Posts written by ~Fuyo.Fresha

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    Las palabras de Samael no le sorprendieron. El demonio ya había demostrado ser reacio a cualquier tipo de contacto físico o demostración de amor y cariño. Era obvio que iba a negarle aquella petición de beso, por lo que Liam lo único que pudo hacer fue sonreír tiernamente a pesar del dolor. Que por cierto, estaba menguando bastante rápido desde que Álvarez le había untado la savia de aquel árbol.

    Notó de nuevo aquel empujón de la fruta hasta su boca, y decidió por esta vez volver a dar un mordisco. Pretendía estar callado y simplemente comer lo que Samael le había dado, pero… lo último que dijo el demonio no acabó de entenderlo. No le prestó demasiada atención en ese momento y siguió “disfrutando” de aquella amarga fruta.

    Extendió una mano para simplemente agarrar la manga de la ropa que Samael llevaba, para llamar su atención.

    - ¿Cuándo iremos a ver un dragón? Siendo sincero, espero que tardemos bastante más. Quiero pasar mucho más tiempo contigo - dijo el rubio sin dejar de sonreír.

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    Aldiss ladeó la cabeza cuando pudo darse cuenta de que Zelig no le entendía. Y lo supo antes de que el muchacho pudiera decir una palabra, ya que su expresión era realmente reveladora. ¿No le entendía? Pero lo peor llegó cuando el chico se puso a hablar. Ahora sí que confirmaba sus sospechas.

    Intentó poner toda la atención que podía, incluso se percató de que Zelig intentaba hablar más despacio en ese idioma, pero lo único que entendió y a duras penas fue su propio nombre. La situación no mejoró cuando pudo ver que el muchacho se frustraba al intentar leer la portada de uno de los libros que había acumulado. Aldiss, lejos de preocuparse, sonrió. Y no era de esas sonrisas ladeadas, si no una de auténtica diversión. Le había parecido una escena bastante tierna que Zelig se frustrara por algo que tenía una sencilla solución.

    Aunque claro, tendrían que esperar a que Aldiss volviera a tener magia.

    El brujo acercó su dedo índice a los labios de Zelig, indicando que hiciera silencio con un suave ruido. Quería calmarlo, así que con un gesto de sus manos le indicó que bajara sus nervios. Además, movió sus dedos seguidamente, haciendo una seña de magia.

    Básicamente y sin hablar, le había dicho:

    “Calla y cálmate. Tengo magia y puedo arreglarlo”.

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    Oh, he pensado que Samael podría llevar a Liam al castillo? Creo que allí Liam tendría mucho que explorar xd
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    Se podría decir que Liam no tenía sentido del miedo, cualquier persona normal hubiera huido despavorida de un señor del caos como Samael. Sin embargo, él era capaz de bromear, incluso de intentar fastidiar al demonio. En la cabeza del rubio, Samael no le haría daño.

    Así que cuando el imp empujó la fruta de nuevo hacia su boca acompañando esa amenaza, Liam solo miró la fruta entre sus manos, analizando la situación. Y sin duda, todavía no había sido suficiente de picarle.

    - Oh vamos, ¿de verdad no vas a besarme? - preguntó volviendo a alejar la fruta de sus labios - Es un pequeño capricho de un chico herido después de haber sido apuñalado con una espada. ¿Y si me muero? - colocó una de sus manos en su frente. - Es el último deseo que tengo - si, Liam Walsh estaba haciendo drama.

    También prefería no acordarse que se había acostado con Samael anteriormente. Solo... quería estar como siempre con él.

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    La primera vez que Zelig pronunció su nombre, se dio cuenta de aquella pronunciación extraña, pero no se preocupó por ello. No le dio ni la más mínima atención. Él solo siguió divagando sobre qué tenían que ir a hacerle una visita a Abraxas. Ese maldito demonio le iba a pagar haberle engañado transformándose en su maestro.

    Volvió a escuchar su nombre, acompañado de esa pregunta y Aldiss se giró esta vez a verle. Observó su rostro, enarcó una ceja con extrañeza y se quedó en silencio.

    ¿Qué había dicho?

    - Zelig, no es momento para hablarme de manera extraña. - fue entonces cuando le soltó la mano y se incorporó, quedando sentado en el pasto verde - No podemos pararnos demasiado, tenemos que ir a derrotar a Abraxas. Creo que ya nos hemos retrasado suficiente… - siguió hablando, sin saber que el muchacho no lo iba a entender.
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    A lo mejor para el demonio, que intentaran herirle podía llegar a ser una idea ridícula, sin embargo para Liam no lo era tanto. Zelig ya le había contado que Aldiss iba por ahí cazando a los señores del caos y que había derrotado a dos de ellos. Eso quería decir que Aldiss era fuerte, lo suficiente como para enfrentarse a Samael. Y no quería ser pesimista, pero en las películas de fantasía el villano siempre perdía, y no quería que Samael muriera. Tampoco pensaba en él como un villano, pero aún así…

    Aterrizaron y Liam agarró aquella fruta que Samael le extendió con sus manos. Con algo de dificultad subió ambas hasta su boca para darle un pequeño mordisco a la pulpa e inmediatamente ponerse a toser. No estaba nada bueno, aunque pareciera lo contrario. Odió ese sabor, por eso no siguió comiendo.

    Lo peor llegó después, cuando el imp empezó a colocar la savia del árbol en su herida. Liam emitió un quejido de dolor, eso escocía horrores. Suerte que tenía sus manos ocupadas con la fruta, o seguramente habría molestado a Samael en su tarea de curarle.

    - No sabe bien… - pronunció e inmediatamente sus labios se curvaron en una sonrisa - A lo mejor si me besas, podría comerlo… - observó al demonio.

    Realmente solo quería picarle un poco. Aún y estando en esta situación, Liam seguía siendo él.

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    El brujo observó a Zelig y notó como picaba su mano con uno de sus dedos. No le faltó tiempo a Aldiss para tomar la mano del contrario y entrelazar sus dedos. Si, cuando quería Aldiss era bastante cariñoso.

    - Ahora estás bien de casualidad. Si no hubieran aparecido los Nocturnos… no habría podido protegerte. Y además, ahora eres humano, se acabó eso de utilizar magia o que tengas reflejos del cuerpo de Samael… - tumbado en aquel pasto, la otra mano de Aldiss subió hasta su frente y miró al cielo - No he sido capaz de protegerte… - soltó un profundo suspiro, como si se hubiera dado cuenta ahora de que no tenía nada bajo su control.

    Su cola se movió de manera involuntaria, como si fuera un gato frustrado. Agh, odiaba saber que incluso él tenía sus límites. A lo mejor si hubiera sacado toda su magia contra Samael habría resultado mejor. Aunque el mismo demonio dijo que no podría usar magia debido a sus cuernos. Maldita sea ese estúpido imp.

    - Si te preocupa ese amigo tuyo, sinceramente no creo que Samael lo deje morir. Después de todo, lo trajo aquí junto a ti. Algo debe querer de él, así que estará bien - al menos ese era su presentimiento. - Tendríamos que ir a por Abraxas ahora... - propuso.

    Aunque realmente le gustaría dormir un poco, quizá fuera mejor ir directamente a buscar ese maldito castillo en el cielo.

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    Yo tengo mil ganas de verlas ^^
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    El muchacho herido escuchó la voz de su mejor amigo llamándole más lejos que antes. Veía borroso, y estaba bastante confundido, además debido a la pérdida de sangre empezaba a encontrarse mareado. Sintió como lo agarraban en brazos y seguidamente el cosquilleo que sintió la primera vez que voló encima de Mandala. Samael se lo estaba llevando a algún sitio.

    Y, aunque sabía que no debía moverse y que no tenía muchas fuerzas para hacerlo, acomodó su cabeza para que quedara pegada al cuerpo del demonio, a la vez que elevaba una mano y acariciaba débilmente la mejilla de Samael. Le gustaba tener contacto físico con él.

    - Estas bien… - el muchacho esbozó una sonrisa al darse cuenta de que no tenía ninguna herida más - Estaba preocupado… - su voz parecía un hilo a punto de quebrarse.

    Por otro lado, Aldiss intentaba correr lo más rápido que podía. Los Nocturnos eran un fastidio, no podía hacer nada contra ellos, y mucho menos si venían en manadas tan amplias como esa. Advirtió que les seguían y que Zelig hizo alguna cosa que no resultó como esperaba, pero él estaba mas concenctrado en no perder el equilibrio y coordinar sus cuatro patas, que en todo lo demás.

    Kori chilló después de un buen rato avanzando, parecía que había encontrado un lugar seguro donde podrían resguardarse un rato y descansar. El lugar era una pequeña explanada, llena de flores y con un agujero entre unas rocas donde refugiarse. Aldiss pensó que era un buen lugar donde parar, además hacía un buen rato que los Nocturnos les habían dejado de seguir.

    Al llegar, no pudo aguantar el equilibrio al transformarse y por eso, tanto él como Zelig acabaron rodando en la hierba. Debía admitir que se había hecho bastante daño. ¿¡Cuando iban a desaparecer esos malditos cuernos!?

    Se quedó tumbado ahí, en ese pequeño prado verde intentando retomar su respiración normal.

    - Maldito Samael - maldijo, viendo como Kori aterrizaba a su lado - Lo siento Zelig. No he podido llevarme a Liam, tampoco matar a Samael. Ha sido todo un desastre. Casi… no te hubiera podido proteger si Samael te hubiera… - apretó los dientes con rabia. No pudo ni mirar a Zelig a la cara.

    No quería acabar esa frase.

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    El árbol es una pasada,
    y la fruta es preciosa. ❤️
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    Liam sabía de sobras que su petición no iba a ser escuchada. Era obvio que no, y lo supo en cuanto Aldiss se abalanzó sobre Samael y este se deshizo de su débil agarre. Lo que más temía en ese momento era que cualquiera de los que estaban ahí resultara herido. No quería que nadie muriera por su culpa.

    En cuanto escuchó el ruido del metal chocar debido a la pelea, Liam colocó su mano encima de una pata de Mandala y apretó un poco esas escamas. Se le empezaba a hacer difícil mantenerse despierto, también el mover la boca para hablar. Las vendas que le colocaron anteriormente estaban empapadas con su propia sangre, no parecía que esa herida fuera a cerrarse por sí sola.

    - Mandala, por favor… haz algo - rogó débilmente a la criatura, sabiendo muy bien que le iba a hacer caso omiso. Le había quedado claro que el wyvern solo le hacía caso a Samael.

    Por su lado, Aldiss se estaba dando cuenta de lo fastidioso que era tener un cuerno cortado para un demonio. Su equilibrio era horrible y por eso, acabó en el suelo intentando esquivar la espada de Samael. Además, tenía que admitir que había hecho caso omiso a los gritos de Zelig. Sin embargo pronto se arrepintió, en cuanto vio como el demonio se abalanzaba sobre el muchacho.

    - ¡Zelig! - gritó mientras intentaba levantarse con toda la prisa que podía. Nunca se perdonaría si ese demonio le hacía algún daño a Zelig.

    No supo cómo, pero de un momento a otro, al lograr levantarse, estaban rodeados de Nocturnos. Joder, tenía que pensar rápido. Kori, por su lado, se encontraba en una rama de un árbol bastante alejada. No podía servir de demasiada ayuda en un momento como ese, y el ave lo sabía. Aldiss vio a Zelig en el suelo y guardó su arma. Tenían que irse de ahí, en ese mismo instante. Mientras corría dificultosamente hacía Zelig, vio que el wyvern iba a seguir custodiando a Liam. No se lo podían llevar.

    - ¡Kori! ¡Nos vamos! - gritó mientras agarraba al muchacho y se lo colocaba en la espalda - Lo siento Zelig, pero no podemos llevarnos a Liam. No en esta situación. Agárrate fuerte a mi - fue entonces que Aldiss se transformó en un caballo negro y no sin antes darle un último vistazo a Samael, empezó a galopar esquivando los Nocturnos que aparecían mientras Kori volaba encima de sus cabezas.

    Liam no sabía muy bien lo que pasaba, solo sabía que ya no se escuchaba las espadas chocar. Solo esperaba que no fuera porque alguien hubiese muerto…

    - Samael... - balbuceó con los ojos entrabiertos.
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    Liam ya no sabía qué más decir para que Zelig y Aldiss accedieran a dejarle con Samael. Por una parte, entendía que su amigo pudiera estar preocupado por él, por si le pasaba algo. Sin embargo, no pensaba que Zelig tuviese tan poca confianza en él. Samael no era malo, sabía que en el fondo era una buena persona. Nadie nacía siendo tan cruel, y sabía perfectamente que aunque lo fuese, el demonio tuvo que haber pasado por algo horrible.

    Iba a volver a hablar para contestarle a Zelig, seguir gritándole que Samael no era como él se pensaba, pero Aldiss se adelantó amenazando con llevarselo. Si eso seguía así iba a tener que separarse de Samael, y eso era lo único que no quería.

    El brujo al oír la negativa de Liam, directamente movió su espada para cortar el brazo del demonio. Iba precavido, pensó que a lo mejor Samael tiraba de la mano del muchacho para que fuera la otra la cercenada. Pero no, no fue para nada así y eso no se lo esperaba. Aldiss acabó por retroceder varios pasos hacía atrás, intentando mantener el equilibrio de la mejor manera que podía para no darse de bruces contra el suelo. De mientras, el muchacho herido solo pudo ver con terror como la mano de Samael acababa manchada de sangre.

    Aldiss volvió a recuperar el equilibrio y quedó mirando como Samael se ponía en pie y se quedaba mirando a Zelig. Y si, gracias a ese fino oído de demonio que había adquirido por poco tiempo, pudo saber que le había ordenado a ese enorme wyvern. Por esa orden, parecía que no iba a entregar a Liam y eso… era un fastidio.

    - ¿Que vas a hacer? - preguntó Aldiss, intentando captar la atención del demonio mientras caminaba -¿Acaso vas a protegerle? ¿Para qué? Lo dejarás morir o lo matarás, Álvarez. - la última afirmación la dijo ya llegando enfrente de Zelig. No le gustaba para nada que un demonio como Samael tuviese la oportunidad de atacar a Zelig. No le dejaría herirle.

    Liam observaba como Mandala se acercaba a él y con una de sus manos, agarró las telas de la ropa que cubría a Samael con tal de que no se alejara. Con tal de que no hiriera a nadie. Con tal de que no se hiciera daño.

    Con tal de que Aldiss no lo matara…

    - No les ataques - dijo, intentando serenar su voz rota - Samael, por favor. No quiero que te haga daño - tiró un poco de su ropa de manera débil para que le hiciera caso.

    No quería que nadie sufriera por su culpa.

    Sin embargo, en ese mismo momento, Aldiss se había tirado a atacar. Se había cansado de esperar. Si tenía que matar a Samael ahora para llevarse a Liam, lo haría.
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    No, Liam no quería apartarse de Samael, y se lo dejó claro al demonio en cuanto se dió cuenta de que este no le apartaba su mano. Apretó con sus dedos un poco más aquella mano, sin llegar a ser un agarre agresivo, aún si el rubio parecía enfurecer por momentos. Y no era para menos, a su parecer, al escuchar las contestaciones que Zelig le daba.

    - Te recuerdo que quién me ha atravesado con una espada ha sido ese imbécil - señaló con su mirada a Aldiss, a lo que el brujo solo enarcó una ceja - ¡Samael no me ha herido ni una sola vez!

    Y tenía razón, pues cuando Samael le atacó con sus llamas al reaccionar de que le hubieran tocado la cola, nunca llegó a darle. Mandala le protegió. Liam miraba a su amigo, con el ceño fruncido y con una mirada determinada. No pensaba acceder a esto, ni hablar.

    El brujo por su lado, miraba a ambos chicos sin saber muy bien qué decir o qué hacer. Pensaba que toda esa discusión era absurda y que solo tenía que agarrar a Liam aprovechándose de que estaba herido y no podría luchar demasiado e irse de ahí. Pero no quería meterse dónde no debía.

    Las palabras que Zelig le decía le dolían, claro. Sabía que Samael era todo eso a vista de todos, lo sabía muy bien. Sin embargo, él había visto algo en el demonio que nadie veía. No sabía muy bien que podía ser, ¿rencor? ¿Nostalgia?

    ¿Tristeza?...

    Solo sabía que alguien que le brillaban los ojos de esa manera al poder comer un dulce, no podía ser mala persona. Aunque intentara disimular ese brillo.

    - ¡No es nada de eso! - cada vez que alzaba la voz, su abdomen punzaba de dolor - Él no va a dejarme morir, me curará. Lo hará, ¡yo confío en Samael! - volvió a apretar el agarre en su mano mientras cerraba los ojos. No le quería sostener la mirada a Zelig, no podía - Desde que lo dejamos… yo no he podido estar con nadie más. Yo seguí enamorado de ti mucho tiempo mientras tu rehacías tu vida con otras personas y me convertí en un mero espectador. - parecía que la voz del rubio se iba a quebrar en cualquier momento - Te apoyé y te consolé tantas veces como hizo falta. ¿Entonces por qué Zelig? - fue entonces cuando abrió los ojos y clavó su mirada en el chico - ¿Por qué no me dejas ser feliz?

    Aldiss pudo ver desde su posición como los ojos verdes de Liam se aguaban, haciendo que una lágrima recorriese su mejilla. Fue entonces que decidió que ya había tenido suficiente.

    - Se acabó - dijo, notándose ya lo suficiente equilibrado como para caminar hasta el rubio sin tambalearse - O le sueltas la mano, o se la corto. Vendrás por las buenas o por las malas - el filo de su espada apuntó al brazo de Samael y no, no era un farol. Pensaba llevarse al muchacho, no iba a dejar que un demonio matase al amigo de Zelig.

    - ¡NO!

    - Tu lo has querido - fue entonces que Aldiss hizo un movimiento rápido con intenciones de cumplir su palabra. La muerte de ese muchacho no caería sobre su conciencia.
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    Escuché aquellas palabras irónicas que Charles me dijo mientras me terminaba mi café, pues las tortitas ya habían sido devoradas hacía unos minutos. Suspiré al escuchar el comentario sobre mi salud.

    - Ya te he dicho varias veces que cuando me guste una mujer, te avisaré para que me ayudes a conocerla. - dije para después darle el último sorbo a mi bebida caliente - Además, mi salud testicular está bien. Que no tenga sexo, no quiere decir que no me de placer a mí mismo - contesté para luego esbozar una sonrisa.

    No me daba vergüenza admitir que me masturbaba, después de todo, era una cosa totalmente normal. Todos los hombres lo hacían, y seguro que Charles no era la excepción. Aunque, lo que nunca diría era que de lo normal, cuando me tocaba, solía pensar en mi amigo y su cuerpo. Eso era lo más cerca que iba a estar de tener un encuentro sexual con él.

    - Eres un ninfomano - contesté justo después mientras tomaba mi vajilla y la metía en el fregaplatos. Cuando Charles puso la suya en el fregadero, coloqué los platos junto con los míos y encendí el electrodoméstico. Así no tendría que fregar. - Más te vale, recuerda que te juegas un regalo. Y esta vez, no es cualquier regalo - dije sonriente mientras me dirigía hasta el maletín que había dejado en el sofá.

    Mientras Charles se vestía, tuve tiempo de consultar algunos papeles sobre la reunión de hoy. Todavía no entendía por qué esta reunión debía de hacerse en fin de semana, pero no podía dejarlo escapar. Era un clientr importante.

    Al escuchar a mi amigo, le observé colocándose el nudo de su corbata. Dios, se veía tan sexy haciendo ese gesto...

    Inmediatamente dirigí mi mirada al maletín y guardé todos los papeles.

    - Vámonos - contesté levantándome y agarrando las llaves del coche de mi amigo del mueble de la entrada - Conduzco yo esta vez - dije, pasando por su lado y adelantandole, saliendo de la casa primero que él.

    No era por nada en especial, pero los coches que tenía Charles diferenciaban mucho del mío. Y siempre que podía, me gustaba conducirlos.

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    Hola!

    Siento mucho la tardanza. Entre la Navidad, el trabajo y los exámenes de la universidad, no he tenido apenas tiempo.

    Te quería preguntar, ¿que tal si avanzamos un poco la historia hasta que van a tomar una copa? Creo que la reunión es un poco aburrido de rolear. Solo si te parece bien ^^
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    Charles solía diferir mucho en su comportamiento cuando se encontraba conmigo, a cuando se relacionaba con otras personas. Pero eso no quería decir que alguna vez llegase a acostumbrarme a aquellos besos en la mejilla que solía darme. Me alegraban el día, pero también hacían que en cierto modo, me entristeciera. Después de todo, era lo más cerca que iba a estar de besarle. Sonreí mientras acababa de acomodar todo.

    - Eres un interesado - dije, siguiéndole la broma, antes de poder observar su espalda. No me gustaba nada saber lo que hacía, aún si le preguntaba por ello. Sabía que a Charles le gustaba el sexo, prácticamente lo sabía todo de él. Quizá hace unos años tendría que haberme alejado, marcharme y no volverle a ver nunca, olvidarme de una vez por todas de él… Sin embargo, había algo en mi que me obligaba a no separarme de su lado. Quizá me gustaba sufrir, pudiera ser que fuera un poco masoquista, pero prefería mil veces estar a su lado y verle feliz, que olvidarme de todo lo que habíamos pasado juntos. ¿Acaso si me iba podría llegar a olvidarle algún día?

    - Ya sabes que no se ligar, ni siquiera con una APP - contesté arrugando mi nariz mientras me sentaba a su lado y le daba un sorbo a mi café - Además, mi primera vez quiero que sea con alguien que me guste de verdad. Sigo creyendo en el amor a primera vista - le dije moviendo mi cabeza para mirarle, sabiendo lo mucho que él odiaba las historias de romances empalagosos, por eso sonreí. Aunque me faltó poco para borrar esa sonrisa de mi cara al escuchar que le había válido la pena el dolor. Por suerte, ya estaba acostumbrado a esconder mis emociones reales - Me da envidia esa capacidad de desechar a las mujeres que tienes. Yo no soy capaz - me encogí de hombros, para empezar a comer de mi plato.

    No, no me gustaba el deporte y no, tampoco el esfuerzo físico. Por eso mismo, no me gustaba entrenar ni ir al gimnasio. Sin embargo, al decirme que esta vez podríamos ir a tomar una copa, y prometerme que estaríamos solos, ya me había ganado.

    - Puedo ir - contesté de manera inmediata - Diria estará ocupada todo el día, así que… ¡pero solos tu y yo! - le señalé, frunciendo el ceño y dejando claro que si me dejaba en el bar por alguna chica, no se lo perdonaría - Me enfadaré y no te daré mi regalo de cumpleaños si rompes la promesa - contesté algo enfurruñado.

    No tenía por qué esconder que le iba a regalar algo para su cumpleaños de la semana que viene, después de todo, desde el primer cumpleaños que pasamos juntos hasta ahora, nunca se me había pasado el regalarle algo. Aunque esta vez, iba a ser un regalo diferente.
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    Lo primero que hice al despertar esa mañana, fue buscar mis lentes en la mesita que estaba al lado de la cama. No se me hacía demasiado duro despertarme por las mañanas, así que después de hacer la cama, tomé una buena ducha rápida. Hoy tenía que estar despierto para el día que me esperaba.

    Me até una toalla a la cintura y fui al comedor.

    - ¿Ya estás despierto? Pensaba que los sábados no trabajabas - la voz de Diria se escuchó desde el sofá, mientras estaba mirando el celular de manera absorta - ¿Desayunaras con Charles? - preguntó mientras me miraba de reojo.

    - Tengo una reunión con un cliente importante - contesté mientras buscaba un pantalón de traje y mi ropa interior entre la torre de ropa que había encima de la mesa - Y si, primero voy a buscarle, así que le haré el desayuno - afirmé su pregunta mientras empezaba a vestirme detrás del sofá.

    Ella no dijo nada más, y yo solo acabé de ponerme la camisa y la americana. Al acabar, le puse comida a Shoggy en su comedero y me quedé un rato acariciando su pelaje blanco. Agarré mi maletín, con todo el papeleo adentro y me dirigí hasta la puerta, abriéndola y despidiéndome de mi hermana. Tenía suerte de que mi apartamento no estaba demasiado lejos andando del ático de Charles.

    Después de unos diez minutos andando, subí al ascensor del edificio donde vivía mi mejor amigo. En ese pequeño cubículo, me miré en el espejo que había. Pensé que mi cabello estaba hecho un desastre, así que aproveché para acomodarlo un poco mejor. No quería que Charles me viera de esa manera.

    Finalmente el ascensor se abrió y me dirigí hasta su puerta. Pensé en llamar al timbre, pero finalmente acabé abriendo la puerta con mis llaves. Entré y escuché el sonido de la ducha cayendo.

    - Está despierto… - suspiré, recordando que más de una vez había tenido que ir a despertarle, encontrándome una habitación que dejaba a la imaginación lo que habría hecho la noche anterior. No, no me gustaba intuir esas cosas, no me gustaba saber lo que hacía durante algunas noches.

    Inmediatamente, dejé mi maletín en el salón y me dirigí a la cocina. Le prepararía un café y algo para comer. ¿Unas tortitas estarían bien? Sin pensar más, me puse a ello. Charles no tardaría mucho más en bajar.

    Estaba todo listo en la barra, cuando escuché la voz de mi amigo y me giré para verle. Mis ojos se fueron de viaje hasta su torso y abdominales de manera inmediata, aunque cuando me di cuenta cambié mi vista por su rostro. ¡Parecía que lo hiciese queriendo! Deje de mirarle, intentando no pensar en ese cuerpo que jamás podría tocar.

    - No me mientas, solo me quieres por el café que te preparo por las mañanas - sonreí mientras pasaba por su lado para colocar los cubiertos en la barra. Al girarme para indicarle que ya podía empezar a comer, me fijé en su espalda. Inspiré, aguantando el aire durante un par de segundos al entender de dónde venían esos arañazos. - Parece que anoche tuviste compañía - comenté, aunque inmediatamente me arrepentí de mis palabras. - ¿No te duelen?

    No entendía por qué preguntaba siempre, indicando incluso que me parecía bien que se acostara con mujeres. Es decir, no me parecía mal, pero… ojalá algún día, se fijara en mí como más que un amigo.


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    Me ha encantado el inicio y el nombre del rol! Espero que lo pasemos bien roleando! ^^
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    - Ha sido una tentación demasiado obvia - contesté mientras le observaba fijamente. Me había parecido bastante divertido haberle pillado tan fácilmente en ese asunto. - Algún día te enseñaré lo que es tentar de verdad - sonreí, de manera coqueta.

    Cualquiera que entrase podría pensar mal, después de todo estaba en la cama de otro dios, con ropas que dejaban a la vista demasiada piel. Mis tentaciones siempre eran sutiles, o la mayoría de las veces.

    - Bueno... no creo que nos hagan nada - contesté, un poco pensativo - Quizá como mucho, unos gritos de más. Aunque créeme, no te agradará ver a Zeus enfadado - dije para justo después morder mi labio inferior pensando en ello. - Esta noche... bajaremos al mundo de los mortales - volví a mirar a Enialio. Hacía bastantes años que no bajaba.

    - Pero todavía faltan algunas horas para esta noche y... en mis aposentos me siento tan solo - me coloqué de lado, reposando mi cabeza en mi mano, enseñando sutilmente mi figura - ¿Por qué no vienes a la cama? Así podríamos hablar mejor - sonreí, mientras le dejaba espacio en la cama y daba unas palmadas para indicarle que viniera.
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    Sigue disponible!
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    Miré a Enialio desde la cama. Estaba bastante cómodo en ese lugar, y hablar con él se le estaba haciendo bastante ameno. Era divertido conocer a un dios nuevo, después de todo. Escuché la referencia que dio de mi madre y su padre, además de decirme que le gustaba que nosotros fueramos peleones. Sonreí ante eso.

    - Puede ser justo por eso que a Ares le guste mi madre - contesté mientras pasaba unos dedos suavemente por encima de las sábanas - En cierta manera, unos dioses como nosotros debemos hacernos respetar un poco - fue entonces que le miré. Si, básicamente Enialio le había dicho que le gustaba.

    La conversación siguió contestándome a lo de nuestros padres y solté una carcajada suave.

    - Claro que no temo que hablen de mí, hablarán de todas formas - contesté clavando mis ojos en él y enarcando una ceja cuando capté lo que estaba intentando hacer - ¿Estas intentando tentarme, dios de la batalla? - una suave sonrisa adornaba mis labios - Sin duda que tu padre se pondrá furioso, pero el mío es el dios de los dioses. No me va a gustar ni un poco verlo furioso - dije mientras me posicionaba bocaarriba, colocando una de las almohadas como apoyo para mi cabeza.
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    Salió de la ducha y agarró una toalla para secar su cuerpo. Esa mañana Aldiss había trabajado en el gimnasio y, aunque amaba lo que hacía, debía admitir que no amaba tanto estar sudado. Había quedado con Inoue en dar un par de vuelta por el centro comercial, para tenerlo todo listo para el día siguiente. Tiró su cabello hacía atrás, para peinarlo un poco y salió hacía su habitación con la toalla enrollada en su cintura.

    - ¿Vas a salir? - Dillio le dio un rápido vistazo a su hijo antes de volver a dirigir su mirada al libro que estaba leyendo.

    - Voy con Inoue al centro comercial, ¿quieres venir? - contestó Aldiss, ofreciéndole unirse al plan. En ocasiones su padre podía ser insufrible, sobretodo cuando estaba en compañía de Asmodeo, pero al fin y al cabo seguía siendo su padre. El contrario negó con la cabeza.

    - Asmodeo me dijo que me llevaría a cenar, ya que es nuestro último día de vacaciones. Tenemos que aprovechar - en realidad para Aldiss, escuchar esa respuesta fue un alivio. No le apetecía que su padre se pusiera a mirar todas las tiendas por las que pasaban.

    El más joven, encogió los hombros y se metió en su habitación. Al llegar, vio que su hermana le había escogido la ropa. No tardó mucho en vestirse y después salir de la casa con ella.

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    Liam se encontraba realmente aburrido, mirando la pantalla de su celular mientras tenía a God tumbado en sus piernas. Abrió la cámara, y empezó a hacerle un pequeño reportaje al animal, pues pensó que se veía adorable. Inmediatamente después, subió la que más le gusto a Instagram.

    Justo después de darle al botón de "publicar", empezó a sonar su teléfono. Vio el nombre escrito en él y sonrió mientras descolgaba. Liam siempre estaba dispuesto a tener una buena conversación.

    - ¡Zelig! - aún si el chico seguramente le habría llamado para algo importante, o no, no pudo evitar ser el que hablara primero. - ¿Estás preparado para el día de mañana? - preguntó, aunque sin hacer una pausa siquiera, siguió hablando - Esta mañana te he hecho una presentación para presentarte a los chicos más guapos y populares de la universidad. Mañana te la enseñaré - pensó por un segundo - Por qué como comprenderás, tienes que liarte con uno de ellos. ¡Y no me vale la excusa de que tienes novio! - frunció las cejas al decir eso y se levantó, empezando a andar por su apartamento mientras God lo miraba curioso. - ¡La universidad está llena de chicos lindos! ¡No dejaré que desaproveches esta oportunidad! Hay que ir a las fiestas que organizan los populares, y acostarse con uno de ellos. Bueno, eso te lo dejaré a ti mejor. Yo… ¿lo conquistaré con el poder de mi amistad? - rascó su cabeza - Este año me gustaría enamorarme de alguien increíble… Pero, ¿por qué estás callado? ¿Para que me has llamado? - preguntó entonces, dejando por fin un poco de chance para que su amigo hablara.
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    Rui vio aparecer a Flamel, y aunque no tenía nada en contra de ella, no le hacía demasiada gracia encontrarsela. Cuando eran niños, los tres siempre jugaban juntos, hasta que un día Rui empezó sentir que Flamel le molestaba. Desde que se fue Moka, no es que hubiera vuelto a juntarse con ella. El zorro pensó que simplemente, él había cambiado. Ya no eran unos niños después de todo. Aún si aquella demonio seguía comportándose como uno.

    Desde la lejanía, escuchó unos pasos y fue cuando dejó de observar a la demonio jugando con los gemelos, para poder observar los ojos azules de Moka. Sus orejas se giraron hacía atrás, y sus colas se mantuvieron quietas. El medio demonio había cambiado mucho, muchísimo. Estaba más alto y además, Rui encontró que sus rasgos, su cuerpo y, en general todo Moka, era más varonil.

    - ¿Por qué te quedaste embobado? - el pequeño Astor miraba al zorro con confusión. - ¿Quién es él? - el otro gemelo, Zoar, habló al ver que las orejas de su hermano denotaban fascinación, más que sorpresa. Y los dos miraron al muchacho recién llegado, preguntando quién sería.

    - ¿No lo recordáis? - preguntó, aunque era obvio que no lo harían. Cuando Moka se marchó, sus hermanos solamente eran unos bebés. - Cuando erais bebés lo conocisteis - contestó, y pudo observar como Flamel se lanzaba efusivamente a abrazarle. Rui frunció el ceño ante eso, observando como esa demonio manoseaba de más a Moka, como siempre hacía. - Quedaros aquí - tenía suerte de que los gemelos fueran bastante obedientes con él. Cuando estaban con Aldiss y Zelig, ya era otro tema.

    Rui se acabó levantando del césped en el que estaba sentado, y se dirigió hacía dónde estaban Agni, Flamel y Moka. No tardó demasiado en tirar de Flamel hacia atrás con tal de despegarla del semidemonio y apartarla un poco. - Yo también quiero saludar - empezó antes de mover una mano con tal de ayudar a Moka a levantarse - Me alegro de verte - el zorro le sonrió y mientras extendía su mano para ofrecerle ayuda, ladeó un poco su cabeza - Te ves más lindo que cuando te fuiste - sinceró. No era nuevo que Rui halagara la apariencia de Moka, sin embargo, durante esos años, el tono inocente de esas palabras había cambiado por uno más picaresco. Después de todo, casi cada noche acababa con alguien en la cama.
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