Posts written by Simplicity.

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    Full Moon
    Capítulo III: Pacto.


    La luz suele verse como un elemento del día, presente durante el reinado del astro dorado que protege a las criaturas nacidas bajo su manto radiante. O eso es lo que se cree en la raza humana; la criatura mas ajena a los dos reinados del universo que sin embargo fue creada para ese propósito: permanecer en un punto medio entre los dos por el cual puede ejercer su poder y vivir bajo ambos reinados. El tiempo forjó la idea del terror y aversión hacia la noche, y el ser humano se estableció en el reinado del día con la promesa de protección. Pero los pocos que optaron por seguir el camino de la oscuridad no solo obtuvieron protección; sino el poder y la sabiduría para avanzar hacia el vacío con los ojos cerrados.



    – ...¿Disculpa? – Kyu pestañeó un par de veces por la poca visibilidad que no le permitía ver claramente a la silueta sombría frente a él, acompañada por la confusión de aquella pregunta un tanto hostil. Las yemas de sus dedos se apretaron con fuerza contra la pared encrispada a sus espaldas, se sentía fría como un témpano.

    Kyu pudo escuchar el suspiro de la figura masculina contra la máscara alumbrada por la luz de la luna, que se bamboleaba levemente con el sacudir de su cabeza. – Dije que yo hacía las preguntas. No hay tiempo para ésto; tienes suerte que he llegado antes que ellos, pero sólo te he conseguido un par de minutos de ventaja. – Dando otro paso adelante, el extraño acercó una mano, la cual estaba cubierta por las largas ropas de la manga. Por supuesto que Kyu no era tan fácil de convencer, además que se encontraba demasiado intrigado con aquellas últimas palabras.

    – ¿Ellos? – Kyu susurró con un hilillo de voz que se le escapaba a medida que se le enfriaba la garganta. El breve recuerdo del vapor negro se le vino a la mente, brotándole más de un escalofrío por el cuerpo. Irse ¿a dónde? ¿Y dejar todo así? ¿Dónde estaban? ¿Qué estaba pasando? ¿Qué hay de Kuroda, en ése caso? ¿QUÉ MIERDA ESTÁ PASANDO?

    – ...Tomaré eso como un sí. Andando. – El jirón que le arrebató de aquella posición le tomó por sorpresa, casi tanto como la previa voz del extraño, algo irritada, que parecía ya haber esperado suficiente. Jaló hacia atrás con fuerza y exclamó algo incoherente, pero se encontraba demasiado confundido y petrificado del miedo como para encontrarse en una mejor opción que seguir a aquel extraño enmascarado. Estar encerrado en una habitación con ellos tampoco sonaba como la opción ideal para siquiera considerar en el cuadro. Además, Kyu estaba tan cagado de miedo con éste tío, que no se veía en una posición favorable para rechistar.

    Se dejó guiar hasta la ventana, la cual se veía tan inerte como cuando Kyu la había intentado abrir con todas sus fuerzas, encontrándose en aquél espacio muerto, o tiempo congelado; lo que sea que estaba ocurriendo. Miró hacia Kuroda que se encontraba en la exacta posición que antes cuando ocurrió el suceso, sintiendo una angustia que le subía por el pescuezo debido a la impotencia y a la confusión de dejarlo así nada más.

    – Tu amigo va a estar bien, para fortuna suya y mala fortuna nuestra. – La voz cubierta del extraño sorprendió a Kyu nuevamente, con una seguridad en que no podía evitar confiar (o quizás porque claramente este rarito sabía más de lo que estaba pasando). – Aunque sería ideal dejar algún tipo de carnada, ellos sólo vienen por ti. Lo verás de nuevo, si no nos matan esta noche. Para él, nada de ésto habrá ocurrido. –

    A este punto Kyu ya no sabía si aquél comentario le recomfortaba o le daba aún más ganas de mearse del miedo. No se dio cuenta de su propia cabeza asintiendo a las palabras del extraño, seguido por una breve pausa al notar que ponía un pie sobre el escritorio frente a la ventana, preparado para salir por aquél vidrio que Kyu había fracasado en atravesar. Era inútil, lo había intentado todo. Sin embargo, su captor no parecía dudar cuando presionó una palma extendida sobre el ventanal gélido e inerte, aguardando unos instantes en silencio.

    Kyu carraspeó e intentó obtener la atención del extraño enmascarado, apuntando hacia la ventana. – Esto... sobre aquello, ya intenté todo pero— –

    Dos enormes grietas cruzaron el ventanal antes que estallara en miles de fragmentos, suspendidos en el aire por una gravedad inexplicable. El vidrio se movió por un instante y volvió a quedarse congelado, ésta vez con una brecha lo suficientemente grande para que lograran pasar entre las pequeñas partículas iluminadas por la luna que se asemejaban a copos de nieve, suspendidos en la nada misma. Aquella escena se podría considerar asombrosa, pero sólo se apilaba a la lista de extrañezas que estaban ocurriendo todas a la vez en el mundo corriente del chico.

    – Apúrate, no hay tiempo. – Soltó el ser encapuchado mientras daba un brinco hacia el tejado de la casa de Kyu. El chico titubeó unas palabras incomprensibles, las cuales se tragó al reconocer que ya no había sentido en rechistar. Apoyándose en el mueble a sus pies, se impulsó entre la nube de fragmentos de vidrio, que volaron en todas direcciones como si se encontraran en el espacio exterior. Una vez afuera, tuvo tiempo para observar aquél mundo sombrío en el que se encontraba inmerso; era como si todo el barrio, todo a su alrededor estaba congelado en el tiempo y sin color o vida. No era la oscuridad, era algo más que no lograba distinguir. Lo único que parecía iluminar el sector era aquella luna plateada que parecía brillar con un fulgor que Kyu jamás había visto antes; a tal punto que lograba divisar su propia sombra a sus espaldas, entre las tejas sobre las que estaba erguido.

    ¿Era éste realmente su barrio? ¿Era ésta su realidad? Todas las dudas y pensamientos que se arremolinaban en su cabeza parecían guiarse a la misma gran duda si se encontraba soñando o no. Y cada segundo que pasaba pensando en aquellas cosas le daba más desconfianza hacia el tío enmascarado. Ya no se encontraba a salvo y tampoco creía estarlo menos alrededor del extraño que decía haber venido a salvarle. Una vez lograron llegar al suelo, cosa que le resultó a fácil a Kyu por tantas veces en su niñez y adolescencia que se escapaba de casa por el tejado, observó sus alrededores una vez más. Divisó los callejones iluminados por la enorme luna a sus espaldas, el tiempo detenido por el cual hasta objetos en movimiento parecían haber sucumbido; autos que pasaban por el cruce, pájaros en pleno vuelo, gatos en medio de su salto. Lo último le recordó a Umi, angustiándole un poco pero casi seguro que estaría bien. Logró observar lo mismo al otro lado, por el cual se extendían las calles hacia el interior del barrio oscuro.

    Y se echó a correr.

    – ¡Ey, aguarda! – Logró escuchar la exclamación por parte de su captor, a la cual ni se inmutó mientras se echaba al vuelo a través de las calles en busca de algún escondite o simplemente crear una distancia lo suficientemente grande. Mientras más lejos mejor, así poder analizar su situación y buscar una salida o solución para aquel mundo congelado en el que se encontraba prisionero. Sus pasos comenzaban a reducir su ritmo, y su respiración se comenzaba a entrecortar por los jadeos de semejante carrera. Quizás si lograba hacer distancia para traer al extraño a su dirección, para luego despistarlo y volver a casa, podría tener una oportunidad. Casi se le escapó un grito cuando desaceleró y se atrevió a mirar atrás, encontrándose con la silueta del rarito enmascarado a unos meros metros atrás, bramando con una impaciencia notable; casi preocupación. Mierda, ¿cómo le había alcanzado tan rápido? No podía detenerse ahora; no podía ser alcanzado.

    A medida que se acercaba su captor debido al cansancio de Kyu, lograba escuchar sus gritos con mayor coherencia e incluso notar su tono de voz. Se oía preocupado, algo frustrado, mientras no le sentía jadear. Ésto no iba bien.

    – ¡Kyu, detente! ¡No es por ese lado! ¡Vuelve aquí –

    – ¡Aléjate de mí! – Le gritó de vuelta con el poco aire que le quedaba, ya calculando en su torpe cabeza que había estado corriendo por más de un kilómetro a todo dar; pero el miedo le permitió seguir, más que todo debido al hecho que aquél extraño ser sabía su nombre. Se giró por un segundo a mirar a su seguidor, quién parecía aún más desesperado pero sin cansancio alguno. Sonrió un poco en su propia desesperación, negándose a permitir que lo atrapasen tan fácilmente.

    Y entonces.. oscuridad.

    Frenó en seco al girarse de vuelta a su propio frente, encontrándose con una enorme fumarola negra que se cernía sobre él, casi dispuesta a engullirlo por completo. Se le heló el cuerpo por dentro y perdió el equilibrio, mientras una débil bocanada de aire escapaba de su pecho contraído por el terror. Era el mismo sentimiento que recordaba con su encuentro en aquella pesadilla; pero ésto se sentía real, muy real. Se fue de bruces contra el pavimento, incapaz de sentir las heridas provocadas por el roce contra la calle, debido a su estado de espanto. La veía venir, aquella nube negra y palpitante que como una verdadera ola de mar se cernía con impulso para romperse contra el suelo y caer sobre Kyu. Sus pies temblaban y se negaban a moverse, a los cuales les imploraba en silencio que le cooperaran sólo por unos instantes.

    Lograba escuchar los gritos cercanos de su captor a sus espaldas, seguido por los pasos acelerados y rítmicos de su carrera. Pero no lograría llegar si Kyu no se levantaba y corría en su dirección. Necesitaba levantarse, ahora o nunca. La nube se disipó brevemente y se separó en varias nubes más alargadas que tocaban el suelo, las cuales tomaron una forma más reconocible para el terror de Kyu, seguidas por sus profundas voces y ecos ominosos. Parecían gemir como animales hambrientos, se arremolinaban en su dirección sin vacilar, mientras pulsaban y palpitaban como corazones negros y deformados. Levántate, Kyu. Levántate ya.

    Los brazos de aquellas figuras lentamente se volvían más visibles, tomando aquellos tamaños desproporcionados como verdaderos tentáculos gaseosos. Pónte de pie, levántate. Logró ver de cerca a uno de esos seres, del cual brotaron cientos de globos traslúcidos que se abrieron. Eran ojos, con una pupila negra e intensa que se fijaban directamente en su presa. Avanzaban en una procesión lenta, decidida, sin piedad. No querían matarlo, lo querían hacer pedazos. Ponte de pie. Ahora.

    – ¡Levántate, maldita sea! – Se dijo a si mismo antes que se impulsara con sus brazos en un arrebato de energía que brotó de sus más profundos instintos. Sus pies volvieron a responder, su corazón latía a una velocidad que podría ser alarmante en otras ocasiones. ¿Era ésto la adrenalina? Se sentía como tal, a pesar de que su cuerpo no sabía a lo que se enfrentaba, y que aquella realidad desafiaba toda lógica en su cerebro, su único fin en ese momento era sobrevivir y escapar. Dio media vuelta y corrió con todas sus fuerzas en dirección contraria, sin mirar hacia atrás. Es más, sus ojos se encontraban completamente cerrados mientras embestía contra su propio cansancio por el esfuerzo anterior, con una energía que no lograba comprender su origen. Por unos segundos que parecieron eternos, no lograba escuchar nada. Ni las palabras incomprensibles que gritaban esos seres diabólicos, ni su propia respiración o latidos. Como si hubiese hundido la cabeza en el agua, se encontraba en un silencio profundo y pacífico durante la carrera por su propia vida. Se dio de bruces contra el pecho del hombre encapuchado, quién lo sacudió sujetándolo de los hombros y le ordenó algo de manera apresurada que Kyu apenas comprendió. Estaba en otra parte, nada parecía entrarle; sólo la idea de irse de allí lo antes posible.

    Los dos corrieron hasta perder el aliento, cruzando callejones guiados por su instinto y las direcciones de su aparente aliado. Se detuvieron en el parque ubicado en las afueras del barrio, cercanas a un bosque que daba fuera de los suburbios; los susurros y gritos de las criaturas, que al parecer no lograban movilizarse tan rápido, ya no se escuchaban ni en la lejanía. La enorme nube negra se lograba ver en el horizonte, la cual de a poco se perdía en la vista y se disipaba. Kyu se desplomó en el césped jadeando e hiperventilado, incapaz de controlar su ritmo como si estuviese en pleno ataque de pánico. Naturalmente, surgieron las nauseas; causandole más de una arcada que casi terminaba en causarle vómito. Estaba aterrado; incapacitado por el cansancio, miedo y confusión. Se mantuvo arrodillado en el pasto por unos segundos mientras sentía las arcadas ir y venir con cada respiro, pronto sintiendo su propio sudor frío llenando su frente.

    – Eso responde a la pregunta, sin duda alguna puedes correr. Pero no en la dirección correcta, maldito idiota. – Logró escuchar la voz entre sus propios jadeos y los del enmascarado, quien se hallaba hincado y apoyado en un poste. – Casi nos matas a los dos. –

    Kyu no respondía por su cansancio, pero se le podía ver la mueca de rabia mientras jadeaba y aquella chispa en sus ojos que señalaban su disgusto. El que lo culparan por lo ocurrido era ya el colmo; éste tío de verdad no le caía para nada bien.

    – No tienes idea de lo peligroso que fue el haberte expuesto de ésa manera a los depravatio. Ahora están más que seguros que eres tú; ellos jamás olvidan una cara. Y créeme, lo que más quieren es encontrarte indefenso tal como te lanzaste a ellos como carne fresca. Repítelo en tu cabeza, nunca, vuelvas a hacer eso. – El joven extraño tiró del cuello de la camisa de Kyu, encontrándose con su rostro enfurecido, al cual se mostró impacible. Kyu, por su parte, miró fijamente hacia la blanca mascara frente a sus narices con un aire de impaciencia y desafío, empujándolo de aquella corta distancia que los separaba.

    Exacto, no tengo idea de lo que hice. Es más, no tengo una puta idea de lo que está pasando, qué demonios son esas criaturas que al parecer tienen nombre, y menos sé de qué te las traes tú. No sé que esperas de mí cuando un rarito con una estúpida máscara y ropas extrañas es lo primero que se me aparece y viene con ese tono autoritario de "uhh, ¿qué tan rápido puedes correr? uuu" – Su voz sarcástica junto con el tono claramente ofensivo a la imitación se le incrustaron al enmascarado que hasta ahora había mantenido una fachada bastante respetable. O eso era hasta que estalló con la misma furia e inmadurez de Kyu.

    – ¡Serás tarado! Yo que me di el peligro y el trabajo de venir hasta aquí para salvar a un patético humano, esperaba que al menos tuviera las luces suficientes para no lanzarse a un enjambre de depravatio como un imbécil ¡Muestra un poco de respeto! – Su voz rebotaba contra la máscara por las bocanadas de aire que soltaba en su enojo, volviendo la incómoda situación un tanto cómica– pareciendo más una discusión entre dos hermanos de ocho años por el puesto del auto.

    – ¡Hala! ¿Entonces no eres humano, eso quieres decir? ¡Con mayor razón no te quiero ni cerca, rarito!

    – ¡Habla el rarito que se lanza la bestia por el simple capricho de no seguir órdenes! ¡Sigue las reglas, por primera vez en tu vida! –

    – ¿¡Qué sabes tú?! ¡No me conoces, no te conozco, y no te quiero ni cerca! – El chico puso un pie firme en el suelo antes de dar media vuelta, suspirando en su frustración. – Yo me piro. –

    – ¿Eh? ¿A dónde? – Las orejas del misterioso ser se levantaron al escuchar a Kyu, dando un paso al frente dispuesto a seguirle.

    – Donde pueda pensar cómo salir de aquí, y donde esté lejos de ti. No me sigas. – Se encaminó hacia el bosque a las afueras del parque, gruñendo al notar que el terco le seguía. Pensaba quizás ir a casa, pero no tenía muchas opciones con el rarito a sus espaldas.

    – No seas idiota. Ni siquiera sabes dónde estás. –

    – ¡Excelente! Podrías comenzar por explicarme eso, sabelotodo. – Kyu resopló, girándose hacia el hombre mientras esperaba una respuesta.

    – ...Es complicado. – El joven miró hacia un lado, tosiendo en falso para evitar cualquier discrepancia.

    – ¡Ah! Y un pepino. Entonces no me sigas, ¿no tienes algo más que hacer? –

    – Fíjate que sí, pensaba salvarle la vida a alguien que resultó ser un niñato malcriado. – El enmascarado resopló con rabia, sacudiendo su cabeza mientras aceleraba el paso para alcanzarle.

    – ¡Vaya! Me pregunto en qué habrá terminado eso.–

    A medida que se acortaba la distancia entre ambos, Kyu lamentaba más aquella larga y agotadora carrera que había recorrido hace una hora atrás por haberle quitado las energías para escaparse del extraño ser aparentemente humano. Claro que en el fondo aquella carrera que tanto lamentaba fue la misma que le salvó el pescuezo. El extraño a sus espaldas ya no parecía articular palabra, había vuelto a su estado enigmático y sereno que previamente le causó tanto terror al pobre de Kyu; pero ahora le parecía una simple fachada. A decir verdad, también se le estaba pasando el enojo con cada paso que daba y mientras recuperaba el aliento tras la euforia de la supervivencia. Aún no lograba entender lo que estaba pasando, y tampoco confiaba lo suficiente en aquél ser (una afirmación bastante modesta, dado que no confiaba en él para nada) como para preguntarle alguna cosa que le garantizara una respuesta de fiar. Ralentizó su paso al notar que el tío le había alcanzado el paso, avanzando de manera decidida como si supiese el extraño camino que tomaba Kyu. La verdad ni él sabía a dónde iba; sólo se guió por el instinto y las emociones que se le arremolinaban encima cuando sólo quería alejarse de allí y de él. Pensó replicar de alguna forma para anunciar su disgusto, cosa que lanzó por la borda al asumir que aquél extraño le superaba en rendimiento físico y en velocidad– ya en todas las veces que se echó a correr le había alcanzado sin sudar gota alguna. No había necesidad de hacerlo, y tampoco era que sabía a dónde iban. En ése momento se percató de la situación, notando que no estaban siguiendo más camino que el cual Kyu había estad siguiendo por el profundo bosque a las afueras del parque, sumido a sus pensamientos. Estaba tan perdido en las emociones del momento, su propia confusión y divagaciones, que ni se detuvo un segundo a trazar algún camino que pudiese seguir de acuerdo a su plan de alejarse lo más posible del joven a su lado. ¿Dónde estaban? Se giró para notar a su captor aún a su lado, expectante. No decía palabra, como si hubiese sabido de tal situación durante todo ese tiempo. Estaban en medio del bosque, sin camino ni rumbo alguno. Sólo guiados por donde sea que los llevo la cabeza del chico asustado.

    – ..¿C-Cómo—? – Titubeó, mirando de nuevo al enmascarado quien soltó una breve risa de satisfacción, lo cual confundió al chico aún más.

    – Bien. Al parecer tu memoria astral no está tan atrofiada después de todo. – Soltó el joven mientras se alejaba unos pasos hacia otra dirección, frente a lo que parecía una pared de roca cubierta por enredaderas y ramas que se enroscaban sobre la oscura superficie. Kyu aún estaba intentando descifrar su propia situación, casi a punto de preguntarle al encapuchado sobre su comentario. No tuvo el tiempo para hacerlo, pues éste se desaparecía lentamente entre la mata de enredaderas y ramas que cubrían la pared. Kyu exclamó con una mezcla entre sorpresa y susto, ahogando su voz al notar la brecha que se ocultaba detrás de las hojas, lo suficiente grande para que pudiese pasar. El joven alto le señaló con la mano que le siguiera, a lo cual Kyu obedeció esta vez sin rechistar debido a la conmoción de los sucesos. Cruzaron el breve pasadizo oscuro, guiados por la luz plateada de la luna que se escapaba por el otro extremo de ese extraño corredor de piedra en el que se deslizaban lentamente.

    – Hemos llegado a tiempo. Quédate cerca. – Logró escuchar la voz del joven desde afuera, mientras avanzaba a medida que la luz de la luna caía sobre Kyu como una cascada. Cegado por unos segundos, se refregó los ojos antes de encontrarse en un espacio abierto en el bosque, como si los mismos árboles le abrieran el cielo al sector iluminado por los rayos del satélite plateado. En medio del lugar se desplegaba un estanque mediano pero aparentemente profundo, adornado por pequeñas plantas acuáticas y juncos que sobresalian desde la superficie cristalina, rompiendo aquel fino espejo de agua con el gentil agitar del viento sobre las afiladas hojas. La luna llena se cernía sobre la escena con una grandeza que no solo se debía a su tamaño. Era como si vigilara, omnisciente, sobre los dos seres que se encontraban frente al estanque. Como un ser mayor al entendimiento humano.

    Estupefacto, Kyu se disponía a preguntar- pero se encontró sin palabras. ¿Dónde estaban? ¿Cómo nunca había dado con aquel lugar antes? ¿Por qué se sentía como si estuviese destinado a encontrarse con ésto, como si hubiese estado aquí antes? Todo se sentía tan nuevo y tan familiar a la vez, y algo tenía aquel cielo estrellado que le daba a Kyu una felicidad inexplicable, como si se encontrase con algo que había perdido hace siglos.

    – Como si fuera un sueño. ¿Verdad? – La voz masculina que ya le resultaba reconocible trajo de vuelta a Kyu de aquel estado de asombro y profunda felicidad. El chico enmascarado se encontraba a la orilla del estanque, con un pie cercano al agua mientras parecía esperarle. Su silueta se encontraba con la luz de la luna, resaltando su contorno alto y trabajado cubierto por los harapos de su capucha. Había algo distinto en su voz, una especie de calma que se contagió en el aire y se encontró con los oídos del muchacho. Algo era distinto con aquel aire, pero lo que más le confundía era que no le causaba ninguna aversión. Al contrario, se encontraba en total calma. Sabía que estaba donde debía estar.

    Caminó en silencio tras unos pequeños pasos de duda, alcanzando la mano del joven que le esperaba, guiándole hacia el estanque. Dio un breve salto al poner un pie sobre el agua cristalina, asombrado por la falta de gravedad que no rompía el espejo líquido. Estaba suspendido, pisando sobre el estanque sin que su pie se hundiera.

    Entre la oleada de pensamientos que inundaron su cabeza, Kyu finalmente encontró la pregunta que había estado buscando durante toda la noche, hurgando en lo más profundo del terror, la confusion y alegría que había sentido en toda la noche. Una pregunta que respondía todo, y a la vez nada. La pregunta que en el fondo quiso preguntar desde el momento en que todo ocurrió, pero que tenía un miedo horrible por preguntar.

    – .. ¿Estoy soñando? – Un hilillo de voz se le escapó de sus labios cuando brotaron aquellas palabras de su boca, lo suficiente para que el chico alto y enmascarado pudiese oír. Fue respondido con una breve risa que le tomó por sorpresa, la cual podía sentir resonar en el pecho del encapuchado. No le sorprendió la confusión o el que no fuese la respuesta que esperaba; fue la calma que le trajo escucharla.

    – Sabía que eras tú. Me alegro. – Habló casi para si mismo, a medida que daba un paso más hacia el frente, deteniendo su paso. Kyu no pudo preguntarle más; notó que se encontraban en medio del estanque, parados sobre el agua cristalina que no cedía a su peso y no parecía quebrar aquel perfecto reflejo de la luna plateada, la cual cernía una circunferencia completa en el cielo e iluminaba a los dos como un gran foco incandescente. Tuvo aquellos instantes para observar a su captor detenidamente, trazando los rasgos cubiertos por la máscara con su imaginación. Algo le resultaba tan familiar, y lo podía sentir ahora más que nunca. Observó las orejas que había asumido que eran parte de la máscara, pero ahora ya estaba dispuesto a creer cualquier cosa. Nacían desde su nuca, se extendían hacia arriba como antenas pero con una elegancia en aquellas curvas cubiertas por un pelaje muy peculiar. Sus cabellos pardos parecían caer sobre su frente cubierta por el misterioso accesorio, los cuales le parecían pedir que los acariciara. Ésto último lo trajo de vuelta a sí.

    Un segundo..

    – Ya es hora. – La voz del extraño resonó contra la máscara una última vez antes que alcanzara la cinta que la fijaba en su lugar con ambas manos, y la desatara lentamente.

    Espera..

    La luna se encontró en su cénit, y casi de inmediato pareció brillar con aún más intensidad, mientras el agua bajo los pies de Kyu se agitaba lentamente y reflejaba de manera simultánea. Kyu miró a los lados por unos segundos antes que sintiera sus dos manos agarradas por una mas grande, girándose de nuevo a su captor. Se encontró con el un rostro estilizado pero con algunos rasgos toscos y varoniles, cabellos pardos que se caían por un lado con elegancia, cubriendo lo que parecía ser un parche de grabados y símbolos incomprensibles en el ojo derecho. Su ojo izquierdo estaba intacto, y reflejaba la luz de la luna con un fulgor acuamarino hiptonizante. Un fulgor que parecía fuera de éste mundo, pero que Kyu conocía demasiado bien.

    ..Espera..

    – Ante luz y oscuridad, cielo y tierra, imploro ante las estrellas vuestra atención. – Kyu se encontraba tieso, estupefacto, incapaz de hacer algo mientras escuchaba al ser recitar con una voz firme y profunda. Sus manos se encontraban atrapadas entre las del extraño, de las cuales parecía brotar una luz incandescente desde aquel contacto. El viento comenzó a soplar con fuerza, y el agua parecía arremolinarse en torno a los dos.

    - En presencia de la Luna Llena, en juicio de los Antiguos, vuelvo a reunir a ésta alma despierta. –

    Un escalofrío indescriptible se deslizaba desde sus brazos hasta su nuca, originándose desde el contacto con las manos del otro como una corriente eléctrica. Los ojos del joven alto estaban cerrados, su cabello sacudido por las ráfagas de viento que ahora ahullaban entre los oídos de Kyu con violencia, y giraban como un remolino. Los árboles se agitaban en un vaivén alarmante.

    – Aceptad a esta alma y recibidla una vez más entre las estrellas, ahora que ha sido encontrada. Velad por ella, en defensa al pacto hecho esta noche por su Familiar. –

    Apenas pudo reaccionar cuando notó los colmillos del joven enterrándose sobre su propio dedo, dejándolo sangrar. Su corazón dejó de latir, algo en su cuerpo urgía que se fuera de aquél sitio y algo más le imploraba que se quedara quieto, donde estaba. El joven pasó su pulgar ensangrentado sobre la frente de Kyu, trazando un extraño símbolo circular que asemejaba una luna menguando. Luego trazó en su propia frente el mismo símbolo.

    – En presencia de las estrellas, reúno tu alma con tu destino. Y renuevo el pacto que una vez te unió con la de tu Familiar. –


    Umi.





    – ¡Kyu! – Un breve palmetazo en la nuca impartido por Kuroda despertó a Kyu de golpe, quien dio un salto hacia atrás y se dio de espaldas con el suelo de su habitación. Se sobó brevemente mientras miraba en todas direcciones, tiritando por la catarata de emociones que se estrellaba sobre su débil cerebro somnoliento. ¿Qué?

    – Ya terminó la peli. Nos quedamos dormidos.. la próxima vez la eliges tú. – Kuroda se levantó mientras hablaba con desgano, seguido por un largo bostezo. Sacudió la cabeza, alegando. – Me quito el sombrero ésta vez, mi elección estuvo como la mierda. Ni se acercaba al manga.

    Kyu estaba helado, con la mirada perdida en el vacío. No había explicación para su estado. Kuroda ya se encontraba en sus boxers y acurrucado en el futon al suelo de la cama de Kyu, mirándole con una expresión extrañada. – ¿Pasa algo? ¡No me digas que te dio miedo esa película barata! – Sugirió, sin resultado. Kyu seguía allí, en silencio. Sus manos temblaban mientras sentía el maldito sudor frío en su espalda otra vez. La televisión se encontraba estática, el video ya completado, sugiriendo nuevas películas relacionadas al anterior con el buscador.

    Pero qué...


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    TAN TAN. Me dio la inspireichon pero decidí no vomitar todas las ideas en un sólo capítulo. Espero que les esté gustando hasta ahora, ¡y no duden en comentar cualquier opinión o lo que esperan del siguiente capítulo! Sus comentarios hacen que todo valga más que la pena, y se aprecian mucho. ~

    Un saludo, ya estaré escribiendo el cuarto capítulo a partir de mañana, y a seguir avanzando en las ilustraciones que ando medio atrasado con eso. ;;
    Bai. ~

  2. .
    Ya estoy comenzando a subir ilustraciones! Claro que son sólo bocetos sin terminar de lo que me imagino mientras escribo, así que tampoco esperen tanto detalle Dx. Estaré subiendo ilustraciones de capítulos anteriores a medida que pasa el tiempo (siempre y cuando lo tenga. =3=)
    Estoy escribiendo el tercer capítulo, lo estaré subiendo dentro de unos días. Saludos!
  3. .
    Muy buenas. Llevo bastante tiempo en el foro, y siempre voy y vuelvo con las estaciones (?), por lo que nunca pensé en unirme a algún tema o club. Pues bien, sin decir más adjunto mi ficha. C:

    Nick: Simplicity. Me pueden decir J (???)
    Edad: 20
    País: Chile, estudiando en Canadá.
    Género: Masculino (masho pesho pelúoh)
    Género de escritura que mas les guste: Fantasía, romance, terror, moderno.
    Quien los inspira para escribir: La magia de CLAMP, el retorcido mundo de HP lovecraft, animés viejos de infancia, fantasía pura ya sea en fábulas o en mitología, autores de manga shoujo.
    Como descubrieron que les gusta escribir: Desde que tengo memoria me la paso soñando. He perdido la cuenta de cuántas veces al día me doy de narices con cosas por estar soñando despierto; la escritura y el dibujo me permiten expresar todas esas fantasías.


    ¡Espero poder unirme! Me encantaría formar parte.
  4. .
    Full Moon
    Capítulo II: Despertar.

    La Madre Noche jamás duerme. Ni bajo plena luz del día, cuando su reinado a duras penas logra alcanzar donde el sol toca con su imponente fulgor; la oscuridad se encuentra más despierta y viva que nunca. En las sombras que se retuercen bajo los pies de las criaturas que deambulan durante el ciclo radiante, en los corazones nublados por aquel velo infinito, en las mentes de aquellos perdidos entre un plano y otro; en el bien y el mal. La oscuridad no es insidiosa; es honesta– es donde un reino alterno se cierne y despierta...

    despierta…

    despierta…



    – ¡Kyu, despierta! – la voz de Kuroda sacudió los oídos del joven y lo trajo hacia su propia realidad, la cual supuestamente se encontraba hace unos meros instantes en un callejón oscuro, en medio de lo que parecía ser una batalla sobrenatural. Imágenes se incrustaban y se escapaban de su mente repetidas veces a medida que volvía en sí, su respiración tan agitada como cuando se encontraba a segundos de morir frente a la criatura gaseosa de un color negro puro. Aún sin volver en sí, se aferró a la superficie de madera que se apoyaba a sus lados y miró en todas direcciones; en busca de alguna salida, aquél ser diabólico, o la figura casi humana que parecía haberle salvado– pero sólo se encontró con las risas de sus compañeros de clase, el rostro confundido de Kuroda y el amplio salón de clases que parecía acapararse con la mirada gorda del profesor hacia el alumno somnoliento.

    – ¿Una pesadilla, quizá, señor Ooshima? ¿Preferiría una cama, en su casa? – la voz amarga de su profesor acompañaba el tosco tono autoritario que resonaba en su pecho de fumador. Kyu, por su parte, intentaba reencontrarse con aquella escena y lograr atar los puntos que le llevaron a sentarse en aquel salón. ¿Cómo mierda llego allí? ¿Fue una pesadilla? ¿Cuándo recordaba haberse levantado esa mañana y haber llegado a la escuela?

    La mirada fulminante del profesor no esperaba respuesta alguna, simplemente notó la confusión del joven y decidió perdonarle por esta vez; ya la pesadilla parecía haberle dado una lección ejemplar. Dando media vuelta y girándose al pizarrón, optó por seguir la clase. Kyu miraba al vacío fijamente, sintiendo su frente humedecerse con un sudor frío y escurridizo. Kuroda le palpó un hombro, riendo.

    – Tío, llevas casi una hora durmiendo. Llegaste a la clase y te sentaste, sin más decir y te pusiste a roncar. Tienes suerte que el señor Shimada no lo notó hasta ahora. – Le susurró con un tono cantado y burlón, mientras Kyu no parecía girarse a verle.

    – ... ¿Qué hora es? – susurró casi para sí mismo, su voz un tanto sacudida por sus propios latidos. Kuroda alzó una ceja y miró el enorme reloj de cristal colgado por sobre el pizarrón y la cabeza del profesor que resumía su lectura. Kyu generalmente era un raro para algunas cosas, pero ya era el colmo.

    – ... ¿Las ocho y media? Tío, ¿estás bien? Llegaste a la hora y no has dicho palabra, y ahora pareces como si hubieras visto a un fantasma. – Kuroda se acercó a alzar una mano frente al rostro de Kyu para ver si reaccionaba. – ¿Cuánto bebiste anoche? –

    La confusión terminó por dominar su cordura, finalmente resignándose en buscar una razón a su condición. Dio un suspiro largo y disfrutado, cerrando los ojos mientras intentaba aletargar el paso de sus intensos latidos que parecían resonar hasta su garganta. Kyu se giró a Kuroda y negó con la cabeza lentamente, más como una expresión de cansancio.

    – ... No sé, hombre. Me he despertado de un segundo a otro y creo que he tenido un sueño de lo más raro. Quiero vomitar; quizá de verdad bebí demasiado. – susurró a medida que su cuerpo se entumecía para relajarse de semejante tensión por la que había pasado además por un breve, pero punzante escalofrío que sentía al decir aquellas palabras. Fue un sueño, eso era lo lógico. Pero un sueño quizá demasiado raro para lo usual. ¿Qué pavada tenía dentro ese vodka que tomó en el karaoke? Alguna droga o algo para jugarle una broma para su cumpleaños, de seguro. De muy mal gusto, para variar.

    - Ya… recuerda que hoy nos toca limpiar el salón después de clase, así que no vomites hasta un rato más. ¿Vale? – su amigo bromeó como siempre, sacándole una que otra sonrisa al joven y un breve codazo. Tras unos pequeños instantes de risa, Kyu volvió a su realidad en aquel salón, prestando atención a su profesor. Aquella simple y mera realidad.
    Su aburrida realidad.

    La mañana prosiguió sin interrupciones, como cualquier jueves en su escuela. Imágenes de su bizarra fantasía iban y venían, pero ya no les prestaba tanta importancia. Era más bien una curiosidad, o una sensación que algo en aquel rompecabezas no encajaba; o más bien una pieza que no pertenecía allí, para empezar. Sus sueños generalmente eran igual de vívidos, pero éste tenía algo especial, algo nuevo. Pronto la mañana se volvió mediodía, y no demoró en volverse tarde. Cruzó miradas con Takahashi una que otra vez en los pasillos, con un odio y repulsión que el resto de los alumnos lograban sentir emanando de los orbes ocres del pateador. Era una tensión palpable, y sin duda el tema más cuchiqueado durante ese día en los salones de la institución. Takahashi por su parte no sentía nada más que terror.

    - Oye, tampoco le hagas la vida imposible al pobre. – Kuroda suspiró mientras cogía la escoba del armario en el salón, mirando de reojo a su amigo que refunfuñaba de ira mientras empapaba el trapo con agua del balde a sus pies.

    – Lo quiero fuera de mi vista y que se muera si es necesario. – Musitó con la furia casi resbalándose de sus dientes, los cuales mantuvo seguros y apretados para no dejar salir un berrinche más. Optó por desquitarse con el trapo goteando entre sus manos, el cual estrujó con quizás demasiado entusiasmo para el gusto de Kuroda, quien podía imaginar a medida que veía esta escena cuales eran las verdaderas intenciones de su amigo detrás de ese entusiasmo casi cómico.


    – Ya, ya, no es la primera vez que te atraviesas con un tarado. Se te va a pasar. – Soltó Kuroda con tono burlón mientras barría el polvo del suelo debajo de los pupitres escolares. Pasó la escoba cerca de Kyu quien se encontraba aún hincado en el suelo, rozando su pie. – Ahora ponte a limpiar, que llevas más de cinco minutos ahorcando al pobre trapo. – Kyu rio con desgano mientras se erguía y pasaba el trapo mojado por la madera de los pupitres, con la otra mano rociando el limpiador de la botella.

    Fueron unos cuantos minutos en silencio, seguidos de uno que otro comentario o anécdota por parte de Kuroda o Kyu que los pusiera a reír para luego resumir los deberes en silencio. Tras terminar la limpieza pasados unos cuantos minutos más, Kyu se dispuso a guardar todos los implementos usados en el armario de escobas mientras Kuroda miraba su móvil. El joven escuchó una voz femenina con tono formal narrando lo que parecía ser un incidente, resonando desde el smartphone de Kuroda.

    – ¿Qué estás viendo? – Sin tanto interés, pero con una pizca de curiosidad, Kyu preguntó sin girarse a su amigo mientras guardaba la última escoba.

    – Al parecer anoche hubo dos eventos en zonas cercanas los suburbios. Está de lo más raro. – Kuroda murmuraba mientras subía el volumen del video que miraba por la plataforma de red social. –Ocurrieron alrededor de nuestra área, a la medianoche. –

    Un breve cosquilleo se resbaló por el espinazo de Kyu mientras escuchaba a su amigo, manteniendo la distancia. Algo no le dejó acercarse a ver el video con sus propios ojos, prefería escuchar a Kuroda narrarlo- y cada palabra parecía darle más y más imágenes de aquella pesadilla de la cual ya se estaba olvidando para ese entonces.

    Tragó saliva, intentando buscarle una relación más cuerda que un estúpido sueño. – ¿Qué clase de eventos? – Preguntó intentando no titubear ni darle alguna idea a Kuroda de sus pensamientos.

    – Destrucción de propiedad, gente desaparecida. Pero tampoco se sabe mucho, al parecer no hay testigos… los pocos involucrados o cercanos a las escenas dicen no recordar nada. – Mientras decía esto, el video terminaba con la noticia y pasaba a un siguiente video irrelevante de un gato saltando un trampolín, el cual pronto se llevó el interés de Kuroda con una sonrisa. – ¡Oh, mira! Qué ternura, ¿no? –

    El chico más alto se giró a su amigo quien no parecía escucharle. Kyu se encontraba apoyado al pupitre más cercano a su traste, mordiéndose un dedo con la mirada fija en la pared; sumido en pensamientos que no parecían agradarle ni un poco. Kuroda alzó una ceja, agitando una mano frente al rostro de su amigo con desgano mientras le daba unos toques en la nuca.

    – ¡Eh, Kyu! Definitivamente estás raro hoy. ¿Aló? ¿Alguien? – Le dio un toque más fuerte con la carcasa de su móvil, haciendo que el chico volviera de aquel mar de pensamientos y se sobara la nuca lentamente, sin reaccionar lo suficiente para enojarse o replicar.

    – …Ah, perdón. No, no, qué va. ¡Estoy bien! – respondió con prisa, sacudiendo la cabeza mientras se levantaba de su posición previa. Kuroda claramente no estaba convencido, pues se acercó a Kyu y le tomó la fiebre con una mano en la frente. Generalmente Kyu no permitiría que alguien se le acercase al rostro con tanta osadía, pero conociendo a su amigo por tanto tiempo – además sabiendo que no le interesaban los chicos – no tenía de qué enojarse. Además, Kuroda ya había hecho cosas mucho peores, el muy canalla.

    – Hmn. No tienes fiebre, entonces ¿qué mierda te pasa? ¿Pasó algo anoche cuando te dejé después del karaoke? Hoy has estado muy asustadizo y no pareces estar acá, en el planeta tierra. – Kyu negó con la cabeza a la pregunta casi de inmediato, pero luego lo pensó un poco. Pronto estaba asintiendo en vez de negarlo, pero con una incerteza clara en sus movimientos.

    – Quisiera decir que sí, pero no sé realmente qué pasó. Creo que me encontré con alguien, que me dio un miedo horrible. No recuerdo haberme lastimado, eso sí. –

    Kuroda se cruzó de brazos mientras escuchaba, asintiendo. – Ya veo. ¿Estás solo en casa esta noche? –

    Kyu soltó una risa algo amarga mientras alzaba una ceja. – ¿Qué crees? – Kuroda rio con el mismo tono, encogiéndose de hombros mientras aceptaba que su pregunta fue un tanto estúpida.

    – Vale. ¿Te parece si me quedo esta noche en tu casa? Podemos beber y ver pelis de terror. La semana pasada yo invité, así que te toca. – Sonrió, dándole unas palmadas a Kyu en el hombro.

    – ¿En un jueves? – Soltó Kyu, alzando una ceja. Algo le hizo replicar instantáneamente, como una defensa.

    – ¿Desde cuándo te importa eso? Tú que andas de escapadas en clase, no puedes decir que un día de semana te va a joder, idiota. Vale, vámonos. – Kuroda empujó al chico con un brazo mientras lo guiaba fuera de la sala, tomando sus cosas para caminar hacia el pasillo que llevaba a la salida del edificio. Cuando Kuroda quería algo, no había forma de convencerlo; y Kyu también era un poco así, por lo que no había pretextos para negarle algo tan usual entre ellos dos como una noche de películas y cerveza.


    El camino a casa fue como cualquier otro. Kuroda soltando bromas baratas de cada cosa que brotaba de la conversación, y Kyu reaccionando a aquellas bromas de forma tanto positiva como negativa – principalmente lo segundo. Hundió sus manos en los bolsillos mientras caminaban por el área que le parecía familiar – la cual le recordaba a las vagas imágenes que le quedaban de su pesadilla. Ese humo negro como el carbón, esa voz aparentemente femenina que parecía brotar del fondo de las tinieblas, la misteriosa figura que le había salvado… Todo era un rompecabezas que no encajaba en ningún lugar de su memoria o lógica básica. Fue un sueño, tenía que serlo; pero ¿por qué no podía convencerse de aquello?

    Apenas logró darse cuenta cuando se encontraron con la amplia puerta de entrada a su propia casa, la cual Kuroda conocía bastante bien como para extraer las llaves de la mochila de Kyu para abrir el cerrojo de bronce que se destacaba con la rústica madera de roble. Sin rechistar, Kyu hizo paso una vez su amigo abrió la puerta, después de quitarle las llaves mientras éste se reía de su poca reacción en primer lugar.


    – Agregaron nuevas pelis de miedo, al parecer. ¿Has visto alguna de éstas? – Kuroda preguntó a lo lejos sentado en el suelo mientras miraba la página web del servicio de películas en el laptop de Kyu, quien estaba demasiado ocupado para responder, acostado en su cama con Umi en sus brazos – recién llegado sin invitación. Entornando los ojos, Kuroda volvió su mirada a la pantalla del ordenador asumiendo que la respuesta era No. – Si necesitáis espacio, los dejo a los dos tórtolos para que hagan lo suyo. – Comentó con tono burlón, sacudiendo la cabeza.

    – Idiota. – Susurró Kyu con una sonrisa, sin girarse a su amigo. Alzó al gato dormilón con sus dos brazos sobre su rostro, mirándolo mientras sus patas colgaban con pereza. Umi estaba particularmente calmado, generalmente odiaba la presencia de otra gente ya que la mayor parte de las veces que alguien se encontraba con el gato dentro de la casa, lo echaban a patadas de ahí por miedo a molestar a la quisquillosa madre de Kyu. Quizás ya estaba acostumbrado a las visitas constantes de Kuroda, siempre y cuando no lo tocara. Kuroda por su parte ya había aprendido a no hacerlo; las incontables mordidas y arañazos que ha recibido le han enseñado lo suficiente. No podía entender como Kyu podía querer a una criatura tan violenta como ese gato de mierda.

    Finalmente, Kuroda llamó la atención de su amigo para que mirara la pantalla del televisor conectado a su laptop, indicando el botón para comenzar la película. – Por si no escuchaste, vamos a ver La Casa de los Espíritus. Sólo espero que sea fiel al manga… – el amigo de Kyu hablaba casi para sí mismo. Dejando a su amigo felino de lado dormitando en el colchón, se acercó al televisor mientras se sentaba en el suelo; bebiendo otro trago de la botella de cerveza.

    – Yo sólo espero que no sea tan mala como la anterior. Ésa de los zombis y la bruja malvada era para vomitar de lo aburrida. –

    – Ya, ya. Ocho de diez pelis de miedo son pésimas, deberías saber eso. –

    – Entonces elije las dos que quedan, genio. –


    La película era pésima. Kuroda se quedó dormido del aburrimiento y por el alcohol, mientras Kyu intentaba buscarle un sentido a lo que estaba mirando. Lo cierto era que las imágenes de su pesadilla no parecían irse, y eso lo tenía ya cabreado. Cual fuera la escena de la película en su televisor, no lograba quitarse de su mente aquella figura aterradora que casi le quita la vida aquella noche. Estaba tan sumido en sus pensamientos que no logró notar tan rápido cuando el televisor se congeló en una imagen, y el sonido se apagó. Suspirando, se levantó a mirar la pantalla sin entender el por qué a la falla. Tampoco le molestaba perderse la horrible película de clase B, pero le preocupaba más si era una falla del televisor o de su laptop. Se sorprendió al notar que los aparatos no respondían cuando él presionaba los botones, fuera cual fuera. Algo frustrado, intentó apagar la televisión y su ordenador, en vano. ¿Una falla eléctrica? Primera vez que veía algo semejante. Optó por despertar a Kuroda, quien estaba medio sentado y dormido a su lado.

    Su corazón se detuvo por un segundo al sentir la piel fría e inerte de su amigo. No estaba muerto, pero no respondía. Es más, parecía como si no fuese una persona – era como un mueble inerte y rígido que no parecía reaccionar al tacto de los dedos del joven. Exclamó, gritó, pero no respondía. Kuroda se encontraba helado y petrificado en su lugar, su pecho no se alzaba por su respiración. En su desesperación Kyu dio un breve empujón hacia el cuerpo de su amigo, espantándose al notar que resistía. No podía moverlo, literalmente se encontraba petrificado en su posición; cosa imposible por la gravedad que lo hubiese traído de narices hacia el suelo. Mirando a todos lados, Kyu se levantó e intentó empujar la televisión de su lugar, incapaz de moverla un centímetro. La imagen estaba helada en la pantalla de LCD, y la misma luz parecía monótona a diferencia del usual titileo eléctrico de los colores que se mezclan en la imagen. Se movió en círculos alrededor de la habitación intentando mover diversos objetos, encontrándose en un aprieto cuando confirmó que ni siquiera podía mover la puerta que se encontraba cerrada. Era como si un hielo invisible hubiese momificado su espacio.

    Como si el tiempo se hubiese detenido por completo.

    El silencio gobernó aquél vacío inerte. Sólo la respiración agitada del chico y su corazón bombeando la sangre que entumecía sus oídos por el terror. Esto no podía estar pasando, no era real. Era una pesadilla, nada más que un sueño; como cualquier otro. Despierta, Kyu; despierta. Cálmate, abre los ojos y despierta. Sólo concéntrate…


    – Hasta que despertaste. –

    Una voz masculina rebotó entre las paredes, proveniente desde las espaldas de Kyu, en dirección a la ventana. Saltó por la sorpresa, sintiendo ese mismo sudor frío que había sentido la misma mañana cuando el profesor le despertó de su pesadilla y lo humilló frente a la clase. Se giró lentamente, con un miedo que le calaba los huesos, intentando no esperar lo peor que podría encontrarse al mirar al dueño de aquella voz.

    Se encontró con una figura alta, humanoide, cubierta en ropas extrañas y una capa en harapos que se enroscaba alrededor del cuello de la silueta varonil. Buscó algún rasgo que le convenciera que se trataba de una persona normal, encontrándose en vez con una máscara blanca y rígida que le cubría el rostro por completo. La máscara contrastaba con el resto de su atuendo y destacaba por el reflejo de la luna a través de la ventana a sus espaldas sobre aquél extraño material blanco y aparentemente rústico, adornada con extraños símbolos y trazos entintados que asemejaban el rostro caricaturesco de un felino. Lo único humano que lograba rescatar eran los cabellos pardos que se asomaban por detrás de la máscara y las grandes orejas que sobresalían entre el espacio debajo de ésta; las cuales Kyu asumió que eran parte de la máscara debido a su clara apariencia animal, probablemente asemejando al gato dibujado en el accesorio. Su falta de identidad le helaba la sangre y no le daba confianza alguna, por lo que dio un paso atrás.

    - ¿Q-Quién er–?...

    – Acá las preguntas las hago yo. – Soltó el enigmático ser que daba un paso adelante y se sacudió la capucha que colgaba en harapos desde su hombro. Kyu dio otro paso atrás hasta que su espalda se encontró con la pared, tragando saliva.


    JLoloq

    – Ahora, primera pregunta. ¿Qué tan rápido puedes correr? –




    -----------------------------------------------------------------------------------

    Hola, hola.
    Y me volví a desaparecer, perdón perdón perdón. Ahora sí voy a continuar con la historia; pienso añadir ilustraciones en los siguientes días para los que aún no lo leen, así que atentos :V

    Nos vemos en el siguiente cap. ~



    Edited by Simplicity. - 7/5/2017, 19:41
  5. .
    Venga, que no tenía idea que ésto existía. Tengo un solo aporte:


    El Rolero Ninfómano:
    Todos lo conocen, todos lo saben: El rol de alguna u otra forma va a llevar al SECSO. Pero éste tío mezcla los stats del rolero creativo para encontrar las formas más insólitas de llegar a la parte en que la mandarina se parte en gajos. Puedes estar de lo mejor en una escena de ultra-suspenso en el cual ambos personajes están por descubrir la verdad; cuando de pronto al uke o seme se le caen los pantalones, se besuquean y BAM BAM BUM. Tan insólito como cuando le pones la opción de ñiqui ñiqui a dos Sims que recién estaban peleando.
  6. .
    Full Moon
    Capítulo I: Luna Llena.

    Al caer la noche, todo duerme. La luz se apaga y comienza un profundo letargo por el cual es inexistente. El sonido se duerme para dejar entrar al silencio eterno que parece perderse en un vacío. Las criaturas que caminan bajo el sol se cobijan bajo el manto de estrellas y se refugian de la oscuridad, y las criaturas que alguna vez caminaron por esta tierra toman el mando nuevamente. Algunos les podrían llamar espíritus, otros les llamarán seres del más allá. Quizá uno que otro niño los vea como pesadillas de las cuales uno debe asustarse. Todo es cierto, y todo es falso. Porque al ocultarse el sol, nada es absoluto cuando el ojo de la Madre Noche fija su mirada en el mundo que forjó para sus creaciones– seres de antaño, seres de tiempo en carne, seres que han presenciado los ciclos y ciclos que dan balance al mundo en el cual vivimos.



    – Por favor, sal conmigo. –

    El viento soplaba a ritmos pausados, impulsando pequeñas ráfagas secas con olor a otoño que escurrían entre los árboles y el pasto húmedo del patio trasero de la escuela, dejando volar así el susurro de dicha brisa templada. El sonido del viento resbalaba sutilmente por el breve silencio que inundaba aquel sector, sin alterar aquella delgada brecha que lo rompiese. Ni la respiración de ambos jóvenes era lo suficientemente fuerte para romperlo, por lo que Kyu podía definirlo como un silencio casi perfecto, pues el ruido de voces y movimiento proveniente desde el interior del edificio ya era un factor que lo opacaba. Claro que el muchacho alto e impaciente que lo tenía acorralado bajo aquel brazo contra la pared no coincidía con dicho aprecio hacia la carencia de sonido, pues repitió sus palabras con insistencia.

    – Por favor, sal conmigo. – Kyu soltó una breve bocanada de humo gris que había previamente inhalado de su cigarrillo, el cual convenientemente había logrado salvar de la cajetilla que le confiscó el inspector. Iba a guardarlo para un momento especial, sin embargo la situación inesperada en la que se encontraba le urgía calmar sus nervios. Ni siquiera reaccionó ante la mirada intensa del estudiante que lo aprisionaba, honestamente le daba algo de asco. No quería ser grosero, pero al buscar entre las posibles respuestas que podía darle al tío en frente - que ya le estaba colmando la paciencia - no lograba encontrar una que pudiese denominarse sutil. Era de esperarse, Kyu ya lo veía venir. Siempre ocurría lo mismo cuando se atrevía a dar oportunidades, o simplemente decir un .

    La respiración agitada del chico resopló sobre sus orejas, causándole aún más asco. Ya, tenía que responder algo ¿Pero cómo mandas a la mierda a alguien sin hacerle saber que lo mandaste a la mierda? La cosa estaba difícil. Optó por darse el lujo de fumar otra bocanada de su cigarillo a medio apagar para pensar por un rato más. Claro que esto no pasó por alto del otro estudiante, quien apretó los puños contra la superficie de concreto de la pared.

    - Kyu, te estoy pregunt--

    - Ya sé, ya sé ¿no te aburres de decir lo mismo? - Suspiró hondo, entornando sus orbes marrones con desgano. El rostro estilizado de Kyu advertía una belleza única en su especie, manteniendo ciertos rasgos toscos y masculinos propios de un joven que lo volvían muy atractivo – cosa que no pasaba inadvertida entre los alumnos de la escuela, hombres o mujeres. Pero lo que más atraía y atemorizaba a los demás era la fiereza e intensidad con la que se expresaban dichos rasgos en el rostro del joven Kyu. Los cuales se fruncían con orgullo e indiferencia ante el muchacho más alto y fornido en frente, quien se encontró desarmado ante tal mueca.

    – Mira, iré al grano ¿vale? No me gustas. De todas las confesiones que me han dado, la tuya ha sido la más borde y obsesiva. Creo que eso te lo dije el otro día. – Generalmente solía evitar la mirada mientras escupía veneno por su boca, pero en ese momento Kyu quería dejar las cosas claras. Sintiéndose algo nervioso, mantuvo su mirada fija hacia el joven mientras intentaba seguir con su fachada de duro. A los problemas había que enfrentarlos ¿verdad? Y eso era exactamente lo que iba a hacer, pues tenía un enorme, alto y estúpido problema con patas delante de sus narices, quien con cada palabra que Kyu articulaba parecía quedar más y más boquiabierto.

    – Es que tú no lo comprendes, no te entra en la cabeza cuando te digo que no es no. Vale, sí, eres mono y todo; pero no mi tipo. Primero te me confiesas, luego me invitas a almorzar ¿y luego quieres que salga contigo? Venga.. – El joven de menor estatura soltó una breve y ponzoñosa carcajada, sacudiendo su cabeza mientras tiraba la colilla apagada por ahí, alejando su espalda de la pared para moverse de aquel sitio. Sin embargo, el cuerpo de su atacante no cedió, empujándolo levemente hacia atras nuevamente.

    – .. Pero si no sales conmigo ¡me sentiré tan solo! ¿Qué voy a hacer, si me gustas? – La voz de su compañero de clase denotaba ya la frustración máxima, incapaz de negar la realidad. Takahashi.. Takeo.. ¿Cuál era su nombre? Ya lo había olvidado. Estaba demasiado ocupado moviendo a un lado el brazo del tío para que lo dejara en paz.

    – Mira, por cómo van las cosas, solo lo estás haciendo peor. Y discúlpame ¿de qué te asustas? Ya has espantado a tanto chicos como chicas con tu actitud impulsiva, estás solo desde hace un buen rato.. – Soltó con un tono burlón, colándose por debajo del brazo tieso de Tak-como-se-llame.

    – ¿Quieres compañía? Cómprate un hámster, o algo. Ah, y no vuelvas a tocarm— –

    Los labios del agresor interrumpieron el habla del joven, los cuales se helaron y retorcieron de la sorpresa y repulsión. Sentía unas manos rozar su cintura, la cual se estremecía con una mezcla entre asco y rabia pura. No era la primera vez que le robaban un beso, menos cuando rechazaba a alguien. Pero esto ya era de verdad el colmo.

    – ¡Caraj—! – El muchacho alto se inclinó hacia atrás mientras la sangre escarlata goteaba desde su labio inferior y se resbalaba por el pasto a sus pies. Soltó un gemido de dolor mientras intentaba tapar la herida con la manga de su uniforme, cerrando un ojo instintivamente. Su ojo abierto miró el suelo manchado unos instantes antes de enfocarse en Kyu, quien se tambaleaba un poco hacia atrás, limpiándose los labios y escupiendo al suelo.

    – Maldito.. enfermo. – Kyu jadeaba entre sus palabras, las cuales se empapaban con odio, vergüenza y asco, mucho asco. Impulsado por una fuerza mayor a su comprensión, se acercó a paso decidido hacia el enamorado con los puños cerrados, nudillos blancos por la tensión, dispuesto a atacar. – Te dije que no me volvieras a tocar ¡ahora, y nunca más! – bramó con fuerza, aprovechando que se encontraran en un sector aislado del patio de la escuela; lo suficientemente aislado para que no se escuchara el quejido de dolor que escapaba de la garganta del estudiante de secundaria.

    Kyu no era alto, de hecho era más bajo que el hombre japonés promedio a los diecisiete, y su estado físico - si bien mantenido y levemente atlético - no advertía mucha fuerza bruta. Pero si había algo de lo que podía estar orgulloso era de sus piernas, pues para un joven bajo como él los puñetazos no eran un arma muy letal. Y esto lo dejó bastante claro cuando su rodilla se hundía en el estómago de su previo atacante, provocando que éste se encorvara y sintiera el dolor punzante en las entrañas. La furia en aquel instante le hervía la sangre, y había perdido cualquier juicio contra el muchacho enamorado que le había besado de tal manera. Qué asco, no podía perdonarlo.

    Dio un paso atrás mientras el otro se desplomaba en el suelo con ambos brazos alrededor de su abdomen mientras tosía y se quejaba del dolor. Triunfante, Kyu soltó un breve suspiro pensando en lo bien que había salido. Claro que la multitud de alumnos mirando por la ventana no pensaba igual, quienes comenzaron a cuchiquear, gritar, entre otras cosas; una gran parte de estos ruidos siendo las exclamaciones de las estudiantes mujeres. Girándose hacia el ventanal frente a la escena violenta, Kyu soltó una carcajada mientras se preparaba para dar una reverencia digna de un torero que acababa de vencer a la bestia; sin darse cuenta que le había faltado vencer al viejo toro a sus espaldas.

    – ¡Ooshima Kyu, de inmediato a mi despacho! – el grito tosco y añejado del inspector tomó al joven de sorpresa, casi tanto como la mano huesuda que lo tiró de la chaqueta negra de su uniforme y arrastró su cuerpo como paseando a un gato. Kyu no resistió ni se esforzó en reaccionar, ya conocía el proceso completo hacia el despacho del inspector y podría escribir un manual de las quinientas formas distintas en las que ha llegado a sentarse frente a ese mueble de nogal falso.

    No era como si importara algo, al volver a casa nadie estaría para sermonearle su payasada.



    – ¿Y, qué tan feo? ~ – la carcajada infantil de Kuroda se logró reconocer entre la multitud de alumnos que cruzaban las enormes rejas de la escuela, que se abrían a las interminables calles del suburbio nipón por el cual cada estudiante tomaba su rumbo a casa. Su alta estatura destacaba entre las nucas que se encaminaban hacia la salida, su rostro iluminado por los rayos anaranjados del sol que destacaban sus facciones curvas y varoniles, atrapadas en aquella maraña de cabellos rubios que usualmente se enroscaban como nido de serpientes, pero domada por el fijador y un buen estilista para verse más decente.

    Kyu solo suspiró mientras se aferraba a su mochila al sentir una breve ráfaga de viento fresco que se coló entre su chaqueta abierta y acarició sus costados, con una mueca de disgusto– sin atribuirla realmente a algo concreto. Podría haber sido una respuesta a la burla de su amigo, podría haber sido aquél frío que le recorrió el espinazo producto del viento o simplemente una mueca que había llevado pintada durante todo el santo día de mierda.

    – Lo usual, Kuroda ¿para qué me esperas? Es raro. – musitó entre dientes, sonido que solo alcanzó a oír el encantador estudiante que le aguardaba en la entrada.

    – ¡Jooo ~ qué pesado! ¿No puedo esperar a un viejo amigo que se encontraba en apuros? Eres tan cruel, Kyu. – respondió Kuroda con otra risita, inclinándose hacia atrás con un gesto de pereza mientras el par comenzaba a salir del recinto entre un mar de gritos y jóvenes corriendo a su libertad.

    – ¡No me encontraba en apuros, tío! Sólo fue lo usual, el inspector siempre llegando en el peor de los momentos. Tuve mala suerte y ya. – El joven de menor estatura entrecerró los ojos con desgano mientras miraba a otro lado, sus mano lentamente buscando un cigarillo que convenientemente había logrado encontrar en su otro bolsillo hace unos minutos atrás.

    – ¿Mala suerte? Si el que le hayas dado una paliza a Takahashi en frente de toda la escuela es sólo mala suerte, no sé cual es tu estándar, Kyu. Todos andan hablando de ello. –

    – Ya se les pasará. – Kyu encendió el cigarrillo y lo posó entre sus labios, inhalando una breve bocanada del tabaco barato. Kuroda se sonrió de lado, sacudiendo su cabeza.

    – Lo tenía bien merecido, ése Takahashi es un bruto ¿qué hiciste exactamente para que se fijara en ti? – preguntó el joven, con un leve tono de sospecha.

    – Me llevó a almorzar por ahí. – Kyu respondió con indiferencia, mirando fijamente al chico. El par intercambió miradas por unos breves segundos de rotundo silencio incómodo, en los cuales Kuroda logró percatarse de la situación.

    . . . . . . . .

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    – ... ¿¡Y aceptaste?! – Exhaló, jalando levemente de uno de los piercing que adornaban la oreja derecha de Kyu. – ¡Cuantas veces te he dicho, no hagas algo de lo que te vas a retractar! –

    – Me llevó a la repostería. – musitó Kyu sin emoción alguna.

    – ¡Eso qué importa! – jaló con más fuerza de su oreja, sin resultado.

    – El pastel de frambuesa estaba delicioso. –

    ¡Estos chicos son humanos con sentimientos, carajo! – Kuroda soltó finalmente, lanzando un coscorrón a la dura nuca del chico mas bajo.

    Una vez se hubiese calmado la cómica situación los dos amigos se abrieron paso entre el bullicio de las calles nocturnas de la ciudad, platicando de su día en la escuela como cualquier otro. En eso, cruzaron por la entrada a la zona de barrios que ya se acercaban a un mayor estado económico, con casas de distintos diseños y tamaños– un privilegio a diferencia de las casas regulares y en base a un mismo diseño en los suburbios. Sin decir mucho, separaron sus caminos, por el cual Kyu tomó el que conducía a la zona del estátus mayor.

    – Ey, Kyu. – la voz de Kuroda provocó que Kyu se girara hacia su amigo, quien le había hablado desde atrás alzando una mano con el pulgar hacia arriba. – En la noche te espera algo. – No le dio mucha importancia. Siempre se hacían bromas entre los amigos del grupo, y a estas alturas ya podía esperar cualquier cosa. Aunque podía admitir que encontraba bastante curioso que Kuroda lo dijiese con tal naturalidad, casi sospechoso.

    El camino a casa fue silencio muerto, carente de color; a diferencia de las ruidosas y siempre alegres casas de los suburbios en los que vivían gran parte de los amigos de Kyu. Más de la mitad de las hermosas y lujuriosas casas en su vecindario se encontraban practicamente vacías por la mayor parte del día, y jamás se encontraba con alguien al pasar. Lo detestaba, y sus pensamientos tampoco ayudaban- no quería ir a casa, no quería ir a casa; realmente no quería ir a casa. Sólo una cosa lo recomfortaba; en casa habría al menos una persona esperándole– o algo como una persona. Sonrió.

    – Hola. – Musitó para si mismo, sabiendo que había una ínfima posibilidad que hubiese alguien en casa para acogerle o devolverle el saludo siquiera. Abrió la ancha puerta de cristal que daba paso a la entrada de la pulcra, muy bien mantenida estancia mientras daba pequeños pasos que resonaban entre las paredes del amplio salón que parecía, efectivamente, desierto. Las baldosas blancas sobre las que pisaba Kyu parecían reflejar los zapatos del estudiante, sin embargo mostrando una pequeña huella de polvo alrededor debido a la falta de cuidados del lugar. La madre de Kyu apenas tenía tiempo o ganas de limpiar, por lo que una vez a la semana venía un personal encargado de limpiar y restregar los pisos, otro personal a preparar el jardín y otro para encargarse de los muebles. Si bien Kyu a veces intentaba limpiar por su cuenta (insistió en que dejaran su propia habitación a su propia responsabilidad), a veces resultaba difícil limpiar y mantener una casa tan innecesariamente grande. Por lo que la mayoría de la responsabilidad recaía en aquel personal que su madre pagaba; así mantener la casa tan perfecta como la impresión que intentaba dar la cosa llamada familia a la que pertenecía el joven adinerado.

    A decir verdad, Kyu siempre prefería que su casa se mantuviese tan desierta como lo estaba en ese momento. Si sus padres se encontraban viajando, o pegados en la oficina para luego irse al bar a buscar acostarse con cualquier amante que no fuese su cónyuge, no había ninguna razón para irse rápidamente a su cuarto para ignorar los gritos de cada pelea que ocurría tan solo sus padres se encontraran en un mismo espacio. Vivía prácticamente solo, aunque más de una vez se le ocurrió irse a vivir a otro lugar por su cuenta; a sus padres no les importaría un comino. Pero por esa misma indiferencia que le tienen sus padres, ese bendito afán de tener a Kyu como un simple mueble más de su colección que le hierve la sangre al muchacho es que opta por quedarse y hacerle la vida imposible a sus padres. Como era de esperarse, Kyu era el resultado de la tipica historia del chico adinerado al que nadie le dio la atención que necesitaba, por lo que la busca dejando todo patas arriba– su fama en la escuela se debía a algo, por supuesto ¿Podían culparlo? Quién sabe, y a quién le importa.

    Soltó un respingo y se encaminó hacia las escaleras, dejando su chaqueta tirada por ahí. Haciéndose paso por los amplios pasillos, entró a su habitación para dejarse caer en su cama con una breve pero deliciosa sensación de triunfo. Un día menos, ya pronto podrá terminar la escuela e irse a cualquier parte que deseara. A pesar de ser un dolor de cabeza para todos los profesores, lo peor de Kyu era que destacaba en todas sus clases, siendo esa la razón probable por la que aún no le habían expulsado. Siempre primero en su clase, nadie nunca ha entendido por qué Ooshima Kyu es el pendejo que es. Será por atención, será por diversión, o simplemente querer ver el mundo arder.

    Los pensamientos anteriores y los breves eventos de aquel día se arremolinaban en la cabeza del joven mientras mantenía la mirada fija al techo, divagando sobre las distintas maneras en que hubiese podido herir al tarado de Takahashi por asaltarlo de esa manera. Cerró los ojos del asco, haciendo una breve mueca de desagrado. Kyu siempre había sido de los que mariposeaban de aquí para allá, tanto con chicos como chicas, pero encontrarse con locos de remate de vez en cuando era siempre una verdadera molestia. Qué grima....

    Toc, toc.

    El sonido quebró el fino hilo de pensamientos que cruzaban la cabeza del muchacho, abriendo un ojo con cansancio ¿Quién estaría molestando?

    Toc, toc.

    El sonido se repitió, seguido por un breve siseo como uñas sobre piedra. Kyu sonrió, levantándose de un salto y acercándose a la ventana de su habitación, cercana al escritorio poco usado. El maullido del animal brotó de su boca tan solo el chico deslizó su cortina, mientras rasguñaba una vez más el vidrio pidiendo entrar.

    – Te tardaste, Umi. – Soltó con ternura mientras abría la ventana y tomaba en brazos al felino de pelaje pardo que tenía un tamaño bastante grande para un gato adulto. Lo abrazó con cuidado, hundiendo su rostro en aquel pelaje enmarañado mientras se relajaba al escuchar el ronroneo que brotaba de la garganta del animal una vez se sintió abrazado. Haciéndose paso a su cama, el joven se sentó sobre el cómodo colchón con el felino aun en brazos, suspirando.

    Hace años que era la misma rutina, y siempre parecía brindarle la misma paz. Umi había estado ahí presente en todo momento para Kyu cuando él lo necesitaba– desde que tenía memoria. Era extraño, pero cada vez que Kyu necesitó de alguien para consolarle se escuchaba aquél toc toc sobre la ventana, y esas ocasiones fueron varias. Con el pasar del tiempo Umi se aparecía con el simple pensamiento de querer verle, y así sus visitas se volvieron algo diario. Desde siempre los padres de Kyu le prohibieron tener cualquier tipo de mascota, en especial gatos dado que su madre los detesta y su padre les tiene una alergia terrible, por lo que sus visitas eran siempre en aquella habitación, a solas. Algunos tienen un ángel de la guarda, pero para Kyu Umi siempre había sido lo único que necesitaba en su vida diaria y conflictos propios.

    – Me pregunto... – Hablaba para si mismo, echado en la cama mientras sus dedos se paseaban por la barriga expuesta del gato, cosa que lo volvía loco del gusto. – ¿Cómo diste conmigo, Umi? – se preguntó sin esperar respuesta.

    El gato se levantó, insatisfecho de todas las caricias, subiéndose al pecho de Kyu y palpándole la mejilla con su pata esperando una respuesta. El chico sonrió con un suspiro, acercándolo para darle un beso en la frente y acariciarle el cuello con ambas manos. Pasó el rato, y tanto el animal como su compañero humano se quedaron profundamente dormidos sobre la cama, acurrucados entre las almohadas.



    Tac. Tac.

    El gato se levantó ante el sonido ajeno casi de golpe, alzando la cabeza y moviendo las orejas con atención. Kyu se quejó con desgano, moviéndose a un lado.

    Tac. Tac. Tac.

    El chico abrió los ojos lentamente, pero porfiando a siquiera levantarse a ver de dónde provenía el sonido. Umi se encaminó hacia el escritorio, saltando sobre el mueble y asomándose por la ventana.

    TAC. TAC. TAC.

    Tres piedras más grandes rebotaron contra la ventana frente a las narices del gato, quien dio un gracioso salto del susto y corrió de vuelta a la cama. Kyu se levantó de golpe y se asomó a la ventana antes que lanzaran una piedra aún más grande. No le sorprendió ver a Kuroda en la calle, lanzándole las piedras como idiota.

    – ¡Venga ya, despierta marica! – gritó el joven desde abajo. Kyu abrió la ventana, refunfuñando del enojo.

    – ¿A qué va todo esto? ¡Vas a romper el vidrio, bobo! –

    – Deja de quejarte, vístete y baja de una vez. No vas a salir con tu uniforme aún puesto, ¿verdad? –

    Alzó una ceja, mirando su celular para ver la hora. Había dormido tres horas, ya eran las nueve de la noche ¿Qué quería hacer Kuroda a esta hora?

    – ¿Para qué? ¿No es un poco tarde? –

    – Sólo hazlo, llorica. Te espero. –

    Kyu dudó, pero tampoco tenía algo más que hacer. Umi observaba desde la cama, dando chicotes de disgusto con la cola.

    – Más te vale que no sea de tus bromas, cabrón. Bajo. – Soltó con desgano, cerrando la ventana y caminando hacia su armario. Umi maulló desde atrás, acercándose a las piernas de Kyu para estorbarle. – ¿Qué pasa? Debo irme, me esperan abajo. – El gato siguió maullando, hasta intentó morder la mano del chico cuando éste lo movía del medio.

    – Va, no te pongas celoso ¿por qué no me dejas ir? ¡Muévete! – Ordenó Kyu, irritado, mientras tomaba al gato con ambas manos y lo dejaba en la cama. El felino siseó un poco y se mantuvo en su lugar, resignado.

    Kyu cerró la puerta de su habitación una vez había terminado de vestirse y dejar a Umi en el tejado afuera de su ventana. Bajó las escaleras, aún sin realmente entender cuáles eran las intenciones de su amigo para venir a semejante hora. Nunca se sabía qué esperar de Kuroda en un viernes por la noche.

    – ¡Feliz cumpleaños! – Los brazos de su amigo rodearon el cuerpo de Kyu, apretándolo con fuerza mientras éste aún no se percataba de la situación. – Prometí que te esperaría algo hoy, pero en realidad no será aquí. – Kuroda sonreía de par en par, sin notar aún la expresión pérdida de su amigo festejado.

    – Venga, te están esperando los demás en el Karaoke. Les dije que te vendría a buscar. – El joven más alto dio unos cuantos pasos hacia adelante, esperando que Kyu le siguiera. Al notar que no escuchaba los pasos de su amigo, se giró a verle. Seguía ahí, mudo, con una mueca entre sorpresa, confusión y quizá algo de pena – esto ultimo sin ser percatado por Kuroda, quién se llevó una mano al cabello y suspiró con una sonrisa.

    – Kyu... No me digas que se te ha olvidado tu cumpleaños otra vez. –

    Pestañeó, notando la pregunta de Kuroda mientras recuperaba su postura y sacudía la cabeza con una risa un tanto disimulada. – ¡N-No! ¡Qué va! Sólo estaba algo confundido porque me he tomado una siesta demasiado larga. Muchas gracias, no esperaba una celebración tan pronto. – su sonrisa volvió a su rostro quizá demasiado rápido para el gusto de Kuroda, pero no había más de qué hablar.

    – Venga, ¡vamos! – Exclamó Kyu mientras se abrochaba su chaqueta y cerraba la puerta de su casa al salir. Muchas preguntas y pensamientos diversos se arremolinaban en su cabeza, uno de éstos preguntándose por qué Umi parecía tan obstinado en no dejar que Kyu abandonara su casa. Tiró la duda por la borda; ahora habían temas más importantes que atender.

    El felino observaba desde un tejado cercano, chicoteando con su cola en desgano mientras soltaba un leve gruñido.

    – Siempre tan descuidada, Kyoko... –


    La noche fue la mejor forma de relajarse tras una semana larga. Bebieron, cantaron, rieron.. Kyu fue el centro de atención como siempre, independiente de que fuera su cumpleaños. La mayoría de sus amigos se encontraba allí, pero lo más importante era que estaban sus amigos de verdad. Kyu era popular en la escuela, pero la mayoría de los que conocía se fijaban más en lo que tenía, no en lo que era. Y si bien no le molestaba tanto tenerlos cerca, amigos como Kuroda eran mucho más preciados y escasos, podría contarlos con sólo una mano. Claro que durante toda la noche Kyu sintió un sabor amargo en aquella breve felicidad, lo cual intentó tragarse al menos hasta que volviese a casa.

    – Gracias otra vez por la sorpresa, tío. Lo pasé muy bien, aunque no disfruté tanto el canto de Akiko. – Los dos jóvenes caminaban con las manos hundidas en sus bolsillos, intentando no hacer tan obvia su falta de coordinación debido al alcohol que llevaban en el cuerpo. Kuroda rió, sacudiendo la cabeza.

    – ¡Venga, no seas cruel! Akiko quiere ser una idol en el futuro, déjala soñar. –

    – Pues ya, hoy en día podría hacerlo con tanto auto tune que existe. Hasta un vocaloid lo haría mejor, eso sí... –

    – ¡Que no seas cruel, Kyu! Me siento mal reírme de ésto. –

    Los chicos rieron y siguieron hablando durante todo el camino, hasta que llegaron a la intersección entre ambos barrios. Despidiéndose y agradeciéndole una vez más, Kyu dio paso hacia su vecindad correspondiente.

    Una vez sintió que se encontraba solo, pudo llorar.

    Dieciocho años. Cuarto año en que se olvida de su propio cumpleaños, y en el que sus padres claramente ni se acuerdan que él existe. Claro, ¿quién iba a molestarse? Seguramente estaban pasándolo de lo mejor en cuál sea el país en el que tenían conferencias. No era ni razón para molestarse, ni siquiera un puto mensaje para saludarle.

    A veces quería dejarlo todo, comenzar de cero. Si bien Kyu tiene amigos cercanos que le quieren y cuidan de él, jamás siente que está siendo él mismo con nadie. Quería escapar, sin saber de qué exactamente. ¿Su casa? ¿Su familia? ¿Su escuela? ¿Su vida?... A veces sentía que simplemente no estaba donde supuestamente debía estar. Como si estuviese tomando un rumbo distinto al predestinado.

    Paró en seco, notando la silueta que se cernía al final de la callejuela. No lograba divisarla bien, pero parecía esperarle entre las sombras de la noche. Se secó las lágrimas rápidamente, intentando atenuar el hipo de sus previos sollozos.

    – ... ¿Kuroda? – Soltó hacia la figura poco familiar, acercándose poco a poco mientras se aferraba a los bolsillos de su chaqueta. ¿Qué estaría haciendo Kuroda en éste lugar? Y si no fuese él, ¿qué podría estar haciendo, quien sea que fuese?

    Su corazón se saltó un latido. Algo no estaba bien, algo se sentía en el aire... algo le decía que no podía dar un paso más. La figura de giró hacia Kyu, disipando las sombras que le rodeaban a medida que se aproximaba a un paso torpe y desordenado. Parecía la silueta de un hombre, pero no era Kuroda.

    – Ayúdame... ayuda... –

    El rostró de Kyu se volvió pálido, un escalofrío le recorrió el espinazo ante la vista de aquel hombre deforme, encorvado y delgado hasta los huesos. Su piel tenía un intenso color gris, inhumano para cualquier individuo. Sus ojos se fijaban en Kyu, los cuales no poseían una aureola ni pupila. Sin vida, pero con una emoción clara en aquellos orbes.

    Miedo.

    – No .. puedo ... aguantarlo más... –

    Kyu abrió la boca para preguntar, pero su garganta estaba seca como piedra. No lograba articular palabra, y sus rodillas temblaban a pesar de estar pegado al suelo del espanto.

    – Lo... lamento.. –

    El cuerpo estalló como una pompa de jabón, sus entrañas florecían del cadáver como verdaderas enredaderas mientras se esparcían en el suelo. No hubo sangre, sino una sustancia negra que salpicaba hacia al suelo y que rápidamente se evaporaba en un gas negro como tinta. Kyu dio un paso atrás en el momento, intentando gritar pero sin articular palabra. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué mierda debía hacer? ¿Cómo lograr mover sus pies?

    No lograba vencer aquella parálisis, menos cuando aquél humo negro que parecía juntarse en torno al cadáver y hacerlo desaparecer, consumiendo su existencia a medida que una nueva silueta parecía tomar forma en el remolino de humo negro como el carbón.

    Más... necesito más.

    Las palabras hacían eco desde el suelo, resonando en lo oídos del joven petrificado. Él era el siguiente.

    Tu esencia.. la necesito..

    La figura tomó una forma humanoide y estilizada, casi femenina. Lo único desproporcionado eran los brazos de la criatura gaseosa y el cuello que se extendía hasta los tejados. Se inclinaba hacia Kyu, quién incapaz de hacer algo se mantuvo ahí, estático. Sin capaz de comprender la realidad en la que se encontraba como para tomar una decisión coherente.

    ¡LA QUIERO TODA!

    La figura se impulsó con velocidad hacia el joven, el grito resonando en todas direcciones apagando todas las luces alrededor. Oscuridad absoluta, para una presa ciega. Kyu era la presa, y no tuvo nada con qué defenderse de algo fuera de toda comprensión. Terror, confusión, final.

    Búm.

    Aquella palabra es tan simple. Tan infantil a la vez, pero define tan bien aquél sonido. Puede ser ruidoso, puede ser silencioso. Puede ser atronador. Pero esta vez fue como si por un segundo todo el sonido en la tierra se hubiese cubierto con una almohada. Vacío, apabullado, seco, y eficiente. Kyu sintió un aire frío, y los oídos zumbando. ¿Así era morir, nada más que sonido y oscuridad? No, no estaba muerto. Podía escuchar su corazón latiendo con todas sus fuerzas, bombeando sangre a tal velocidad que podía sentir un dolor punzante en su pecho. Estaba vivo, aterrado, pero vivo. Abrió los ojos.

    Los brazos de la criatura se impulsaron hacia atrás, seguidos por el crujir incómodo de sus extremidades. La figura de un joven alto y trabajado se alzaba frente a las narices de Kyu, garras afiladas rebanando parte de los brazos de la criatura negra que antes parecían de gas puro. Lo que más pudo notar de éste hombre de cabellos pardos, eso sí, fue el par de orejas y cola que destacaban de su figura casi humana.



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    HELLOHELLOHELLOHELLO.

    Como habrán notado, he vuelto a la vida después de siglos. Y voy a ser sincero, aunque le tenga mucho cariño a este fic; fue con el cual comencé a escribir. En otras palabras, le encuentro muchos errores y plot holes. Por lo queeeeeeeeee......

    Voy a volver a comenzar. Llevo unos cuantos meses pensándolo (antes de decidir volver) y pienso hacer bastantes arreglos. Pero la idea principal y la personalidad de mis protagonistas no va a cambiar mucho. A lo más, voy a enfatizar esos rasgos característicos.

    Muchos cambios, como ven. Si seguías este fic (aunque lo dudo, ya que es vieeeejo xd), los espero ver en los siguiente cap. Y si eres nuevo al fic, espero que os guste y que puedan darme feedback desde una perspectiva mas fresca.

    ¡Espero que les guste el primer capítulo, y no olviden comentar lo que piensen, o lo que esperan del siguiente!
    Salu2. ~



    Edited by Simplicity. - 7/7/2018, 20:56
  7. .
    HELLOHELLOHELLOHELLO.

    Como habrán notado, he vuelto a la vida después de siglos. Y voy a ser sincero, aunque le tenga mucho cariño a este fic; fue con el cual comencé a escribir. En otras palabras, le encuentro muchos errores y plot holes. Por lo queeeeeeeeee......

    Voy a volver a comenzar. Llevo unos cuantos meses pensándolo (antes de decidir volver) y pienso hacer bastantes arreglos. Pero la idea principal y la personalidad de mis protagonistas no va a cambiar mucho. A lo más, voy a enfatizar esos rasgos característicos.

    Muchos cambios, como ven. Si seguías este fic (aunque lo dudo, ya que es vieeeejo xd), los espero en el siguiente tema que haga. Y si eres nuevo al fic, este te servirá para tener una idea de lo que se viene SOON.~

    Salu2, ¡Nos vemos pronto!
  8. .
    Full Moon: Segundo Tomo.
    Capítulo II: Con el rabo entre las piernas.


    No soy una persona del todo caprichosa. Al contrario, las vueltas de la vida me han enseñado a jamás dejarme a llevar por cosas banales e infantiles ni hacer un berrinche por ello. Pero esa tarde, al llegar a casa tras un largo viaje de cinco horas sumado a el dolor muscular por horas y horas de ejercicio en la nieve me estaba por contradecir respecto a ciertas cosas. Realmente, realmente no quería ser molestado. Ni por alguna llamada de mis preocupados tíos, ni por una llamada en general—ni siquiera por el cartero que tanto se esfuerza en subir los cinco pisos para llegar a mi pequeño departamento. A él, especialmente, no quería rezarle un soberano berrinche; no lo merecía. Por esa misma razón quise desaparecer de la habitación al escuchar el tocar de una puerta.

    Toc. Toc. Toc.
    No estoy. Lárgate, quiero estar solo. ¿Es que no puede uno ser, por un segundo, caprichoso? ¿Mimarse con una larga y merecida siesta para prepararse en el día a día tan duro que deberá sobrellevar al día siguiente? Mugía insultos incomprensibles entre dientes, acercando dos almohadas a mis oídos mientras el sonar se repetía sin piedad.

    Toc. Toc. Toc.
    Ni siquiera había limpiado la habitación. Mi departamento estaba hecho un asco; peor de lo que usualmente está. ¿Cuál era la necesidad de joderle la vida a un adolescente viviendo por su cuenta? Debería haber algo mejor que hacer. Largo, he dicho.

    Toc. Toc. Toc.
    Esto ya era serio. Suspiré hondo, intentando no perder los estribos mientras mis débiles extremidades intentaban hacer un último esfuerzo por levantar aquellos huesos cansados y llevar mi culo hasta la puerta para darle una paliza a quien estuviese frente a ella.

    - Ya voy, ya voy. - Musitaba con un esfuerzo innato para sonar desganado y de mal genio. La puerta vibraba frente a las débiles visagras mientras volvía a sonar el condenado toc toc toc.

    Entrecerré los ojos y abrí la puerta de par en par con una fuerza sobrehumana entre sueño y furia. - ¡Que ya voy, caraj--! –

    Silencio absoluto. La noche envolvía el cielo con su negro manto estrellado, cubriendo el paisaje urbano visto desde la terraza que llevaba al departamento; mientras una fría brisa otoñal se colaba por mi puerta y me calaba los huesos. El sonido parecía inexistente, salvo por un incesante jadeo proveniente del extraño ser que yacía frente a mí; tambaleándose hasta caer de rodillas y desplomarse en el felpudo de mi puerta. Me incliné hacia atrás del susto, intentando articular alguna palabra que no fuese “hola” dado que la situación no lo apremiaba del todo. Instintivamente me agaché a rozarle el blanco cabello a aquel extraño, notando que el suelo se tornaba de un intenso escarlata. Estaba sangrando.

    - Ey, ¿Se encuentra bien? ¡Señor! – exclamé nervioso, sin saber realmente qué hacer—ni siquiera cómo hablarle a ese extraño al cual había llamado ‘señor’. Poseía rasgos humanos, de eso estaba seguro, al menos cuando ví brevemente su rostro antes de caer y su cuerpo cubierto en heridas; pero no lograba comprender la proveniencia de aquél par de largas orejas y cola. Debía de ser un disfraz de lo más gafe.

    No obstante, necesitaba mi ayuda. Lo impulsé desde afuera con ambos brazos, dejando una tenue marca roja al arrastar aquél languido y débil cuerpo ensangrentado por mis suelos hasta cerrar la puerta. Lo giré hacia mi, su espalda al suelo mientras me inclinaba a tomar su pulso. Vivía, pero se encontraba muy herido. Opté por buscar el botiquín de primeros auxilios, el cual se encontraba bajo mi cama por cualquier emergencia—como ésta, sin involucrar el contexto o el lugar. Buscando nervioso entre los medicamentos, una mano pálida y ensangrentada temblaba al intentar tomar mi mano con desgano. Se iba a desmayar.

    - Aguanta, aguanta.. – Me repetía sin remedio, finalmente dando con las vendas que desenvolví torpemente para luego cubrir las heridas más profundas así evitar más perdida de sangre. No logré notar que hasta mi propia ropa se encontraba teñida en aquel escarlata de muerte, sumido en pensamientos y dudas a medida que cubría el dañado cuerpo del hombre.. o animal, lo que fuese.

    Venga, calma. Piensa, piensa… ¿Qué hubiese hecho Kyu en ésta situación?


    --------


    La casa se encontraba vacía, como siempre. No era de esperar que se encontrase desierta, dado que mis padres se encontraban en viajes de trabajo. Pues no esperaba que pudiese haber alguien que escuchase mis gritos de furia mientras perseguía a Umi por los pasillos como un animal salvaje, sacudiendo el libro hacía todas direcciones como si se tratase de un verdadero garrote.

    - ¡Umi, he dicho que vengas aquí! – Ordenaba en vano, mientras el felino de cabellos rubios se lanzaba por detrás del sofá en el estudio de mi padre. – Como tu amo, ordeno que me expliques de éste libraco y cómo lo obtuvo mi abuela. - Umi siseó levemente mientras se inclinaba hacia atrás en cuatro patas, su cola chicoteando el aire incesantemente por los nervios.

    - El libro pertenece a la.. --

    - Hechicera, bla bla.. ¡lo has dicho quinientas veces pero no me has explicado absolutamente nada! – Pateé el suelo enfurecido, acercándome lentamente con el Libro de la Luna en mis manos. Umi siseó de nuevo mientras miraba hacia los lados buscando una salida, su cabello erizándose al igual que su cola petrificada. Literalmente, había gato encerrado.

    O eso quería creer. Umi negó con su cabeza sonriendo, empujándome hacia un lado antes de saltar por la ventana, rompiendo el vidrio mientras se escapaba por los tejados bajo la luz de la luna; dejándome allí con una expresión boquiabierta entre rabia, asombro y desesperación. Mañana me las iba a pagar.



    No lograba dormir ésa noche, pese a lo cansado que me encontraba luego del viaje. Las páginas plateadas del libro titilaban con un fulgor cálido color blanco bajo mis mantas, mientras me abrazaba a él-- encontrando una extraña paz que jamás había sentido antes. Por un segundo parecía como si aquél extraño libro había sido mío desde siempre, como un amuleto o como mi propia ropa; lo necesitaba cerca y más aún durante ésta situación de estrés por preguntas sin resolver. ¿Qué debía hacer con él? Lo he abierto y las páginas están en blanco, cada una de ellas. Ni parecían páginas, a juzgar por su extraño fulgor y aquél material color plata que difería de cualquier tipo de papel que había visto alguna vez en mi vida. Todo era un misterio.

    Respiré hondo mientras me giraba a mirar el techo con los ojos entrecerrados, sintiendo el cansancio dominar mis sentidos y soltar lentamente el libro de mis manos. Me sentía desnudo, sin el calor suficiente para mantener la paz; instintivamente aferrándome de nuevo al tomo. Odiaba estar tan confundido, odiaba sentirme tan inútil. Odiaba estar solo, a pesar de nunca estarlo. Quería saber por qué.

    - Asumo que tienes muchas dudas. ¿Verdad?.- No me sorprendí al escuchar la voz masculina de Umi entre las sombras, sin reaccionar realmente a su llamado mientras me cubría con la manta de mi cama. Suspiré un poco, encogiéndome de hombros. – Para qué me lo restriegas en la cara si ambos sabemos que no me vas a contar. –

    Oía el lamer de lengua sobre su propia piel, el tacto de su cola contra los muebles en la esquina de mi cuarto a la cual no le llegaba luz alguna. El fulgor de sus ojos reflejaba el abrazo de luz lunar que se escaba por mi ventana. Me estaba mirando. – Lo lamento, Kyu. Quisiera decírtelo todo, pero mis instrucciones son claras, y a las vez no lo son.-

    - ¿Qué quieres decir? – Me levanté un poco, demandando respuestas para al menos eso. Escuché su voz, suspirando entre un pequeño bostezo.

    - Yo tampoco estoy seguro de lo que ocurre ni de lo que debo hacer… Simplemente pasa, supongo. Sé lo que debo hacer pero en el momento que ha de ocurrir. Desde siempre ha sido así, a veces creo que es porque tu abuela me invocó para ello. – Lograba oir su susurro acercarse más y más a mi oído, hasta sentir el peso de su cuerpo sobre el colchón de mi cama. No me giré a verlo, pero sabía que estaba detrás de mí.

    Alcé una ceja, confundido. - ¿Invocado? ¿Hace cuánto tiempo que estás aquí, Umi? – La pregunta nunca se me había pasado por la mente. Pensaba que antes de conocernos, Umi no era más que un gato común y corriente, pero tenía sentido que mi guardián hubiese existido por La Hechicera.

    - Desde antes que nacieras. La hechicera predijo lo que estabas destinado, y me llamó desde las estrellas a que bajara a acudirla. Claro está, que no fue tan simple como eso…- Gruñó un poco mientras hablaba, como si estuviese haciendo un gran esfuerzo por recordar su llegada a éste mundo. Era una bomba de información, pero no podía forzarlo a hablar. Me incliné hacia atrás, casualmente encontrando su pecho con mi cabeza sin preguntarme hace cuánto rato Umi se había sentado detrás mío.

    - Oye. No te esfuerces. Como dijiste, no fuiste encomendado a darme las respuestas.- Afirmé con dulzura, contradiciendo mi posición anterior. Sentía el calor del cuerpo de Umi sobre mi nuca, relajándome mientras sentía sus brazos rodear mi cuerpo en silencio. Sonreí, mirando al techo oscuro en aquella habitación sin luz.

    - Ahora mismo, sólo puedo ofrecerte mi protección. Es lo que tengo.- Susurró con un poco de amargura entre sus palabras, no obstante aquella frase me hizo estremecer un poco.

    - Con eso me basta.- Repliqué en silencio, sintiendo cómo de a poco me dormía en sus brazos. Mañana me las iba a pagar, decía. Pero si bien era cierto que aquella habitación estaba oscura, sentía una luz más intensa que la proveniente del Libro de la Luna. Era Umi, que me protegía lo que más me temía. Ya no estaba solo.

    Edited by Simplicity. - 8/6/2016, 01:26
  9. .
    Uno, dos..

    ..uno, dos..


    Sus manos se aferraban a las fuertes fibras sobre el tronco del árbol, sintiendo como si estuviese trepando sobre las duras escamas de una serpiente descomunal; listo para entrar a sus fauces en busca del preciado material que colgaba de sus ramas. Venga, vamos.. había que admitir que había tenido suerte. Encontrar un viejo árbol tropical que le proporcionaría refugio, quizás vestimenta, incluso si tiene más suerte- comida. Pero Zach no iba a hacerse ilusiones. Pronto iba a oscurecer, y en ése momento lo más importante era sobrevivir la noche y no coger un resfriado.

    Sus fuertes brazos se aferraban a las duras y mohosas escamas de madera que sobresalían del monstruo vendado en lianas. Sus ojos se entrecerraban, buscaba un punto fijo mientras miraba su preciado paquete- su abrigo- que se tambaleaba entre su otra mano mientras intentaba subir. Sí, estaba siendo un idiota al no ponerse el abrigo; era de un material resistente. Pero Zach no quería ponérselo aún; no en ése lugar, ni ése momento.

    Soltó una breve exclamación de victoria al sentir sus dedos rasguñar lo que parecía ser la separación del tronco, una zona plana y estable, lo suficientemente grande como para dos personas. Sentó su desnudo cuerpo sobre una pequeña cama de hojas secas que se acumulaban en un rincón, jadeando rítmicamente. Vale, la diversión apenas comenzaba, se dijo, mientras contemplaba el sol asomándose entre el tejado verdoso chillón que cubría la selva tropical.

    Lianas, hojas.. Zach suponía que con eso bastaría para hacerse un buen taparrabos, o quizá una que otra herramienta. Pero habían dos factores determinantes:
    ¿Cómo llegará hasta allá arriba?
    ¿Cómo usará esos materiales?

    Soltó un largo suspiro, poniéndose de pie. - Ah, joda.. - Se dijo a sí mismo, mientras escupía en ambas palmas de sus manos y las frotaba entre si. - No hay nada que perder, ¿no? - Rió, encaramándose a una gruesa rama.
  10. .
    Un reality show. ¿Hasta qué punto había llegado su locura? Zach no podía creerse el cuento aún. Pero al sentir aquella familiar brisa marina, el silencio del bosque tropical a sus espaldas y el ardiente sol sobre su desnudo cuerpo le advertía de su obvia situación. Ni siquiera él sabia qué hacía en semejante lugar, después de todo él estaba en busca de "una experiencia"-- sin saber realmente por dónde empezar, claro está.

    Aún recordaba cómo llegó hasta aquí. Se encontraba aún en nada más que calzoncillos, preparándose para otro día de rutinas, para un día cualquiera. Apenas había leído las bases para el supuesto "concurso", sin embargo parecían ser suficientes para que lo consideraran adentro. El viaje fue agotador, pero sus otros compañeros parecían bastante entusiasmados por el reality. Él también lo estaba... Aunque se atreve a decir que no habló nada en todo el viaje.

    Respiró aquel aire salino que se escurría entre sus orejas, zumbando en dirección contraria a la playa. Se abrazaba al pequeño paquete de papel en el que guardaba su objeto de agrado, aquél que se le era permitido llevar al concurso; sintiendo de pronto un tenue bienestar. El viaje en avión, el casting, las largas horas de espera, el viaje a la supuesta "isla", preparativos.. Todo ese peso se había ido. Estaba feliz, y listo para descubrir una nueva experiencia.

    Era libre.

    Exhaló una larga bocanada de la brisa marina que le acariciaba el rostro, mientras se aproximaba a la maraña frondosa de árboles, llamada Selva.
  11. .
    No, no. Me referia a..

    ..ah, olvídalo. xD Y vale, veré el primer post.
  12. .
    Buéh.. Será. ¿Hola?
  13. .
    ¿Ésto funciona como funcionaba antes el viejo Tagboard? *Se rasca la cabeza*
  14. .
    *Confundido.*

    ...
  15. .
    .. ._.

    *Requiere de una explicación sobre en qué consiste esto*
57 replies since 9/1/2012
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