19vo. Reto Literario: "Flowers’ language" – (Evangelion) “Siempre”

(Kaworu x Shinji)

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    Título: Siempre
    Palabras: 2170
    Género: Angustia, tragedia

    Disclaimer: Evangelion y sus personajes son propiedad de Hideaki Anno

    Flor elegida: Crisantemo
    Significado: Simboliza la eternidad, verdad y confianza, se asocia mucho con diversas acepciones del amor según sea el color del crisantemo, pero, generalmente significa “Ningún amor será comparable al nuestro”.
    SPOILER (click to view)
    Significado según los colores usados en este fic

    Crisantemo rosa: simboliza la fragilidad y ternura de una relación amorosa.
    Crisantemo blanco: amor profundo y verdadero
    Crisantemo azul: amor eterno

    Siempre





    Despertó en medio de la cama, vista al techo apenas abrió los ojos. Como siempre la lámpara y el mismo color allí arriba fue lo primero que logró ver apenas enfocó bien y sus ojos se acostumbraron a la luz natural que se colaba gracias a que dejaba su ventana abierta.

    Las cigarras comenzaban su incesante canto, al igual que comenzaba a elevarse la temperatura y el ajetreo de las personas afueras anunciaban que un nuevo día había llegado.

    Sus oídos dolían, a causa de haberse dejado los auriculares toda la noche anterior. La cinta en la grabadora había parado su reproducción quien sabe a qué hora en medio de la madrugada. La tomó entre sus manos y la observó un par de segundos con nostalgia grabada en todo su rostro. Decidió levantarse, observando la hora marcada en rojo por el despertador al lado de su cama y se dio cuenta de que era relativamente temprano. Quitando los audífonos de sus doloridos oídos se comenzó a alistar para empezar su día, moviéndose de un lado a otro lentamente por el pequeño departamento en el que vivía, haciendo el mínimo ruido, aun si no había riesgo de despertar a nadie, ya que estaba completamente sólo.

    Apenas media hora después y se encontraba listo para poder dirigirse a la escuela, con media hora de sobra yendo por el camino que siempre recorría todas las mañanas.

    Cerró la puerta de su apartamento y apenas volteó su cuerpo los rayos del sol pegaron de lleno en su cuerpo, el calor se extendió por todo su cuerpo y llevo una mano frente a sus ojos tratando de cubrir un poco la enceguecedora luz.

    Bajó las escaleras del edificio en el que vivía, este apenas y parecía que se podía mantener en pie. La pintura desgatada, las grandes grietas en las paredes de concreto junto con la parte lateral que ya había sido derrumbada y se encontraba completamente destruida no lo hacían ver como el mejor lugar para vivir. Pero él no se iría de ahí.

    Avanzó a paso lento por la calle parcialmente vacía, a lo lejos el sonido de las personas comenzando con sus tareas y a medida que se acercaba al centro de la ciudad este iba en aumento.

    Avanzó sin realmente ver hacia donde se dirigía, con la vista en el camino de concreto. El ruido pareció disminuir más de lo normal, levantando su vista se dio cuenta que había llegado a una parte de la cuidad que no conocía. Se trató de ubicar a medida que seguía con paso lento al frente por la calle prácticamente desierta.

    Los pájaros que estaban en un cable de electricidad volaron despavoridos llamando su atención. El olor agradable de algo inundando sus fosas nasales y un sentimiento instalándose en lo más profundo de su pecho.

    Volteó el rostro y se encontró con una flor color rosa, particularmente bella y que no conocía, sostenida por un chico que le miraba sonriente.

    Lo observó unos cuantos segundos, junto con la flor que sostenía en su dirección. Su cabello gris brillaba bajo el sol y se balanceaba suave con la pequeña brisa, su rostro dibujado en una expresión calmada y alegre mientras lo veía directamente a los ojos con esos orbes de color rojo.

    Logró estremecerlo.

    Nostalgia inexplicable creciendo descontrolada en su pecho y un nudo se formaba en su garganta.

    ― Para ti―. La voz del joven resonó muy adentro en su mente y por un momento creyó que se lanzaría a llorar sin ninguna razón.

    Vacilante y con la mano temblando tomó la peculiar flor. Se perdió unos segundos observando la gran cantidad de pétalos y su interesante forma.

    Levantó su rostro para agradecerle al extraño, justo cuando sus labios se abrieron, se descubrió completamente sólo en medio de esa calle.



    Después de eso toda su mañana transcurrió con normalidad. Siguió su camino y encontró con que no estaba demasiado lejos de la escuela, solo unas cuentas calles de distancia de la ruta que transitaba a diario.

    Asistió a clases e hizo sus deberes pasado desapercibido y evitando cualquier contacto con los demás compañeros de clase. A excepción de alguna fugaz mirada a la chica que al igual que él no hablaba ni se acercaba a nadie. Aquella joven de cabello claro con tintes azulados, de reojo podía observarla mirar por la ventana, sin realmente importarle nada a su alrededor, en algún punto quería poder ser como ella.



    EL día pasó tan rápido para su gusto, y apenas se dio cuenta el día pintaba en tonos naranjas y los últimos rayos del sol bañaban por completo la ciudad.

    Deambuló con paso lento y casi como si estuviera perdido camino a su departamento. Otro día que había pasado debatiendo. Su mente hecha un lío. La carta con el logo de NERV arrugada por completo en el fondo de su mochila.

    La cerradura cedió con un chasquido y abrió la puerta de su hogar. El silencio. Se despojó sus zapatos, adentrándose al lugar en casi penumbras, el sol muriendo en el horizonte y un nudo formado en su garganta, dejó caer su mochila sin cuidado junto a la cama, se recostó y puso de nuevo los audífonos en sus oídos. Miró al techo por lo que parecieron horas, se levantó para encender la luz tirando la mochila, cuando se dispuso a recogerla la flor salió de esta y terminó en el suelo. Apenas encendió la luz con la flor de nuevo entre sus dedos, se dedicó a observarla de nuevo, a la vez que recordaba al chico que se la había dado en la mañana. Se recostó de nuevo y sin saber por qué lagrimas descendieron por sus mejillas. Un cumulo de sentimientos y emociones en su mente, la música en sus oídos y el techo aun parecía ser desconocido.



    Despertó, como un déjà vu del día anterior. Todo parecía ser exactamente igual. Pero hoy sentía algo diferente. Se levantó y puso la flor en la mesa junto a su cama. Antes de darse cuenta, porque como siempre todo lo hacía en automático, se encontraba fuera del apartamento. El día contrario al anterior estaba pintado en grises y una corriente ligera de aire auguraba lluvia.

    Caminó de nuevo con pasos cansados y sin rumbo. Y descubrió que de nuevo había llegado a la misma calle de ayer. Apenas notó eso, recorrió con la mirada a todos lados, lo esperaba de algún modo, quería que sucediera.

    ― ¿De nuevo por aquí? ―Se sobresaltó un poco al escuchar esa voz prácticamente decir eso en su oído.

    Volteando en dirección al chico se encontró de nuevo con esa sonrisa. No sabía que decir realmente.

    ― Yo… ―Pensó por un momento―. Quería agradecerte por la flor de ayer, amm… ―Esperando que el joven revelara su nombre por lo menos.

    ― Kaworu, Nagisa Kaworu―. Sonrió

    ― Yo soy…

    ― Ikari Shinji-kun―. Lo interrumpe dejándolo realmente sorprendido―. Y esto es para ti―. Le entregó una flor tal como la del día de ayer, casi idéntica, solo que esta era de un color blanco, un blanco bastante puro.

    Completamente extrañado intentó de nuevo hablar con ese chico. Justo cuando levantó la mirada él de nuevo se había ido.

    Una gota cayó sobre su rostro seguida de muchas otras que comenzaron con más fuerza. La tormenta se desató y él solo podía ver la flor entre sus dedos. Caminando rápidamente por las calles bajo la lluvia una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

    Llegó a la escuela completamente mojado. Su ropa escurriendo por doquier y sus zapatos produciendo un molesto sonido al impactar con el piso. Por suerte había guardado un uniforme extra en su casillero. Quitando su calzado mojado se dirigió hasta donde se pudiera cambiar, pasando junto a dos chicos que conversaban sobre algo a lo que no le hubiera prestado atención de no ser porque el nombre “Ayanami” fue mencionado.

    ― ¡Juro que la vi! Fue esta mañana mientras visitaba a mi hermanita en el hospital

    ― ¿Estás seguro que era Ayanami?

    ― Sí, estaba en muy mal estado, ya sabes, toda cubierta de vendas

    Ellos voltearon en su dirección cuando notaron que los escuchaba y antes de que alguien dijera algo él se había alejado de ahí lo más rápido que pudo. Se encerró en un cubículo en el baño de chicos mientras se despojaba de las prendas mojadas. Sin poder evitar en aquella chica y lo que le había podido ocurrir.

    El día agonizó de nuevo tan rápidamente. Esa tarde no había colores cálidos. La persistente lluvia había predominado por todo el día monopolizando con su tono gris. La tarde era fría y el camino a casa fue más veloz intentando mantenerse lo más seco posible, tarea que resultó imposible. Apenas llegó se desprendió de su ropa mojada.

    Esa noche durmió en la misma posición, en la misma cama, bajo el mismo techo desconocido y con dos flores a su lado. Y por alguna razón todo parecía un poco mejor que ayer.

    Se levantó con los primeros rayos del sol. Un poco más animado que de costumbre. Sus pasos menos temerosos al salir de su hogar. Sorprendido de haber considerado aquel apartamento como su hogar esta vez.

    Avanzó más rápido que lo usual, por lo menos en él, esta vez con el rostro arriba y un rumbo definido. Sin realmente pensarlo, había trotado los ultimo s metros de su recorrido. Se detuvo jadeando un poco. Sus ojos buscando con ansia.

    ― ¡Hey! ―Salió como los anteriores dos días de la nada.

    ― Buenos días…―. Dudó un poco. Un calor en su pecho empezando a construirse― …Kaworu-kun

    La respuesta nunca llegó. En cambió el sonido de una sirena aullando fue todo lo que sus oídos captaron, todo lo que llenó el ambiente. Justo después la tierra se estremeció con violencia, aves huyendo despavoridas.

    ― ¡Cuidado! ―Se lanzó sobre él antes de que una explosión volara en pedazos parte de las casas de alrededor y los mandara a volar.

    Se encontró sobre el suelo y su cuerpo siendo protegido del impacto por el ajeno.

    ― ¿Qué…?

    La frase muriendo en su garganta cuando la enorme extremidad del aquel ser colisionó en el suelo a pocos metros de ellos.

    Fue tomado del brazo y en pocos segundos estaba de pie, casi siendo arrastrado por las calles destruidas, escombros y si intentaba distinguir podría ver enormes manchas carmesís entre algunos restos de casas.

    El aire difícil de respirar, el sonido a su alrededor apagado, la poca visibilidad al lugar que se dirigía, un olor salado y llenó de pólvora en el aire y en lo único que se podía concentrar era en el toque alrededor de su muñeca.

    Se detuvieron en lo que parecía haber sido un edificio. Jadeó.

    ― ¿Te encuentras bien? ―preguntó aquel chico. En ningún momento lo había soltado.

    ― Yo… ―Realmente no lo sabía, tampoco sabía que estaba pasando―. ¿Qué fue eso?

    ― Un Ángel

    No entendía, pero de alguna manera algo golpeaba en lo más profundo de su cabeza.

    ― Lo siento, es complicado y… ―Se interrumpió, su rostro deformado en una mueca cercana a miedo―. Ellos están cerca. Yo de verdad lo siento. Esta vez decidiste no pelear y tal parece que tampoco podré mostrarte la felicidad que te mereces.

    Sus palabras dolieron, algo oprimiendo de forma cruel dentro de su pecho. El nudo en la garganta y sus ojos escociendo.

    ― ¿A qué te refieres?

    ― Que todo se repetirá. Cuando liberes los recuerdos de tu mente, todo terminará y volveremos al principio, siempre que tú lo decidas. Realmente lo lamento, de nuevo no es está la felicidad que querías, que merecías, a pesar de la promesa que te hice hace mucho tiempo.

    Sus ojos comenzaron con el llanto. El sonido de explosiones a todo su alrededor. Su mente tratando de liberar algo.

    ― Aun así…

    ― ¡Es él! ―El sonido de varias armas ser levantadas y cargadas mientras despojaban a estas del seguro los rodeó―. Nagisa Kaworo, el primero y el treceavo, SEELE ha ordenado tu ejecución por desobedecer…

    Nada y todo cobrando sentido.

    ― A pesar de todo... ―Tomó sus manos depositando en ellas de forma delicada una flor, como las dos anteriores―. Recuerda que nací para conocerte…

    Alguien lo había tomado bruscamente y lo había jalado lejos del chico.

    ― … Que cumpliré mi promesa―. Continuó―. Que nos volveremos a ver sin importar lo que pase―. Lagrimas descendido. Se aferraba al regalo entre sus manos―. Y que te amaré siempre

    El ruido ensordecedor de varios rifles siendo disparados al momento y entonces… se quebró.

    Todo cobrando sentido de nuevo, las gotas tibias que lo llegaron a salpicar, una mirada a la delicada flor azul entre sus manos.

    Gritó hasta quedarse afónico mientras el suelo a sus pies se resquebrajaba. Una figura con doce alas emergiendo de las profundidades.

    Y solo un pensamiento en su cabeza.

    Volver a iniciar todo. Las veces que fuera necesario, para siempre, hasta que por fin pudieran estar juntos.
     
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