Estoy bien (usagixmisaki) cap 10, actualización 06-3-16

Takahashi Misaki es un alumno del prestigioso internado en el cual sus compañeros le hacen pasar una estadia muy sufrida, su maestro akihiko le ayuda a olvidar todo

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    Disfrutando de la vida :]
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    Me encanta tu fanfic es muy bueno por favor no lo abandones. Esperare con ansias la conti. Espero que actualices pronto.
     
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  3. kuroshiyaoi
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    Hello ev'rybody!!!
    Cómo están mis querid@s criaturas llenas de amor y ternura?
    Me disculpo por pasar tanto tiempo sin comentar, sin embargo...(no tenía net y mis vecinos se fueron de vacaciones y no muestran señales de vida en casi un mes) pero he vuelto, en la piscina hay wifi!!!
    De vuelta al fic, dado lo que sucedió anteriormente, Usagi y Misaki presentan una fase muy importante en esta parte de la historia, donde los sentimientos empiezan a volverse más seguros, pero a la vez más dolorosos.

    Sin más les dejo la conty!!

    (Estoy del celu y es copy paste, no puedo arregar los espacios, perdón)
    Porsiaca, si pongo cosas en ingrish en mis comentarios, es porque me gusta :)

    -----------------------------

    CAPITULO OCHO

    El lujoso automóvil rojo de Akihiko se detuvo súbitamente frente a un edificio residencial, uno muy conocido para ambos, pero en muy distintos contextos, para el maestro solo algo cotidiano, para el chico, de manera más oscura. El motor se apagó, cesando el suave ronroneo y los seguros de las puertas se liberaron. Misaki se deslizó por el asiento del pasajero, bajando temerosamente del vehículo. Sin atreverse a pronunciar nada, al igual que cuando que salieron juntos de la arboleda. Imaginando los posibles escenarios que podrían suceder en el interior del departamento, ¿Esta vez lograría mantenerse firme o todo terminaría de la misma manera que siempre? Aunque lo verdaderamente importante en ese momento era: ¿Realmente estaba preparado para enfrentar una tercera vez?

    -pasa- murmuró Akihiko con un inusual tono de voz.

    Misaki obedeció, no porque quería, simplemente porque no le quedaba otra opción. Observó el lugar con gran y dolorosa angustia, nada, absolutamente nada había cambiado desde aquella vez. Ahí estaba el mismo sofá lujoso y amplio donde habían unido sus cuerpos a la fuerza, el mismo orden de los estantes y las mesas de café, las mismas cortinas de algodón gris y visillos de seda blancos. También la decoración y todas las demás cosas que notó al día siguiente...

    -bienvenido nuevamente, me tomaste por sorpresa, así que perdón por el desorden.

    -gra...gracias.

    ¿a qué se refería con desorden? Todo estaba tan organizado, ni siquiera había algún pequeño rastro de polvo para señalar.

    Akihiko lo abrazó con pasión, sin otorgarle tiempo a relajar la tensión que sofocaba fuertemente su cuerpo, besando con suavidad su amoratado rostro, tocando cariñosamente su horrible y tusado cabello castaño, retirando con suma delicadeza los mechones cortados. Dejándolos caer en el piso de vinilo. Sin entender el porqué existía tales personas que eran capaces de sentir ese profundo odio hacia Misaki, hacia alguien que no era capaz de causarle daño a nadie, por más rencoroso que fuesen sus sentimientos, no porque no poseía fuerzas para hacerlo, sino porque su conciencia era tan pura que no soportaría el peso de hacer daño. ¿Entonces por qué osaban en hacerlo sufrir? ¿Era acaso porque sentían celos? ¿O sólo necesitaban convertir a alguien más miserables de lo que ello eran?

    -...estas a salvo...mientras yo esté a cargo del curso...haré lo que sea para protegerte...lo prometo

    Enjugó silenciosamente las lágrimas que nacían de sus párpados. Quería llorar y derramar completamente sus más sinceros sentimientos y temores en el muchacho de una buena vez. Pero todavía no era el momento adecuado, debía esperar. Ahora lo único que debía hacer ahora era endurecer su máscara y ofrecerle un verdadero refugio al chico desamparado que había tocado su corazón. Misaki solamente necesitaba el apoyo de un adulto, alguien en quien pudiera confiar plenamente, no una persona que rompiera en angustioso llanto al más mínimo golpe. Debía ser fuerte, aún cuando le resultase doloroso el fingir frialdad.

    -¿sen...sei?

    Lo amaba. Lo amaba, lo amaba tanto que podría morirse de felicidad en este instante, solo por tenerlo a su lado, solo con escuchar su dulce voz, con sentir la dulce esencia que emanaba su ser constantemente. Lo sostuvo con ternura, guiándolo al mullido sofá, acariciando su adolorida espalda, susurrando su nombre...

    -te quiero...

    Misaki pensó en alejar a su maestro fugazmente, huir de esos sentimientos que lo aterrorizaban. No podía permitir que éste notara que sus emociones lo llevarían nuevamente al borde del llanto, tampoco su triste expresión y acelerado y doloroso ritmo cardíaco. Se había prometido no dejarse llevar por esa grata sensación que percibía a su lado...sin embargo...no deseaba ver a su maestro dedicándole ese melancólico gesto de la otra vez. Su corazón no lo resistiría. No era lo suficientemente fuerte como para soportar tal golpe dos veces...

    -...te quiero tanto...

    Finalmente, lo abrazó sin ánimos. Rindiéndose a las falsas palabras que le profesaba, a los clandestinos sentimientos que nacían dentro de él, al sentir su vívida presencia.

    Comprendía perfectamente el significado de tales sentimientos, resumiéndolos en tan solo una palabra bastante sencilla de pronunciar, sin embargo difícil de describir y expresar, una que definía lo que sucedía de una manera tan exacta que dolía: "amor"...
    Pero comprender no es lo mismo que aceptar, ambos son extremadamente distintos como para confundirse de esa manera. No aceptaría con tanta facilidad y ligereza algo de ese índole, no por un hombre, no con su violador, no con un profesor, no si esa persona era Akihiko...

    Sin embargo este día a Misaki nada le importaba...ni siquiera que volvería a pasar la noche con la persona que se había atrevido a violarlo repetidas veces, sin mostrar señales de culpa y además dedicándole palabras vacías de amor incondicional...

    -¿Misaki, te duele algo?

    El chico tembló, sin saber que responder, completamente aturdido, no por la pregunta, sino que por la imagen que su maestro dejó ver en ese momento ¿por qué esa persona no dejaba de jugar de una buena vez al padre sobre protector?

    -si...la cabeza...

    Akihiko sonrió, había intuido que Misaki diría algo similar

    -podrías tomar una ducha, eso ayudará

    -siento las molestias...

    -no hiciste nada que me molestara, es más, me alegra estar contigo- Sin querer hizo una mueca, contradiciendo sus palabras. No era de su agrado que su alumno dijera algo así.

    Acarició suavemente su cabeza. Se levantó y tiró al muchacho hacia arriba, animándole a levantarse.

    "Ánimos" eso era lo que más necesitaba Misaki en este instante, hacerle saber que todo estaría bien, que respirara tranquilo, porque con él a su lado, nada malo sucedería, que él se encargaría de éste asunto y de todos los demás problemas que lo sofocasen con tal de ver su rostro de felicidad...
    Tenía la esperanza de que si le entregaba todo eso, algún día, Misaki volvería a ser el mismo que hace dos años, sonriente, decidido, enérgico... Feliz...

    -te prepararé algo de ropa y...la...la cena.

    Su voz vaciló un poco.

    Sabía sin embargo, que todas esas cosas él no las conseguiría súbitamente de un día para otro, que nada era tan rápido, que se debían luchar muy duro para obtenerlas, pero también sabía que el chico se estaba cansando de hacerlo, que solo con verle a los ojos uno podía notar cuan grande era su anhelo de rendirse, de terminar con todo el sufrimiento que lo perseguía. No obstante, él estaba dispuesto a apoyarlo, animarlo, quererlo, ofrecerle un refugio, hasta que pudiera caminar completamente solo, sin la ayuda de nadie, hasta que pudiera avanzar hacia su futuro sin él...sin importar cuán aterradora le resultase ese hecho...

    El chico solamente escondió su mirada en el piso, avanzando en silencio, sin resistirse a los suaves empujones en su espalda. Su rostro estaba carmín y sus labios semiabiertos parecían querer decir o recibir algo.
    Salió de la sala, tambaleándose, con los ojos vidriosos y enrojecidos por tanto llorar. Su labio temblaba y se rehusaba a despegar su mirada del piso de vinilo, Lucía avergonzado, nervioso y asustado.
    Akihiko dejó que el agua corriera y alcanzara una temperatura ideal para el chico, debía ser tibia para relajarlo. Empezó a trabajar con su ropa, creyendo que éste se resistiría a ser desnudado, pero no, Misaki no luchó para detener las hábiles manos que lo desvestían, sin embargo tampoco ayudó, se quedó ahí de pie en la fría cerámica sin moverse, como un niño, o peor aún, como una muñeca de trapo...

    Le dejó bajo la tibia lluvia antes de retirarse.

    Cerró la puerta y avanzó hasta la cocina en silencio. Ahogando sus sollozos y secando sus lágrimas, procurando de que su estudiante no lo oyese ¿cuándo había sido la última vez que lloró de esa manera por alguien?

    Misaki elevó su rostro calmando el dolor con el agua que caía. Tocó su amoratado pecho, sintiendo su acelerado corazón. Antes solo quería verlo, sentirle hablar. Hoy su necesidad por persona había sido peor, llegando a desear algo más que un simple abrazo, más que un beso...Hoy quería fundir sus cuerpos como las veces anteriores, también sentía que debía entregarle su alma...

    ¿Lo que sentía por Akihiko realmente era amor?

    Nuevamente había llegado a la misma pregunta, otra vez la misma respuesta se alzaba por sus fugaces y confusos pensamientos. Sin importar cuantas veces intentase negar esos sentimientos, sin importar cuanto esfuerzo había puesto en amar a otra persona, tampoco las noches en vela buscando otro camino, alguna solución. Aquí estaba, amando de alguna forma a su profesor de literatura...
    Se dejó caer duramente al piso de la ducha, sollozando, abrazando sus temblorosas piernas, donde solo la lluvia que caía parecía más interminable que sus lágrimas...

    -...ah...

    *...*

    -Misaki...

    Su grave voz flotó suavemente por el oído del chico, estremeciéndose como de costumbre.
    Sin pensarlo le dedicó una una sonrisa amarga por el dolor, escondió su mirada en el agua que fluía por el grifo del lavaplatos, disolviéndose en blanca espuma de jabón. Sus enrojecidos párpados pesaban por las lágrimas. Suspiró pesadamente mientras deslizaba los platos limpios en la encimera.

    Los pasos de Misaki se alejaban lenta y cansadamente de Akihiko, con dirección a la habitación de éste...
    Abrió la puerta con sus aún temblorosas manos de porcelana, caminó hasta la cama, sin molestarse en encender alguna luz, ahogándose en la penumbra de la habitación, donde la agónica iluminación proveniente de la luna se colaba a penas por la ventana cubierta de gruesas cortinas blancas. Se sentó en ella. Acarició el fino cobertor con sus dedos, sintiendo la suavidad del satín rojo, el mismo color que teñía sus pálidas mejillas.

    ¿Volvería a dormir junto Akihiko?

    Mordió su labio mientras se dejaba caer sobre el colchón. Suspiró con lúgubre amargura. La respuesta era más que obvia.

    La puerta se abrió silenciosamente. El aliento de Misaki se atascó a medía garganta al ver la bella silueta a contra luz de Akihiko. Divisándole tan alto, delgado, tan fuerte como los chicos que lo molestaban. No obstante, él era distinto a ellos; él no intentaba hacerle daño, a pesar de habérselo causado. Se acercaba lentamente, con esa forma provocativa de andar, tan propia de su profesor. Su cuerpo se paralizó sin saber por qué, la luz invadió rápidamente la habitación, iluminado todo. Sin notarlo, en un instante lo tuvo frente a la cama, observándolo con una extraña expresión que inundaba desde la mueca de su boca, hasta su inusual brillo en sus orbes amatista, como si en lo más profundo de su ser desease llorar. Otra vez veía en él el mismo gesto de dolor, acrecentando su angustia.

    ¿Qué había pasado con su perfecta cara de poker? ¿Por qué tenía que atormentarlo de esa forma?

    Su frente fue acariciada, su cabello desordenado con timidez, cerró los ojos, sintiendo como un suave beso era plantado en sus labios, en su mejilla, su frente. -Buenas noches...- fue murmurada por la grave y quebrada voz de su maestro, acelerando su corazón.

    Akihiko dio media vuelta, y se dispuso a caminar. A pesar de que no quería, con dirección a la puerta. Con aire lúgubre, suspirando con suavidad, buscando sacar fuerzas de donde no tenía, forzándose a seguir con su patética actuación de hombre fuerte, frío y pervertido. Siendo detenido por una temblorosa mano, que tiraba, casi sin fuerzas de su camisa. Volteó inmediatamente, ¿Acaso era un sueño? Le sorprendía la extraña actitud del chico, ¿Qué rayos le sucedía?

    -sólo dormiré aquí junto....

    -no...no por favor...

    Suspiró, por un momento, creyó que Misaki podía ver la verdad de su roto corazón. Sin embargo, no era muy probable, tal vez, él sólo quería que lo acompañasen, tal vez quería que lo cuidasen y protegiesen. Tal vez sólo quería que le brindasen amor puro y sencillo, como nunca lo hicieron.

    Algo muy sencillo de hacer...

    Pero para Akihiko le era un poco complicado el realizarlo, no porque no podía, sino porque realmente siempre existiría esa parte tan aborrecida de él que buscaría saciar ese instinto que lo definía como el hombre que era. No podía estar calmado con el objeto de su pasión cerca, se había dado cuenta de ello un mes atrás, cuando le robó el beso que creó el algo que los llevó a esta tan dolorosa situación. Menos podía contenerse ahora, cuando ya había probado cuan embriagante podía ser la angustia de su alumno. No en el estado tan débil en el que se encontraba, no cuando solo quería una excusa para tomar un poco de aire y mantener la fuerza de voluntad que poco a poco se esfumaba...

    No lo resistía más, lo deseaba y eso no le permitía pensar. Besó al muchacho con locura, probando sus labios que eran tan suaves y exquisitos, tanto que enamoraban instantáneamente a cualquiera que se topara con ellos, su lengua que sin importar cuan inexperta fuese reaccionaba al más mínimo estímulo, intentando enredarse automáticamente a la invasora, aumentando aun sin desearlo el placer de un beso.

    -sabes muy bien que cedo fácilmente a cualquier impulso de lujuria, si me quedo no te garantizo nada.

    Sus labios se encontraron nuevamente, solo que con un poco más de rudeza que antes, pero sin dejar su gentil toque de siempre. Misaki se levantó, apoyando su frente en el hombro de su educador, respirando lentamente, con una confusión mental que lo atormentaba, que le hacía llorar más de la cuenta, sin importar cuanto se contuviera; que le hacía sentir embarazosos deseos de abrazarlo y salir corriendo a la vez, que lo hacía cuestionarse muchas cosas que había prometido antes para evitar caer en los espejismos de Akihiko, llegando a preguntarse: ¿por qué ahora no quería cumplir lo que el mismo se impuso? Se sentía extrañamente tranquilo, parecía no importarle que existía la posibilidad de que Akihiko tomase su cuerpo a la fuerza nuevamente, es más, se sentía ligeramente atraído por la traviesa naturaleza de la idea...

    -no me importa, violame si lo deseas, pero no te vayas.

    -no digas eso...yo...no quiero de ti sólo sexo...

    -¿entonces qué?

    -quiero que seas feliz...

    Una cálida sensación invadió el cuerpo de Misaki, haciéndole sentirse tranquilo. Feliz, el también quería eso, pero no solo para él, también quería que su maestro lo fuera. Sentía que no podría serlo si alguien estaba sufriendo por su culpa. Akihiko se oía realmente sincero, casi tanto como para creerle. Como si el que hablase no fuera él, sino que su corazón. Quiso abrazarlo, sin embargo, aún sentía miedo a ser rechazado.

    -te amo...-tintineó en sus oídos.-más de lo que piensas.

    El chico enmudeció, tragando las palabras que se habían anudado dolorosamente en su garganta junto con su saliva. ¿No mentía? Su cuerpo tembló, por un momento sintió que era absurdo pensar que su profesor estaba jugando con sus sentimientos. Que solo era una ilusión que su mente creaba para no sufrir, sin embargo, esta parecía doler mucho más que la realidad. Su mente se debatía por qué debía hacer a continuación, se encontraba encerrado entre dos opciones, una tan dolorosa como la otra, amarlo o quedarse solo. Sus dos mayores miedos se hacían presente súbita y rápidamente. Odiaba atraparse a si mismo en un callejón sin salida, pero no le quedaban más jugadas, debía hacer algo, antes de que todo se fuera por la borda.

    "No estoy seguro...pero..." resonó en su cabeza, otra parte de su ser decía "solo dejate llevar..." logrando solo que su ansiedad se acrecentara...

    "Solo por esta vez" pensó Misaki finalmente. Decidiéndose por primera vez a pensar en Akihiko, era hora de calmarlo a él, de devolverle todo el cariño que le había brindado. Estiró su mano temblorosa hacia su triste profesor, jalando su suave corbata negra, atrayéndolo lentamente a su rostro sonrosado, besándole suavemente, envolviendo sus brazos en su espalda, mezclando sus serenas respiraciones. Entregándole por completo sus sentimientos para luego esconderlos y nunca volver a mostrarlos. Sintió unas tibias lágrimas caer sobre sus mejillas, como un temblor recorría el acongojado cuerpo de su maestro, rompiendo su corazón tan dolorosamente que quiso llorar también, sin embargo, se esforzó para ser fuerte y ofrecerle consuelo a quien siempre lo cuidaba. Miró a Akihiko, deslizando sus finos y tibios dedos por su rostro, secando sus lágrimas, y además trazando el camino de estas lentamente, desapareciéndolas en la palma de su mano, la expresión del mayor se suavizó, no obstante, aún la angustia pesaba en su rostro. Le sonrió, intentando calmarlo, sin dejar de acariciar su cara, rozando una y otras vez los pálidos labios que yacían entreabiertos por la sorpresa frente a él. Logrando al cabo de varios minutos que su maestro por fin le sonriera de vuelta. Eso lo hizo feliz, confirmando una vez más sus sentimientos.

    ¿Sería correcto decirlos?

    Tragó saliva, debatiéndose por la valentía y su porfiado orgullo que le impedía aceptar con claridad algo más que obvio. Akihiko por su parte sonreía, desconcertado pero feliz, Misaki le mostraba una sonrisa tan bella como las de antes, de las mismas que alegraban su existencia cuando el estrés del trabajo lo agobiaba lo suficiente como para odiar al mundo, incluyéndose. Sintió como el dolor se esfumaba, siendo reemplazado por una serenidad habitual en este tipo de situaciones. Besó los dedos de su alumno, abrazándolo, aferrándose con la dulce fuerza que le encantaba entregarle...

    -Sensei...yo...

    Se detuvo justo en la última parte, temiendo la reacción de su profesor, a la vez rehuyendo de su mirada, escondiendo la verdad que sus ojos dejaban ver. ¿Si le decía todos sus problemas se solucionarían? ¿Acaso sería tan feliz como deseaba? ¿Sus malditas lágrimas cesarían de una vez...? Cerró los ojos, atrapando su llanto con sus párpados, respirando lentamente, cuidando de hacerle creer que estaba bien, acariciando la amplia espalda que temblaba de un sentimiento lejano tanto a la angustia como a la felicidad, un sentimiento que no se podía ni debía describir.

    -Misaki...

    No deseaba arriesgarse y salir perdiendo, sin embargo, el peso que contraía su corazón no desaparecería hasta que lo dijese. Respiró hondo, intentando reunir fuerzas como para decirlo. Miró fijamente a su profesor, intentando convencerse de que la excusa que buscó para no amarlo era solo una maldita farsa nacida a raíz de su desconfianza dirigida a las personas. Akihiko besó su frente, alborotando su cabello. Haciendo latir su corazón incluso más rápido que antes, era vergonzoso, no obstante, no podía quedarse callado, no más, sus sentimientos, estos pesaban demasiado como para seguir cargándolos solo.

    -...sensei...yo lo amo...

    Se aferró con fuerza al cuerpo de su profesor, como si su vida dependiese de ello. Su cuerpo temblaba de miedo, miedo a la posibilidad de que su maestro fuera cruel o se burlase. Besó su hombro, sin abrir sus ojos. Akihiko solo podía limitarse a observarlo en silencio, con una expresión serena, sin embargo se encontraba estático por las palabras de su alumno, correspondiendo al abrazo por inercia. ¿Estaba soñando o esto era parte de la realidad? No lo sabía, ni nada se lo decía, pero algo le susurraba que debía ser optimista.

    -Misaki...

    Besó suavemente la cabeza de su alumno, acarició su espalda, la cual se tensó por el dolor de los golpes de hace unas horas, se dejó caer sobre el colchón suavemente, sin soltar a Misaki. Robándole tímidos besos y delicadas caricias en su torso y cabello. Susurrando además dulces palabras de amor, que le hacían parecer que estaba entregando al chico su vida, sus pensamientos, y más allá de estos, regalándole incluso los sentimientos que tendría el día de su muerte y los de su siguiente vida.

    -no sabes cuánto he soñado con oírte decir eso.

    dejó salir un profundo suspiro, que por primera vez parecía ser de tranquilidad, cerró sus ojos, dejándose llevar por las suaves caricias que su maestro le entregaba con sus frías manos, estremeciéndole, anunciándole que lo que vendría a continuación sería la tan angustiante pasión del sexo ilícito. Esto encendió su pálido rostro, tornándolo rojo por la vergüenza que no superaría hasta que le fuera arrebatada hasta la última traza de inocencia que lo definía como el chico indefenso que era. No obstante pasarían muchos años antes que eso sucediera. Un beso en su cuello fue plasmado, sacándole leves gemidos, algunos más ansiosos que otros. Su cuerpo se tensó cuando la fría mano de su profesor se deslizó bajo la camisa que este le había prestado.

    Quería hacerlo...

    -Te vez tan lindo con mi ropa...

    ...sin embargo primero probaría algo...

    -no...espera...-susurró el chico.

    Akihiko besó suavemente sus labios, saboreando cada milímetro de la boca de su amado, fundiendo sus alientos. Bajó por su mentón, su pálido cuello, deteniéndose en su hombro izquierdo, donde posó sus labios nuevamente, dejando una sutil marca rosa. Unas pequeñas y tibias manos intentaron detenerle, sin embargo las detuvo, enredando sus dedos en estas.

    -no voy a esperar...no puedo contenerme sabiendo que mis sentimientos son correspondidos.

    "Lo sabía..." se dijo "Fue en vano...no debí..."

    Estiró su brazo lo más que pudo, palpando distraídamente la fría pared de yeso y papel tapiz, buscando a tientas el interruptor de la luz, sin dejar de acariciar el cuerpo de Misaki con su mano libre, a pesar de que este se negase. La habitación se oscureció, dejando visible nada más que las siluetas de ambos en la aterradora penumbra.

    "No me quieres de verdad..."

    -...además dijiste que podía hacerlo si quería.

    Una pequeña lágrima se escapó del rabillo de su ojo izquierdo, perdiéndose automáticamente en la oscuridad. Nuevamente se había dado cuenta de los verdaderos sentimientos de Akihiko, rompiendo su corazón. Cerró sus ojos y dejó de poner resistencia, otra vez sentiría el agradable calor del cuerpo de su maestro, no obstante, sin importar cuanto lo disfrutase, nada quitaría el dolor que lo agobiaba...

    -te necesito Misaki...me hiciste falta estos días.

    El chico fue besado nuevamente, mientas que unas manos lo desvestían con desesperación. Akihiko creyó que de esta manera su amado estudiante entendería como se sentía, sin embargo para Misaki esto significaba otra cosa...

    ¿Debía amar a alguien que fingía hacerlo o detener sus sentimientos por Akihiko antes de que fuera tarde...?
    -----------------------------
    Well, esto es todo por hoy, quisiera agradecer a mi madre por no enterarse de las barbaridades que escribo :) y a ustedes por leer y disfrutar de mis creaciones

    See ya! (Creo que en el otro fic)

    Bye!
     
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    Muy buen capitulo. Pobre misaki ,espero que akihiko pueda hacerle ver a misaki que de verdad lo ama y puedan ser felices juntos como pareja. Esperare la conti con ansias.
     
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    :=NEWWWA: :=NEWWWA:
    oh pobre Misaki al fin pudo decir lo q siente y termina asi T-T
    el capitulo estuvo muy bueno
    esperaré la conty
     
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  6. Hana Usami
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    oooh esta muuuuy bueno este fic :XD
    por favor continualo c: estare esperando el siguiente capitulo c:
     
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  7. kuroshiyaoi
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    ¡Hola a todos! :=NEWWWA: he vuelto de las sombras de la escuela (?
    ahora mismo estoy de vacaciones así que me dedicaré a escribir, leer y ver junjou 3 por supuesto :=NEKKIN: :=NEKKIN:
    les traigo conty y el cap es bastante intenso porque hay un personaje nuevecito y de paquete (? :=wozardd:

    Bueno, sin más el capitulo nueve!

    Capítulo nueve

    Deslizó su corbata negra, bordada con la insignia del colegio, ajustándola hábilmente a su delgado cuello de cisne, procurando ocultar con su pulcra y nueva camisa blanca de uniforme las sutiles marcas rosas hechas por los apasionados besos y caricias que invadieron su cuerpo, y que quedaron como recuerdos del sentimental y apasionado fin de semana refugiado en casa de su maestro. Debía enfrentar al director y a su hermano apenas llegase, por lo que debía verse formal, peinó hacia atrás su aún más corto cabello, arreglado por una amiga de Akihiko, Eri, esperando que pronto volviera a su largo habitual. Los moretones todavía reinaban en su rostro, sin embargo habían desaparecido en su mayor parte, llevándose consigo el dolor de estos. Suspiró, intentando calmarse, su corazón dolía y su pesar se notaba a simple vista, aun cuando había sacado el peso de sus sentimientos, una nueva angustia comenzó a gobernarlo, nacida a raíz de una mentira que se forzaba a creer sin saber si aceptar la verdad del corazón de su maestro. El miedo a ser dejado por alguien que si quisiera ser poseído por la perversión de este lo recorría...

    -Misaki...Ya casi es hora

    Unos brazos rodearon su cintura y la imagen de Akihiko se reflejó en el gigantesco espejo del baño de visitas. Le acariciaba la mejilla, con su recién afeitado rostro, besando suavemente su maxilar derecho, cuidando de no dejar rastro alguno de su muestra de afecto. Según él, Misaki olía tan bien que se sentía embriagado con su perfume, que sin importar que el jabón y el shampoo intentaran ocultarlo, siempre emanaría de su ser una esencia similar a una feromona que lo atraía una y otra vez a devorar ese frágil cuerpo con pasión, acrecentando sus sentimientos.

    -¿Nervioso?

    Deslizó sus manos hacia arriba hasta llegar a sus hombros, palmeándolos suavemente, dándole ánimos. El chico asintió sin tratar de esconder lo que sentía, no valía la pena seguir actuando, por lo menos frente a Akihiko ya no tenía opción que mostrar su verdad. Además, el agotamiento mental le impedía fingir una careta que reflejase la falsa tranquilidad de siempre, lo único que agradecía era que al parecer sus lágrimas al fin se habían detenido, aun cuando la tristeza y el miedo siguieran siendo parte de sí.

    -No te preocupes estaré bien.

    Ambos suspiraron pesadamente, enojados por oír otra vez la misma mentira de siempre. La que los dos conocían a coro el verdadero y angustiante significado de esas dos últimas palabras, que sólo querían hacer parecer que nada estaba mal y dar tranquilidad a quien estuviere cerca. Y a la vez estas luchaban por decir cuánto miedo sentía. Akihiko envolvió sus brazos con más fuerza en Misaki y susurró algo en su oído con gentileza.

    -No temas, no hiciste nada malo, además yo estoy aquí, protegiéndote...

    El chico cerró los ojos, bañando sus oídos con la voz de su profesor, sintiendo la calidez de las palabras en su corazón, deseando con todo su ser que fueran sinceras. Intentó sonreír en respuesta, mas no duró mucho, un nudo le quitó la respiración y sintió sus pestañas húmedas. Fue guiado lentamente hasta la puerta, con su mano enlazada a la de Akihiko, sintiendo como esa fría mano se entibiaba poco a poco. Se soltaron en el pasillo, a petición suya, en caso de ser vistos, fue un corto lapso de tiempo hasta que dieron con el ascensor, volvieron a sostener sus manos, al parecer, les invadió el miedo de alejarse del otro, en los lentos segundos que pasaron antes de llegar al estacionamiento se besaron con pasión por última vez. Se subieron al auto y en silencio hicieron su recorrido hasta la cárcel que tenía Misaki por escuela. Los paisajes se difuminaban rápidamente por la vacía carretera, Misaki veía como Tokio se alejaba del auto, como súbitamente el paisaje cambiaba a la arboleda del otro día, su corazón latió rápidamente. Quería huir, no quería ver esa tétrica estructura, la cara de Jou o la del director, a sus compañeros o su habitación nuevamente, menos esos árboles que oyeron cada palabra que tuvo con su profesor el viernes. Si no le hubiera dicho que quería ir a su casa, nunca hubiera tenido que confirmar el engaño de su profesor...

    Retomaron su caminata por el piso de asfalto del estacionamiento de profesores apenas bajaron del auto, dejando atrás el lugar marcado con el nombre del profesor. Transformando el suelo en piedra pizarra, hasta dar con la oficina marcada con la placa de "Director" en dorado. Entraron en ella, el hermano de Misaki, Takahiro estaba sentado en un pequeño sofá de cuero, con rostro preocupado. No dudó en voltear al oír la puerta, corriendo hacia el chico, abrazándolo con fuerza por unos instantes.

    -Misaki, me alegra que estés bien.

    -¿Sabes por qué estás aquí Misaki?- preguntó el director con voz acusadora, interrumpiendo a Takahiro, haciendo a la vez una señal similar a la de Jou con su mano para que Akihiko se marchara.

    Mas el negó con la cabeza y se quedó de pie en el mismo lugar, con la misma cara de póker que hacía cuando daba clases, o incluso más fría que cuando le tocaba evaluar a sus alumnos, sus manos estaban cruzadas en su espalda, apoyándose en la pared junto a Misaki y su hermano observando todo a su alrededor con su mirada. Al parecer tenía un plan para salvar a su amado.

    -Si...-La voz de Misaki fue tímida, pero no apartó la mirada del director Naito.

    -Sabes, debería cancelar tu matrícula, le has roto sin razón la nariz a Jou.

    Takahiro miró a su hermano con sorpresa, había escuchado parte de la historia de parte del profesor durante el fin de semana, sin embargo no tenía conocimiento de ese hecho.

    -Sólo estaba defendiéndome...-un hilo de voz salió al responder la acusación.

    -¿De qué? Kawahara sensei dijo que cuando ingresó a clases te vio golpeando a mi hijo mientras otros tres chicos, incluido mi hijo Hotaru intentaban calmarte.

    -Yo...

    -Disculpe sensei- interrumpió Akihiko, con su celular en la mano- usted sabe muy bien que he tenido problemas con Jou kun desde que me asignaron el curso. A causa de eso me he tomado la libertad de nombrar a algunos informantes de confianza cuyos nombres no revelaré, en caso de que sucediera algo similar al incidente de hace unos días, así que tengo evidencia de que lo que sucedió ese momento.

    El director hizo una mueca mientras Akihiko reproducía un video en la computadora, sin molestarse en pedirle permiso. Exhibiendo a Takahiro todo lo que había sucedido. Misaki escondió su mirada, roja por la vergüenza, y la impotencia de recordar algo cuya herida no cicatrizaba aún, el oír nuevamente las crueles palabras que le hicieron mostrarse incluso más débil frente a su profesor y además mostrándole a su hermano la peor faceta que podía existir en él. Sin embargo si le servía para probar su inocencia tendría que soportarlo. Sintió la mano de su maestro apretar su hombro, como su temperatura se traspasaba a su piel, sintió deseos de sonreír, mirarle a los ojos y decirle -Gracias-, aunque no venía al caso. El chico creía que aunque Akihiko no le quisiera realmente, pretendía hacerlo protegiéndolo, tranquilizándolo, haciéndolo sentirse mejor. Mas su dolor seguía ahí, más latente y desgarrador que nunca, quitándole todo incluso las ganas de vivir, sólo por el hecho de sentir amor unilateral. Misaki quiso abrazarlo, sentir un poco más fuerte su calor y su aroma a shampoo de ginkgo y cigarros. Entregarse a su pasión sin sentir remordimiento.

    No lo diría en voz alta jamás, pero ahora mismo anhelaba más que a nada en el mundo un beso...

    - "Eres solo basura, basura mentirosa, ¿Lo entiendes?"

    Las palabras resonaron con fuerza en sus oídos, trayéndole la angustia de ese día. Misaki tapó sus oídos y cerró los ojos, no quería seguir recordando algo tan doloroso como aquello, no era lo bastante fuerte como para eso. Sintió como algunas lágrimas se escapaban, deslizándose por sus mejillas pálidas y marcadas ojeras, que demacraban su rostro, pero no lo suficiente como para arrebatarle su infantil belleza. Akihiko le miraba fijamente, con los ojos brillantes, casi llorosos, completamente adolorido por la reacción de Misaki, deseando besarlo en ese mismo instante y quitarle de esa forma, su dolor, su miedo y todos esos malos sentimientos que absorbían la vida de su amado, reemplazándolos por amor y quizá mutuo deseo. Mas el sentido común lo contenía y le recordaba su posición y la del chico, impidiendo hacer lo que deseaba, lamentablemente, nadie podía saber de sus sentimientos por su alumno, mucho menos que este le correspondía y no sólo eso que también habían compartido cama, cuerpo y placer en varias ocasiones. Se acercó a su oído, besándolo discretamente, sin que el director ni Takahiro lo notaran, suavemente le dijo:

    -Esperame en mi despacho, nosotros iremos en un momento, confía en mí.- palmeó su espalda dándole ánimos, a su vez deslizaba unas llaves por el bolsillo de su pantalón, bañó con su respiración la oreja de su amado antes de alejarse, intentando controlar sus deseos de tocarlo.

    -Pero...

    -Sé muy bien que no quieres estar aquí, no te fuerces.

    Lo empujó hábilmente hasta llegar a la puerta y lo hizo desaparecer tras esta, sin que el muchacho lograra decir algo que cambiara su opinión antes. Suspiró apenas dejó de verlo, ahora que sabía lo que su alumno sentía por él, le era difícil mantenerse tranquilo, aún en público, haciéndolo enojar. Sobre todo ahora, que no tenía motivo para mantener la razón...

    Misaki se encogió de hombros mientras avanzaba por el pasillo, sin levantar la mirada del piso, conteniendo las inminentes lágrimas que tanto se esforzó por secar, y que al igual que siempre, era en vano, y no sólo eso, también frustrante y doloroso, tanto que quería desaparecer junto con todo lo que sentía. Se detuvo frente a la puerta donde la confusión mental había comenzado, donde notó que sentía algo por su maestro y a la vez donde nacieron las sospechas de la falsedad del amor de este. La abrió lentamente con la llave e ingresó en la oficina. Nuevamente sentía que tratándose de Akihiko, el tiempo se estancaba en el lugar en el cual se atreviera a tocarlo de esa manera tan perversa, placentera y vacía, tan propia de él. Los estantes, piso y escritorio abarrotados de libros, puestos de manera aleatoria sobre estos, el papel tapiz tan sobrio y recatado que llegaba a dar sueño, incluso el aroma del lugar no cambiaba. Dándole un aire nostálgico y triste.

    Su corazón latió con fuerza al recordar los besos y caricias y otras cosas pervertidas que había hecho junto a su profesor en ese mismo lugar, sus súplicas producto del miedo a perderse y el placer que aún en este momento negaba a aceptar. Se dejó caer sobre la silla de cuero del escritorio, tapando su sonrojado rostro con sus manos, tratando de volver a la realidad y preocuparse por el problema más grande. Su futuro se estaba debatiendo justo ahora frente a un furioso director y él no se encontraba presente como para defenderse, es más, había sido echado de la sala antes de que lograra hacer algo importante para permanecer en el internado y reducir su sentencia a nada más que la eterna humillación de ser un debilucho. ¿Qué cosas estarían pasando en ese lugar?, ¿El video sería suficiente evidencia para demostrar su inocencia?, ¿Por qué sensei insistía en resolver por él cada problema que tuviera aislándolo de este? ¿Tan indefenso se veía? Se acurrucó secando sus odiadas lágrimas.

    Tal vez este era el pago por confiar en Akihiko...

    Miró la hora en el gran reloj que colgaba sobre la puerta, apenas habían pasado una hora desde que llegaron, cincuenta minutos desde que la entrevista empezó, y sólo diez desde que su profesor lo sacó de la oficina. El tiempo pasaba extremadamente lento cuando uno estaba preocupado. Tembló, quería volver y hacer algo por sí mismo, no obstante a la vez el miedo lo paralizaba, las variables "¿Qué tal sí?..." lo agobiaban.

    -Usagi san...dónde sea que estés en este momento, te pido que me ayudes a volver como antes...

    "Usagi san" era el nombre que le había dado a los borrosos recuerdos que poseía de su primer amor, nacido a raíz de una coincidencia que los hiso encontrarse, la que lamentablemente no se volvió a repetir, mucho menos se llegó a concretar. Recordaba ese día, ese momento donde terminaba su infantil búsqueda del dios de la muerte que le arrebató a sus padres y obligó a su hermano a trabajar día y noche para que no se fueran a un orfanato. Se encontraba escondido llorando tras una resbaladilla, completamente hambriento y agotado tras caminar durante un día y medio por las calles de Tokio, con las rodillas ensangrentadas, sin saber cómo volver a casa e intimidado por la seca actitud de la policía. Sintiéndose inútil tal cual como ahora, sólo que en ese entonces la vida aun no le quitaba las ganas de luchar. Tal vez el destino quería jugar un poco más con sus sentimientos, no lo sabía, pero de la nada apareció un joven de ojos hermosos que nunca antes vio, quizá eran violetas, apenas lo recordaba, el casualmente conocía a su hermano y lo llevó a casa, le compró un helado y lo besó sutilmente en su mejilla, cerca, muy cerca de sus labios para que dejase de llorar, sintiendo una calidez tan grande que ahora, ocho años después no podía olvidar.

    -Usagi san...

    Secó sus lágrimas, y cerró los ojos, respiró lentamente intentando calmarse. Su hermano y Akihiko llegarían en cualquier momento, no podía dejar que lo vieran así de derrotado y débil. El sonido de la puerta de se dejó oír, mas no le pareció importar, siguió absorto en sus pensamientos…

    Unos labios se posaron con delicadeza en su boca, tersas manos rozaron con suavidad su rostro, llevándose las lágrimas consigo, eran extrañamente cálidas. Abrió con lentitud sus ojos, preparándose para ver la mirada de Akihiko, para luego perderse en ella. Sin embargo, se encontró con unos brillantes ojos café, que apenas conocía, pero que de alguna forma le hacían recordar con certeza al dueño de una mirada similar. “Ken chan”. Se paseó por su mente, sintiendo odio a su mente que le jugaba otra mala pasada. Intentó apartarse, mas su cuerpo fue empujado contra la dura silla de escritorio, limitando sus movimientos a simples forcejeos, a la vez el beso se hacía más y más intento, corrompiendo todos sus sentidos, sintiendo un profundo asco por la persona que lo besaba.

    -Misa chan…- Tintineó en sus oídos.

    Quería golpearlo, no obstante, sus fuerzas eran arrebatadas por la sucia lengua que recorría cada centímetro de su boca, causándole nauseas. No deseaba ser besado por otro hombre, mucho menos si no estaba seguro de quién se trataba. En un intento desesperado por alejarlo cerró su boca y lo mordió, pero el misterioso chico, pensando que se trataba de una invitación, tomó con incluso más pasión la boca de Misaki, separándose en contadas ocasiones sólo para respirar…

    -No sabes cuánto soñé con besarte de esa manera misa chan…tu boca…vaya, es mucho más deliciosa de lo que siempre pensé.

    Apenas recuperándose del beso, Misaki creyó oír la singular voz de su mejor y a la vez único amigo, Midorikawa Kenyu, sólo que un poco más madura que antes ¿Realmente era él? Respiró profundamente, tratando de recuperar el aliento, ¿No soñaba cierto?

    -¿Ken chan?

    Lo miró detenidamente, había cambiado tanto que ya no podía reconocerlo. Comparado con el Ken que conocía, este era realmente otra persona, al menos físicamente, su cabello había pasado de negro a rubio, no usaba lentes y su expresión era fría, había crecido, usaba aretes en su oreja izquierda y su pose y la forma de llevar el uniforme le hacía ver como un chico salido de un centro de menores o un orfanato americano, un anillo brillaba en su mano izquierda, disimulando sus nudillos planos. Suspiró. Por lo menos aún conservaba su aire infantil que lo hacía ver tan lindo como antes, sintiendo envidia de aquello. El chico negó sombríamente, haciendo un gesto con la cabeza, con una dolorosa mirada que sabía a completa derrota, pero que aun así, no le fue impedimento para seguir acariciando el cabello de Misaki con la misma actitud que hace un momento, realizando esto, lo más probable para consolarse, a la vez, una solitaria lágrima se deslizaba por su pálida mejilla, dando a entender que no importaban sus esfuerzos, para él, el pasado le seguía siendo tan doloroso como para matarlo de angustia.

    -No más…- dijo- Ken y su historia murieron hace un año. Ante un juez inepto que creyó una absurda historia en un tribunal veneciano. Desde ese momento pasé a ser Lucca, Lucca Davenia. Aunque eso no significa que haya cambiado del todo…- Hizo una pausa para observar a Misaki un poco más- Es por eso que he vuelto… porque lo prometí…

    -“Prometo que volveré por ti misa chan, no lo olvides”- Esa frase dio vuelta en la cabeza de Misaki, haciéndole recordar todas las cosas vergonzosas y promesas tontas que se dijeron antes de despedirse. Sorprendiéndole que todavía recordara eso. Sintió algo de miedo de preguntar sobre su vida en Italia, sin importan cuanta curiosidad sentía por saber qué había pasado en su vida durante esos años sin verse, no quería incomodarlo, no era su estilo entrometerse. En cambio hizo algo que sabía que le agradaría a su amigo, abrazarlo con fuerza como solía hacerlo antes, susurrando “ken chan” una y otra vez. Sin importarle la apariencia actual de este, su presencia permanecía igual, por lo que no había duda de que era él.

    -Te vez raro ken chan, aunque no te queda mal.

    -En cambio, tu nuevo estilo no te favorece en nada misa chan.

    Misaki suspiró en respuesta, haciendo un gesto de dolor que, aun cuando intentó ocultar de ken, no pasó desapercibido, se aferró con más fuerza al pecho de su amigo, respirando lentamente. Intentando no verse débil nuevamente. No lloraría frente a su mejor amigo.

    -No es como si hubiera tenido derecho a decidir sobre esto…

    Ken entendió al instante lo que Misaki intentó decirle, envolvió sus brazos alrededor de su espalda para consolarlo, besó su cabello, aspirando su aroma, enamorándose incluso más de su mejor amigo. Jurando en ese preciso momento, que haría todo lo posible para que Jou, Hotaru y su pandilla de matones pagaran por cada vez que se atrevieron a darle semejante vejamen a su amigo, y que no descansaría hasta que sufrieran lo mismo que él. Cerró los ojos, sosteniendo a Misaki por la barbilla, acariciándola suavemente, acercó sus dedos a sus labios, deseando besarlo nuevamente y así calmar momentáneamente su pesar, se acercó lentamente, siendo lo más gentil que podía, posando delicadamente sus labios en la boca de Misaki, dándole tiempo suficiente para reaccionar y apartarlo en caso de no querer ser besado, mas no hubo resistencia…

    …Misaki se encontraba lo suficientemente perdido en sus ilusiones como para darse cuenta de cuán grave y peligroso era lo que estaba haciendo…

    -Ken chan…

    -Lo siento, pero no puedes seguir llamándome así, me descubrirán. Así que dime Lucca por favor.

    El sonido de la puerta los trajo de vuelta al doloroso mundo real, haciendo que los dos se sorprendieran y se alejaran abruptamente. Akihiko ingresó seguido de Takahiro, ambos con dinámicas expresiones en sus rostros, conversando sobre temas del pasado. Miró a Misaki, dedicándole una sonrisa ganadora, diciéndole todo sin tener que hablar, y de paso diciendo algo más privado, palmeando su hombro, sólo para tocarlo un poco, frenando todos sus deseos por la presencia de otros. En especial con la extrañamente celosa mirada de Lucca, la que burló con un gesto que demostraba su superioridad con los sentimientos de Misaki.

    -Misaki kun- dijo- lo logramos. Jou no te molestará durante las clases, ahora es problema de Agatsuma sensei.

    Misaki levantó la mirada hacia los orbes amatista de su profesor, un tanto adolorido por la forma tan distante de hablarle, sin entender el porqué de su manera tan formal y exagerada en honoríficos japoneses como si estuviera dando clases, llegando a preguntarse dónde estaba su vergonzoso, superior, cercano, no ambiguo y pervertido japonés que acostumbraba a usar al frente a él. Se acercó un poco más queriendo abrazarlo y exigirle que hablara normal, encontrándose limitado por la mirada de su hermano y ken, entendiendo la razón.

    -Desde mañana Jou y Hotaru estarán en el segundo grupo- agregó- después de todo, sus notas no ameritan estar en el grupo avanzado- Miró fijamente a su estudiante, intentando controlar el fuego que su mirada dejaba ver- Respecto a Yuta y Jun, están suspendidos hasta después de la gira del próximo mes. Por lo que puedes ir tranquilo a Kioto.

    Akihiko observó detenidamente al otro estudiante, intentando echarlo con la mirada, no lo conocía, pero su presencia ya le era una molestia, como si su estadía se fuera a convertir en un obstáculo en su relación con su alumno, recordándole a un alumno que andaba tras Misaki hace unos años. Se acercó, le respondería todas sus dudas y lo enviaría lo más pronto posible a clases.

    -Lo siento Misaki- dijo Takahiro repentinamente mirando su reloj- se me hace tarde, tengo una junta Apenas llegue a Osaka, buena suerte.

    Se despidió formalmente de Akihiko, y tomando a su hermano de la mano lo hizo acompañarlo hasta la salida. El profesor y Lucca quedaron a solas, ambos mirándose desdeñosamente, intentando adivinar las intenciones del otro, apenas llevaban algunos minutos desde su “reencuentro”, sin embargo odio mutuo y celos comenzaron a florecer en sus corazones otra vez…

    -Soy Lucca Davenia, desde hoy asistiré a su clase, mucho gusto.

    Sonrió con malicia, haciendo lo posible para provocarlo como antes, pareciéndole divertido el presentarse por segunda vez ante un profesor tan arrogante como este y que para colmo sin siquiera intentar ser buena persona ya tenía a Misaki a sus pies.

    -Así que tú eres el alumno nuevo- suspiró- El gusto es mío, soy Usami Akihiko, tu salón es el 5A en el primer piso. Creo que ya conociste a un compañero de tu clase.

    -Y no sólo eso sensei, además soy su compañero de cuarto.

    Akihiko hizo una mueca, no podía evitar sentir celos del chico, más cuando su actitud y mirada eran igual de sospechosas como las de Midorikawa Kenyu. Aun así se encontraba completamente enojado por pensar así de alguien que no conocía, Además, era muy poco probable de que Davenia fuera homosexual y por ende nulas las posibilidades de que fuera tras su amado Misaki.

    -Tu japonés es muy bueno para ser un extranjero, en especial si eres europeo como indica tu apellido.

    -Mi madre era japonesa, así que dele todo el crédito…

    Misaki por su parte, caminaba lentamente junto a su hermano, buscando las palabras adecuadas para expresar su arrepentimiento.

    -Lo siento, te causé problemas como siempre. Juro que no volverá a pasar.

    Takahiro lo miró, disculparse era tan típico de su hermano…

    -No creo que hayas hecho nada malo, no deberías preocuparte, son sólo cosas que pasan, además tienes a un “ángel” a tu lado, que te ha estado cuidando mucho desde hace ya varios años.

    -¿a qué te refieres?

    Takahiro sonrió. Al parecer sólo él estaba al tanto...

    -¿No te acuerdas? Bueno, después de todo han pasado ya ocho años desde aquella vez...- acarició su cabello y le sonrió- ...eras tan sólo un pequeño y frágil niño que quería a sus padres de vuelta...

    Sorprendido, Misaki comenzó a vagar en sus recuerdos, encontrándose una y otra vez con "usagi san" y su distorsionada imagen producto de los años sin ver su rostro como única coincidencia, ¿Se refería a él o a otra persona? ¿Quién más aparte de su hermano lo había cuidado de esa manera? Quiso preguntar, no obstante sintió miedo ¿qué haría si el “ángel” del que hablaba Takahiro era Usami sensei? Abrazó por última vez a su hermano antes de verlo partir rumbo a la libertad que Osaka le entregaba, deseando tener un destino similar cuando fuera un adulto. Caminó en silencio apenas lo perdió de vista, debía ir a su habitación, alistar sus cosas e ir a clases y enfrentarse por última vez a Jou y Hotaru para no quedar como un cobarde. Sin embargo las palabras de su hermano le preocupaban, si era realmente a usagi san al que él se refería ¿se encontraba en la escuela? ¿Quién era? ¿Esa persona se acordaba de aquello? ¿Valía la pena valerse de esa persona?

    Algo lo tiró mientras iba en el pasillo del primer piso, escuchó como una puerta se cerraba tras él, antes de reaccionar, unos labios se posaron con fiereza en los suyos, devorándolos al instante. Sintió el sabor a tabaco y se encontró con los ojos de su profesor, que ardían de una manera distinta a cuando se encontraba excitado, saboreó ese beso, sin poder evitar rendirse a la hábil lengua que invadía su boca, sintiéndolo diferente a lo usual, como si hubiera hecho algo malo y esta era la forma de castigarlo. Intentó alejarse, no quería ser besado por dos personas en un día.

    -Misaki…

    La mirada de su profesor se tornó súbitamente en una que reflejaba angustia y miedo. Sintió como su corazón se hacía trizas ¿Qué le sucedía, por qué ponía esa cara? Sintió que debía abrazarlo y decirle algo que lo hiciera volver a la normalidad, sin embargo las palabras no salían de su boca por los nervios. No sabía qué hacer y eso lo asustaba más. Otro beso fue robado de su boca, siendo esta vez mucho más intenso que antes, las frías manos de su profesor recorrieron su cuerpo, trazando su figura, mas no se atrevieron a desnudarle. Su grave voz susurraba una y otra vez el nombre de Misaki como si suplicara algo y a la vez sintiera vergüenza de decir lo que era.

    -Basta…estamos en la escuela…- Murmuró el muchacho.

    -Lo sé, aunque…-hizo una larga pausa en la que se dedicó a ver el rostro de su amado alumno, vacilando si decir o no lo que tenía en la cabeza- no…no es nada…

    Lo soltó suavemente, sin hacer expresión encendió un cigarrillo y se sentó en el escritorio, no podía dejar de verlo, compararlo y admirar sus cambios, no lo creía, después de tantos años…algo que creía olvidado resurgía en él…

    -Lo siento fue sólo un impulso.

    Misaki lo miró sin saber qué sucedía…



    *-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-

    eso es todo por hoy, espero que les haya gustado y tambien espero que en el proximo o en el sub siguiente capitulo pueda incluir el viaje que prometí para el cap 7, que hasta donde llega mi imaginacion tiene lemon e intensidad zukulemta
    bueno nos leemos pronto, espero sus impresiones y comentarios.
    chauu!
     
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  8. Karin Gremory
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    Conty conty onegai :=duouou: :=DANCING:
     
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    Me encanto el capitulo. Cada vez esta mas emocionante e interesante. Esperare la conti con ansias.
     
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  10. kuroshiyaoi
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    Hola a todos, hoy vengo a entregarles la conty de esta dramática historia de amor.
    este capitulo es algo corto y se presenta un poco de la historia de Ken, además el viaje que había planeado hace varios capítulos atrás por fin pude escribirlo, esta es la primera parte de este.
    asi que disfruten la conty!!!!

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    Capitulo 10

    Desplomándose sobre la cama baja del camarote de su habitación, ahora compartida por su mejor amigo, Misaki se preguntó sobre qué pudo haber hecho mal, puesto que hoy era el día veinte desde que su maestro comenzó a evitarlo. Cerró los ojos, intentando recordar las últimas palabras que había intercambiado con él antes de que esto sucediera. Sin embargo no existían tales, tras la disculpa por parte de su profesor, no hubo más que silencio, uno tan fuerte que ni el delicado lenguaje corporal de ambos, ni sus besos, ni el latido de sus acelerados corazones logró romper. Era como si existiera algo importante que quisiesen decirse, mas el miedo hubiera ahogado sus palabras en silenciosos suspiros y confusos pensamientos que se negaban a desaparecer se pasearan con suma libertad en sus mentes.

    Beso tras beso, se devoraron sin prisa, sin el ardiente deseo de siempre, sólo con una furiosa necesidad de saber qué pasaba en la cabeza del otro. Enteramente entregado a esa necesidad, Misaki se dejaba hacer el amor sobre el escritorio de su maestro, entre libros que nunca en su vida lograría leer, carpetas repletas de exámenes sin revisar y unos brazos que lo sostenían cálidamente. La mirada de Akihiko lo volvía completamente ajeno a lo que ocurría fuera de aquellas cuatro delgadas paredes, aquella frágil puerta cerrada con pestillo y a la ventanilla cubierta con un pequeño visillo que hacía incluso más borrosa las siluetas que el vidrio martillado dejaba ver. Los ojos violetas de su profesor hacían crecer esa necesidad, lucían afligidos, casi culpables. Como si lo que hacían fuera un pecado, uno de esos que se paga con muerte y castigo en el más allá. Sin querer Misaki se aferró con fuerza a la amplia espalda, rindiéndose a sus sentimientos, dejando atrás sus dudas, miedos, anhelos y deseos, y todo lo que en ese momento estuviera de más. Intentando buscar amor en el cuerpo que lo estremecía de éxtasis, pasión y ternura.

    Por primera vez en varios días no negó a creer en la silenciosa confesión de amor de Akihiko, dejando que esas simples palabras se hospedaran en lo más profundo de su corazón, lo besó, envolviendo sus brazos en su cuello, culminando así aquel ilícito acto de entrega...

    Una vaga sonrisa se dibujó en su rostro por unos segundos, como si en lo más profundo de ser aquel silencioso y casi imaginario "Te amo" siguiera latiendo con fuerza. Abrió sus ojos, encontrándose, sin notarlo, con la profunda mirada de su mejor amigo, quien rozaba sus labios, amenazando con besarlo. Misaki apenas despertando de sus fantasías se dejó llevar, permitiendo que la boca de Ken lo devorara con pasión, creyendo inocentemente que se trataba de Akihiko.

    -Sen...sei...-Susurró jadeando, deseando más...

    Ken chasqueó su lengua, haciendo una mueca de disgusto, se sentó en las piernas de Misaki, impidiéndole, de forma innecesaria, cualquier intento de escape. Completamente cegado por los celos comenzó a besarlo, con agresividad y un toque de violencia, intentando traerlo de vuelta a la realidad. Deslizó su mano por su camisa aun abotonada, tiró de golpe su corbata dejándola caer en el suelo, apretó sus dientes, temblando de rabia.

    -¿Sigues con eso? Yo soy mejor que ese idiota...-Susurró a su oído antes de morderlo con codicia.

    -¿Qué estás...?

    Intentó apartarlo con todas sus fuerzas, no podían llegar más lejos que esto, eran amigos y no rompería años de amistad y confianza por un desliz como aquel. Se sentó a su lado y lo miró fijamente a los ojos, sintiendo al instante compasión por los dolorosos sentimientos que estos transmitían. Acarició su cabello intentando calmarlo. Besó su mejilla como una sutil forma de rechazarlo.

    -No hagas eso.- Ken apartó su rostro, escondiéndose de Misaki.-No quiero abalanzarme sobre ti nuevamente.

    Mordió su tembloroso labio para no llorar, dejó que su desordenado cabello ocultara sus húmedos ojos. Lentamente sentía como su corazón se rompía más y más, agrandando aquella herida que Italia no había podido cerrar. Miró su anillo, pensando en la única oportunidad que tuvo de olvidarse de Misaki, y cómo esta se escapó, dejándole tan mal como al principio, o incluso peor que antes.

    -Ken chan yo...

    -Ya te lo dije, mi nombre es Lucca, ¿o quieres que te enseñe mi identificación nuevamente?- Hizo una pausa en la que revisó sus bolsillos en busca de un cigarrillo, quería dejarlos, sin embargo esta vez le urgía calmarse con uno. -Además no intentes echarte la culpa, el que se aprovechó del otro soy yo.

    -Pero todo lo que sientes es por mi culpa.

    Ken rió secamente, exhalando una bocanada de humo en dirección contraria a Misaki, caminó hacía la ventana, abriéndola levemente, evitando que el aroma se impregnara en la habitación. No quería problemas cuando los supervisores viniesen a pasar lista, ya le bastaba con un solo profesor encima de él. Aspiró nuevamente, ordenando las palabras en su mente.

    -Esto es pura convicción propia.- dejó que el humo se escapara junto con sus palabras- Hay veces en las que uno decide sufrir y con quien hacerlo.- le dirigió una mirada dulce a su mejor amigo, sonriendo ampliamente agregó. - Después de todo, me he convertido en un masoquista, me encanta sentir esa clase de dolor, me hace sentir vivo...

    Misaki guardó silencio, no estaba seguro de cuánto había de verdad en aquel discurso, no obstante se sentía demasiado deprimido para cuestionarlo. Se dejó caer sobre la cabecera soltando una pequeña sílaba que no afirmaba ni negaba lo anteriormente dicho por Ken, terminando así su pequeña charla. Cerró nuevamente los ojos, quería descansar, mas faltaba una hora para que pasaran lista. Buscó en su mente alguna actividad para gastar el tiempo, pero el cansancio parecía llamarlo.

    -Deberías terminar tu tarea de literatura, estás a un punto de que te cambien de grupo. Si quieres verlo durante las clases debes esforzarte.- Cortó el filtro del cigarro antes de lanzarlo por la ventana, sólo para ver que sucedía si lo llegaban a encontrar, caminó hacia Misaki escondiendo los restos en su pantalón. – ¿O acaso quieres una excusa para que te preste atención?

    -No, simplemente no entiendo nada.

    -No te quiere, eso es obvio.

    Misaki sacudió la cabeza, riéndose con sarcasmo, escondiéndole que sus palabras le habían pegado duro en su ya destrozado corazón. –“Eres cruel”- Pensó.

    -No es eso, no sé qué tiene que ver que el autor haya crecido en una familia conflictiva y mucho menos que fuera soldado con el texto.

    Ken suspiró, le era imposible odiar esa parte tan despistada de su mejor amigo. Acarició su cabello antes de tirarlo hacia su escritorio, lo obligó a sentarse, le pasó su cuaderno y la guía con el texto, señaló con su dedo puntos clave en la lectura.

    -Se llama contexto de producción, su estilo narrativo, las palabras, los sentimientos, hechos escritos ahí, y forma de ver la vida tienen como influencia la vida misma del autor. Ahora termina esa cosa que quiero dormir.

    Misaki se encogió de hombros y en silencio comenzó a escribir en su cuaderno, de vez en cuando releía el texto, en especial las citas que Ken le había señalado. Por su parte Ken sonreía mirando la cajetilla casi vacía de cigarrillos, amaba que Misaki se esforzara en aprender. Su mirada se desvió hacia su escritorio, donde el permiso de viaje yacía en blanco. En tres días partirían a Kioto como investigación en varias asignaturas y dudaba que le reconocieran la emancipación en Japón, no podía acudir a su madre, puesto que estaba en Italia y menos su padre, él había muerto hace ya un año, no tenía más familiares que el grupo yakuza de su abuelo siéndole imposible salir de este problema sin tener que acercarse a su odiado maestro, rival en la lucha por el amor de Misaki.

    Maldijo en voz baja y en italiano. Caminó hacia el permiso y anotó sus datos con una perfecta escritura en el, ¿Y si llamaba para que su madre lo autorizara, al igual que cuando se inscribió en el colegio? Era la opción más fácil, después de todo, su madre accedía a todos sus caprichos por temor tras la muerte de su padre. Aunque le tentaba la idea de hablar con Akihiko, además podía pedirle que se alejara incluso más de Misaki y así tener el camino libre. Sacó otro cigarrillo y lo llevó a su boca, mas se detuvo antes de encenderlo. No podía parase frente a los supervisores de pasillo oliendo a tabaco.

    Se sentó en el escritorio, retirándose los lentes de contacto…

    -Mierda, quiero un trago…-Murmuró.

    *…*

    Cerró en silencio la maleta después de cerciorarse de que estaba todo lo que habían pedido los profesores y demás en caso de que a Misaki se le olvidara algo, revisó su billetera, traía dinero, su identificación, pasaporte e incluso sus tarjetas de débito y crédito en caso de emergencia. Un pequeño anillo, exactamente igual al que traía en su mano izquierda, atado al cierre del compartimiento de monedas relucía, Suspiró leyendo los nombres grabados, la fecha y sintiéndose a punto de llorar al ver la pequeña mancha de sangre que se negaba a limpiar. Buscó una identificación vencida hace ya dos años, sonriendo mientras veía la imagen de un chico con el mismo estilo de cabello, pero con unos profundos ojos azules y una cicatriz en su labio.

    -Estoy seguro de que toqué fondo Lucca, tu Ken está peor que nunca…- Guardó la pequeña tarjeta, asegurándose de que nadie pudiera verla.- Siempre fuiste compasivo cuando me desviaba del camino, pero con esto, no me sorprendería si ahora me odias…

    Dejó caer una lágrima, tapó su boca para que Misaki no despertara con sus sollozos. Permitió que la capucha de su sudadera escondiera parte de su rosto y se cayó de cuclillas en la alfombra. Ahogado en una angustia que nunca antes había tenido que sufrir.

    -Aferrado sentimentalmente de dos personas… Soy sólo un idiota.

    Sacó el último cigarrillo que le quedaba en la cajetilla, y se arrastró hacia la ventana ligeramente abierta, fumó despacio y en silencio, dejando salir todos los malos sentimientos con cada bocanada de humo, tragándose sus lágrimas con su orgullo, impidiendo que sus lentes de contacto se empañaran por llorar.

    -¿No crees que es muy temprano para fumar?

    Ken no se atrevió a dirigirle la mirada, mas eso no fue impedimento para sonreírle como agradecimiento por preocuparse.

    -Estoy ansioso.- Mintió. –No me gusta viajar con grupos tan grandes.

    -Puedes retractarte, aún es tiempo.

    Soltó una carcajada.

    -¿Y Dejarte solo con el idiota de Usami sensei? Primero muerto. ¿Quién sabe qué te hará si no te cuido? Y no sólo él, todos los que te odian, no va sólo el grupo avanzado, es todo el curso.

    -Ahora nadie me dirige la palabra. Y ahora sensei no me mira a la cara.

    -¿Planeas deprimirte estando solo? Soy tu mejor amigo, mi deber es estar ahí cuando lo necesites.

    -No quiero causarte molestias…

    Apagó el cigarrillo en el piso, y lo tiró a la basura. Se levantó caminando hacia Misaki, abalanzándose sobre él en un fuerte abrazo, dándole a entender otra razón por la cual no lo dejaría solo.

    -Io ti Amo, por lo que no es ninguna molestia estar a tu lado, es más, me encanta.

    Besó su mejilla antes de soltarlo, miró la maleta de Misaki, preguntándose si era necesario preocuparse tanto por él, a pesar de todo pudo sobrevivir dos años y unos cuantos meses más por sí solo, tal vez con un poco de ayuda que Usami sensei forzó de mala manera. Le preguntó si estaba seguro de no olvidar nada. Recibiendo una corta respuesta que afirmaba. Suspiró.

    Misaki cada día parecía más deprimido, como si Akihiko fuera un pilar importante en la salud mental del chico, en los veintitrés días Ken pudo notar como el brillo de sus ojos se apagaba lentamente, su rostro se hacía más y más pálido y como su apetito menguaba junto con su energía. Estaba preocupado por aquello, sin embargo su orgullo le prohibía buscarle una oportunidad para que ambos se vieran a solas, estaba al tanto de los rumores que existían sobre la extraña relación que tenían y no quería que el amor de su vida saliera herido por culpa de terceros.

    Tomó la mano de Misaki y lo tiró hasta la puerta. –Son las siete, debemos desayunar antes de irnos.

    Misaki asintió en silencio y se soltó del agarre de su amigo antes de salir al pasillo.

    Más de la mitad de los muchachos de su curso estaban ahí con la misma dirección que ambos, incluso los mejores amigos de Jou caminaban tras ellos, pisando sus talones sin dudarlo, colmando la paciencia de Ken, quien se volteó para empujarlos contra una puerta, con el semblante más serio que podía tener, recordando así sus días de matón veneciano.

    -Maledetti figli di puttana! E vedranno! (¡Malditos hijos de perra! ¡Ya verán!)- Exclamó olvidando que se encontraba en Japón.

    No esperó respuesta alguna y continuó con su camino, avanzando lo más rápido que podía, para no amargar más su viaje.

    Tras aquello el desayuno se tornó un tanto amargo, pero el estar junto a Misaki lo tranquilizaba. Dejaron la bandeja en el lugar de siempre antes se subir por sus cosas, el pasillo seguía repleto de estudiantes, incluso aunque el autobús fuese a partir en tan sólo diez minutos. Ingresaron en silencio, cerraron la ventana y se ambos se aseguraron de tomar sus llaves y su equipaje, se miraron fijamente, intentando adivinar que atormentaba al otro, Ken fue el primero en desviar la mirada, despistando a Misaki con una torpe sonrisa. No podía dejar que viera a través de él, si llegaba a saber tan sólo un poco de lo realmente sucedido en Italia podría perderlo.

    -Vamos, es tarde.- Susurró besando su mejilla.

    Misaki asintió en silencio, bajaron de la misma manera que antes, salieron al estacionamiento de la escuela, entregaron las maletas al encargado e ingresaron en el bus, subieron directamente al segundo piso, y se sentaron en los últimos asientos, casi escondidos de todos, cuando terminaron todos de subir, se pasó lista, todo de una forma tan normal que llamaba la atención de ambos. Ken golpeó suavemente el hombro de Misaki y sacó dos consolas de su mochila.

    -¿Una ronda de Smash?- Propuso entregándole una.

    -Paso soy malo en estas cosas.

    -Vamos, tendré piedad.

    Misaki negó nuevamente, deslizando los audífonos por sus oídos, encendió su reproductor y seleccionó una canción, cerró los ojos, volteándose en dirección a la ventana. Pensando todavía en una razón para que su maestro lo ignorara de esa forma tan cruel, y a la vez buscando una forma de acercarse.

    -Tengo algo de sueño, tal vez más tarde.

    Ken se encogió de hombros, guardando una consola, y poniéndose también audífonos, no podía dejar de preguntarse en cómo haría para que Misaki dejase de pensar en su profesor, en cómo hacer para que lo viera como objetivo amoroso y así ser felices de una buena vez. Abrió el juego y seleccionó a su personaje favorito, sólo porque las facciones de este le recordaba un poco al verdadero Lucca. A aquel cuya identidad había robado hace algún tiempo con el fin de comenzar de nuevo -Por tercera vez en su vida.- en Venecia, no obstante, paralizado por sus propios sentimientos que se negaban a desaparecer, terminó por volver a Tokio y enfrentar una vez más a su primer amor, ese que siempre fue unilateral, y buscar fortuna en el.

    La primera hora de trayecto transcurrió en absoluta tranquilidad, Misaki despertó a la hora segunda y retó a Ken en un juego de carreras, fallando en el último momento, a la tercera Ken fue llamado por la encantadora Ai, hermanastra de Jou y su gemelo, para que participara en el juego con el resto de los chicos, Misaki se negó a participar, diciendo que no se preocupara y que dormiría un rato más, ocultando de lleno su miedo a ser rechazado por sus compañeros. Ken acarició su cabello y le dejó, siendo llevado de la mano por Ai y abucheado por los celosos alumnos que deseaban que la chica se interesara en ellos.

    Misaki miró por la ventana, cambiando a otra canción en el reproductor, sintiéndose tan solo como acostumbraba. El paisaje no parecía cambiar, la zona por la que transitaban estaba repleta de plantaciones de arroz, podía ver como diminutas personas trabajaban en estos y como los niños corrían en dirección a sus padres. Sintió nostalgia, hace ya ocho años sus padres habían muerto en un accidente de tránsito y hasta el momento no podía dejar de sentir culpa de aquello. Siendo esta la única cosa que quedaba, las lágrimas las logró ocultar casi al año después. Una fría mano que se paseó por su mejilla lo sacó de su mente y lo hizo voltear asustado, la sorpresa lo invadió, mas se sentía feliz. Akihiko yacía sentado a su lado, mirándolo con sus inexpresivos ojos amatistas, sonriendo con torpeza.

    -Hola.- Susurró.

    Misaki se quedó estático, no sabía qué hacer para calmar su corazón y mucho menos para controlar los deseos de abrazarlo. Apretó sus puños temblando, tragándose sus sentimientos, o intentándolo por lo menos. Akihiko besó suavemente su frente, cuidando de que nadie descubriera su pasión hacia su estudiante.

    -Sabes, es más fácil vigilar a tus alumnos desde el final del bus que desde los primeros asientos como todos lo hacen.

    Misaki asintió.

    -He estado realmente ocupado, últimamente no tengo tiempo para nada importante, que no sea trabajo por supuesto.- Acercó sus labios al oído de Misaki y lo besó. –Además desde que hablé con el director me siento más observado que nunca…

    Se alejó un poco cuando escuchó a un alumno acercarse, miró por el costado del asiento, falsa alarma, todos seguían amontonados en el medio riéndose. Respiró profundamente, tranquilizando su corazón.

    -Estoy aquí porque me preocupan tus notas, no sólo en literatura, también en historia, ciencias, inglés y matemática. Si suspendes otro examen en cualquiera de esas me veré obligado a cambiarte de grupo. Nos pidieron que subiéramos el corte límite de notas, no puedo seguir ayudándote si no tú no te esfuerzas.

    Misaki simplemente agachó la cabeza.

    -Vamos, di algo.- Exigió.-Es molesto hablar solo.

    -Lo siento- murmuró.

    -¿Sólo eso? Esperaba una conversación más completa.

    Se levantó y le dio la espalda. Sintiéndose completamente destrozado por la actitud de su alumno. Era su culpa perderlo de esa manera.

    -Nos vemos.- Suspiró.

    Avanzó unos pasos, deteniéndose frente a la aglomeración de alumnos, aclaró su garganta y los miró con seriedad. –Ya casi llegamos a Kioto, vuelvan a sus asientos, no quiero a nadie de pie.

    Ken se sentó nuevamente junto a Misaki, le dirigió una sonrisa y dejó caer su cabeza en su hombro. Cerró los ojos y levantó sus manos al cielo, estirando su espalda.

    -Debiste habernos acompañado, era muy divertido.
    Misaki sacudió la cabeza, todavía divagando por culpa de la inesperada visita de su profesor, y su malestar con si mismo por no poder reaccionar como se debía.

    -La próxima será.

    -¿Lo prometes?

    Misaki asintió en silencio. Aún en su mundo de sueños. Sintiendo la calidez de los labios de su maestro en su oído. Oyendo una y otra vez las palabras servían de justificación por haberle ignorado tantos días. “Me siento más observado que nunca.” Preguntándose quién era la persona que vigilaba a su maestro…



    -~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

    Bueno, eso es todo por hoy, nos vemos en el capitulo 11 con lemon y zukulemcia
    espero que les haya gustado y no olviden comentar que les parecio
    Chau!
     
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    Vaya, hace rato no me aparecía por aquí... Me gusta mucho tu fic, la relación de Misaki y Usagi no es para nada fácil TwT
    En fin, voy a estar esperando la conti.
    (Esta vez más atenta)
    :=arribarriba: :=DANCING: :=DANCING:
     
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    Me encanto el capítulo.
    Espero que durante sus permanencia en el viaje puedan tener un acercamiento Misaki y Akihiko.
    No me había dado cuanta hasta ahora que ya habías actualizado. Estaré más pendiente ahora.
    Esperare con ansias la conti.
     
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41 replies since 6/11/2013, 03:01   2169 views
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