29.º Reto Literario: “Writober” Vocaloid Gakupo x Kaito "los peores recuerdos" Nº 15 Casa encantada

Gakupo y Kaito decidieron dejar su pequeño departamento para tomar una casa que les quedaba cerca del trabajo y era bastante espaciosa pero terribles cosas suceden en ese lugar

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  1. †‹ELIANN›†
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    Solo soy un muñeco roto, tan frágil que cualquiera termina de deteriorar la coraza, será que...hay alguien que pueda amar, a este muñeco ¿hecho pedazos?

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    Si calculaba bien hace más de una semana se encontraba en esa casa particularmente espeluznante, al principio cuando la observaron por primera vez las cosas habían ido bien, era una casa espaciosa, con cuatro habitaciones, dos baños, el ático y el sótano, podían vivir allí tranquilamente con sus mascotas.

    Un gato blanco de nombre Aisu y un gato negro de nombre Nasu, Kaito sonrió acariciando a Aisu que se había subido a la cama haciéndole compañía, Nasu debía estar en algún lugar de la casa, ya que tenía rato que no lo veía, suspiro por lo solo que se sentía, Gakupo estaba fuera de casa trabajando en una grabación de último minuto, mientras que Kaito había decidido quedarse en casa.

    Demasiado perezoso como para hacer algo más que tener el televisor encendido en alguna película al hacer para hacer ruido de fondo y revisar sus redes sociales, concentrado en su celular mandándole un mensaje subido de todo a su pareja solamente para imaginarse el enorme sonrojo que tendría cuando lo leyera porque su amado samurái a veces era muy recatado, soltó una leve risa por su broma para escuchar un maullido muy potente y de repente un destello negro se coló de un salto en la cama y se escondió debajo de las sabanas.

    – ¿Nasu? –Habló para abrir las sabanas observando al gato negro temblando y hecho bolita entre las sabanas, Aisu maulló como reconociendo al otro gato para acercarse y lamerlo intentado calmarlo –

    Aquello alarmo a Kaito ¿Qué le habrá pasado a Nasu? ¿Por qué estaba tan asustado? No era un gato que se intimidara con facilidad, no les tenía miedo a los perros o cualquier otro animal, se levantó de la cama mirando por el pasillo algo oscurecido por la hora, camino por el pasillo para asomarse por las escaleras que daban al primer piso, la puerta de entrada, hacia la derecha el living y hacia la izquierda el comedor, Aisu lo seguía curioso ambos bajaron juntos las escaleras para que Kaito se asomara al comedor no había nada fuera de lo usual estaba atardeciendo así que estaba un poco oscuro, encendió la luz, paso hacia el living encendiendo la luz en el proceso de repente Aisu se erizo hasta la cola y le bufaba a algo en la esquina del living.

    – ¿Aisu? –El gato no parecía prestarle atención solo mirando hacia aquella oscura esquina mientras soltaba gruñidos y bufidos todos muy fuera de él, algo salió volando de la estancia aterrando a Kaito y salió corriendo escaleras arriba siendo perseguido por el gato al estar el gato adentro de su habitación cerró la puerta y se cubrió con las sabanas junto con sus mascotas –

    Así fue como lo encontró Gakupo, hecho un ovillo entre las sabanas con los dos gatos haciéndole compañía antes de lanzarse a sus brazos, Kaito siempre se lanzaba a sus brazos así que eso no tenía nada fuera de lo común exceptuando de que su pareja le relato lo que había ocurrido en la sala y lo que habían hecho ambos gatos, Gakupo intento no prestarle demasiada atención a lo que había dicho Kaito.

    Su amado era realmente cobarde en muchos aspectos y él no creía en los fantasmas.

    A Kaito no le gusto que Gakupo no le creyera para nada pero conforme pasaban los días pensó tal vez que solo fueron imaginaciones suyas después de todo no había nada roto y seguro solamente estaba sobrecogido por lo aterrorizado que estaba Nasu y la anormalidad de Aisu, decidió que no pensaría demasiado en esas cosas paranormales pero mientras tanto no vería ninguna estúpida película de terror de ahora en adelante comedias románticas ¡Si señor!

    Tres días después Gakupo se encontraba solo en casa, Kaito había salido temprano junto a Miku, mientras él hizo su trabajo y regreso antes de lo esperado, ahora se encontraba en la cocina preparando un postre para cuando Kaito regresara y pudieran comerlo luego de la cena, Nasu estaba posaba sobre la mesa mirando atentamente lo que hacía su dueño, el gato blanco no se encontraba cerca.

    Gakupo observo como su querida mascota se espeluzaba toda, bufándole a algún sintió de la cocina.

    – ¿Nasu? Oye, tranquilízate no hay nada allí –Habló intentado calmar al gato negro que había sido su compañero durante al menos tres años pero el animalito fingió no escucharlo y siguió bufándole a la nada de repente comenzó a sentir un intenso frío, tanto que pudo ver un halo de su aliento salir, el gato negro se había apegado más a él sin dejar de mirar a ese lugar en específico donde podía ver una sombra negra creciendo más y más –

    Aquello comenzó a alarmarlo ¿Qué era eso? ¿Qué estaba pasando? Algo como una sombra negra creciendo a cada momento como si quisiera tragárselo no era normal, tomó al gato entre sus brazos para salir de la cocina por la puerta de atrás quedando en el patio, donde se encontraba Aisu durmiendo una siesta debajo de los rosales.

    Gakupo se quedó allí hasta que llego Kaito, no se atrevió a regresar adentro de la casa hasta entonces, cuando Kaito lo encontró afuera quedo confundido, un postre a medio terminar en la cocina y su amado afuera compartiendo con los gatos. Era extraño pues su amado samurái no era alguien que se distrajera con facilidad y dejara de hacer una cosa para ir a hacer otra aun así Gakupo no le dijo que le había pasado.

    –Entonces Miku decidido que podíamos hacer un dueto juntos para el próximo proyecto.

    –Eso es bueno –Contestó, Gakupo. Kaito se veía muy animado como siempre que tenía proyectos para él y canciones –

    – ¡Si! Será demasiado interesante. –Kaito se quedó mirando a un lugar en específico y luego pestaño estaba seguro de haber visto la figura de alguien –

    – ¿pasa algo? –pregunto mirando a su compañero, pero este negó con la cabeza –

    –No es nada, tal vez solamente estoy agotado.

    –Si quieres puedo preparar el baño, así tomaras un merecido descanso con agua caliente.

    –Eso suena bien mi amor ¿Estás en los ingredientes para mi baño?

    –No me importaría serlo –Se levantó de la mesa dándole un beso ligero en los labios a su pareja, para que Kaito soltara una risita, adoraba a su atento y romántico samurái –

    Pero para su mala suerte antes de que Gakupo se adentrara a la bañera o siquiera se quitara una prenda que no fuera su camisa de vestir, fue llamado de improvisto haciéndole sentir un retorcijón en las tripas a Kaito odiaba cuando eso pasaba cuando podían tener uno de sus momentos románticos y uno de los dos eran interrumpidos por una llamada.

    A veces las personas eran tan inoportunas, así que tuvo que ver a su sensual samurái sin camisa salir del cuarto de baño atender la llamada, estúpida llamada. Se metió al agua que calmaba sus músculos estaba increíblemente agradable, suspiro fascinado por la sensación, suspiro mientras se adentraba un poco más a la tina entre la espuma, cerro sus ojos sintiendo que el cansancio de ese día se marchaba dejando una sensación cálida.

    Abrió sus ojos pues sentía algo moverse en su hombro y no sabía que era hasta que noto que era un gusano sobresaltado dio un ligero brinco para quitárselo del hombro ¿De dónde diablos había venido eso? No tuvo que preguntárselo mucho cuando el agua tibia se enfrió y el líquido espumoso se fue tornaron rojizo hasta volverse sangre llena de larvas e insectos, quería gritar más su cuerpo estaba petrificado por el espectro ante sus ojos de piel grisácea, cabello largo negro y ojos rojos, largos dientes afilados, el espectro abrió la boca y el cerro fuertemente los ojos soltando un profundo grito lleno de terror.

    – ¡Kaito!, ¡Kaito! –le llamaban, lentamente fue abriendo los ojos para notar a Gakupo bastante preocupado – ¿Qué paso?

    Miro hacia la bañera todo estaba normal como si nada hubiera pasado, ¿Acaso lo había alucinado? No, no podía ser posible ¿o si podía? Tenía miedo y comenzó a llorar, Gakupo intentaba consolarlo.

    –Gakupo me quiero ir de aquí, no quiero estar más aquí –Susurro temblando y llorando en los brazos de su pareja –

    Gakupo jamás lo había visto tan angustiado si Kaito solía ser un cobarde, si también un llorón pero esa angustia total jamás la había visto como si estuviera seguro de que si se quedaba allí moriría, él también pensaba algo similar.

    No le gustaba esa casa.

    Suspiro para ayudar a Kaito a salir del baño y arreglarse por obvios motivos no tomó su anhelada ducha ya que Kaito se había aferrado a él sin soltarlo, ambos habían terminado en la habitación teniendo que pasar su última noche en la casa, era tarde y buscar un hotel donde permitieran mascotas sería demasiado problemático, ambos felinos se encontraban sobre la cama acomodados uno al lado del otro como una mancha blanca y negra. Kaito parecía más calmado entre sus brazos y con el ruido del televisor de fondo, las luces encendidas. Él no quería estar a oscuras aunque sabía bien que la luz tampoco parecía cambiar las cosas.

    Gakupo estaba desesperado todo había ocurrido demasiado rápido ante sus ojos en un momento estaba sosteniendo a Kaito entre sus brazos intentado conciliar el sueño al siguiente solo escucho un grito, la completa oscuridad y un bufido de gato de cuál de los dos no estaba del todo seguro, Aisu había salido corriendo tras su dueño y Nasu siguió al gato blanco.

    – ¡Gakupo ayúdame! –Había escuchado de parte de Kaito, de algún lugar pero de ninguno a la vez como de un eco que se repetía entre las paredes, como si estuviera dentro de estás –

    Tomó su fiel Miburi de donde la mantenía colgada para salir de la habitación aunque sabía que una espada de seguro no podría enfrentar a ese ente, fantasma, demonio lo que fuera, le hacía sentir algo de seguridad, algo de control corrió por los pasillos siguiendo la cola tupida y negra de Nasu pensando que el gato al menos tendría algo más de conocimiento que él pero no importaba que tanto corriera el pasillo se hacía interminable y la voz de Kaito lentamente se iba retorciendo hasta no ser más que alaridos causando dolor en su pecho que no podría explicarse con palabras.

    El gato negro soltó un bufido erizándose, Gakupo observo como su querido gato era sostenido en el aire para brutalmente ser arrojado contra la pared tan fuerte que escucho el crujido de los huesos romperse una exhalación de aire debido a la sorpresa escapo de sus labios mientras observaba lo que fuera que hubiera en ese lugar como golpeaba incontables veces al animal hasta no ser más que resto de sangre y huesos, contuvo un grito en la garganta sintiendo como sus piernas temblabas y todo comenzó a dar vueltas pero no era algo que estaba en su mente, el pasillo parecía moverse en un eje invisible hasta que lo aventaron hacia adelante topándose con las escaleras donde lo mandaron rodando, al abrir los ojos y poder enfocar bien sobándose el golpe observo el cuerpo del segundo gato, Aisu estaba clavado en la puerta que conectaba con el sótano, su pelaje blanco estaba manchado de sangre y dividido a la mitad gotas carmesí caía hacia el piso, se levantó para tomar la pequeña cabeza del animalito blanco entre sus manos cabeza que estaba separada de su cuerpo y comenzó a llorar.

    Habían tomado a ambos gatos desde cachorros y perderlos de semejante manera era sumamente triste, él adoraba a sus mascotas y verlas dañadas de esa manera era un dolor que se acumulaba en la base de su garganta como un grito demasiado grande que la desgarraba y acides corriendo desde su estómago hasta quemarle la faringe la puerta del sótano se abrió con un chirrido que hizo eco en la silenciosa noche no se veía nada abajo.

    – ¡Gakupo! –El grito desgarrador de Kaito, le hizo precipitarse hacia las escaleras sin importarle lo que podría encontrarse en medio aun si no podía observar absolutamente nada –

    Peor era que podía escuchar a Kaito sus quejidos, alaridos y sollozos de dolor podía escucharlo como un eco que rebotaba en la pared o en su mente, llamándolo, pidiéndolo, suplicando por él pero por más que bajaba en las escaleras estás no parecían tener fin como si el tiempo o el espacio no ejercieran en ella dejándolo vagando infinitamente en la oscuridad sin oportunidad de subir solo bajar y bajar, mientras su pecho se volvía más apretado y el calor iba en aumento, el sudor recorría su frente y cuello, se relamió los labios resecos, ve algo rojo al final de las escaleras y por un momento temé lo peor.

    En sus oídos resuenan rugidos y una respiración en su nuca, intenta suprimir el miedo como le enseñaron desde niño se repite su mantra para intentar contrarrestar el miedo latente que se arremolina en la base de su estómago hace que sus pulsaciones se aceleren y la sangre bombee por todo su cuerpo intenta nublar su mente y campo de visión aumentando los sonidos y generando pánico.

    Pero no puede entrar en pánico, una risa gutural resuena le acaricia la espina dorsal con el escalofrió del terror a lo desconocido pero no se detiene sus pies siguen bajando hasta llegar al suelo pero no es el sótano lo que ven sus ojos es algo más que eso, huele a cenizas, humo y cadáveres quemados o en su defecto en estado de descomposición el olor le irrita la nariz y le agua los ojos, no sabe en qué lugar esta aunque algo pequeño en su mente le dice; que sí conoce la respuesta.

    Pero no es una buena observación de su cerebro y no quiere escucharlo tampoco.

    Intento relajarse apretando más fuerte a Miburi entre sus manos, caminando por el lugar que parecía querer calcinarlo vivo en cada paso, era demasiado calor, tanto que se sentía mareado y no coordinaba correctamente sus pensamientos pero debía de encontrar a Kaito, no podía dejarlo, jamás lo haría, mientras más caminaba más desorientado en aquel lugar se sentía a veces era muy oscuro y otras veces podía ver a cuerpo cayendo desde el cielo incinerándose personas retorciéndose de dolor y agonía a veces tuvo que correr y esconderse.

    Hasta que encontró a Kaito y un grito desgarrador salió de sus labios, su amado yacía empalado la lanza salía de su boca, sus ojos habían sido arrancados y alguna clase de buitre estaba devorando sus entrañas, sus piernas se debilitaron, cayó al suelo llorando sintiendo como su interior se comprimía en la agonía absoluta de no poder salvar a quien amaba, pidió morir, haber sido él lo grito en voz alta, mientras sentía como se quemaba su pecho y su mente se quedaba vacía de pensamiento solo aceptando la resignación por la muerte, lenta o rápida no le importaba todo se fue oscureciendo lentamente para él pero aun podía sentir el calor estaba quemando sus manos y los gritos de agonía, el olor a cenizas.

    –Gakupo –Sus ojos se abrieron para enfocar a Kaito, su respiración era acelerada, su corazón bombeando sangre a gran velocidad por su cuerpo –Gracias a Dios que despiertas, estaba muy preocupado, estabas teniendo una terrible pesadilla. –No pronuncio palabras su garganta dolía demasiado pero solamente pudo agarrar el rostro de Kaito cerciorándose de que si, era verdad él estaba allí era tan real como él mismo y todo había sido un espelúznate pero muy realista sueño, se abrazó a Kaito su cuerpo temblando, beso su mejilla, su cabello y su frente, agradeciendo a Dios de que fuera solo una terrible pesadilla –

    Nunca había sentido tanta euforia.

    Aunque era de madrugada Gakupo no volvió a dormir Kaito se mantuvo en vela a su lado su pareja no quería comentarle lo que había soñado aunque por los terribles y desgarradores gritos que Gakupo soltó durante su pesadilla supo que era algo tan malo que era mejor que no lo recordara y no atormentarlo con ello, tomó su mano y la acaricio era la primera vez que cuidaba de esa manera a Gakupo usualmente es al revés aun así no estaba del todo mal.

    Al menos una vez él tenía que cuidar y proteger a su amado así sea regalándole esa sensación de seguridad que tanto necesitaba en esos momentos.

    Esa mañana decidieron buscar un lugar donde quedarse ya no estarían más en aquella casa con terribles recuerdos, primero se quedaron unos días en casa de Gumi, mientras encontraban una casa o departamento donde vivir; no importaba.

    Aquella casa la dejaron sola y no querían saber que terribles sucesos podían experimentar sus próximos dueños.
     
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