que Sora solo lo ve como amigo.
    Ritsu y Takano sufrieron un año atrás un accidente automovilístico en donde Ritsu perdió al bebé que esperaba. Luego del accidente se enteraron que había estado embarazado.
    En la fiesta de bienvenida que le prepararon sus amigos a Haru:
    La realizan en casa de Kou y Shota. Takeshi despierta a Taiki, quien se perdió la fiesta de bienvenida de Haru, pero éste aún no se fue y entra a verlo.
    Haru, hace cuatro años atrás, había ayudado a Takeshi a declararse a Taiki.

    Capítulo 3:
    Los chicos deciden ver una película (en la fiesta de bienvenida), sobre todo para aligerar el ambiente tenso entre Haru y Sora.
    Yuki tiene un amor no correspondido por su mejor amigo: Hatori Aoshi. Aoshi lloraba con la película, mientras Yue lo miraba con atención, hasta que decide tomar a Aoshi de la mano y sacarlo de allí.
    Haru sufre una descompensación. Daisuke y Kai lo acompañan a su casa.
    Yue le confiesa sus sentimientos a Aoshi y lo besa.

    Capítulo 4:
    Cuando Sora era adolescente tuvo una operación debido a un aneurisma que tenía. Takafumi y Zen tuvieron varias discusiones en esa época.
    En el tiempo actual, Sora le advierte a Takeshi que luchará por el amor de Haru. Takeshi y Sora reconcilian su amistad.
    Yue creía que Aoshi se gustaba de Sora, por un malentendido del pasado. Yue y Aoshi finalmente aclaran sus sentimientos y se hacen novios. Mientras, sin ser vistos, Shin y Yuki les observa.



    Capítulo 5:
    Yuki y Aoshi ensayan una escena de Romeo y Julieta en el teatro del colegio, pero Yuki renuncia a su papel y deja el escenario a mitad del ensayo. Shin va detrás de él. Shin descubrió los cortes que Yuki se ha estado haciendo.

    Capítulo 6:
    Kai va a buscar a Haru a casa de sus padres para una cita, y en ella le confiesa sus sentimientos y le regala una pulsera de plata. Haru lo rechaza.

    Capítulo 7:
    Escenario: El teatro del colegio de los chicos. Está por iniciar la obra.
    Chiaki y Yuu hablan de “aquello” que Ritsu no quiere decirle a sus hijos.
    En la casa de Daisuke, él y Sora practicaban música y luego se pusieron a jugar videojuegos. Daisuke le avisa por mensaje a Takeshi que Sora está determinado a buscar a Haru para hablar con él, entonces Takeshi le pide a Taiki que distraiga a Haru para que ellos no lleguen a hablar.
    En la obra: Yuki no consigue darle el beso a Aoshi. Shin decide subir al escenario para acercarse a Yuki, declararle su amor frente a todos, besarlo y sacarlo de ese lugar.

    Capítulo 8:
    Yue sube al escenario y “despierta” a Aoshi con un beso, mientras Chiaki observa la escena confundido, y Yoshiyuki se encuentra enojado.
    Daisuke intenta detener a Sora de ir al colegio, pero no lo consigue.
    Yuu intenta ir en busca de Yuki, muy preocupado, pero Kanade lo detiene.
    Taiki llega, encuentra a Haru, y se lo lleva de allí, con la excusa de que no se ha estado sintiendo bien y desea que lo acompañe a una farmacia. Esa noche Taiki durmió en la casa de Haru.
    Sora, decidido, va a buscar a Haru a su casa, y le pide para hablar. Van hasta el parque, y allí Sora le confiesa su amor a Haru.
    Mientras tanto, en el colegio, Kai maldice porque se ha dado cuenta de que su motocicleta ha sido robada por Sora, entonces él y Takeshi van en el auto de este a buscar a Sora y a Haru.
    Haru no puede creer las palabras de Sora, y entra en crisis, en ese momento llegan Kai y Takeshi. Haru se desmaya, y Kai golpea a Sora. Takeshi sostiene a Haru, pidiéndoles a sus amigos que paren. Takeshi y Kai llevan a Haru al hospital.
    Sora se ha quedado solo y en aparente estado de shock, prometiéndose a sí mismo que conseguiría el perdón de Haru.
    Takafumi y Zen se encontraban en casa, muy preocupados porque no tienen noticia de sus hijos. Reciben una llamada del hospital, informándoles que Sora fue ingresado.



    Capítulo 9:
    Recuerdos del pasado: En el colegio, Sora y Haru se encuentran y se felicitan por su cumpleaños. Sora le regala a Haru un dije con un dije que se abre, pero le hace prometer a Haru que recién lo abriría esa noche. Esa noche, Sora se le declararía a Haru.

    En ese momento un chico llamado Allen los interrumpió, se trata simplemente de un oportunista que gusta de Sora y quiere su atención a toda costa.

    En el receso, Haru le da su regalo a Sora, y se encuentra a punto de decirle que lo ama, pero Allen nuevamente los interrumpe y lleva a Sora de allí. En el camino le dice que desea que lo acompañe a su casa, porque allí está su regalo de cumpleaños.


    James, es el hermano menor de Allen, y le pide a Haru que lo acompañe a su casa, porque tiene miedo de ir solo. Takeshi los intercepta y les dice que él los acompañará.

    Al llegar a la casa de Allen y James, Haru ve a Sora y a Allen juntos, en la cama. (Allen engañó a Sora para tomar una bebida que lo hizo excitarse y luego caer inconsciente).


    Takeshi, quien estaba en ese momento con Haru, golpea a Sora, y Haru termina por salir corriendo de la habitación, y de la casa. A Sora, en su letargo, no le da tiempo de explicar nada.

    Kai es quien encuentra a Haru en el camino durante una impetuosa lluvia. Finalmente Takeshi los alcanza y regresan los tres a casa.


    Al llegar a su casa, sus padres lo reciben muy preocupados, y Haru le dice a Ritsu que desea aceptar la beca para ir a estudiar a Londres. No le contaron a Masamune ni a Ritsu lo que de verdad ocurrió. Durante toda esa noche Kai y sus padres permanecieron a su lado.

    Takeshi va a la casa de al lado a hablar con Sora, encontrándose con su amigo desconsolado, y este le pregunta por Haru. Takeshi lo golpea, pero Sora no dice nada ni se defiende. Takeshi le dice que Haru se irá del país, y Sora le dice que ama a Haru, a lo que Takeshi le responde que si de verdad lo ama, que lo deje ir.


    Al día siguiente, Masamune lleva a Haru al aeropuerto.

    Sora llega al aeropuerto, pero solo puede observar al avión partir. (Fin de los recuerdos)



    Capítulo 10:
    (En el presente) Sora ha sufrido un accidente, y tiene traumatismo craneoencefálico, y necesita una transfusión de sangre urgente, por lo que sus padres se realizan los exámenes de compatibilidad.

    Kai visita a Haru, en su habitación del hospital, y como este se encuentra durmiendo, habla con Ritsu, este le pregunta por qué no da el primer paso (sin saber que Kai ya se le declaró a Haru), entonces Kai le responde que porque no quiere perder la amistad de Haru.


    Takeshi le cuenta a Masamune sobre la insuficiencia cardiaca de Haru, y que le había prometido a Haru que no les contaría a ellos.

    Haru finalmente despierta, y Ritsu ya está enterado acerca de la insuficiencia cardiaca de su hijo, pero le dice que hablarán sobre su regaño más tarde. Kai y Taiki entraron a la habitación, Taiki luciendo realmente cansado y se lanza a abrazar a Haru. En un momento Taiki siente ganas de vomitar y va al baño, Kai fue detrás de él para ayudarle.


    Takeshi entra a la habitación, y como Taiki lo escucha desde el baño, le pide el favor a Kai de que Takeshi no se entere de que está allí.

    Takafumi se entera que está embarazado.

    Capítulo 11:
    Un preocupado Takeshi le pregunta a Ritsu si él se encuentra bien, en ese momento Kai sale del baño y le inventa una historia a Takeshi para convencerlo de que Taiki ya se fue. A continuación, Kai saca a Takeshi de la habitación. Taiki salió en ese momento del baño.

    Haru recibió un mensaje de Kai, diciendo que lleve a su amigo al ginecólogo, y Haru se lo dice frente a Ritsu. Ambos deciden acompañar a Taiki para una revisión y ultrasonido. Ritsu decidió hablar a solas con Taiki, este le pide perdón, pero Ritsu le dijo que no tenía por qué hacerlo, lo abraza, lo apoya, y Taiki se desmorona. En ese momento Taiki decidió abortar, y se lo dijo a Ritsu.


    Kai le pide permiso a Takeshi para cortejar a Haru y este le dice que todo depende del corazón de Haru, que es él quien debe decidir.


    Daisuke lleva a Taiki a su casa, y allí aparece Takeshi queriendo hablar, aunque Taiki no quería, finalmente Takeshi lo llevó a una plaza para hablar. Allí Taiki le dijo que está embarazado y que no quiere tener al bebé. Comienzan a discutir por ello, pues Takeshi quiere al bebé.


    Un chico llamado Asahi encuentra a Haru en la entrada del hospital y le da una cachetada.

    Capítulo 12:
    Recuerdos del pasado: Asahi tiene dieciséis años, y camina bajo la lluvia, sin rumbo, y con una maleta en la mano, pues sus padres lo echaron de su casa cuando se enteraron de su condición de fértil, y de que además, es gay. Sora lo encuentra, y decide llevarle a su casa, donde se quedará definitivamente a vivir. Takafumi y Zen lo recibieron con los brazos abiertos aunque se tratase de un completo desconocido.

    Pasaron ocho meses desde que Asahi llegó a sus vidas, y consiguió trabajo en Marukawa, además ejecutaba la guitarra y cantaba con Sora todos los fines de semana en un pequeño bar. Estaba próximo a mudarse, pues había juntado lo suficiente para empezar a vivir solo. Tuvieron una noche de un concierto, y al terminar decidieron regresar juntos a casa, esa noche nevaba. Es nochebuena, al llegar a casa, se encuentran bajo un muérdago “casualmente”, entonces se besan, y Sora le pide que sean novios. (Fin de los recuerdos)


    En el presente:
    Haru, desconcertado, recibió una cachetada de un chico desconocido, frente al hospital. Asahi le reclama entre gritos lo cruel que ha sido. Asahi y Sora han sido novios durante dos años y cuatro meses. Un preocupado Haru, cuando lo ve caer de rodillas y sollozando le pregunta qué sucede con él. Cuando ambos se tranquilizan, deciden ir al jardín trasero del hospital a charlar.
    Asahi, poco a poco, se da cuenta de que Haru es una persona amable con buenos sentimientos.
    Asahi le cuenta sobre el accidente que tuvo Sora la noche en que Haru y él hablaron.
    Recuerdos: Sora, desconsolado, luego de que llevaran a Haru al hospital, llama a Asahi, este se encuentra en el parque donde ambos se conocieron, y se sienta en el columpio en donde atiende la llamada de Sora. Sora le dice que desearía querer un poco menos a Haru, y que desea haberlo conocido antes que a él. Asahi solo le responde que está agradecido a Haru, porque si no fuera por él, no se hubieran dado una oportunidad. (Fin de los recuerdos)
    Asahi le cuenta a Haru que Sora está en coma. Al final, termina dándose cuenta de que Haru lo ama, y decide llevarlo a su habitación.


    Capítulo 13:

    En el hospital, Zen despierta a Takafumi para avisarle que va al trabajo. Se había estado quedando con Sora todos los días y las noches. Takafumi se desmaya y entonces Zen decide que se quedará con ellos.
    Zen le dice que debe cuidarse, además Asahi dijo que cuidaría de Sora en el tiempo que necesiten descansar.
    Mientras tanto en casa de Kou y Shota: Taiki ha estado enfermo durante los últimos días, pero se ha negado a ir al médico. Shota debe ir al trabajo y Kou lo convence de que vaya, y que le avisará si sucede cualquier percance con su hijo.
    Shin se despierta y entabla una conversación con su padre, en donde Kou le pregunta cómo van las cosas con Yuki, y si ya tuvieron relaciones. Solo quiere que se cuiden.
    Shin le habla de sus sentimientos. Yuki solo lo ve como un amigo, pero eso a Shin no le parece malo, y es feliz mientras le permita quedarse a su lado.
    Kou le empieza a preguntar por Taiki, pero entonces él aparece en la cocina preparado para ir al colegio.
    Mientras tanto en la casa de Chiaki y Yoshiyuki: Tori le prohíbe a Aoshi ver de nuevo a Yue, sin darle explicaciones. Aoshi lo enfrenta, y cuando Tori casi le pega, Chiaki lo detiene. En medio de la discusión llega Daisuke a casa, pero Aoshi se retira a su habitación, al igual que su padre. Entonces, Daisuke decide ir a hablar con Yoshiyuki, y encuentra su padre llorando, allí se da cuenta de que su padre solo se encuentra preocupado, pero de nuevo no le da razones, y le dice que Aoshi no debe ver a Yue.
    Chiaki acude a la habitación de Aoshi y le brinda su cariño y apoyo. Al darse cuenta de los sentimientos de su hijo, se convence de lo que debe de hacer.
    En la escuela, con Taiki y Shin: Taiki, como presidente del centro de estudiantes, practica su discurso en el ensayo de graduación, pero se desmaya y su hermano lo lleva a enfermería. Allí, le cuenta a Shin que está embarazado, pero que no quiere tenerlo. Su hermano solo lo abraza y decide permanecer a su lado.
    En la habitación de Yuki, en su casa: Escribe en su diario e ignora los constantes mensajes de su amigo, Aoshi. Yuu entra llevándole la merienda, y luego su hijo le pregunta Qué es el amor.
    Recuerdos: De pequeño, Yuki sufría bullying en la escuela y Aoshi siempre lo protegía, o iba a buscarlo a la salida de clases a la azotea, en donde se solía esconder. Una vez más, Aoshi le promete que no le dirá a sus padres, pero se promete a sí mismo que no molestarán más a su amigo. (Fin de los recuerdos)
    Yuu le explica a su hijo que el amor es un sentimiento que te hace querer vivir.
    Recuerdos: Un día, cuando Yuu fue al centro comercial con sus pequeños (Yuki de cuatro años y Yue de cinco años de edad) se encontró con sus padres, quienes al enterarse de que él había dado a luz a sus pequeños y se había casado con un hombre, lo despreciaron y humillaron. Valientemente, Yue defendió a su padre, pero Yuki tuvo mucho miedo y se asustó. Luego de que Yuu defendiera a sus hijos, y se alejara de esas personas, le ofreció a su hijo su peluche de dinosaurio, Yoshi, para poder darle un poquito de tranquilidad. El osito era de Kanade. (Fin de los recuerdos)
    Yuki finalmente decide mostrarle a Yuu, sus cortes.
    Con Asahi y Haru: En el camino a la habitación de Sora, Haru se disculpa con Asahi, se da media vuelta y se va.
    Taiki decide abortar y su hermano lo acompaña a la clínica, pero en el último momento se arrepiente. Al salir del hospital, se encuentra con Takeshi, quien se encuentra acompañado de una chica. Taiki no se siente bien, y Takeshi presupone lo peor: que ya ha abortado, y le lanza ofensas terribles a Taiki, quien no se defiende ni niega nada. El taxi llega y Shin le ayuda a subir.
    Al llegar a casa, Taiki sufre una descompensación.





    Capítulo 14:
    Yuki le cuenta a su padre que se corta desde los doce años. Yuu lo abraza, y le pide perdón.
    Una vez solo en la sala, Yuu no puede dejar de atormentarse por cómo se encuentra su hijo. Kanade le llama y le dice que se retrasará en su trabajo y que pasará el fin de semana afuera, presiente que algo anda mal, pero Yuu insiste en que todo está bien.
    Al día siguiente, Yuki le hace prometer que no le diga nada a Kanade, que él mismo desea decírselo. Yuu se lo promete.
    En el hospital, llegan Kou, Shota, Ritsu y Masamune: Shin los estaba esperando. El médico aparece y les dice que Taiki ha sufrido una amenaza de aborto, pero que pasó el peligro. Shota solo está preocupado por su hijo. Kou se enfurece al saber que Ritsu y Masamune ya lo sabían, pero Shin se acerca a él para explicarle todo. Kou les advierte que no dejará que Takeshi se acerque a Taiki nuevamente.
    Pasan los días y Taiki va mejorando, aunque aún está en el hospital. Haru lo visita y hablan. Taiki cree que ya no tiene más oportunidades con Takeshi. Sora aun no despierta del coma y Haru le comenta que no ha sido capaz de ir a verlo, por todos los sentimientos que tiene, sobre todo de culpa.
    En la habitación de Sora: Asahi lo abraza con cuidado al notar que ha despertado. Asahi le relata lo que ha pasado en su ausencia, incluso que conoció a Haru y habló con él. Sora termina por pedirle una nueva oportunidad, que sean novios de nuevo. Asahi acepta. En ese momento golpean las puerta de la habitación.




    Me pueden seguir en:

    www.facebook.com/LadyTrifecta/

    Posdata: ¿Pueden decirme si me apresuro mucho? Es que siento que cada vez hago más cortos los capis, aunque el 22 es el doble de largo del 21. Trataré de esforzarme en detallar mucho más las escenas.

    Gracias.

    Edited by Lady Trifecta - 30/7/2017, 23:23
823 replies since 6/5/2012
.